martes, 25 de febrero de 2014

JOSÉ LUIS MARTÍNEZ MARTÍNEZ ("EL COMERCIO", 24/02/2014)

El siete de junio José Luis Martínez entregaba el testigo de El Ateneo a Álvaro Muñiz  
El pasado mes de junio se jubilaba  el que fuera presidente del Ateneo Jovellanos  desde el año 1995, José Luis Martínez Martínez. Con ello se cerró una etapa que algunos dieron en llamar “etapa Martínez”. No en vano fueron muchos años en los que el Ateneo no era sino el fiel reflejo de un hombre que vivía por y  para la institución. Yo que le conocí bien -diez años trabajando codo con codo con él dan para mucho- algunas veces le aconsejaba dormir también en el Ateneo. Me consta que cuando se hizo cargo de la asociación cultural la encontró prácticamente muerta. Si no recuerdo mal, con una deuda de 400.000 pesetas de las de  entonces –eso era mucho-, unos locales que ya no le pertenecían y una docena de socios. Otra persona cualquiera hubiese renunciado a esa nada apetecible presidencia. Pero él no lo hizo. Con frecuencia yo me pregunté qué puede hacer que  un hombre  sé implique en una  empresa abocada al fracaso. Al poco tiempo de conocerle obtuve la respuesta: su capacidad de gestión y su desmedida pasión por la cultura. Cultura que para él estuvo siempre en los libros, en ese mundillo en el que  se adentró siendo muchacho imberbe. Quizás pocos sepan que comenzó con 14 años a trabajar en una librería en Oviedo, y que desde una esquina bebía con avidez  todo aquello que quienes la frecuentaban comentaban sobre obras y  autores. El resto era leer y leer, y un poco más  tarde atreverse a preguntar alguna cosilla suelta. Y así, desde abajo, con esfuerzo, con tesón y paciencia infinita  se fue formando el hombre que rescató  al Ateneo Jovellanos de una muerte segura. El valor que esto tiene lo dejo a la consideración de cada lector, si los tuviera.
No pretendo, ni mucho menos, loar su figura: hablan hechos y  resultados. Dar una  vuelta por el Ateneo actual es suficiente para constatar lo que por él hizo. Quienes ahora seguimos gestionando su marcha –hablo por lo que a mí me toca- caminamos por la ruta que él dejó bien trazada.
No obstante, no todo fueron éxitos, hubo también muchas sombras planeando sobre la institución, y me consta –porque lo viví- que este ex presidente lo pasó bastante  mal y que muchas veces a punto estuvo de tirar la toalla. Bien porque no lo hizo. Fue más fuerte su vocación, su espíritu abierto, su iniciativa y capacidad de trabajo. Que son posiblemente sus mejores cualidades. 

Ahora a José Luis le toca descansar y a la familia que componemos el Ateneo Jovellanos, un millar de socios y muchos simpatizantes, agradecerle de alguna manera esas dos décadas que dedicó a la institución. Por eso el próximo día 14 de marzo nos reuniremos en torno a mesa y mantel  en el Real Astur Club de Regatas, en una velada homenaje a la que podrán unirse cuantos ciudadanos lo deseen.  (ISABEL MORO)


miércoles, 19 de febrero de 2014

"VIOLENCIA DE GÉNERO", artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ BUYLLA ("LA NUEVA ESPAÑA", 19/02/2014)


Del blog "Mi mundo de inocencia"
Cuando hablamos de violencia de género todo el mundo piensa en la violencia del marido hacia la mujer y casi nadie se da cuenta que también se refiere a la violencia de la mujer hacia el marido. Esto sucede porque este tipo de violencia no suele ser físico es psicológico y no se ve ni se puede demostrar fácilmente.
Esas mujeres que convierten a los maridos en despojos a base de desprecios, de frases hirientes, de ningunearlos delante de los hijos, de echarles la culpa de todo. Quieren que trabajen para que ganen mucho dinero para ellas pero a la vez quieren que estén en casa para resolverles todas las situaciones. Acaban deshaciendo la familia, los hijos acaban despreciando al padre y el padre despreciándose a sí mismo. La solución suele ser prácticamente imposible. El marido no se atreve a pedir la separación por miedo a perder los niños. La mayor parte de las veces, después de aguantar lo indecible, la mujer se acaba marchando con los hijos porque encuentra otra persona a quién manipular y él se queda sin los niños que es lo que temía desde el principio. Mi consejo para las personas en esa situación es que corten lo antes posible, porque soportar lo insoportable no garantiza que las cosas se arreglen.
En el caso contrario, la violencia del marido hacia la mujer, que hay que reconocer que es lo más frecuente, cuando es física es más fácil de demostrar pero estamos viendo cada día que es muy difícil de solucionar porque aunque consiga demostrarse, a él sólo se le puede exigir que no se acerque a su mujer y aunque se intenta vigilar a esos monstruos, es casi imposible de conseguir, y desgraciadamente comprobamos que cada día hay una nueva víctima mortal, un marido que mata a su ex mujer y luego se suicida o lo intenta. Esa frase tan horrible "Mía o de la tumba".
Mi consejo es intentar conocer a la otra persona al principio de una relación y si ves que alguien es demasiado posesivo o que intenta que te vistas como él quiera, que sólo veas a quién él quiera, desconfía y rompe con él en ese momento sin que vaya a más.
Recuerdo cuando era joven que tenía una amiga que salía con un chico que le decía que cuando se casaran la iba a encerrar en casa y no le iba a dar la llave porque la quería sólo para él. A ella le parecía que eso demostraba que él la adoraba pero a mí me parecía muy raro. No la veíamos casi porque él no la dejaba salir con nosotras. Yo la aconsejaba que lo dejase y aunque no lo hizo, él acabó dejándola. Yo me alegré porque estoy segura que hubieran acabado mal
Cuando yo estaba estudiando en la Universidad y tenía unos veinte años, salí una pequeña temporada con un chico que me gustaba mucho, era moreno con unos ojos negros muy intensos. Iba a buscarme a clase y como yo salía charlando con algún compañero se enfurecía, yo me reía porque me parecía tan absurdo, lo normal para mí era charlar con los compañeros, (bueno, con todo el mundo ya que soy bastante charlatana). Así salimos unos cuantos días, hasta que una tarde nos encontrábamos en una cafetería y en la pared de la mesa que estaba al lado de donde estábamos sentados había una piel de algún animal que no recuerdo. Él se quedó mirando a la piel y me dijo: "Si pudiera te metería en esa piel y te llevaría a casa conmigo". A mí me asustó de tal manera que en ese mismo momento decidí que no quería verle más pese a que me gustaba mucho. Así que le conté una historia piadosa para no herirle pero que le quedase claro que no íbamos a salir más. Nunca le volví a ver.
Debo haber tenido suerte porque nunca he tenido problemas, siempre que he dicho que no a alguien, que por aquello no pasaba, me han hecho caso sin rechistar. Quizás aquellos eran otros tiempos.

No puedo estar más de acuerdo con este artículo de mi amiga Virginia. Conozco más de un caso esta violencia a la que hace referencia. 

"LAS MIL CARAS DE MI CIUDAD", artículo de JOSÉ MARCELINO GARCÍA publicado en "EL COMERCIO" (19/02/2014)

LAS MIL CARAS DE MI CIUDAD es el título que mi amigo José Marcelino García ha puesto al artículo que esta semana  publica en el diario "El Comercio".  Casualidades que tiene la vida, porque así se llama mi blog. Ignoro si se habrá acordado de este espacio en el que siempre que puedo publico aquellas cosas suyas que pillo aquí y allá. la que sigue es una de ellas. 

Foto de "El Comercio"
Cantaba ella bajo una pérgola del Muro de la playa de San Lorenzo. Cantaba con una voz triste, suave, menguada: algo así como un bolero lleno de perfidia, de amor y de tristeza, mientras pasaban los coches muy cerca y se oía el rugir de la marejada. La letra decía cosas de nosotros; cosas e historias que están en el corazón. El día era amenazante, y la gente, a buen paso, caminaba con paraguas mientras oía a la mujer como el que oye llover. Ella, cantante callejera, no miraba a los transeuntes, parecía dirigirse al esplendor de la mar, al Cristo del arenal que un artista forastero había hecho en la playa y que la lluvia iba desplomada poco a poco como un Cristo. Cantaba a eso, a las penas, y también a los sueños que no existen y pueden existir. Venía más negrura por el oeste, y la espada de un relámpago destacó en el cielo su reflejo de otro mundo. Al poco, un trueno sombrío retumbó. Entonces, una cuña de luz fría y metálica abrió una brecha de granizo, y un pedrizal golpeó, con sonido de perlas, el ruido de las calles. Enseguida se encendió una luz nueva y se hizo un silencio de nieve por el entorno. Ella dejó de cantar, fue a la barandilla del Muro y contempló aquel paisaje imposible: la llanura desierta de la playa cubierta, ahora, de una rosaliada nieve dura bajo un cielo alterado. Pálida y admirada, pestañeo como una niña, hizo una inspiración profunda y toda su esperanza son rió al horizonte, a todos los abarcos que, por l araya, le parecían que iban en ruta hacia las islas de sus sueños; sonrió a la blancura solitaria de toda aquella superficie tan enternecida, a la inmensidad de la mar que, con su ronca voz, parecía llamarla, y también sonrió al cielo y a la tierra que tan escasamente la bendecían. Fue sólo un momento. La mera tierra, el puro asfalto sucio, los charcos, volvieron a rodearla entre el ir y venir de la gente. Las nubes marchaban por el Infanzón hacia el este. Sólo quedaba el viento, el lamento de la mar, un sol súbito, alegría momentánea de algunos paseantes, y ella otra vez sola, cantando, al borde de la acera, frente a la mar sin nadie en la escalera nueve.

martes, 18 de febrero de 2014

"RAFAEL MERÉ Y EL MUSEO DE LA GAITA", ("El Comercio, 18/02/2014)

Posiblemente a casi nadie le suene el nombre de Rafael Meré. Primero, porque estamos acostumbrados a olvidar con facilidad y, segundo, porque si uno puede atribuirse algo que no ha hecho, pues mejor que mejor.
Y algo de esto último ha sucedido con el Museo Internacional de la Gaita, hoy ubicado en el Pueblo de Asturias. He oído con estupefacción cómo quienes hoy velan por el patrimonio etnográfico atribuían la creación del museo a quien nada ha tenido que ver en su fundación. Posiblemente sí en su traslado al Pueblo de Asturias. Pero no es lo mismo.
El museo fue fundado en el año 1965, y el Pueblo de Asturias en 1969. Las fechas ya hablan por sí solas. La iniciativa y gestión preliminar estuvo a cargo de Daniel Palacio – de quien nadie habla- y el trabajo de recopilación de gaitas y documentación  de todo el mundo lo hizo un hombre menudo, enjuto, callado, discreto…, que se llamaba Rafael Meré. El resto fue cosa  del Ayuntamiento,  a la sazón  encabezado  por Ignacio Bertrand.
Rafael Meré pertenecía a esa generación de ilusos que en el siglo pasado trabajaban
a cambio de nada, simplemente porque amaban lo que hacían. Una antigualla  en los tiempos que ahora vivimos, en los que cualquier iniciativa va precedida de muchos euros. Entonces, en la década de los sesenta y de  los setenta también, los recursos eran escasos y había que entregarse a las causas en condiciones difíciles. Trabajo, honradez y austeridad eran posiblemente los únicos mimbres de que disponían.  Tres características que poseía Meré sobradamente y de las que puedo dar fe. Como ya dije, era un hombre menudo, de eso que pasan desapercibidos allí donde van. Siempre la misma gabardina, austeridad en todo su atuendo, ningún signo externo que revelase que era un sobresaliente especialista en el conocimiento de la gaita y su música: lo era. “Yo no me casé -me decía  entre risas y bromas  en nuestras frecuentes  conversaciones-, pero todo el mundo tiene que poner una gaita en su vida, yo decidí poner unas cuantas”.
Casa de los Valdés, actual ubicación del Museo de la Gaita

Él la dedicó – la vida- al estudio de ese instrumento tan unido al folklore y a las costumbres de los pueblos. Pero no se conformó Rafael con estudiar la gaita asturiana, la de las romerías, las procesiones o cualquier manifestación lúdica, fue mucho más allá: le interesaban las gaitas de todo el mundo. Yo, que he visto nacer el museo, fui testigo de cientos de cartas que enviaba a un país y otro, solicitando información, fotos, cualquier aportación histórica del instrumento cuyos orígenes  él remontaba al siglo VIII. Era frecuente verlo intentando traducir un texto encontrado en cualquier revista francesa, inglesa o del idioma que fuera, preguntando a todo el que se le ponía a tiro si hablaba tal o cual lengua. Toda la información alusiva al instrumento le interesaba.
Y así, con un coste mínimo – algunas veces un simple sello de correos- fue reuniendo gaitas, documentación, iconografía…, hasta que el museo fue una realidad.
Antes de estar en el Pueblo de Asturias, se ubicó en la entonces oficina de información y turismo en un lateral del antiguo Instituto Jovellanos. Un espacio que pronto se quedó pequeño para tanta información recopilada.  Como es sabido, ahora está  en la Casa de los Valdés del Pueblo de Asturias. Pero eso se hizo posteriormente, cuando ya Meré había fallecido, por lo que no es correcto – como afirman algunas personas- decir que el Museo Internacional de la Gaita nació a la sombra del museo etnográfico.  Nació por el tesón y el esfuerzo de un hombre excesivamente modesto que dedicó su vida a la investigación de este bien cultural que es la gaita. Olvidarlo es una ingratitud imperdonable.

    Isabel Moro 



lunes, 17 de febrero de 2014

LUNES, 17 de febrero

¿Qué tiene de especial esa fecha? Nada. A no ser que es lunes y que no tengo muchas ganas, o ninguna, de trabajar. Tampoco de escribir, pero lo intento. Es un ejercicio que no me viene nada mal, incluso aunque nadie se interese por mis tonterías, que eso sería lo más normal. Pero como tengo muchos amigos/as que me quieren bien, o que por lo menos no me ignoran, lo intento. Y sé que así es porque cuando tardo un poco –cada vez más - en escribir algo en el blog, me lo recriminan. Si me querrán bien –eso ya lo dije-  para aguantar mis rollos. 

Escribo, lo sé, de nada. Pero de no mucho más lo hacen algunos –no todos-  de los prebostes que llenan a diario los periódicos.  Unos, porque se empeñan en emponzoñarnos, más de lo que estamos, con temas políticos; otros, porque sueltan unos rollos imposibles de tragar sobre algún tema que les parece de interés –que lo es para ellos- y que  a la mayor parte de los lectores ni nos va, ni nos viene; y quedan los terceros –raza en extinción- que son los que se acercan a la vida de los ciudadanos, los que hacen periodismo de proximidad, los que nos cuentan historias que nos interesan, porque forman parte de nuestra vida. Curiosamente la nueva generación de periodista menosprecia, a su manera, ese periodismo de calle que hasta hace no muchos años se practicaba en pequeñas ciudades como ésta de  las mil caras. Y son precisamente esas mil caras que tiene la villa las que a nosotros, lectores de a pie, nos interesan.  De la ciudad nos gustan sus gentes, sus rincones, las anécdotas que protagonizan algunos ciudadanos geniales, nuestros héroes –que también los tenemos- y un largo etcétera que pasa desapercibido a quienes manejan los medios y tiene el poder de la comunicación en sus manos. Pero qué queréis que os diga, cada vez están más lejos de nosotros. Que sí, que nos interesa lo que pasa en la casa consistorial, que nos interesa saber si fulano o mengano metió la mano en la caja pública, todo eso está muy bien, pero lo único que consiguen es ponernos de al humor ya con el ojeo que damos a la prensa con el desayuno. Y cada vez con más frecuencia oyes decir que es que el periódico dice siempre lo mismo. Que no es cierto, lo sé. Pero los nuevos periodistas, los de la  Facultad de Ciencias de la Información – que yo también lo soy, aunque de las primeras promociones- deberían de darse cuenta que repetir las noticias que ya ha dado a primera hora de la mañana la radio y la televisión no tiene ninguna ciencia. Que quienes comprar el diario quieren encontrarse con temas diferentes y, fundamentalmente, próximos, aquellos temas  que nos tocan directamente.
Creo que acabo de escribir para nadie, pero dicho queda. 

jueves, 13 de febrero de 2014

LA GENERACIÓN QUE CONSTRUYÓ ESPAÑA


ME GUSTARÍA  CONOCER AL AUTOR DE ESTA REFLEXIÓN.  QUIEN ME LO HA ENVIADO TAMPOCO SABE DE QUIEN ES.

                  “¿Quiénes son los pobres? Los nietos de los ricos”
                                                                                      Aforismo castellano

Cuando analizas lo que ocurre en una empresa o una sociedad, debes buscar las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando sobre las causas, puedes cambiar los efectos. Y no tengo ninguna duda de que una de las principales causas de la prosperidad que vivimos en los años pasados fue la actitud de la generación de nuestros padres, y una de las principales causas de la crisis, es haber perdido esa actitud.

Recuerdo que hace años, un empresario brillante que viajó a China para hacer negocios, me comentaba: “China va a ser imparable. Cuando llegas allí el ambiente te recuerda la España de los años 70. Todo el mundo quiere trabajar mucho, ahorrar, comprarse su casa, su coche, que sus hijos vayan a la universidad… Cuando una generación está así centrada, no hay quien la pare” Este pensamiento me hizo reflexionar entonces y me ha vuelto a la memoria al contemplar a las tres generaciones que convivimos.

Mis padres tienen en torno a 70 años, y siempre han sido un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecen a una generación que, como dice mi padre, les tocó el peor cambio: de jóvenes trabajaron para sus padres y de casados para sus hijos.

Son gente que veían el trabajo como una oportunidad de progresar, como algo que les abría a un futuro mejor, y se entregaron a ello en condiciones muy difíciles. Son una generación que compraba las cosas cuando podía y del nivel que se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y ahorraban un poco “por si pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos lo que la prudencia les dictaba y se bañaban en ríos cercanos, disfrutando de tortillas de patata y embutidos, en domingos veraniegos de familia y amigos.  Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que constituyeron casi todas las empresas que hoy conocemos, y que dan trabajo a la mayoría de los españoles. Sabían que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba parte del patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero nunca dejar de ser honrado.  La democracia significaba libertad y posibilidades y seguir viviendo en armonía y respeto.

Y cometieron los dos peores errores imputables a esa generación:

1)      “Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo”. Nos cargamos la cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo, convirtiendo el trabajo en algo a evitar.

2)      “Como tenemos unos ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso están tus padres”. Con lo que mi generación empezó a pensar que el dinero nacía en las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión de ser inagotables y que los bancos eran unas fuentes inagotables de hipotecas, rehipotecas y contrarehipotecas.

Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del 67).

La generación de los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”, del gasto continuo, de la especulación, de la ingeniería financiera, de la exhibición del derroche, la de lo quiero todo y lo quiero ya, la de “papá dame”.

Y todos nos volvimos ricos (en apariencia), todos nos convertimos en gastro-horteras. ¿Conocéis a alguien que se atreva a comer un bocata de chorizo? Le corren a gorrazos por paleto. Ahora hay que comer hamburguesas construidas al aroma de los almendros al atardecer. ¿Y qué decir del vino? Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia sin fase de descompresión. El vino ya no está “bueno”, ahora tiene matices a fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece de un cierto punto astringente, con demasiada presencia de roble. Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euro, que para ser un “enterao” hay que pasar por taquilla. ¡Y es que pocas cosas cuestan tanto, como ocultar la ignorancia!

Somos la generación de “endeudarse para demostrar que eres rico”. Increíble pero cierto.

¿Sólo debes 500.000 €? Es que eres un cutre. Mira, nosotros debemos ya 2.000.000 y nos están estudiando una operación por otros 2 más.

Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo algún día pueda deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus préstamos!

En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audis, BMW para los españoles.

Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de mega infraestructuras que producían mega comisiones para todos los involucrados. ¡Viva el cazo! ¡Viva el yerno del Rey! ¡Que se besen los padrinos! Además llovían las subvenciones, nos daban una fortuna por plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna por arrancarlas. Que llegaba un momento que no sabías si tenías que plantar o arrancar. A propósito, ¿Qué toca este año?

Si algún “tarao” dice que hay que parar esto, se le lapida y  “que no pare la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo que esto es imposible que se sostenga, pero hay que empezar a recortar por el vecino, que lo mío son todo derechos esculpidos en piedra en la sacrosanta constitución.  De la siguiente generación mejor no hablar (lo dejaré para otro post).  Esa es la generación que dice el aforismo que será pobre, por ser nieta de ricos.  Si somos incapaces de volver a los valores con los que se construye una sociedad sostenible, nos hundiremos, eso sí, cargados de reivindicaciones.

En mi casa siempre he tenido un ejemplo vivo de cordura, honradez y esfuerzo. Y no han sido menos felices que nosotros. Los psiquiatras, de hecho, dicen que al revés, que han sido bastante más. Debe ser que la sencilla tortilla, el melón fresquito, comprar el sofá cuando se podía, poner las cortinas cosidas por nuestra madre, con ayuda de la abuela, trabajar y echarle huevos para emprender (aunque no lo llamaban así) no debía ser mala receta.

Desde aquí quiero dar las gracias a mis padres y a toda esa generación que nos regalaron un país cojonudo, que nos hemos encargado de arruinar (entre todos, que todos hemos aplaudido la locura), y que sólo con que nos descuidemos un poquito más, le vamos a dejar a nuestros hijos un protectorado chino, donde serán unos esclavos endeudados y tendrán unas historias legendarias sobre la prosperidad que crearon sus abuelos, empeñaron sus padres y son incapaces de imaginar los nietos.

Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos. 

martes, 11 de febrero de 2014

"LA COMARCA", el periódico de SALAS Y PRAVIA edita su número 100

Portada del número 100 de "LA COMARCA"
No es la primera vez que en Las mil caras de mi ciudad hablo de este periódico, pero en esta ocasión tengo una razón de muy especial para   hacerlo: su número 100.
Si tenemos en cuenta que es una edición mensual y que en un año se publican doce ejemplares... salen unos cuantos años. Pues todos ellos he recibido puntualmente la publicación, como sus cada vez más numerosos suscriptores. Siempre he pensado que este "periodiquín", como gusta llamarlo  a su redactor, director y editor, José Manuel, era un lujo periodístico que él -José Manuel- regala cada mes  a sus vecinos, vivan o no en la zona, porque me consta que traspasa fronteras, que al otro lado del océano también tiene lectores. 
Nació casi siendo poco más que una hoja parroquial, porque ningún apoyo tenía José Manuel. Es más, le costaba dinero de su bolsillo; pero poco a poco han ido incorporándose  suscriptores y anunciantes, y con ello más páginas. Hoy tiene ya entidad de periódico, o revista, que poco más da. Y en este número cien se ha incorporado el color. En tiempo de crisis esto puede considerarse un milagro, aunque yo no creo en los milagros. O sí creo, pero siempre que vengan avalados por el trabajo de quien los consigue, en este caso de José Manuel. 
Probablemente en este momento yo debería de escribir que es fantástico, que... Pero no lo haré,  no quiero caer en la trampa del halago: no es necesario. Hay cosas que hablan por sí mismas, que no necesitan voceros para cantar sus bondades. Este es el caso. José Manuel -mi maestro periodístico- sabe perfectamente lo que opino de la publicación sin que se lo diga. Únicamente añadiré: ánimo amiguín. Él conoce perfectamente su significado. 

Queda claro el trabajo en equipo


Ya lo creo que acertaste "amiguín"
Pues también yo he participado en este número 100


ÉSTE ES EL TEXTO DE MI COLABORACIÓN

La Comarca edita su número cien y su director/editor/distribuidor me dice si puedo colaborar en esta onomástica. La petición no hubiese sido necesaria, porque pensaba, sin que él me lo dijera, sumarme a este momento feliz de este  periodista de raza a quien tan bien conozco y cuyas alegrías son también las mías.
Yo llamo a La Comarca el “Hola”, porque es un fiel reflejo de la vida social de eso, de La Comarca. Nada se escapa al ojo periodístico de quien lo es. Quienes conocemos la publicación sabemos que todo lo que suceda en la zona será fielmente reflejado en el próximo número. Y que una persona, sin ganar nada con lo que hace, me temo que en algún momento poniendo dinero de su bolsillo, se preocupe y ocupe de la vida de unos pueblos que van desapareciendo por el abandono en que los han ido sumiendo, demuestra querer mucho a  sus gentes y  amar también mucho una profesión que escogió libremente y que me consta le ha hecho feliz a lo largo de su vida.
Cuando hace tiempo José Manuel, o Arango, como se le quiera llamar, me comentó la idea de publicar una revista para su “comarca”, le animé, siempre estuve convencida que sería un éxito y que lo haría magistralmente. No me equivoqué.

Quisiera, aunque tal vez aquí no proceda, pero lo diré, hablar un poco de este director de periodiquín de pueblo, como solemos llamarlo él y yo familiarmente. José Manuel ha sido para mí un maestro de periodistas. Me ha enseñado a olfatear la noticia, pero no sólo eso, también a ver a la persona que hay detrás de cada acontecimiento, detrás de cada suceso. No hay que narrar los hechos fríamente, eso no es suficiente nenita –me decía-, hay que captar la esencia, no olvidarse que detrás de todo siempre hay personas, con penas y alegrías, todo debe de  ir en función de esas personas. Y esa enseñanza no la he podido olvidar nunca. Él la practicó siempre, por eso hoy con su “Comarca” está tan cerca del pueblo y así le quieren. Es una suerte para Pravia, Salas y alrededores que un paisano, que es lo que es de los pies a la cabeza, recorra los pueblos, casa por casa y se interese por lo que a cada uno le sucede y luego, de fe, como si de un notario se tratase de cuanto acontece en “La Comarca”. Yo ya espero por el número 200, que está ahí a la vuelta de la esquina. Mi más sincera enhorabuena al director y a los lectores que son, en suma, la razón de este “Hola” de Salas y Pravia. 

miércoles, 5 de febrero de 2014

SI LO DICE EL PERIÓDICO... ("El Comercio", 4/02/2014)


Mucho ha cambiado el mundo de la información en los últimos años. Por supuesto, para mejor. Pero, esos cambios se han llevado por delante algunos placeres, que quienes ya tenemos una edad hemos tenido, y que ahora han sido sustituidos por otros que seguro también lo son –placeres-,  pero que nos resultan algo  más complicados y menos cercanos.  
La televisión, la radio, las redes sociales, nos ponen al corriente, en tiempo real, de lo que acontece en cualquier parte del mundo. Es importante saber lo que se cuece más allá de nuestro entorno, al otro lado  del océano, pero la mayor parte somos ciudadanos de a pié que, sin desdeñar lo que sucede allende nuestra fronteras, nos interesa, y mucho, lo que pasa en la ciudad en la que vivimos. Eso, no lo dudo,  es provincianismo, pero no me importa.
Una, que es hija de periodista –aunque no lo fuera de facultad, sí lo fue de hecho-, conoció desde muy pequeña el olor que desprende el periódico que un repartidor colocaba en la puerta de casa a primera hora de la mañana, el placer de leer las noticias a la vera de una taza de café servida en la cocina: un ritual indispensable para empezar bien el día. En mi caso concreto, recuerdo las pequeñas disputas familiares por coger el primero “El Comercio”, que por razones obvias era el de cabecera en mi casa,  o esas prisas que le metíamos a quien nos precedía. Luego venían los comentarios a tal o cual noticia, con preferencia las locales, las que sucedían en la ciudad, las que protagonizaban  nuestros vecinos o nuestros políticos. Curiosamente, esto no ha variado demasiado, me refiero al interés por las cosas locales. Seguimos comprando el periódico para ver qué sucede a nuestro alrededor, del resto ya nos informa la radio a primera hora, o la televisión. Hoy, sin ir más lejos, todo el mundo estaba pendiente de las fotos que el diario publicaba de la “olona” que invadió el Muro. Varias veces me han preguntado a lo largo de la mañana: ¿Has visto la foto en el periódico? Y me consta que también nos la sirvió la televisión, y casi en tiempo real. Pero había que verla en el periódico, en nuestro periódico; porque, además, era nuestra ola. Y lo nuestro seguimos queriendo constatarlo en ídem medios, en aquello que consideramos inseparable de la vida de la ciudad: la prensa local. Mi padre decía, hace ya muchos años, que lo que no sale en el periódico no existe.  Por eso una, que por imperativo de la modernidad, ya lee  en el Kiosco digital, barrunta que queda prensa escrita para rato. Que así sea.

Isabel Moro