jueves, 30 de abril de 2015

viernes, 24 de abril de 2015

IMPRESIONES Y FOTOS DE DELIA SÁNCHEZ DE UN VIAJE A LOS EMIRATOS ÁRABES (del 20 al 27 de marzo de 2015)

                            EL GRUPO FRENTE AL PALACIO DEL SULTÁN DE OMAN

De izquierda a derecha: Pilar Calero, Tere Ballina, Marilú, Pepe Ballina, Isabel, Ana Mirantes, Pilar Rodríguez, Tomás, Choni, Isabel Moro, Pipo Vallina, Delia Sánchez, Virginia Álvarez Builla, Loli, Germán Argüelles, Priscila y Chechu Marrot.

    Al empezar a escribir mis impresiones sobre este viaje, me sorprendo, sí, me sorprendo, al constatar que he realizado un viaje que ni en sueños imaginaba que llegaría a hacerse realidad. Soñar es libre, pero esto, por inalcanzable, ni me lo planteaba.
   En la reunión del Ateneo para informarnos de los viajes, al nombrar el de  Dubai ¡oh, sorpresa! no lo dudé un instante y, sin pensar en el problema de mis piernas, allí mismo reservé mi plaza.
    Viernes 20: después de todo el día por aeropuertos con sus largos recorridos y más de nueve horas de vuelos, llegamos a Dubai, al aeropuerto más grande y hermoso del mundo. Lo de grande, por impactante, se ve al momento; lo de hermoso, por cómo es a vista de pájaro; debido al escaso tiempo del que disponíamos, no hemos podido disfrutar de la belleza y grandiosidad del lugar. Lo que más resalta es la cantidad de palmeras que hay dentro del aeropuerto. La palmera es el árbol sagrado de los musulmanes. Y, entre otros muchos símbolos, es el del poderío. Este poderío  nos lo demuestran nada más aterrizar. En un minibús cruzamos la ciudad hasta el puerto Mina Qaboos para  embarcarnos en el buque Costa Serena. Pasadas unas 22 horas desde que me levanté, al fin, extenuada, caí rendida en la cama. Por la mañana la megafonía de nuestro camarote no funcionó, para alegría de Pilar y mía: de ese modo evitamos levantarnos a primera hora para asistir al simulacro de salvamento. Pero no nos libramos, pues con delicadeza se nos invitó a asistir por la tarde.
     Sábado 21: todo el día y noche de navegación hacia la capital de Omán, Muscat (320 millas, equivalentes a 515 km), por las aguas del golfo Pérsico. Transitamos por el estrecho de Ormuz hasta el golfo de Omán (durante la navegación hemos estado a 45 km de Irán). Esto nos vino bien para descansar (descontando el simulacro de salvamento), aunque en el barco hay cantidad de servicios para disfrutar a gusto cada uno de nosotros: teatro, cine, casino, discoteca, gimnasio, biblioteca, tres piscinas, jacuzzis, tobogán acuático, termas, doce bares, etc.
     Domingo 22: por la mañana nos bajamos del barco para visitar Muscat (capital de Omán), empezando por el barrio de Mutra. Nos esperaba Paloma, una  guía madrileña que lleva un tiempo viviendo allí y se encuentra a gusto; nos dice que los omaníes son gente amable y abierta, y esto lo demostraba con el interés que ponía en explicarnos lo más relevante de Muscat y el desarrollo sin precedentes que ha conocido en los últimos 40 años. La capital del sultanato, Muscat, ha pasado de ser una pequeña  localidad costera a ser una ciudad con modernas infraestructuras. De este a oeste sus barrios abarcan una treintena de kilómetros, hileras de casas blancas a ambos lados de la vía rápida que atraviesa la capital. En el extremo de la cornisa se alza un monumental quemador de incienso, uno de los emblemas de Muscat. Se dice que es lo más fotografiado del lugar por los extranjeros (entre éstos estoy yo, pues desde el barco se veía muy bien, al igual que a todo lo largo de la ciudad de Muscat, muy idóneo para la fotografía, así que, cámara en mano, disfruté a gusto). Hicimos un recorrido por la lonja del pescado y el zoco con un calor asfixiante, y seguidamente nos acercamos al centro de Muscat, donde en todo el entorno están ubicados los edificios gubernamentales, el museo, La Ópera (inaugurada por Plácido Domingo). Y destacando entre todos, el Palacio Al Alam, una de la residencias del sultán de Qaboos. Se utiliza para recepciones oficiales y de visitantes distinguidos. Por lo visto no tenemos la distinción ni el “caché” necesario, y la espera a la puerta sólo nos sirvió para hacernos la foto de todo el grupo. En opinión de la guía, Paloma, el pueblo omaní quiere a su Sultán, disfrutan de sanidad y educación gratis, la luz  y agua son subvencionadas, no hay impuestos…
    Regreso al barco: las salidas y regresos al barco se realizan en un bus lanzadera que nos lleva desde el barco hasta la salida del puerto. Allí siempre nos espera un minibús para nuestro grupo.
   Por la noche, “Cena de Gala”. Nos presentamos más o menos elegantes, por lo que nuestra imagen no era la misma  del día anterior, agotadas del viaje. Las cenas  siempre eran en el mismo comedor, con todo el grupo reunido.
   Lunes 23: nos bajamos del barco “preparadas” para visitar La Gran Mezquita de Muscat, inaugurada en el año 2001. Fue un regalo del Sultán de Qaboos al pueblo, para conmemorar el 30 aniversario de su sultanato. Es el símbolo  del renacimiento del país, y presenta una refinada arquitectura moderna. El descalzarnos, ¡ideal!; es un placer pisar por tan mullida y hermosa alfombra persa de 60 x70 metros, hecha con mil setecientos millones de nudos y 21 toneladas de peso. Las puertas son de acacia india. El techo, de teka de Malasia. La enorme lámpara se realizó en Alemania, y el cristal de Swarovski procede de Turquía. Es una obra suntuosa, y la única Mezquita donde pueden entrar los no musulmanes en todo Omán. Finalizada la visita, han tenido el detalle de obsequiarnos con lo típico y sabroso del país, dátiles y café, momento que hemos disfrutado sentadas a la sombra en uno de sus jardines.
    Por la tarde el barco zarpa hacia Khasab (250 millas náuticas equivalentes a 402 km).
   Martes 24: una excursión de media jornada por Khasab y alrededores. Lo más destacado son la fortaleza de Khasab, el Fuerte Bukha y un museo donde representan el pasado reciente. La carretera  de reciente construcción, bordeando la costa unos 40 km es tallada en la montaña, de perfil rocoso y paisaje agreste: altas montañas calcáreas y desoladoras. Esta carretera es de gran interés por su comunicación entre Omán y los Emiratos Árabes Unidos.
    A las 18 h el Costa Serena zarpa hacia Abu Dhabi (165 millas equivalentes a 265 km).
   Miércoles 25: estamos en Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos. El guía Mohamet nos espera, y la primera visita es al Heritage Village, un museo al aire libre donde está representada cómo era la vida de la ciudad antes del boom del petróleo.
   Seguidamente nos dirigimos a La gran Mezquita de Abu Dhabi. Inaugurada en 2007, es la mayor de los Emiratos Árabes Unidos y la tercera del mundo: una fantasía arquitectónica sin comparación con ninguna otra. Se trata del edificio de mármol más grande del mundo, de un blanco inmaculado. Tiene 80 cúpulas de mármol diseminadas por toda la mezquita, que parecen un collar de perlas blancas que rodean el patio en su totalidad.
   Si espectacular es el exterior, su interior te deja con la boca abierta. La decoración es de una delicadeza exquisita: mármol, oro, piedras semipreciosas y cerámica se unen formando composiciones inspiradas en diseños musulmanes, marroquíes, turcos e indios. Figuras de plantas y flores llenan el interior de la mezquita, las paredes, los techos y el interior de las cúpulas, dando la sensación de ser una mezquita de flores. Columnas blancas de mármol con incrustaciones de piedras  semipreciosas y nácar, con capiteles que tienen el diseño de las hojas de la palmera para mantener la tradición del país. Las paredes también están decoradas con relojes que muestran los horarios de las cinco oraciones islámicas al día, más cuando amanece. En medio del reloj  está la fecha cristiana y la fecha islámica.
   La magnífica y hermosa alfombra cubre una superficie de 5700 metros  cuadrados de una sola pieza, y está hecha en Irán. La trajeron a la mezquita en siete trozos y los iraníes la siguieron uniendo durante tres meses. Rompe el récord de ser la alfombra más grande del mundo. Y yo añado que es la más hermosa y, sobre todo, ¡es una delicia pasear sobre ella!
    En la sala principal hay diez lámparas de araña de cristal de Swarovski, fabricadas en Alemania y recubiertas de oro. La de mayores dimensiones es una obra maestra, y es la más grande del mundo, ¡impresionante, maravillosa!
    Las normas son muy estrictas en lo referente a cómo tienen que ir vestidas las mujeres para entrar a la mezquita; siento de veras que  Isabel y Viky no pudieran entrar, y sobre todo por una nimiedad: a la blusa de Isabel le faltaría solo un centímetro para llegar justo a la muñeca. Está bien que respetemos las normas, pero esto es pasarse. En la mezquita de Muscat no actúan de este modo, ni tampoco en las que he estado de Egipto y Estambul. Lo siento, queridas amigas, porque la mezquita es digna de verse, es impresionante. Si me toca la primitiva, volvemos las tres juntas y, el hotel, a vuestra elección.
    Mohamet nos lleva a un moll (galería comercial); en la sección de tapices nos hacen una demostración; si no fuera por la pedrería que tenían, eran más propias para alfombras. Mientras Viky nos hizo de intérprete, yo no me pude resistir a hacer fotos al colmo de la ostentación: tantas piedras semipreciosas incrustadas entre el tapizado para colgarlas en las paredes…
    Nos dirigimos a la isla Yas Marina donde está situado el parque temático cubierto más grande del mundo y la primera ciudad inspirada de los Ferrari. El Mundo Ferrari es grandioso, por lo que el corto  tiempo pasado en él nos pasó en un suspiro. Fue visto y no visto. Hice fotos a una construcción que me llamó la atención; luego me informé y supe que se trata de los techos que tienen las tribunas del Circuito de Yas Marina con forma de tiendas de beduinos para mantener la tradición.
   A las 22 horas zarpamos hacia Dubai (110 millas equivalentes a 177 kilómetros).
  Jueves 26. Día completo en Dubai, con intención de vivirlo al máximo. La  primera visita fue al emblemático hotel  Burj Al Arab. Es un hotel calificado como leyenda del mundo árabe por  su estructura en forma de vela, la forma del barco tradicional de Dubai. Está construido en una isla artificial a 300 metros de la costa. Es el único hotel de 7 estrellas que hay en el mundo, con un lujo extremado del que hace gala; claro está que va parejo a su precio. Sin duda alguna, una buena opción para la “mayoría” de los mortales, ¿verdad? Pues una pequeñísiiiiiiiiiiiima opción es la que hemos tenido este grupito para  darnos el placer de desayunar en uno de sus comedores. Todo lo que hemos visto es como lo describen, ¡fantástico! El impresionante lobby de 200 metros de alto, su enorme y bella fuente… ¡fascinante! Satisfechos por lo vivido, seguimos ruta.
   Nos adentramos por el tronco de la isla La Palmera  e hicimos una parada en el rompeolas justo enfrente del magnífico hotel Atlantis, situado en la misma cabeza de la isla de La Palmera, a seis km de la ciudad, momento que aprovechamos para   hacer unas fotos del hermoso lugar.
  La siguiente parada es en el Canal Dubai Marina, un canal artificial de más de tres kilómetros con acceso al mar desde sus dos extremos; su puerto deportivo es el mayor del mundo construido por el hombre; está rodeado por un bonito paseo con restaurantes, terrazas. En el hermoso Dubai Marina hay numerosos rascacielos, centros comerciales  y lujosos hoteles.
    Subir al impresionante edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa, fue fascinante; 126 pisos en un minuto a 828 metros de altura, para divisar  imágenes de todo Dubai. El diseño de la base es la flor de Dubai, el  “Hymenocallis”, una flor blanca con seis pétalos. En el entorno está lo citado anteriormente: Dubai Marina, el lago y sus fuentes danzantes y el centro comercial más lujoso y grande del mundo, el Dubai Mall, de seis pisos, con 1200 lujosas tiendas. Más que un centro comercial es un centro lúdico: acuario, pista de hockey sobre hielo, Centro Médico de lujo, hoteles, restaurantes; en uno de ellos es donde almorzamos; la decoración es de estilo árabe, hermosa y lujosa, y la comida excelente en un entorno fascinante.
   La visita al museo de Dubai es la única visita cultural de la ciudad. Se encuentra construido en la fortaleza Al Fahidi. En una pantalla gigante se nos muestra la historia de Dubai desde sus inicios, cuando solo era una villa de pescadores, de recolectores de dátiles y de perlas, el desierto y los beduinos, hasta el descubrimiento del petróleo y los planes urbanísticos futuros.
   En un abra (barco tradicional) navegamos por la ría Dubai Creek para ir al barrio de Deira, donde está el mercado antiguo, y ver el zoco de las especias y del oro. El del oro, aunque no es muy grande en espacio, sí es lo suficiente para sorprendernos con la cantidad de tiendas dedicadas a la venta de todo tipo de  artículos de oro y brillantes. Se estima que el oro que allí hay son 30 toneladas. Es evidente  que los estridentes collares no los compraría ningún occidental, ni mucho menos para lucirlos en público.
       El broche final fue ver el espectáculo de Las Fuentes Danzantes, una hermosa combinación de agua, color y música. ¡Maravilloso!
   En Abu Dhabi iba de sorpresa en sorpresa, al igual que luego en Dubai; todo es lo más grande del mundo, lo más lujoso y, ciertamente, lo más fascinante, como fascinante es el cambio tan radical que han experimentado estos dos emiratos en poco más  50 años (los jeques de ambos emiratos compiten entre sí). Dubai es la que más ha crecido en la última década, tiene varios récords mundiales en cuanto a estructuras y construcciones. En Dubai la vivienda, sanidad, agua, luz y educación son gratuitas, incluso si quieren estudiar en el extranjero. No hay impuestos de beneficios, ni impuestos sobre la renta, no hay retención en nómina, no hay IVA. Estas prebendas son únicamente para los nativos, y estos solo son el 20% de la población, y el restante 80% son de 200 nacionalidades distintas. El extranjero que quiera abrir un negocio tiene que buscar un nativo, y este tiene un beneficio del 51%.
   Los proyectos son muchos; el crecimiento es a un ritmo acelerado: el 15% de las grúas que hay en el mundo están trabajando allí. A este ritmo no me puedo imaginar cómo será Dubai dentro de cinco años, el año de la EXPO mundial 2020.
   El petróleo fue y es el milagro  de estos emiratos, y la buena visión de futuro de estos gobernantes  es de admirar. Pero algo me “duele”; me aclaro: la creciente oferta de trabajadores en los últimos años ha provocado que el precio de los salarios se devalúe, pura ley de la oferta y la demanda como en todos los países del mundo, y este no es una excepción; los sueldos se pagan  en función de  la oferta y la demanda.  En esto, el paganini es el pobre trabajador sin cualificar que malvive  hacinado en barracones. Esto lo pueden evitar con menos oro en la decoración, no que lo quiten (Dios me libre), pero  con un poquito menos seguirían reluciendo y los pobres trabajadores vivirían más dignamente, ¡Ilusa de mí!
    Para finalizar, un recuerdo cariñoso para todo el grupo, esperando volver a vernos. En esta ocasión nos acompañaron tres americano/as, personas muy agradables que nos animaron varias noches con su buen humor; aunque estéis muy lejos, espero que no sea impedimento para que os animéis para los  próximos viajes. Un abrazo para toda/os.
                                                                                        
                                                                                                    Delia Sánchez
              




                        GALERÍA DE FOTOS DE DELIA




Dispuestos a visitar la mezquita, Pepe Ballina, Marilú y Teresa Ballina

En la mezquita de Abu Dabi, Pilar y Delia

En la mezquita, todo es lujo

Un alto en el camino para almorzar comida típica

Delia y Choni atravesando el río en Dubai en un bote "casero". 

Pipo Ballina, Marilú, Pilar, Tere Ballina y Chechu, nuestro acompañante

Edificio singular, como todos lo más de lo más

En la entrada del único hotel de 7 estrellas del mundo, el Burj Al Arab de Dubai. Con una preciosa recepcionista
Teresa Ballina, convenientemente tapada, no se resistió a hacer la foto 

Pepe Ballina, Delia, Chechu y Pipo Ballina, en el barco del crucero Costa Serena

Parte del grupo en la visita a la fortaleza de Khasab

Tere Ballina en la fiesta en el barco donde no faltó el buen humor

Y lógicamente si Tere Ballina se divertía, no lo hizo nada mal Delia

A la salida de la mezquita de Muscat obsequiaron al grupo con té y dátiles
Pepe Ballina y Pilar en Dubai

Las "chicas de oro" en el barco, Pilar, Delia,Tere, Marilú e Isabel
Isabel y Pipo Ballina en el  Dubai Marina

El famoso espectáculo de fuentes en Dubai

El grupo en el Mundo Ferrari
Tere, Marilú, Isabel y Chechu frente al Burj Khalifa



domingo, 12 de abril de 2015

"LOS HUESOS DEL MANCO", artículo de ÁNGEL AZNÁREZ ("La Nueva España", 12/04/2015)


                                                             
¡Poetas, degollad vuestros cisnes y en sus entrañas escrutad el destino!
(Valle-Inclán,  La Lámpara Maravillosa)


Fue intención primera escribir sobre eso tan actual que es la melancolía o tristeza, lo llamado “dar sentido a la vida”, la autoestima, en la que unos se pasan y otros no llegan, y, naturalmente, sobre las crisis de Fe; todo lo cual desbocó el consumo de antidepresivos. La cosa se malogró por una confusión: en vez de coger la estilográfica de tinta roja, muy roja –lo anterior al punto se ha de escribir con ese color-, cogí la de tinta amarilla, que es el color de los locos de atar, de la salamandras (o sacaveras, que así las llamábamos en el Prado Picón), que es el color de los demonios, con o sin rabo negro, y que también es el de la bandera del Estado de la Ciudad del Vaticano que, como todo el mundo sabe, es un infierno.
Aparquemos durante un tiempo los galimatías jurídicos, que me son muy fáciles por ser de mi oficio, y nada apropiados para los domingos, día de descanso, además de una ordinariez de gusto discutible.
Gracias a don Ramón de Garciasol, que escribió un libro precioso y loco, muy loco, titulado Claves de España: Cervantes y el Quijote, supe hace años que don Miguel fue amortajado con el hábito de san Francisco, de la Venerable Orden Tercera, habiendo sido transportados sus restos, con la cara descubierta al Convento de las Trinitarias Descalzas, que, por entonces, estaba en Cantarranas, en Madrid, luego calle Lope de Vega (pág. 146, Colección Austral, nº 1481). (de manera parecida, a hombros y a cara descubierta, sacaron al Arzobispo Lauzurica, cadáver, a mediados de los últimos años sesenta, del ovetense palacio prelaticio, conocido como el de la gran Corrada del tal). 
¡Al agua patos!
Lo que ahora nos cuentan los eruditos de letras y de piedras, decorados con plumas de papagayo, sobre los restos hallados de Cervantes hallados, es intrascendente –siempre se supo que allí estaban-, y causa asombro de que les choque que al afamado muerto le falten piezas. ¡Cómo no le van a faltar si fue manco!
Es impresionante el hecho de que (para mí) los dos mejores escritores en lengua castellana hayan sido, don Miguel de Cervantes y don Antonio María Valle-Inclán –Quevedo y Góngora se pasaron de estetas y de creer en Dios-; ambos aquéllos, los primeros, fueron de espada y pluma, de testicularidad acreditada, y los dos mancos. Siempre supe que los sordos detestan la oscuridad, que los tuertos tienen pánico a las escaleras de caracol (la mejor, la de San Isidoro, al lado opuesto de mi pila bautismal) r), y que los mancos son escritores primorosos: ¡Oh mancos divinos! Esto es muy importante para quién, no obstante haber hecho muchas escrituras, a miles, quiere aprender a escribir de una vez, y poder así engordar su flaco currículo, pudiendo anunciarse en sus colaboraciones periodísticas con el titulito de Escritor, ya que no puede poner el de catedrático o el de fisioterapeuta.
Por aquello de la manquedad literaria, cuando en trance de escribir, contemplo mis dos manos y brazos, me pregunto: ¿Cuál de los dos me sobra? desazonándome más aún el saber que no es manco quien quiere, sino quien puede. Y así sigo en la impotencia de tener todo, quedándome como único recurso el pasear por la Plaza Mayor de Salamanca con una capa, que, según don Ramón María, es la prenda de abrigo ideal para mancos, y –añado- con botonadura cazurra de Las Batuecas y soplando una dulzaina como don Agapito.
Maqueta de El Escorial (Felipe II)
Y por aquello de la manquedad divina, hay que matizar, pues la manquedad de don Miguel fue sublime en acción de guerra marítima, en lucha contra el infiel turco, defendiendo él y los suyos, todos del Rey Felipe, el triste, siempre de luto y con cara de deprimido (han de mirarse los retratos de Pantoja, también apellidado de la Cruz, lo que se precisa para evitar confusiones), defendiendo –digo- la Verdadera Religión, verdadera por ser la nuestra. Aunque claro, lo que fue sin duda portazo con picaporte, de gloria y definitivo (lo de Lepanto) contra los hijos de Alá, ahora, visto lo que está ocurriendo con los de Mohamed, parece que no pasó de timbrazo y que la Verdadera Religión es la otra, aunque no sea la nuestra.
La manquedad de don Ramón María, barba de Santo, fue de menos gloria, más pendenciera y tabernaria, y por una fruslería: una vulgar pelea a bastonazos y por falta de penicilina. No obstante lo cual, el grito valleinclanesco en Luces de Bohemia: “¡Todas las fuerzas vivas del país están muertas!” resultó genial y asombroso, que en ello seguimos estando -constante histórica desde el primer Felipe, el Hermoso, al último Felipe, el VI, no menos Hermoso-. Y es que es de plañir lo de las élites de este País, que, arruinada su ejemplaridad, especialmente en los años dos mil, se dedicaron al robo y al saqueo de los pobres (a más alta élite, más grande fue el latrocinio). Por ello, ahora están como están: canallas, repletas de heces y zurrapas sociales, supurando pestilencias. Recuerdo de repente que el politólogo francés Marcel Gauchet escribió: “Las élites están ciegas sobre sus verdaderos intereses por ansia de beneficios a corto término”; y que el geógrafo Emmanuel Todd, añadió: “Confieso haber mal apreciado la importancia que corresponde a lo irracional” (citas tomadas de La Revue, pour l´intelligence du monde, nº 6, enero-febrero 2007).
"Confesionario de la Catedral de Valladolid, ahora más importante, mucho más, que la Primada".
Si Don Miguel escribió El retablo de las Maravillas, don Ramón María escribió El tablado de marionetas, y si el segundo “pintó” como Goya, el primero “pintó” como el Greco, a base de sombras y alargamientos. Y mientras tanto don Mariano, Registrador, en postura de don Tancredo, sigue empeñado en que casi todos y todas le pataleen en el mismo y sensible sitio, y sin Pantoja para el retrato.
Durante la lectura
Don Miguel y don Ramón María, además de mancos, escribieron primores sobre locos y arrebatados. Loco y mujeriego de beatas fue el carlistón Marqués de Bradomín; de la locura quijotesca, nada debo añadir, aunque para mí el gran loco de Cervantes, un loco de remate, fue don Tomás Rodaja, así llamado El Licenciado Vidriera, que, por haber ingerido un bebedizo en un membrillo toledano ¡Amarillo, amarillo! creyó ser de cristal y no de carne, llevando su creencia hasta el punto de que si le picaba una avispa en el cuello, no la osaba sacudir, por no quebrarse. Y si, al parecer, don Quijote se volvió loco por haber leído libros de caballerías, don Tomás Rodaja enloqueció por haber leído demasiados cánones y teologías.
La sabiduría loca del Licenciado es inmensa, portentosa. A los envidiosos aconseja dormir, dormir mucho; a los escribanos y fedatarios recomienda seguir andando en la verdad por el mundo y fe a sombra de tejados, sin maltratarla ni correrla, como se corren los que se tiñen de oscuro para disimular los cabellos plata, que, seguro, seguramente, fueron antaño de oro –la tíña o tírria, palabras muy apropiadas, a los escribanos es otra constante histórica- ¿por qué será? Y ya llevamos contabilizadas dos constantes históricas…
Gran defensor fue don Tomás Rodaja de clérigos mofletudos y boneteros (de bonete, no de bonito), citando nada más y menos que al mismísimo Espíritu Santo, que, con ternura e imperio, dijo: Nolite tangere christos meos. Cuerdo ya, después de lo del membrillo amarillo, don Tomás Rodaja, convertido en Licenciado Rueda, con mucha cordura, más de republicano que de monárquico, dijo, despidiéndose de la corte: “Oh corte, que alargas las esperanzas de los atrevidos pretendientes, y acortas las de los virtuosos encogidos; sustentas abundantemente a los truhanes desvergonzados, y matas de hambre a los discretos vergonzosos”. ¡Ay, ay, Felipe o Filippo Rey y Sexto, que allí donde está el rey, está la corte!(en Oviedo, en el mes de octubre, con ocasión de los Premios o proemios).
"Retrato de un Felipe Rey, en medio del I y el VI" (En la Universidad Pontificia de Salamanca.
Mientras estos y otros prodigios ocurrían, los cervantistas siguen escribiendo de su señor manco. Lo último es el libro de Jesús Pérez Magallón titulado Cervantes, monumento de la Nación (Ed. Cátedra, marzo 2015), que en la página de agradecimientos, el autor manifiesta lo más interesante, que ha sido financiado el libro por el Social Sciences and Humanities Research Council of Canada (SSHRCC). ¡Jolin! Los valleinclanescos van con más retraso, pues el penúltimo libro interesante es de un tal José Esteban titulado Valle-Inclán y la bohemia (Ed. Renacimiento, 2014); en la página 12 se escribe de don Ramón María: “Estilista y aspirante a confesor de princesas”.

Don Quijote, cerca de Benavente (Zamora)
Lo mejor sobre las obras frutales de Cervantes -ya lo dije- fue lo del poeta Garciasol, mucho mejor que lo de don Américo Castro, Martín de Riquer, Ortega, Unamuno y Francisco Rico. Que por poeta, a los cisnes, largos o corticuellos, flacos como alambres o gordos como botijos, escrutó hasta las entrañas. Y éste que escribió, A.A., no siendo escritor, se limitó al condimento a base de veneno amarillo.


   Fotos hechas por el  autor

sábado, 11 de abril de 2015

ÁNGEL AZNÁREZ ANUNCIA...


El autor, Ángel Aznárez, ANUNCIA que ya está a la espera, como esperan los toros y toritos a que se abra la puerta de chiqueros para correr por la plaza, una nueva “entrega” de su factura o factoría. Será mañana, domingo, día 12 de abril, del corriente que tanto corre. 
Fue escrita la tal entrega, también corriendo, con tinta amarilla, ni roja ni azul. Cada color de tinta estilográfica tiene, naturalmente, su tema o asunto; por ejemplo, el anterior, aquí colgado, primero arriba y ahora abajo, fue escrito con tinta azul, como es evidente. Y el que ahora se anuncia –se repite- fue con tinta amarilla, muy determinante del contenido un tanto extraño, como extraño es el amarillo. .
El primer sustantivo es HUESOS, asegurando que no va de artritis ni artrosis; inmediatamente aparecen unos CISNES, no sabiéndose si son blancos o negros; al final sigue sin saberse si los cuellos de esos animalitos, náuticos de estanques, son flacos como alambres o gordos como botijos.
Entre lo del principio y lo del final, hay toda una trama para la risa o lloro; toda una lagrimada o lágrimas, no precisamente para adorno de lámparas o quinqués “fin de siècle”. En el retablo que es la susodicha “entrega”, al parecer –según me cuenta el autor- , no sólo quedaron los títeres sin cabeza, sino también sin brazos o manos, o sea, mancos.
Y si en todo ello hubiese pecado, se recomienda ir a la oficina u “office” del Ilmo. Sr. Penitenciario.


Fdo. Ángel Aznárez.    


miércoles, 8 de abril de 2015

"LA IMPUTACIÓN DE UNOS Y OTROS", artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ publicado en "La Nueva España"

              

La igualdad es el principio en virtud del cual los hombres se reconocen entre si la misma dignidad “por igual” y estima indigna e injusta toda forma de aristocratismo”.
        Javier Gomá “Ejemplaridad pública” (2009)


Un político, Felipe González, ha vuelto a plantear hace días el asunto polémico de si los políticos imputados judicialmente deben figurar o no en listas electorales, o si los parlamentarios ante una imputación deben entregar o no sus actas de diputados. Tales declaraciones se hicieron al tiempo que se aprobaba por el Consejo de Ministros un Proyecto de Ley de Reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal en la que, entre otras y variadas cuestiones, el Gobierno, siendo dócil a la llamada “Comisión para la claridad del Lenguaje Jurídico”, cambia las palabras de “imputado” por “investigado” (es de alabanza que se haya hecho caso a esa Comisión de claridades y clarividencias, incluso en un asunto tan serio).
La polémica no es precisamente jurídica, que en esto no hay duda: todos, políticos o no políticos, tienen derecho a la presunción de inocencia, que sólo la enerva una sentencia (firme) de condena, y no cualquier sentencia: sólo la basada en una prueba incriminatoria, válida y legalmente obtenida. Eso, tan elemental, no sólo lo dicen textos legales españoles (artículo 24 de la Constitución), sino también la Declaración Universal de los Derechos Humanos (artículo 11), el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales (artículo 6.2) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 14.2). Los Derechos Fundamentales, entre ellos el de la presunción de inocencia, son inherentes a la persona, que es sustantivo potente y exclusivo, y que no admite la compañía de adjetivo calificativo alguno.
La opinión pública, que durante tanto tiempo ha estado dormida –sueño profundo- ante el fenómeno de la corrupción, la pública y la privada, la política y no política, ahora está que no “pega ojo”; sufre insomnio, que, según los psiquiatras, es fuente de trastornos. El sociólogo salmantino Gil Villa escribió en 2008: “El grado de corrupción existente depende de la tolerancia social hacia la misma por parte de la opinión pública”. La intolerancia actual es buena, muy buena, mas no la podemos llevar al extremo de negar derechos fundamentales, pues lo que empieza negándose a unos pocos (políticos), puede terminar negándolo a todos, a todos. Y surge la pregunta: ¿Usted, ciudadano, que está tan enfadado por las “bribonadas” de los políticos y de los otros (empresarios, funcionarios, eclesiásticos y profesionales), por sus acciones y omisiones, si fuera (usted) el imputado, qué…?
El humano instinto de conservación, hacedor de maravillas, tales como procrear con gusto o gustazo (depende del estilo, arte o maña personales), sobreponerse a situaciones desgraciadas y límites sin caer en el error máximo de “auto-destruirse”, es también fuente de incoherencias y falacias: “lo Mío es lo mío, y lo que para MÍ no quiero, para los demás sí. Para evitar esas distorsiones (cognitivas), colocando a cada quisque en su sitio, deberíamos estar los juristas, aunque a veces caminamos extravagantes (vagar por fuera), o nos extraviamos en laberintos metafísicos, con sofisticados razonamientos, que nos hacen perder el norte. Y eso pasa con la presunción de inocencia, que al margen de juicios lógicos y hermenéuticos, su esencia es simple: es una de las garantías procesales para evitar que se condene a un inocente, sea político o no político, sea el vecino, sea usted, estimado lector, o yo mismo (¡Dios no lo quiera!).   
Es tan polémico el asunto con los políticos, no por causas jurídicas, sino por razones éticas y estéticas. ¿Puede permanecer en el cargo un miembro de una Cámara legislativa o de un Gobierno al que se imputa un hecho relacionado con la corrupción, cuando, precisamente, la corrupción que causa muchas víctimas -muchas más de las que se cree- tiene una muy principal: la Ley. El sociólogo antedicho escribió: “La corrupción es un cáncer para la sociedad porque ataca el cimiento de la confianza”. ¿No es la corrupción un prevalerse del cargo u oficio con beneficio exclusivo en detrimento de la ciudadanía, a la que se exprime como un cítrico? ¿Cómo se puede permanecer pasivo ante los privilegios (y corporativismos), categoría jurídica absolutamente opuesta a la realidad de una sociedad democrática, lo cual es muy visible e indiscreto en la llamada “criminalidad de los poderosos” o sea, los financieros, que algunos, cabreados, llaman crápulas y ruines, por sólo tener dineros (eso me dicen y ni doy ni quito crédito o merced).
Jurídicamente, por la presunción de inocencia, se puede permanecer en los cargos, públicos y parlamentarios, pero ¿es eso ético y/o estético? ¿Podrá aguantar el interfecto la presión que inevitablemente se desatará? Así, pasamos del objetivismo de lo jurídico al subjetivismo de lo ético y/o estético, respecto de lo cual, cada ciudadano puede tener su opinión –debería tenerla-.
En la imputación judicial entran en la escena del drama, subido el telón, tres personajes (dramatis personae), que se reúnen en el centro del escenario: el acusador, el Juez y el imputado (en el futuro, previsiblemente, el “investigado”). Primero, el acusador, que puede ser público, sujeto su actuación a principios de legalidad e imparcialisdad (el Ministerio Fiscal), aunque no del público (éste es el acusador popular, previa querella y fianza), o el acusador particular, el ofendido, que denuncia o se querella, relatando al Juez hechos cometidos por el tercero, que todavía no es ni imputado. Los acusadores (públicos, populares o particulares) pueden llevarse bien, incluso ir de la mano, o mal, si el primero quiere “archivar” y los segundos son testarudos en lo contrario, reclamando su derecho fundamental a la tutela judicial efectiva, y amenazando con querellas por obstrucciones maliciosas o con recurrir en recurrir en amparo ante el Tribunal Constitucional por desmedido afán archivador, a limine.
Segundo personaje es el Juez, que ha de estar muy atento, caviloso, y que ha de hacer una cosa intelectualmente difícil, propio de los juicios ex ante (no confundir con los prejuicios), un “pensar despacio” y no un “pensar rápido”, arbitrario o voluntarista o intuitivo: examinar si los hechos narrados por los acusadores son verosímiles (juicio de verosimilitud), si sobrepasan la mera probabilidad a base de posibles elementos objetivos, si existe en ellos una cierta verosimilitud o una atribución indiciaria para comenzar a investigar al denunciado o querellado. Y con ese “psicologismo”, dar de paso la querella, con motivación razonable, descartándose un trapacero afán de venganza o de jorobar, que habría de merecer de inmediato y sin contemplaciones un serio reproche por acusación y denuncia falsa (artículo 456 del Código Penal), convirtiendo al acusador falaz en acusado por mangante.
El tercero es el imputado, con rostro de pasmado, cual rey sin trono, que asume el “status” de tal desde el momento que el Juez le llama para que se explique, para diga lo que le de la gana, una vez advertido de sus derechos, especialmente el de hacerse acompañar de Letrado para su defensa. Imputar, pues, es eso, sospechar con un fundamento de la participación del imputado en el hecho punible denunciado, sin entrar en el fondo o culpabilidad. Así, una querella puede determinar o no (artículos 269 y 313 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal) la incoación de un procedimiento penal, y debiendo destacarse dos cuestiones: A) que el juicio de verosimilitud del Juez, no sólo puede determinar la incoación de un proceso penal, sino también privar al “imputado”, en esta fase muy inicial, de derechos fundamentales que afecten a su libertad (prisión o libertad provisional), al patrimonio (medidas cautelares reales) o a la intimidad (intervención de comunicaciones o entradas domiciliarias). B) que la acusación, si llega, llegará mas tarde, a resultas de lo investigado, a las puertas de sentarse en el banquillo o juicio oral. Es precisamente en aquella fase inicial donde se sitúa el conflicto ético y estético de los políticos más arriba señalado.
La posición del Juez Instructor en el proceso penal español (el sumarial y el abreviado entre otros) es muy confusa, pues es garante del que acusa y del acusado (la Constitución española se refiere a derechos varios de este último y al único del acusador, que es el ejercicio de la acción penal); no obstante lo cual, puede y debe tomar muchas iniciativas de investigación sobre el imputado o procesado. El Juez instructor español es como un don Tancredo pero moviéndose un poco, no mucho, no tanto como se mueven los toreros. Nuevamente surge eso tan español del torerismo versus el tancredismo, que tanto gustó a dandis y estetas (Jean Cocteau y González-Ruano). Y el imputado (“investigado”), al Juez que le investiga y que ha de “proteger”, si llega el caso, le recurre todo, todo –hace bien si la Ley se lo permite-, incluso la decisión de suspender el interrogatorio para hacer pipí, y si dura mucho lo del pipí, le reprocha de lentitud, de lo que protesta.
Así las cosas, entra en el escenario el Sr. Ministro de Gracia y Justicia, cual subido en “una carroza de plomo candente”, que escribiera el dramaturgo Francisco Nieva, y adornado con sombrero de jipijapa. Lee el Excmo. Sr. la disposición adicional primera de su Proyecto de Reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que dice así: “Las medidas incluidas en esta norma no podrán suponer incremento de dotaciones de personal ni de retribuciones, ni de otros gastos de personal”.Y uno entre el público, como en la obra de Pirandello, preguntó a Su Excelencia: ¿Por qué la magia de esa disposición, redescubierta la piedra filosofal, no se utiliza para resolver esa compleja cuestión de que los registradores mercantiles se hagan cargo del Registro Civil gratis et amore, evitando esa cosa tan fea de que “colegiados registrados” hagan enmendar mercantilizando pre-leyes, por delante y por detrás? Pregúnteselo a mi Jefe, el de la Galicia de la Santa Compaña“ -respondió el supradicho de la Gracia y la Justicia-.
He ahí, resumida en pocas líneas la grandeza del arte dramático contemporáneo: “el absurdo” de Pirandello, “los esperpentos” de Valle Inclán, “el teatro furioso” de Paco Nieva y “las tragedias grotescas” de don Miguel de Unamuno.
Concluyo con un apunte biográfico –permítaseme la indiscreción-. Dos textos me dejaron una profunda huella o marca. El primero, con apenas 17 años, al poco de abrir el tomo 1º de Derecho Civil de Castán Tobeñas (10ª edición), en la página 299 leí: “Se entiende por privilegio las disposiciones especiales que contienen un trato de favor a clases de personas, cosas o relaciones jurídicas a que se refieren”; desde entonces estoy en el bando de los que creen que todos los privilegios son odiosos (privilegia odiosa y odiosa sunt restringenda), tratando de actuar en consecuencia. Añado que un Derecho Penal con nombres propios (la llamada “Doctrina de…”) es una aberración, sólo explicable para salvavidas de náufragos a punto de ahogarse, posibilidad que no tienen los ciudadanos “corrientes”, sujeten o no la pantalonada con tirantes colorados. Y el segundo texto, inquietante y desmoralizador, lo encontré leyendo, a mediados de 1995, al catalán Antonio Priante (La Encina de Mario) sobre las ficticias y literarias reflexiones últimas de Cicerón, cercana su muerte violenta: “Las leyes las hacen los hombres, los más fuertes, para servir a sus propios intereses”. Reducir entre otras medidas los plazos de instrucción de sumarios complejos, muchos de ellos vinculados con la corrupción, sin el mínimo refuerzo de la oficina judicial, habrá puesto muy contentos a los investigados, presuntamente corruptos. Ciertamente es gigantesco el reto de tratar de contradecir a Cícerón, el más sabio hijo de la República romana, pero el intento lo merece.

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