Doña Isabel: Soy el de la FE, no el pastelero, sino el de las leches merengadas, aquí al aparato. Usted, que tanto sabe, podría decirme ¿Qué coño tengo que hacer para desentonar un poco, pues soy del tono común, incluido del Sporting? En espera de su respuesto, reciba mi beso más galante. Firmado y rubricado: el de la FE.
¡Ay Dios!, por aquello de la FE miento al divino. Saber..., saber, lo que se dice saber, sé poco. Aunque, a decir toda la verdad, intuyo bastante. Y mucho me temo, señor pastelero de la palabra, que usted desentona por "DERECHO" propio. No es lobo de manada, y un lobo en solitario...es mucho lobo. Mejor desentonar, ¿o no?
Por supuesto que sí, Doña Isabel. Usted siempre apuntando en la buena dirección. Por eso, ¡Qué dificil debe ser apuntarla, a usted! Me dice que yo soy un mucho lobo. No lo sé, aunque sí sé que conozco a abuelitas y a caperucitas, y a algun abuelito que parece caperucita, pero azul, no roja. Ahora firmado y rubricado: el de las leches merengadas.
El lobo es fuerte, ágil, con un olfato especial, conoce muy bien el terreno que pisa, siempre actúa con inteligencia, se hace respetar sólo con una mirada..., así es el lobo; aunque "cuentos", miedo y desconocimiento le hayan colgado un mal cartel. ¿Que se come las ovejas? ¡Pues claro!, cuestión de supervivencia. Lo malo son las abuelitas, las caperucitas y los caperucitos que viven a costa de quien sea y como sea y no se comen ovejas, simplemente llevan por delante todo lo que pillan. ¿Vestidos de azul? Puede, porque cambiar el color de la chaqueta no les supone ningún problema. Al lobo, ni me lo toquen. Y no doy FE porque no estoy legalizada para ello. Pero queda dicho.
Tranquila, tranquila, doña Isabel. Que el lobo, feroz a ratos, a cucarachas y sapos (¡huelen tan mal!) ni put...caso hace, espantándolas y les, soplando y con higiene como de piedra pómez, y disimulando naturalmente. Le aseguro que, con las obejitas luceras, soy de una ternura... Otra vez firmado y rubricado: el de las leches merengadas, a veces de cabritas.
No lo dudo. Pero... hay tan pocas "obejitas" luceras. Son tan pocas las ovejitas(os) de altura..., casi todas(os) van a ras de suelo y, por supuesto sin saltarse las normas, sobretodo si se nota, en la impunidad ya es otra cosa. Hay que ser muy valiente -o muy osado/a, que de todo hay- para saltarse la Real. La de la lengua digo.
Doña Isabel: Soy el de la FE, no el pastelero, sino el de las leches merengadas, aquí al aparato. Usted, que tanto sabe, podría decirme ¿Qué coño tengo que hacer para desentonar un poco, pues soy del tono común, incluido del Sporting? En espera de su respuesto, reciba mi beso más galante. Firmado y rubricado: el de la FE.
ResponderEliminar¡Ay Dios!, por aquello de la FE miento al divino. Saber..., saber, lo que se dice saber, sé poco. Aunque, a decir toda la verdad, intuyo bastante. Y mucho me temo, señor pastelero de la palabra, que usted desentona por "DERECHO" propio. No es lobo de manada, y un lobo en solitario...es mucho lobo.
ResponderEliminarMejor desentonar, ¿o no?
Por supuesto que sí, Doña Isabel. Usted siempre apuntando en la buena dirección. Por eso, ¡Qué dificil debe ser apuntarla, a usted! Me dice que yo soy un mucho lobo. No lo sé, aunque sí sé que conozco a abuelitas y a caperucitas, y a algun abuelito que parece caperucita, pero azul, no roja. Ahora firmado y rubricado: el de las leches merengadas.
ResponderEliminarEl lobo es fuerte, ágil, con un olfato especial, conoce muy bien el terreno que pisa, siempre actúa con inteligencia, se hace respetar sólo con una mirada..., así es el lobo; aunque "cuentos", miedo y desconocimiento le hayan colgado un mal cartel. ¿Que se come las ovejas? ¡Pues claro!, cuestión de supervivencia. Lo malo son las abuelitas, las caperucitas y los caperucitos que viven a costa de quien sea y como sea y no se comen ovejas, simplemente llevan por delante todo lo que pillan. ¿Vestidos de azul? Puede, porque cambiar el color de la chaqueta no les supone ningún problema. Al lobo, ni me lo toquen. Y no doy FE porque no estoy legalizada para ello. Pero queda dicho.
ResponderEliminarTranquila, tranquila, doña Isabel. Que el lobo, feroz a ratos, a cucarachas y sapos (¡huelen tan mal!) ni put...caso hace, espantándolas y les, soplando y con higiene como de piedra pómez, y disimulando naturalmente. Le aseguro que, con las obejitas luceras, soy de una ternura... Otra vez firmado y rubricado: el de las leches merengadas, a veces de cabritas.
ResponderEliminarNo lo dudo. Pero... hay tan pocas "obejitas" luceras. Son tan pocas las ovejitas(os) de altura..., casi todas(os) van a ras de suelo y, por supuesto sin saltarse las normas, sobretodo si se nota, en la impunidad ya es otra cosa. Hay que ser muy valiente -o muy osado/a, que de todo hay- para saltarse la Real. La de la lengua digo.
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