El siete de junio José Luis Martínez entregaba el testigo de El Ateneo a Álvaro Muñiz |
El pasado mes de junio se jubilaba el que fuera presidente del Ateneo
Jovellanos desde el año 1995, José Luis
Martínez Martínez. Con ello se cerró una etapa que algunos dieron en llamar
“etapa Martínez”. No en vano fueron muchos años en los que el Ateneo no era
sino el fiel reflejo de un hombre que vivía por y para la institución. Yo que le conocí bien -diez
años trabajando codo con codo con él dan para mucho- algunas veces le aconsejaba
dormir también en el Ateneo. Me consta que cuando se hizo cargo de la asociación
cultural la encontró prácticamente muerta. Si no recuerdo mal, con una deuda de
400.000 pesetas de las de entonces –eso
era mucho-, unos locales que ya no le pertenecían y una docena de socios. Otra
persona cualquiera hubiese renunciado a esa nada apetecible presidencia. Pero
él no lo hizo. Con frecuencia yo me pregunté qué puede hacer que un hombre sé implique en una empresa abocada al fracaso. Al poco tiempo de
conocerle obtuve la respuesta: su capacidad de gestión y su desmedida pasión
por la cultura. Cultura que para él estuvo siempre en los libros, en ese
mundillo en el que se adentró siendo
muchacho imberbe. Quizás pocos sepan que comenzó con 14 años a trabajar en una
librería en Oviedo, y que desde una esquina bebía con avidez todo aquello que quienes la frecuentaban comentaban
sobre obras y autores. El resto era leer
y leer, y un poco más tarde atreverse a
preguntar alguna cosilla suelta. Y así, desde abajo, con esfuerzo, con tesón y
paciencia infinita se fue formando el
hombre que rescató al Ateneo Jovellanos
de una muerte segura. El valor que esto tiene lo dejo a la consideración de
cada lector, si los tuviera.
No pretendo, ni mucho menos, loar su figura: hablan
hechos y resultados. Dar una vuelta por el Ateneo actual es suficiente
para constatar lo que por él hizo. Quienes ahora seguimos gestionando su marcha
–hablo por lo que a mí me toca- caminamos por la ruta que él dejó bien trazada.
No obstante, no todo fueron éxitos, hubo también
muchas sombras planeando sobre la institución, y me consta –porque lo viví- que
este ex presidente lo pasó bastante mal
y que muchas veces a punto estuvo de tirar la toalla. Bien porque no lo hizo.
Fue más fuerte su vocación, su espíritu abierto, su iniciativa y capacidad de
trabajo. Que son posiblemente sus mejores cualidades.
Ahora a José Luis le toca descansar y a la familia
que componemos el Ateneo Jovellanos, un millar de socios y muchos
simpatizantes, agradecerle de alguna manera esas dos décadas que dedicó a la
institución. Por eso el próximo día 14 de marzo nos reuniremos en torno a mesa
y mantel en el Real Astur Club de
Regatas, en una velada homenaje a la que podrán unirse cuantos ciudadanos lo
deseen. (ISABEL MORO)
Más que simpatizar, admiro y me siento parte del Ateneo Jovellanos que tan cálidamente me acogió durante mis estancias en Asturias. El Héroe Nacional de Cuba, José Martí, dijo que honrar, honra; de manera que tus justas palabras sobre Don José Luis, Isabel, te hacen honor tambièn a tí. Admiro, respeto y agradezco a Don José Luis Martínez, a la entusiasta ateneísta que es Delia Sánchez Rodríguez y al equipo que logró reavivar a esa entrañable institución. Mis mejores memorias para todos, les deseo lo mejor. Saludos desde La Habana. Loly Estévez.
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