viernes, 29 de diciembre de 2023

RAMPA Y LA VARIANTE DE PAJARES, artículo de ÁNGEL AZNAREZ (publicado en La Voz de Asturias y La Voz de Galicia el 26 de noviembre de 2023)

 



            Paulino Garagorri, para la Nota preliminar del libro de Ortega y Gasset, Notas de andar y ver, escribió: “Viajar consiste en transitar de uno a otro paisaje, esencialmente del habitual y consabido, al desconocido y sorprendente”. Por eso se llamó “viajar” a lo que hacían los asturianos, yendo a León, en la segunda mitad del siglo XX, o sea, dejar el paisaje asturiano, de los prados verdes como esmeraldas, y asombrarse ante el desconocido de los cardos de color amarillo, como oros. Para contemplar los nuevos paisajes, había que “ir a Castilla”, como incorrectamente se decía, pues, según los puristas cazurros, León no era Castilla, y de eso los asturianos nada sabían.  Y allí donde cambia el paisaje, también cambia, necesariamente, el paisanaje.

            Los leoneses, aunque les doliera, no ocultaban que su reino, el de León, con Urracas y otras, fue engullido por la Corona de Castilla en la persona de Fernando III, en el año 1230, que incluía Zamora, Salamanca, Galicia, Asturias y Extremadura.  Y lo de Castilla, “la meseta de moda”, fue mito y fantasmagoría del 98, de Azorín, Unamuno, los Machado, Ortega, Menéndez Pidal, de Maeztu y etc. También gustó a Franco lo del mito de Castilla. Castilla fue el central plateau, que escribiera mucho antes el viajero Richard Ford, en su Manual para viajeros, de 1845. 




Y la Literatura, como la vida humana misma, empezó con la guerra (La Iliada) y siguió con los viajes (Odisea). Asturias no tuvo un Plá, viajante en autobús, que la cantara; tampoco un Azorín ni un Machado o un Unamuno, sólo “El Presi” y un par de aficionados en chigres.  Y lo fetén del viajar a León desde Asturias eran subir por la pendiente del Puerto de Pajares, casi en carretas de cuatro ruedas de la fábrica de Seat o de Renault, y ya allí, en lo alto de la montaña, junto al Parador de Valgrande, lo procedente era mirar a atrás y ver Asturias abajo, la “patria querida”. La cosa perdió épica cuando en 1983 se inauguró lo del Huerna, cambiándose todo, incluso Quico: de estofar lentejas con tocino y chorizo, en Arbás, pasó a vender perritos calientes.

            La emoción de ir a Castilla en tren duró más, pues continuó hasta ahora, finales del 2023. Y un tren que nunca te preguntó a qué ibas a León; era “El Correo”, pues el otro, “El Costa Verde”, era nocturno y para dormilones con tres vagones de la Compagnie Internationale de Wagons-Lits, con despacho de billetes en Cabo Noval, de Oviedo, casi enfrente del Teatro Principado. En “El Correo” iban reclutas encajonados y acojonados, en vagones de tercera, subidos en la estación de Oviedo, con destino al “Centro de Instrucción de Reclutas” del Ferral del Bernesga, río leonés de truchas. Ferral donde cabos y sargentos eran mandones como reyes, siendo aquellos tiempos, tan reales, que eran hasta los de la Monarquía del Movimiento Nacional, cuyo Rey iba a ser Juan Carlos, a aquella Monarquía se la llamó “la del agarre a un clavo ardiendo”.




También, en “El Correo”, iban niños y niñas asturianos, al principio con problemas respiratorios, con destino a la “Casa Infantil Covadonga”, en Pola de Gordón, para aspirar aires puros, los de la montaña leonesa. En aquella Casa había tres personajes importantes: la superiora de las monjas, el cura, diocesano de León, y el maestro gallego o jefe, apellidado Souto, muy amigo de Manolita, la de la Caja. Las monjas de aquella “Casa Infantil Covadonga”, eran como las de La Milagrosa de Oviedo, de la calle Gil de Jaz, con toques y tocas, almidonadas, pintorescas. La priora, que era gorda, era natural de Burgos, como las morcillas de arroz, y la segunda en el mando era Sor Concepción, un “pelín roja”, con cejas de color zanahoria. 

El tren a León, como todo lo de aquel tiempo, era clasista, pues los vagones de ferrocarril, llamados “coches”, eran como las clases sociales, divididos en primera, segunda y de tercera, siendo el último el furgón, siempre en la cola. El coche de primera era ocupado por los del querer y poder, o sea, las familias bien de Oviedo, que se apeaban en Villamanín, pues se puso de moda en aquel tiempo ir a allí a veranear y secarse, antes de que la moda fuere veranear en Luanco, en “chalecitos” de colores al borde del mar; las “tatas”, casi todas de pueblo, en Villamanín y en Luanco, se paseaban uniformadas como si aquello fuera “El Bombé” de San Francisco y en día de “guardar”, después de la procesión de “El Carmelo” por Santa Susana, y portando las damas escapularios entre las mamas de mamás. 




En los vagones de segunda iban los del querer y no poder, los del Automóvil Club de La Jirafa, que, en Oviedo, eran y siguen siendo muy numerosos; y los restantes, el llamado, con desprecio “el pueblo”, que ahora, con la democracia, es mito de tener siempre la razón. Esto último lo explicó muy bien en clase el historiador Álvarez Junco, catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos políticos y sociales en la Complutense, hoy ya emérito. 

Aquellos trenes eran de aquí, de la cordillera Cántabra, y también podían ser de la cordillera de allí, la Carpetovetónica, novelados por el escritor Eduardo Zamacois (Memorias de un vagón de ferrocarril). Trenes que tenían, no obstante, una característica inglesa, muy british, como el Club ovetense de Tenis y Villa Magdalena juntos, muy de pelotas y de pelotazos. La locomotora verde, la 7700, era british por inglesa, con dos pantógrafos y arrastraba los también verdes “coches”, de la serie 6000 o 5000 que no recuerdo. Tenía la 7700 en el frente dos asientos, uno para el conductor y otro para el soldado de ferrocarriles, con uniforme azul, que, para que pitara la máquina eléctrica tenían que tirar de una cuerda como se tiraba de la cadena en los retretes viejos o como se tiraba de la correa del tranvía para solicitar parada. 




Fue la 7700 intermedio entre las máquinas “cocodrilas” y las Mitsubishi, y subía como una jabata por entre grandes pendientes, por puentes, viaductos y túneles. Los túneles eran diez en la provincia de León, el número once era el de La Perruca, con boca de entrada, bajando a Asturias, en la provincia de León y la boca de salida ya más abajo, estaba en Asturias. Los restantes túneles, del doce al noventa, estaban aquí, en Asturias. 

Era impresionante la estación de Pajares, estando como suspendida en el vacío, siendo teatro ideal para un cuento de hadas. El jefe de Estación, ya de noche, salía del garito, con gorra roja, banderín y farol, como borroso entre nieblas y humos de calefacción de los “coches”, y se aproximaba a la máquina verde, la 7700, para dar salida al convoy con un pitido de silbato.  Me dicen que ahora no nieva tanto como antes, recordándose la “nevadona” del 54, que hasta salió en el No-Do. Se dijo que, por esa gran nevada, en Pajares, quedó averiado el Seat 1500 del Gobernador Civil de la Provincia, que bajaba a Asturias, matrícula PMM 15557 (en el Diario de León del domingo 21 de enero de 2018 se puede ver la fotografía antigua). 



         

Para conocer bien LA RAMPA DE PAJARES quizá lo mejor sea leer el libro de Fermín Rodríguez Gutiérrez, editado por la Universidad de Oviedo, en 2018, con la colaboración de CeCodet y la Universidad, cuyo título es La Rampa de Pajares, con el añadido titular: “Superó la Cordillera, abasteció España y desenclavó Asturias”.  El autor dice en 2018: “Camino de los 135 años de su inauguración, hemos llevado a cabo esta investigación de carácter histórico y finalidad divulgativa, para construir la secuencia del proceso hasta la actualidad, analizando los aspectos técnicos, culturales, económicos u financieros que rodearon su planeamiento, construcción, explotación, mantenimiento, hasta llegar a las confusiones del presente e incertidumbres del futuro.”

En el Prólogo, la geógrafa Josefina Cruz Villalón escribe: “Fermín Rodríguez nos llama la atención sobre la necesidad de reconocimiento patrimonial de la rampa de Pajares y plantea una batería de usos posibles”.




Esa misma geógrafa recordó que el 15 de agosto de 1884 se inauguró la línea con la presencia del rey Alfonso XII, 26 años después de que fuese autorizada su construcción y 10 maños después de la aprobación del trazado definitivo. Y el autor del libro, Fermín Rodríguez Gutiérrez, señala que el 15 de agosto de 1884 fue festividad de la Asunción en toda España, que en Pajares se celebraba el día de la Virgen de las Nieves, “día simbólico donde los haya y misteriosamente cargado de sentido. La rogativa a la Virgen se celebraba ese día en las pequeñas capillas de los puertos para que retrasara las nevadas y permitiera la estancia durante más tiempo del ganado raya cimera arriba”. 

Y Rampa que fue épica. Fue reto jamás acometido por la ingeniería española, que sirvió en tres siglos: XIX, XX, y XXI. Ahora, en pocos días, se inaugurará la llamada “Variante”, la de las cuatro tuneladoras y gracias a la cual, según leí en un periódico, de Campomanes a La Robla, a la estación nueva para la alta velocidad, se tardará en hacer el recorrido unos quince minutos, siendo el tiempo actual de una hora y cincuenta y dos minutos. Eso lo leí en los periódicos donde ahora escribe cualquiera, “los cualesquiera”. 

Estamos ahora, pues, ante la inminente inauguración de la Variante, el próximo jueves, 30 de noviembre, un momento dulce, como masticando mazapanes toledanos. No procede escribir ahora ni del retraso más que decenal ni de sobrecostes o del precio total, los cuatro mil millones de euros.  ¡Qué no sabremos los asturianos, de prevaricaciones y cohechos, después de lo del Huerna o de la autovía del Cantábrico! Hay que felicitarse que no hubiese ocurrido desgracia imputable a ADIF en lo del estado tan deficiente de la rampa, por el mal estado de vías y túneles, sin duda por ser la Rampa una infraestructura muy antigua (siglo XIX). 




Es impresionante y acongojante que, por ejemplo, entre Linares y Malvedo, los trenes no puedan pasar de 60 Kilómetros/hora de velocidad, o que existan tramos con limitaciones temporales de velocidad de 30 kilómetros/hora. Es impresionante y acojonante que en la Rampa haya túneles tan estrechos que pasa el convoy como besando las paredes, y sin tener el maquinista espacio para descender a la vía. 

Alfonso Armada, el periodista y viajero, no el otro, que fue fiel militar y le acusaron y condenaron por golpista el 23-F, escribió Por carreteras secundarias en 2018. Cuando leí en el capítulo 36, lo de Pajares y de los pajareses, creí que iba a leer del Puerto de Pajares, pero no; era otro Pajares, el llamado Pajares de La Lampreana, el de la Tierra del pan. En defecto de Alfonso Armada, fui a Ortega y Gasset, que, por haber sido “todólogo”, también escribió de Asturias, al bajar por el Puerto: 

“Aquí, allá caseríos con los muros de color sangre de toro y galería pintada de añil; al lado, del hórreo, menudo templo, hosco, arcaico, de una religión muy vieja, donde todo lo fuera el Dios de las cosechas. Unas vacas rubias. Castaños, castaños cubriendo con su pompa densa toda la ladera”.   

Fotos del autor 

 


 

              

 

jueves, 7 de diciembre de 2023

EL BUS DEL SPORTING:¡”A LA LUCHA”! Artículo de ÁNGEL AZNÁREZ (publicado en "LA VOZ DE ASTURIAS", 16 de septiembre 2023)

 


Decían los romanos que los pactos vinculan a las partes contratantes, que son obligatorios. Eso también lo dicen los códigos civiles, incluido el español, aunque otro español importante, llamado Pedro Sánchez, se desgañite predicando lo contrario: que cumplir los pactos es asunto de los romanos, y que nosotros no lo somos ya. Y eso, aunque él, Pedro, crea que es, como Julio Cesar, de la casta de los divinos. Peligrosa equivocación.

 

Ello viene a cuento: en el anterior artículo, titulado Churros en Santa María, lo concluimos con un “continuará”. O sea, que el presente tendrá, para cumplir lo pactado, que tener al menos una primera parte de continuación, aunque con ganas de que sea rápida, pues interesa más la segunda. Una segunda, que tendrá como pretexto el violento e incitador texto, leído en la tarde del 9 de septiembre, a las 15,30 horas, en el autobús futbolero del Real Sporting de Gijón, estacionado a esa hora delante del Hotel ARTIEM, en Quintueles.

 

BUS A LAS PUERTAS DEL HOTEL ARTIEM, EN QUINTUELES

Hay de todo en lo humano, hasta más babosos que los babosos caracoles, o más chiflados que las ocas chifladas, también con pálpitos de macarras. Los hay sin gracia alguna, o sea, que son unos desgraciados. Y los hay muy tontos antes de ser muy calvos, que hasta hacen ondas horteras en su cabelludo cuero con pinzas de peluquería. Lo anterior y mucho más, se me ocurrió al pensar, en primer lugar, en lo que leí en la carrocería del autobús colorado: “Real Sporting de Gijón”, “¡A LA LUCHA!”, “ALSA”, “JALISCO es México” y ORLEGI Sports”. Y lo pensé después, horas más tarde, al enterarme de los peligrosos incidentes de Oviedo. 

 


1º.- Lo de los pacta servanda:  

 

Después de lo de las “rosas rojas”, como las del PSOE vistas en los Jardines de la Mota, de Benavente, me asomé al precipicio de allí. Abajo está “La Pradera, lugar de fiestas y donde fumé el primer “Peninsulares extra”. Cerca, por la Estación de RENFE, circulaban los convoyes, llamados “rápidos”, que, procedentes de Astorga llegaban a Sevilla, vía Salamanca, movidos por locomotoras a vapor, de mucho humo y carbonillas, con el tender, la carbonera, muy pegado, en el que revolvía el fogonero a paladas.

 

Ya bajando, para despedirme, saludo a Santiago, de la Librería Alfonso. Allí rastreo libros en anaqueles y adquiero varios: “Cuentos del Quijote”, selección de Félix García Moriyón, editados por Siruela, y “Pensar el Poder”Liber amicorum de Pedro Carasa, editado por la Universidad de Valencia (PUV) en 2018. Continué bajando por Santa Cruz, una vez despedido de Santiago, al que encomendé que saludara, en mi nombre, a don Alejandro Flórez Redondo, cronista de la Plaza de La Madera, de Benavente, y muy enredado con lo del “Toro enmaromado”.


IGLESIA DE SANTA MARÍA LA MAYOR DEL AZOGUE (Benavente)


Antes de subir al autobús para regresar a mi Valderas, “la leona del Sur”, la de El Gatito y el Bacalao, comprobé que, en el que fue Hospital de la Piedad, en Benavente, y residencia luego de Las Hermanitas de los Pobres, aún estaban sobre el arco de la entrada las cadenas allí colocadas, prueba de un viejo privilegio medieval y de fuero especial; un privilegio de los de inmunidad y de concesión real. Semejante privilegio tuvo la Universidad de Oviedo, pudiéndose aún ver las cadenas delante del viejo edificio en la calle San Francisco.

 

Y subí al autobús para regresar a Valderas, donde se iba a celebrar el 9 de septiembre, con motivo de las Fiestas de la Virgen del Socorro, lo siguiente anunciado, de interés zoológico y antropológico: “Encierro Urbano, 1 toro y 2 vacas. Hora 18.00 horas. Encierro con carretones para los más pequeños. Al finalizar, habrá un refresco para los niños asistentes donado por el bar Nano´s”. En Fuentes de Ropel y Valdescorriel admiré los palomares construidos a base de adobes pobres, cerca de las eras.

 

2º.- Lo de “¡A LA LUCHA! del bus del Sporting, que es el meollo del bollo. Asunto de pública relevancia. 

 

Fue precisamente el sábado 9 de septiembre, la misma tarde del encierro anunciado en Valderas.   Pasé a las 15,30 horas delante del Hotel Artiem, yendo a comprar una botella de leche en el Lidl de Viesques, en Gijón. Allí estacionado, acaso esperando a esos modernillos gladiadores que son los futbolistas, estaba el autobús con su incitación a lo violento: “¡SPORTING A LA LUCHA! Por ahora es suficiente señalar esto: en el Diccionario de sinónimos de la Editorial Gredos, “lucha” es sinónimo, por este orden, de pelea, combate y lidia.

 

Como dice mi amigo, Víctor Herrero, hermano menor de los Capuchinos, “nuestra sociedad, está hipersaturada con calderillas de palabrería insignificante, estando por eso el lenguaje tan pervertido”. Y añado: A) Hay que contribuir, incluso con la denuncia, para que las palabras signifiquen lo propio de ellas. B)Hay que tener mucho cuidado, pues detrás de las palabras suele haber algo o mucho más escondido. Y detrás de “lucha” hay pelea, combate y lidia, no refiriéndome a un significado positivo de “lucha” equivalente a esfuerzo y superación, sino al más peligroso, al violento combate. 

 

IMAGEN DE LA MEJICANA VÍRGEN DE GUADALUPE

Con incitaciones a la violencia como la que comento, desde el Bus del Sporting, no es excepcional –también injustificable- que los de la otra parte, contra los que se “lucha”, actúen, lanzando objetos contundes contra el rojo autobús. Llegaron esa misma tarde, 9 de septiembre, cerca del Estado ovetense, a romper, hecha añicos con mucho peligro para las personas, una luna de cristal del “Bus” gijonés. Un jugador, según leí en Internet, llegó a decir: “Hay animales que tienen mejor comportamiento que algunos humanos”. Totalmente de acuerdo, aunque reparto lo de la “animalidad” entre los del Oviedo y los del Sporting.

 

Vayamos por partes: 

 

1º.- Los directivos del Real Sporting de Gijón, conociendo incidentes en anteriores derbis, por ejemplo, los ocurridos en las inmediaciones de El Molínón en el año 2017, deberán explicar el porqué de lo de “¡SPORTING A LA LUCHA”, no valiendo el argumento de que la “lucha” figura en el himno del Club. Muchas cosas se me ocurren, dejándolas aparcadas, inquietándome aspectos confusos de la Sociedad Anónima Deportiva. Esa Sociedad, la cual conozco muy bien, pues fui su notario desde el lejano 1987 al 2013. Y jamás, lo digo incidentalmente, quise formar parte del Consejo de Administración, por estimar que esas sillas son lo que los gallegos llaman una cosa muy fea, aunque muy humana y animal.

 


2º.- Jalisco es un Estado maravilloso de México, con una Guadalajara primorosa, unos campos de “tequilas” como oros y con una bahía y playas inmensas en Vallarta. Pero, cuando allí voy, tengo, cada vez más miedo al narcotráfico.

 

3º.- La señora delegada del Gobierno ha dicho, según leo: “Condeno actuaciones individuales que no estaban dentro del dispositivo como la que sufrió el autobús del Real Sporting de Gijón, y que pudo haber ocasionado graves daños”.

 

¡Qué bobadas, delegada del Gobierno o de lo que sea! 

 

4º.- También en el autobús aparece escrito “ALSA”. Que una empresa, tan cuidadora de las apariencias, aparezca entre tantas confusiones e incitaciones, debería ser de más cuidado y dar explicaciones; acaso también prohibir que en autobuses que usan su nombre, se incite a la violencia. Y doy así una idea más, que sumar a las brillantes del festivo Centenario y festival. 

 


5º.- Hace años, en Asturias, se originaron unos incidentes cuando se arrojaron piedras contra un autobús de HAZTE OIRSe instruyeron diligencias judiciales, encomendándose la investigación, por causa de aforamiento de un investigado, al Tribunal de Justicia de Asturias. Resultó que el Juez Instructor designado fue el autor de este artículo. Y concluyo de manera docente: los culpables y las víctimas de los delitos se conocen la mayoría de las veces a través del llamado “proceso criminal”. Eso es de Justicia.   

 

No sé si el siguiente artículo “continuara”. Mientras tanto y hasta saberlo, hago lo recomendado por el poeta: “Callo y espero”.

  

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jueves, 23 de noviembre de 2023

EL MÚSCULO DE BUSTILLO, artículo de ÁNGEL AZNÁREZ (publicado en Religión Digital el 14 de julio 2023)

 


         Fue hace dos años y seis meses, viendo un programa de la religiosa televisión KTO, francesa, con el título L´Esprit des Lettres. Allí vi por primera vez al franciscano conventual, al “hermano” François-Xavier  Bustillo, que mereció mi atención. En aquel tiempo el franciscano era predicador y superior del Convento de Lourdes (Francia), importante centro de acogida y de espiritualidad de la Diócesis de Tarbes y Lourdes, habiendo nacido en la Navarra española. Su apellido es muy de militar y muy español, habiendo conocido a varios Bustillo, militares y españoles. La presencia en aquel programa, junto a otros dos religiosos franceses, fue con ocasión de la publicación de un libro suyo, que en castellano se tradujo: La vocación del sacerdote ante las crisis. El libro llevó el subtitulo Fidelidad creadora

 


         Me llamó la atención que un franciscano español hubiese hecho “carrera” en Francia, si bien, Navarra, tierra en tiempos pasados fue muy religiosa, y siempre “lanzó” por el mundo a muchos frailes y monjas, siendo el jesuita Francisco Javier uno de los más ejemplares. Y en el plató televisivo lució el Hermano (Fray) Francisco Bustillo. Y luz con muchos brillos personales, no precisamente de las ropas oscuras, de las de fraile. ¿De dónde viene esa sensación de poderío que transmitió Fray Francisco Bustillo? –llegué a preguntarme. 

 

         Miré, primero, al personaje con detenimiento, cuidado, y luego le escuché. Caí en la cuenta: sin quererlo o buscado de propósito, Bustillo, hizo alarde –los alardes son muy vascos y navarros- de un poderoso esternocleidomastoideo, que es un músculo que está situado en el cuello y tiene la función de permitir el giro y la inclinación lateral de la cabeza. Es un músculo robusto situado a los lados del cuello. 

 


Y entramos en territorios de la opinión y de los pareceres enfrentados: soy de la opinión que la elegancia masculina puede estar también en el cuello, como en los cisnes, de la misma manera que la elegancia de las mujeres puede estar también en sus piernas. Cuellos con papadas, congestionados, cortos e “infartables” pueden alejar elegancias y distinciones. Bustillo tiene, pues, la elegancia de los cisnes, y en su continuo mirar hacia arriba destacaba aún más las vainas anatómicas conteniendo arterias y nervios que desde el cráneo descienden y descienden. Y la altura es muy importante, pensando en cardenales como Confalonieri, Martini o Cañizares.  

 

A los pocos meses de aquella brillante aparición en televisión, Bustillo fue nombrado Obispo de Ajaccio, capital de la Isla de Córcega, y patria del terrorismo corso, que, como todos los terrorismos, relación estrecha mantiene o mantuvo con lo religioso. Por eso, ser Obispo de la francesa Ajaccio es como haber sido Obispo de Bilbao o de San Sebastián en los años ochenta y noventa del pasado siglo. Y en Youtube se puede ver la ceremonia de Ordenación episcopal de Bustillo en el caluroso 13 de junio de 2021, cuyo ordenante principal fue el arzobispo de Marsella, el hoy también cardenal y muy influyente, muy del gusto del Papa Francisco, monseñor Jean Marc Aveline.

 


Y es que el año 2021 fue de mucha intensidad para los navarros españoles aspirantes a obispados y arzobispados. Si en ese año el navarro Bustillo llegó a ser obispo corso, de Córcega, otro navarro, monseñor Aznárez, llegó a ser el arzobispo castrense de España, por la gracia, no solamente del Papa, sino también del Rey Felipe VI con el refrendo de Pedro Sánchez, residente del Gobierno de España. En nada se parecen los prelados en Francia (Virgen de Lourdes) y en España (San Fermín) que influyeron en las carreras episcopales de los dos navarros, uno del clero regular (Bustillo) y el otro del clero secular (Aznárez). 

 

Es normal que muchos de a pie ignorasen hasta ahora la importancia de monseñor Bustillo, y es normal que el Papa que le “creó” cardenal, lo conociera muy bien, habiendo valorado con excelencia las publicaciones del navarro, alguna instada por el mismo Vaticano, recordando que los sacerdotes no son funcionarios. Y no es detalle insignificante la creación en Bustillo del cardenalato y que el nombrado recientemente arzobispo de Paris, monseñor Ulrich, no sea cardenal, también a diferencia de Cobo, el de Madrid, ya cardenal.

 


Aconsejo, para valorar adecuadamente a monseñor Bustillo, que los lectores y lectoras, vayan a Youtube, pudiendo ver, tanto el programa L´Esprit des Lettres, explicando el libro señalado en el primer párrafo,  como las palabras pronunciadas en francés, italiano, español y corso al final de la Ceremonia de su Ordenación Episcopal en la preciosa y mediterránea Isla de Córcega, en la Catedral de Ajaccio.  

 


Y no debo omitir la apologética de monseñor Bustillo sobre el sacerdocio católico, que es de mucha utilidad para vida sacerdotal, calificando de sublime esa vocación, y con un optimismo importante, pues se razona perfectamente que la presente época, con tantos problemas, no es la época más difícil para la Iglesia en su continuada Historia.  

 

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domingo, 29 de octubre de 2023

LLENA LA ESPAÑA VACÍA, artículo de ÁNGEL AZNÁREZ (publicado en LA VOZ DE ASTURIAS, 20 de agosto 2023)


España Cañí” es un pasodoble torero y en crescendo (,“tararán, tararán, tararán, tan, tan”), mucha actualidad en España, Asturias y Gijón, pudiéndose añadir a las tres lugares lo de “Cañí”, con efectos devastadores para los políticos/as respectivos/as. Muchos hoy ignoran, también los republicanos, que ese pasodoble fue el primero en sonar en la Plaza de las Ventas, en el histórico paseíllo de una tarde de junio de 1931, cuando en dicha plaza se celebró la corrida de toros, que presidió el Presidente de la República, don Niceto Alcalá Zamora. Además, ese pasodoble gustó tanto en Gijón que, según cuentan los historiadores, se anunciaron dos conciertos, incluido en ambos el pasodoble dicho, concierto uno en la calle Corrida, a cargo de la Banda de Música de Gijón, y otro, en el Paseo de Begoña, a cargo de una Banda militar. 

 

El pasodoble “España Cañí” emocionó a los de Gijón, muy dados a lo emotivo, como lo prueba la facilidad de llorar al cantar el “Gijón del Alma”.  Los de Bilbao, mucho más brutos por vascos, cantan el “riau- riau”, que suena como a gatos con rabia o en celo. Los de Oviedo, siempre tiesos, cantan de pie el “Asturias Patria querida”, lo mismo en una sidrería con virutas de serrín en el suelo, que en el Teatro Campoamor junto a butacas de patio, ante reyes, infantas o lo que sea. De Oviedo tenían que ser la actual reina, la fría Leticia, y la anterior de la anterior, la más fría aún, Carmen, la del Polo. Por ser torpe de escritura, dejo mi pluma escritora aparcada por momentos y cojo la de mi maestro Umbral. Éste escribió: “Las mujeres se han reunido en torno a doña Carmen, en una corte mínima y doméstica que tiene prestigios repentinos de plata al sol”.   


La música de la “España Cañí” con letra de “siempre fui cañí, poesía en flor, esta España de mujeres bellas…” anuncia las Ferias y Fiestas de los pueblos de España y de sus nacionalidades. Eso ahora ya no ocurre ni en Gijón, amor del pasodoble, con ocasión de las fiestas de Begoña. Da igual; en Agosto, Gijón es una Fiesta con princesitas de pastel y con dos Ferias: la de Muestras y la de los Toros. En El Bibio, en lo alto de la cornamenta taurina, ondean banderas patrias, pareciendo aquello, más que una plaza de toros, el edificio de la ONU en New York. Y en la Feria de Muestras hay banderas a cientos, sólo faltando la de los piratas, que estando en la exposición, no se ven.  



Por haber tanta gente en Gijón, eché en falta la llamada “España vacía”, y hacia ella partí. Lo cual resultó un inmenso error y horror, pues esa España, en vacaciones, resultó estar llena, abarrotada; todo estaba al completo y necesitándose para todo, una cita previa, como en primer lugar por la pandemia y luego por la vagancia de los empleados públicos.   

 

Circulando por la autopista  AP-66 en dirección a León, el viernes, 11 de agosto,  admiré a la izquierda, el embalse de Barrios de Luna, ya en la comarca leonesa de Luna; temblé ante el puente espectacular de Fernández Casado; kilómetros más adelante, la indicación para ir a La Virgen del Camino, me hizo recordar que allí, junto al Santuario, en una “casa de ejercicios espirituales” los alumnos de Los Maristas, de Oviedo, vigilados por el Hermano apodado “El torero”, íbamos a hacer, bajo la dirección de un dominico-inquisidor, planes de lucha contra los enemigos del alma, en especial, contra el demonio tentador, que nos hacía pecar tanto contra el Sexto. También recuerdo que en esa “casa de ejercicios”, unas monjas dominicas, daban de comer un buen arroz con pollo y con trocitos de hígado (los mejores tropiezos, por cierto, de hígado están hoy en las sopas que prepara la cocinera del Restaurante La Llosa, en Oles (Villaviciosa), mis queridas Luisi y Teresi. 



Al otro lado, el camino de Veguellina, cerca de La Bañeza, tierra de oteros y de Oteros, me recordó a mi amigo José Corzo Villa, fallecido hace meses, y que fue la persona que más quiso a la Guardía Civil, lo cual fue de mérito, habiendo sido Corzo hijo de socialista. Y entre tanto ensueño veo a lo lejos, en León, la llamada Pulchra leoninao sea la Catedral, llamada así por el clérigo escritor, un don José González, al principio del siglo XX, personaje muy importante en la Diócesis leonesa, pues fue profesor en el importante Seminario de Valderas. La pluma del cura González era florida, llegando a escribir así: “El relojero andaba a brincos como los conejos”. Y desde tanta distancia, la Catedral majestuosa parecía raquítica, lo cual es un efecto óptico muy frecuente, pues, para admirar ante la mucha belleza, siempre hay que acercarse, y cuanto más, mucho mejor.

 

Y hubo un tiempo en que lo pulcro, que es lo bello en latín /(pulchrum), se puso de moda en León; “pulchra maragata” se llamó también a la Catedral de Astorga, villa la de los muñecos Juan y Colasa en el Ayuntamiento. Y León fue una tierra luego calificada, injustamente, de cazurra, de gentes bastas, que nada tuvieron que ver con las cartas de juegos.

 

Salgo de la autopista y desciendo por Villamañán, recordando que a la derecha queda muy poco del cementerio que allí hubo, estando enfrente el “velatorio”, que, según supe en su día, resuelve todo lo mortis-causa con rapidez de vivos y no con la lentitud de los muertos.  Y mirando al solar del que fue cementerio, no puedo evitar el pensamiento de la cantidad de personas que allí mismo, bajo tierra, se pudrieron.   

 

Pero antes de llegar a Villamañan, camino del Sur, que es Valencia de Don Juan, la antigua Collanza, con fiestas a base de halconeros, saltimbanquis y bufones, hubo que pasar por la comarca de Valdevimbre, tierra de majuelos con suaves vinos, los llamados “prietos-picudos”,  por ser de uva prieta y picuda, nada que ver con eso tan frecuente de que los humanos sean prietos y también picudos. Y lo de comer o cenar en las llamadas bodegas de Valdevimbre, no soy muy partidario, pues para comer cecina y chuletones de vacuno, siempre se dijo que se necesitan aires, ver la luz del día o contemplar la luna, siendo las bodegas estupendas para guardar vinos a buena temperatura.

 


Y por fin llegué a Valencia de Don Juan, que no es el destino de este viaje, como se descubrirá la semana próxima. Pero Valencia de Don Juan es importante por varias razones: fue lugar de veraneo de muchos asturianos, unos políticos y otros no, isidros unos y rozados otros, que allí, en el pasado, fueron a secarse y que ahora van a mojarse. Y con una Urbanización de lujo, que es Valjunco, casi como es en Madrid la Urbanización Puerta de Hierro. Tiene Valencia un complejo acuático y deportivo digno de las mayores y serias alabanzas, y felicitaciones al Ayuntamiento. Y tuvo un tren, con máquina de lanzar humos blancos al espacio azul y bufidos por bajo, primero en campos de León y luego de Castilla; un tren motejado de “Burra”, que iba desde Palanquinos (León) a Valladolid pasando por Medina de Rioseco. Y ese tren tiene un libro que lo escribió, naturalmente, un maestro, un tal Julián González Prieto, que en la contraportada explica que es palentino de nacencia y leonés de pacencia.

 

Cerca del importante Río Esla y bajo la mirada, desde lo alto, del acojonante Castillo tuerto, se encuentra el complejo acuático antes referido, que es como un Disneyland Park para comer, tomar el sol y bañarse en piscinas, piscinas de olas y de la Rana. Quise entrar y no pude, pues la cola era enorme, con minuciosidad en los registros de entradas, con barreras y obstáculos como los del metro de Madrid. Un funcionario, que por allí andaba y que debería pertenecer a un negociado de la antes llamada Depositaría municipal, me explicó que tanto control en las entradas era para no discrepar y pleitear con la Hacienda de León: disputas sobre aforos. “¡Fíjese, don Angel –me dijo el de la Depositaría- nosotros con lo legales que somos, que se nos acuse de no pagar lo debido a la Hacienda Pública, como si fuéramos empresarios mineros, es el colmo!”. El tal funcionario me contó intimidades, pero ahora, por si acaso, no reproduzco. 

 

Al no entrar, no pude ver el fondo bibliográfico de la Bibliopiscina;  no pude preguntar a los cocineros y cocineras, que tanto “trabajan” los macarrones con chorizo como plato del día, si seguían siendo tan demandados (los macarrones) como hace un par de años. Tampoco pude ver, si por la inflación de Pedrito Sánchez, subió el precio del lote de tres botellas, del vino prieto picudo y del blanco verdejo, que estaba, el lote, hace años en 10 euros. Si pude leer, en cambio, las rigurosas normas para usuarios, unas específicas y otras disciplinarias, sorprendiéndome que, entre tanto imperativo, se “colaran” consejas, aunque de mucho sentido común: “Hacer aguadillas puede ser broma de mal gusto”. 

 

Y saliendo ya de Valencia, girando a la derecha, comprobé que el Cuartel de la Guardia Civil, antes muy operativo, ahora estaba cerrado, lo que me provocó inquietud, pues lo del “Todo por la Patria” tan cerrado no me gustó. Todo por la Patria, la de adentro cerrada, y todo por la Patria, la de afuera abierta, pero nada, como si estuviese cerrada. ¡Ay, ay, Patria mía! ¡Y qué fácil, en lo de Amor a la Patria, es pasarse de rosca!   

 

Se continuará el viaje hasta llegar al ansiado destino en la España, vacia, sabiéndose al fin cuál. Resulto que esa España vacía estaba llena,   abarrotada y abigarrada, o sea, de muchos y diferentes colores.  

 

Fotos del autor  

martes, 3 de octubre de 2023

FERIA TAURINA DE BEGOÑA (2ª Parte), artículo de ÁNGEL AZNÁREZ publicado en LA VOZ DE ASTURIAS y LA VOZ DE GALICIA




Gijón y Bilbao fueron de muchos parecidos: ciudades de curas jesuitas, antes muchos y hoy apenas; las fiestas patronales se llamaron con el nombre de la misma Virgen, la de Begoña; la afición a los toros y al bonito, a los marmitakos, fue enorme por ser poblaciones de pescadores del mismo Mar, el Cantábrico; y el Somió de aquí, que fue de ricos, recuerda al Neguri de allí, que sigue siéndolo. Tantos parecidos no ocultan diferencias importantes: Gijón tiene río, aunque sin puente colgante, Bilbao tiene ría y con puente colgante; Gijón es ciudad de peritos, a diferencia de Bilbao, que es de ingenieros. Y Bilbao tuvo novelistas que se sentaron en la Academia de la Lengua, Gijón tuvo a Juanele, con su perrita Linda, que, por ser historiador de la tauromaquia gijonesa, ni se sentó en la Real ni falta que le hizo. Y con ocasión de la Feria Taurina de Begoña, de agosto 2023, un recuerdo, aquí, al llamado “gijonés hasta el tuétano”, hipérbole muy de gijoneses y bilbaínos. 

 


Oviedo y Gijón fueron ciudades de afición taurina, como las demás ciudades del Norte de España, todas con plazas de un estilo neo/mudéjar, desde La Coruña a San Sebastián. Y si Gijón tuvo una feria taurina, la de agosto, Oviedo tuvo dos, una en el mes de mayo (La Ascensión) y otra en septiembre (San Mateo). Lo que siempre se dijo que en el Norte no había afición a los toros, no era verdad. Circunstancias políticas, la vinculación entre “fiesta de los toros”, la “Fiesta nacional”, con el franquismo, fue para los nacionalismos de la periferia determinante para tratar de acabar con ella en Barcelona y San Sebastián, y ello junto a razones no políticas, la brutal naturaleza del espectáculo.  


Y para saber de toros deberían leerse los artículos de Eugenio Granell, titulados Añoranza del reino del torero famoso Los toros y el arte.

 

I.- TOROS EN OVIEDO:

Un recuerdo lejano es el de una caseta de madera para anuncios y ventas taurinas, con banderas y banderines, cerca del monumento a Tartiere, en el Paseo de los Álamos (Campo de San Francisco), situado en paralelo a la calle Uría. No había Curro Currito que no asistiese a las ferias ovetenses, viéndose desde verónicas del Romero a los saltos, como de batracio, de El Cordobés. Y subir hasta la Plaza de Toros, lejanísima, en Buenavista, era una peripecia. Se podía llegar en tranvía, de la línea Colloto-Buenavista, subiéndose a los topes en Uria o en Toreno; también se podía llegar en autobuses viejos, no municipales, con techos de lona, que, partiendo de la Uría, subían por la empinada Santa Cruz, girando luego a la derecha en Santa Susana, pues lo que sería más tarde la calle Calvo Sotelo estaba ocupada por las populares barracas de feriantes ambulantes, comenzando por las churrerías al costado mismo del Instituto Alfonso II.



 En la subida, carca ya de la Plaza, se podía ver a la izquierda el imponente y gris cuartel de la entonces Policía Armada, del que salían Jeeps Jeeps, que circulando por Muñoz Degraín y subiendo por San Esteban de las Cruces, iban, a principios de los años sesenta del siglo XX, a las Cuencas, a labores de su represivo oficio contra los mineros. Recuerdo que el profesor de Gimnasia en el Colegio de Los Maristas de Oviedo, era un elegante cabo de la Policía Armada, apellidado Muñoz, que vivía en lo alto del Cristo). Y en aquella subida, la de Buenavista, se podía coincidir con las comitivas de los toreros y cuadrillas que, en imponentes cochazos, unos desde el Hotel España, en Jovellanos, u otros desde el Hotel Principado, en San Francisco, iban a la subían a la Plaza. Una calle ésta, San Francisco, muy franquista por el Hotel, el preferido de doña Carmen, y el de la boda del hijo de Carrero en San Isidoro. 


II.- TOROS EN GIJÓN

 

Un recuerdo más cercano fue el de los toros en Gijón. Y aquí apunto que jamás me interesaron los lances, suertes, pases taurinos, el arrojar al ruedo almohadillas, no para apoyar cabezas sino culos, o el escuchar las músicas patrioteras de la banda de música. Lo que me interesó siempre fue el medio de transporte, el cómo llegar “a los toros”. Nada más llegar al “Bibio” gijonés, en tranvía, iba veloz a ver la “cochera” de tranvías que existía enfrente. Reconozco la extraña fascinación por las “cocheras” de tranvías, los de Gijón en el “Bibio”, de Oviedo en Pumarín, y de Avilés en el centro mismo. 

 

En Gijón, por el alto precio de las entradas, entendí que a los mismos que se regalaban “Cestas de Navidad” de la acreditada tienda La Argentinacon latas de caviar y foie-gras, les regalasen en agosto “entradas para la Feria de Toros”, pero sólo lo entendí a medias, pareciéndome “natural”, por ser quién era, que la familia del Delegado de Hacienda fuera gratis a los toros, y menos natural me parecía que la familia del Comandante de Marina fuera también gratis. Cuando pregunté por esto último me explicaron que era porque los reclutas de la Comandancia eran todos enchufados y había que mantener el enchufe. Luego supe que los no enchufados iban al CIR de El Ferral del Bernesga, teniendo que soportar a los “picurris”.  

 

Lo de asistir a la feria gijonesa de Begoña, en el Bibio, era como ser de la élite; allí estaban los de Somió, antes más ricos que los de ahora; ellas, Manolas, iban adornadas con peinetas y claveles rojos y ellos con camisería blanca de Luis, con tienda en la calle Los Moros. Maritina aún jugaba con muñecas y muñecos, mientras su papá curaba, cerca del Mercado de San Agustín y con éxito, a “nerviosas y mentales”. Asomarse en palcos y barrera era antes asunto de presunción, y asomarse hoy puede ser de reivindicación o de militancia extrema. Y aparecer al día siguiente en papel de periódico era la acreditación mas relevante para probar ser de la élite gijonesa, casi como ser socio del Club de Golf de Castiello, del Club de Regatas, o llevar a los hijos a los jesuitas “inmaculados”.

 

Por allí se vieron a muchos y muchas, a Rodrigo Rato, en sus tiempos de gloria y de La Pondala; a Sergio Marqués que alardeaba con puro y a Álvarez Cascos que tomaba nota, pues era cronista taurino con pseudónimo. Y mientras todo eso ocurría, las mulas negras, como gatos enlutados y espantadas por tanta muerte, arrastraban al toro muerto. Y me contaron que los carniceros locales y restauradores se forraban con lo del “rabo de toro”, haciendo las delicias para que los tragones disfrutasen de los rabos, como si fuesen cocinados en El caballo rojo, el genuino, el de Córdoba. Y los que no tenían para “rabo de toro” se conformaban con “lengua de toro”, aunque proveniente de sitios tan diferentes como son el culo y la cabeza del animal, comparten gelatinas. Un escritor antitaurino llego a escribir acerca del estofado del toro.  

 


Los tiempos de ahora, ya lo dije, lo cambiaron todo, y donde antes era exhibición de “honorables gentleman y ladies, en asientos de sombra, hoy pudieran ser de escondite. Y no es lo mismo la excelencia de ir a la Fiesta taurina, después de haber estado en la procesión del Corpus Christi durante la mañana, caso de la imperial Toledo, que ir a los toros habiendo estado durante la mañana en la otra Feria, llamada de Muestras, muy ordinaria como son todas las ferias mercantiles.   

 

La ovetense Ana, la del Consistorio gijonés de antes y efímera, quiso junto al comunista Aurelio cerrar El Bibio, pues sabido es que las izquierdas son antitaurinas (me remito a la 1ª Parte). Extrañamente me vino al recuerdo una familia que al mismo tiempo fue taurina y comunista. El taurófilo que es Andrés Amorós, en su libro Maestros y amigos (Forcola 2020), dedica el capítulo 9 a Luis Miguel Dominguín. En ese capitulo se cuenta, entre otras muchas, la siguiente anécdota entre Luis Miguel y Franco, en una cacería; al parecer éste preguntó al torero: “¿Cuál de sus hermanos es el comunista?” Y el torero contestó: “Los tres, los tres”. 

 

Añade Amorós, que Luis Miguel, amigo de Franco, a través de su hermano Domingo “ayudó a los comunistas españoles en la clandestinidad”. Acaso también por ser Franco fervoroso taurino, los comunistas han de ser antitaurinos, siendo lo taurino ideología de derechas. ¿Le gustarían los toros a Stalin? El mismo Amorós se preguntó en su libro Diario Cultural (Espasa 1983): “¿Pueden interesar los toros a una persona culta, europea, con sensibilidad?” Y consta una frase poco conocida de García Lorca: “El toreo es, probablemente, la riqueza poética y vital mayor de España”. 

 


En ese mismo libro, que también se recuerda a quien fue Juan Cueto, el de Cuadernos del Norte, de la desaparecida Caja de Ahorros de Asturias y “desaparecidos” los Cuadernos, se dedica un capítulo a Antoñete, el sabor del toreo, que si no fue Antonio Chenel comunista, tampoco fue de las derechas.  De Antoñete, el de mechón blanco y el de la madurez del clasicismo, escribió Amorós: “No importa que corte o no orejas, ni que le saquen a hombros. Toreando así, la gracia vence a la tragedia y los perfiles bárbaros de la Fiesta se redimen definitivamente en la belleza”. 

 

Y no tenemos más espacio para escribir de tantos y tantos caballos destripados y muertos por cuernos de los toros antes de lo del peto en la llamada “suerte de varas”; tampoco de Perico Beltrán y del lenguaje taurino. De Paco Nieva sólo diré que pensó mal de los toros en su furiosa obra teatral Coronada y el Toro y que poco escribió de lo taurino, aunque si un cuento titulado El burdel más bello del mundo

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