miércoles, 24 de junio de 2009

VELADAS TELEVISIVAS QUE DAN QUE PENSAR

No tengo por costumbre seguir las series de televisión, a no ser que traten algún tema relacionado con la criminología -ciencia que me interesa-, circunstancia que acaeció el pasado martes, día en que la 1 de TVE emitió un capítulo –anuncian otro - titulado Coslada Cero, inspirado en el caso de la supuesta trama de corrupción policial descubierta en la mencionada localidad madrileña . No voy a entrar en si la serie está o no bien hecha, no es esa la cuestión que me mueve a escribir. Si lo que hemos visto se ajusta a la realidad, cuesta creer que haya sucedido a pocos kilómetros de Madrid, en pleno siglo XXI, protagonizado precisamente por miembros de nuestro cuerpo policial y en un periodo de tiempo demasiado largo para que nadie se diese por enterado. Si, por el contrario, la mini serie ha sido “adornada” para tener más éxito, flaco favor hacen los guionistas a los policías honrados -a la mayoría-, y a los ciudadanos, que a la vista de lo emitido, nos asalltan razonables dudas sobre nuestra seguridad, de suyo ya muy amenazada. Las consideraciones precedentas, no obstante, no me parecen lo más grave. Lo que considero totalmente descabellado, es que en la actualidad dos de los policías encausados estén ya patrullando en la misma pedanía, y su alcalde en libertad. Es decir, estamos hablando de “supuestos” culpables pendientes de juicio, y no de culpables, que es lo que parecen en la serie que comento. Mis conocimientos jurídicos son –ciertamente- muy escasos, pero me cuesta creer que el Derecho por el que nos regimos se aleje tanto de la lógica de los ciudadanos y de nuestro sentido de la justicia. Una de dos, o los guionistas se han excedido en el relato de los hechos, o en este país los ciudadanos no estamos protegidos del abuso de los, cada vez más numerosos, desalmados corruptos. Para colmo de males, nos lo sirven en bandeja, amenizando velada en nuestra propia casa, como si tal cosa. Y se quedan tan tranquilos.

martes, 23 de junio de 2009

¿QUÉ SERÁ DE MÍ SIN LAS BOLSAS DE PLÁSTICO?

No estoy de broma, la cosa es serie, se mire por donde se mire. He recibido un correo electrónico de uno de mis cibernéticos amigos, alertándome de los peligros que conlleva hacer uso de las bolsas de plástico. Y me he dado cuenta que prácticamente toda mi vida transcurre pegada a ellas. Empiezo comprando el pan a primera hora de la mañana y, lógicamente, lo recibo en la preceptiva bolsita. Paso por el supermercado y me hago con dos o tres más. Si me acerco a comprar un libro, no me lo envuelven, me lo entregan en... ¡bolsa de plástico! Tengo algo que llevar al trabajo y lo introduzco en ídem. Por no hablar en el arsenal de todo tipo que hay en uno de mis armarios: de todos los calibres y de todos los colores, se amontonan sin orden y concierto, hasta que llega mi madre, decide revisar, y me obliga a ordenarlas por tamaños, por posibles utilidades…Pero, una madre es una madre.Y, por lo que parece, esta no es una práctica de mi exclusividad, según un informe de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, cada año se consumen en el mundo entre 500 billones y un billón de bolsas de plástico. La cifra me produce escalofríos. En el mismo informe se añade que 4 millones de kilos de las susodichas bolsas van a parar al mar: invaden y contaminan todos los océanos del planeta, con el correspondiente deterioro ambiental que produce el polietileno termoplástico, derivado del petróleo del que están fabricadas. Los peces las confunden con alimentos, se enredan en ellas, perecen por los efectos nocivos del polietileno cuando entra en descomposición. Y, finalmente, entra en la cadena alimenticia. Un auténtico desastre para nuestros mares; y eso por no hablar del coste que supone el reciclaje de aquellas que se vierten en los basureros. Parece ser que cuesta más reciclar el plástico de una bolsa, que producirla. Vamos, que no hay por donde salvarlo. Así las cosas, habrá que ir pensando en buscar alternativas; aunque yo lo único que tengo claro es que perjudican -y mucho- el medio ambiente. Lo que no veo es la manera de prescindir de algo tan útil. Mi madre –a quien le canté los datos- me dice que lo mejor es volver a la antigua bolsa del pan, a la redecilla y, ¿por qué no? Al capazo de toda la vida. A mi se me ocurre pensar que algo inventarán; porque con cesto, la verdad, no me veo. Voy a aportar un poco más de la información numérica que me facilitaron: con una bolsa de tela ahorraríamos 6 a la semana, 24 al mes, 288 al año y unas 23.000 durante toda nuestra vida. Si extrapolamos las cifras al resto de los ciudadanos…Sin comentarios.Si has tenido la paciencia de leer hasta aquí, seguro que estás pensando que estoy de guasa: pues no. Bangladesh y China prohibieron ya las bolsas gratuitas; Irlanda las gravó con un impuesto y se redujo su consumo en un 90 %. En el 2005 se prohibieron en Ruanda. Y en Canadá, Israel, India del Oeste, Tanzania, Taiwán y Singapur, están en el proceso. En el 2007 San Francisco fue la primera ciudad de Estados Unidos que las prohibió. En ese mismo sentido caminan en otras ciudades americanas en este momento.Esta mañana he ido a hacer la compra y me han entregado una bolsa, de plástico por supuesto, con un letrero que decía: Reutilízame y cuando ya no te sea útil, tírame al contenedor amarillo. Fue la primera bolsa –he revisado las del armario que ordenó mi madre- que cayó en mis manos con esa recomendación. Creo que así lo haré en lo sucesivo. Y a la bloggera (hay que pedir que incluyan el término en la Real) de El cajón desastre de Afri -que me sigue-, y que tan bien domina la técnica del Patchwork, la animo para que patente un modelo de bolsas para ir a la compra de diseño.

martes, 16 de junio de 2009

MIENTRAS LOS POLÍTICOS DISCUTEN, LA POBREZA AVANZA A PASO DE GIGANTE

No puedo decir que me ha sorprendido la estadística de un diario local que decía, en grandes titulares, que 57.400 familias en Asturias viven rozando el umbral de la pobreza. Tarde o temprano, tal como van las cosas, tenía que suceder. Pero no es cierto que la crisis nos afecte a todos por igual, como tampoco lo es que un pobre sea igual a otro. O mejor explicado, no todo el mundo llega al estado de pobreza de la misma manera. Hay muchas formas de perderlo todo, por eso no puede ser igual el tratamiento que se dé a quien carezca de medios para subsistir. Son muchas las familias que tenían una vida normal, una economía tan modesta como honrada, suficiente y digna, y que ahora, por obra y gracia de una hipoteca que no pueden pagar, del cierre de su empresa, o porque no puede hacer frente a los créditos que con tanta facilidad obtuvieron, se ven atrapadas en una crisis gestada por millonarios irresponsables, que pusieron en práctica el “todo vale”, si con ello podían hacerse ricos en el menor tiempo posible. Que, casualmente, nada tiene que ver con el sueño americano, con aquello de que hasta el barrendero puede llegar a ser millonario si se lo propone. Desgraciadamente, el sueño de algunos se convirtió en la gran pesadilla del ciudadano modesto. Lo más grave, es que los causantes, los que han perdido en bolsa miles de millones, tienen sus espaldas bien cubiertas y su crisis consiste en cambiar el yate por uno de menos eslora, en cerrar alguna de sus millonarias mansiones, en… Nunca sabrán lo que es no poder pagar la hipoteca de un modesto piso adquirido con gran esfuerzo, ni el recibo de la luz, ni el colegio de los niños… Pues eso es lo que está sucediendo en el 14% de los hogares asturianos. Y ahí están las cocinas económicas, los servicios sociales, el banco de alimentos, los albergues, gestionando los escasos recursos que poseen, intentando salvaguardar la dignidad de estos nuevos pobres que nunca pensaron que tendrían que pedir. No son familias desestructuradas, no son transeúntes habituales, son ciudadanos normales convertidos de la noche a la mañana en pobres. Y mientras esto sucede, nuestros políticos niegan, prometen, anuncian, vaticinan, ejercen de prestidigitadores sin que nada útil les salga de la chistera; se pelean por el poder, discuten sus sueldos, y un largo etcétera de desatinos que todos tenemos que soportar. Y no tendría demasiada importancia aguantar tanta impertinencia, si ello no menoscabase el bienestar –y para muchos una subsistencia digna- de quienes confiaron en ellos otorgándoles un voto que no merecían.

lunes, 15 de junio de 2009

POR SI FUERA DE TU INTERÉS

Si tus ingresos son de uno o dos dólares al día te dicen que eres pobre, pero tus derechos pueden ser incluso menos aunque nadie se moleste en calcularlos. No tienes derecho a la vivienda, porque te desalojan a la fuerza de dónde has vivido siempre para que una multinacional explote los recursos naturales a sus anchas. No tienes derecho a la salud, porque tu bebé muere por una pequeña complicación en el parto. Tus hijos e hijas no tienen derecho a la educación porque no pueden ir a la escuela. Para denunciar esto, ¿dónde reclamas?, ¿quién te escucha?La crisis económica, que centra la atención y los esfuerzos de los gobiernos, está agravando lo que ya era una crisis de derechos humanos explosiva. Por eso, junto con su Informe Anual, que pone datos y rostros a esta crisis, Amnistía Internacional acaba de lanzar la campaña Exige Dignidad. Nuestro reto es romper el círculo de falta de participación, de exclusión y de injusticia para las personas a las que los gobiernos han dejado en la cuneta al incumplir sus obligaciones con los derechos humanos. Porque la pobreza no es inevitable: es consecuencia de políticas y prácticas concretas. Exigimos a los países del G-20, que se han proclamado líderes para abordar la crisis económica, que pongan los derechos humanos en el centro de su liderazgo. Si han sido capaces de coordinarse y reunir sumas incalculables para reactivar la economía, ¿por qué no ponen el mismo esfuerzo para hacer frente a su responsabilidad con los derechos de las 963 millones de personas que pasan hambre o los 1000 millones que viven en asentamientos precarios?Y a ti, te pedimos que no te quedes indiferente y que difundas nuestra campaña, exigiendo más derechos y menos pobreza. Y si puedes, únete a Amnistía Internacional en esta lucha. ¡Exige dignidad!Gracias por no mirar a otro lado,
Eva Suárez-Llanos
Directora. Amnistía Internacional

miércoles, 10 de junio de 2009

PARA LLEGAR AL DESTINO, HAY QUE INICIAR EL CAMINO

Al menos eso decía mi abuela, tratando de prepararme para la vida haciendo uso del sabio refranero. Y he de decir, que muchas han sido las veces que he iniciado un nuevo camino, aunque no siempre con la misma fortuna. Más bien, sin ella. Y el pasado domingo he vuelto a las andadas. En contra de mi entorno, y hasta medio a escondidas, he dado mi voto a Rosa Díez. Por supuesto, no lo comenté con nadie; pues, cada vez que manifesté tal intención, me llovieron una serie de argumentos, puede que hasta lógicos, para evitar que yo “desperdiciara” mi voto.
Adelantando que mi interés por la política es escasísimo, y que se circunscribe casi exclusivamente a temas puntuales, que afecten fundamentalmente a los derechos que todo ser humano tiene de ser educado, de vivir en paz, de cubrir necesidades, de mantener a salvo su dignidad… ¡Ya! ¿Que suena a socialismo? No te equivoques, amigo, simplemente estoy hablando de justicia social. También me gusta hablar de libertad. Por eso cito en primer lugar el derecho a la educación, porque es el único camino hacia ella. Y como no me gusta que piensen por mí –cosa que intentan hacer los políticos-, ni tampoco me agrada ser ninguneada por el entorno, decidí cambiar mi voto hacia aquella opción que me pareció más acertada, aún a riesgo de –como me decían- desperdiciarlo. También decía mi abuela, que para coger peces, hay que mojarse el culo. Y eso hice. Me gustó desde el principio la valentía de Rosa Díez, el ímpetu con el que se enfrentó al todopoderoso PSOE, la fuerza de sus convicciones, el coraje para oponerse a decisiones del partido que no compartía, aún a riesgo de perecer en el intento. De alguna manera, salvando una gran distancia ciertamente, me he visto reflejada en sus actitudes, en su rebeldía ante lo que no podía dar por bueno por simple obediencia. Y pensé: esa es de las mías, con tristeza auguré que la aniquilarían pronto. Pero no sucedió: ahí está al frente de un partido con varios éxitos electorales; incluso pese a sus escasísimos recursos económicos. He leído que en la campaña en Asturias se gastó 1.600 euros, sí la cifra no es un error. Desconozco –prefiero no saberlo- los millones que se han gastado los otros partidos.
Así, convencida por mí misma, a hurtadillas de quienes me acompañaban, introduje mi voto en la urna: no fue un voto perdido. Curiosamente, no sé si a la vista del resultado obtenido han perdido el miedo, varios amigos/as me han confesado que han hecho lo mismo que yo: hemos iniciado un nuevo camino. El tiempo dirá a dónde nos lleva.

martes, 9 de junio de 2009

"LA FLAUTA DEL SAPO"

La escritora Aurora García Rivas acaba de presentar su último libro, LA FLAUTA DEL SAPO, del que me permito publicar el poema que sigue. A los que no conocéis a Aurora, os puedo decir que es una asturiana nacida en San Tirso de Abres (Asturias), que ha vivido entre Galicia y Asturias, de ahí su dominio del gallego y del bable de su zona. En su lengua vernácula ha publicado, O viaxeiro da noite, Contos ducia e media d´eles, Trinquilintainas, Cinco contos para xogar coa música y Rebelión na caixa máxica. En castellano, La tierra vertical y La sombra del alcaudón (Premio Internacional de Poesía Ateneo Jovellanos. Y un pajarito (que no ha sido el alcaudón) me ha soplado al oído que está enfrascada en una novela, además de otros muchos proyectos, de los que prometo informar puntualmente en este mismo lugar, si ella me lo permite, por supuesto. No dejéis de leer otros poemas que figuran un poco más abajo, merece la pena releerlos, cada vez que se hace se descubre algo nuevo.

Préstame la palabra
que rompa
el inútil discurso de los astros.
Pon en mis ojos
el color de los párpados dormidos,
un rincón abrigado por si el viento
arrecia furibundo.
la noche y su silencio de campana
y la flauta que el sapo templa junto al río,
mientras se funde entre mis huesos
el soplo enmohecido de otro invierno.

lunes, 8 de junio de 2009

LAS FUENTES DE GIJÓN Y LOS ÉXITOS DEL SPORTING


Esta semana se me han acumulado los acontecimientos. Y, cuando eso sucede, lejos de ponerme a escribir, que supongo es lo que debo hacer para mantener el blog al día con un mínimo de actualidad, me dejo llevar por una remolona vagancia. Me dispongo a vencerla en este mismo momento, aún dudando del interés que puede tener lo que digo a continuación.
Hace una semana en mi ciudad se celebraba, por todo lo alto, una fiesta con motivo de la permanencia de nuestro equipo de fútbol en primera división. No soy futbolera, lo reconozco, pero en esta ocasión he vivido con una intensidad inusual en mí, los 90 minutos que duró el emocionante partido. Luego, he tenido el humor –porque hay que tener ganas- de coger a Obladi y acercarme hasta las fuentes de la ciudad: Begoña y Pelayo; aprovechando, eso sí, que tocaba el paseo. Y si ya dije que me gustó el partido y que lo viví con emoción, en él debió de quedar todo mi ímpetu futbolero: no sentí la más mínima empatía con quienes gritando cuan posesos entraban y salían una y otra vez de las mencionadas fuentes. Así que constaté, una vez más, que mi afición deja mucho que desear. Lo que no es óbice para que quiera que mi equipo, el Sporting, siga en primera división. El Sporting, como el ciclismo, fueron dos deportes muy presentes en mi casa mientras vivió mi padre. Nunca podré olvidar aquél domingo, de hace ya 31 años, en que regresó del que sería su último partido. Me dijo que sentía frío, que tenía fiebre; pero su obligación era hacer la crónica para publicar el martes –los lunes no había periódico-, se metió en la cama y me pidió su Olivetti y unas cuartillas. Tecleo a toda velocidad, como lo hacía siempre, durante una hora, dobló las cuartillas y me ordenó ir a llevarlas al periódico al día siguiente. La crónica se publicó, como era habitual el martes, apenas pudo releerlas, esa misma noche entró en coma y el miércoles falleció, víctima de una larga enfermedad que no le impidió –pese a lo cruel que fue con él- morir con las botas puestas. Nunca he podido olvidar esa hermosa corona trenzada con los colores del Sporting que quedó al pié de su tumba. Ni al equipo que se digno acompañarnos: José Manuel, Quini, Castro, Echevarría, Florín, Doria, Valdés Lavandera, Ferrero, Eraña… Algunos, desgraciadamente, también se han ido ya. ¡Qué tiempos, señor, qué tiempos! Éramos jóvenes, y puede que hasta felices. Como lo son, supongo, quienes celebran la victoria en las fuentes de la ciudad.

miércoles, 3 de junio de 2009

Yo nunca doy dinero a quien pide en la calle

Fuerte, ¿verdad? Lo es, ciertamente el título es muy duro. ¿Pero a que te apetece seguir leyendo? Pues eso es lo que pretendo, que sigas. En estos momentos puedo hasta adivinar el pensamiento de alguno de vosotros. No de todos, por supuesto. Te pido que me sigas hasta el final y, cuando termine de darte mis razones, entonces será el momento de hacer la crítica. O de opinar como yo, todo puede ser.

Trataré de explicarme contándote tres historias vividas por mí. No hay trampa ni cartón, yo he sido testigo de todas, y de alguna más que para no cansarte dejo en el tintero.

Juan tenía sida, falleció hace un año, y una vez al mes debía acudir a la Residencia Sanitaria a hacerse un control analítico. La Residencia, como sabéis todos los que vivís en mi ciudad, queda a cierta distancia del centro, que es donde se ubica el albergue en el que dormía Juan. Y, para mayor dificultad, estaba citado a primera hora. Mañana tengo que levantarme a las seis para ir a hacer el análisis, me dijo la víspera; no tengo dinero para el autobús, añadió. Me faltó tiempo para sacar mi cartera y darle no sólo el importe del autobús, sino un poco más para desayunar después. Juan, no hizo ese análisis, ni cogió el autobús, ni tan siquiera desayunó. Las cuatro malditas perras que llevaba, le sirvieron para comprar, ¡Dios sabe qué! De eso no entiendo. Sólo sé que Juan pasó doce horas tirado en el banco del parque. Al día siguiente, se levantó muy temprano y pasito a pasito, sin un duro en el bolsillo, fue a hacerse el análisis. Las limosnas –qué poco me gusta la palabreja- a Juan le quitaban días de vida.

El gran problema de Chema – también se fue hace poco más de un año- era la bebida. Chema era alegre, bonachón, simpático…, pero vivía pegado a un cartón de Don Simón. Lo adquiría cada mañana con la “caridad” de solidarios ciudadanos, que con unas monedas se lo quitaban de encima Un buen día se puso enfermo, lo llevaron al hospital y le detectaron –era lógico- un cáncer de páncreas. Él mismo me contó que siendo niño pedía con su padre en la puerta de la iglesia – hasta me dijo de cuál- y que nunca había hecho otra cosa. Se murió cuando aún no había cumplido los 50, aunque aparentaba muchos más. Las limosnas acabaron con su vida. Nunca entenderé, cómo quienes asistían a esa iglesia no veían al niño, pero sí eran capaces de soltar unas monedas, a un hombre que en una mano llevaba a Chema y en la otra una botella de vino –aún no se vendía en tetra brik, me contaba él con una simpatía que nunca llegó a perder-.

El tercero se llama Francisco y, afortunadamente, aún vive. Era un hombre sólo, que había trabajado nunca supe muy bien en qué, pero que al no cotizar a la Seguridad Social no tenía derecho a una jubilación que le permitiera vivir. Como ya era mayor, la asistencia social decidió enviarlo a una residencia. Se escapó a los pocos días, porque descubrió que ejerciendo la mendicidad – otra palabreja insolidaria- podía sacar un dinero para comer y vivir a su aire. Es decir: mal comía, iba sucio, dormía allí donde cuadraba…Y ello gracias a los solidarios ciudadanos que al pasar, sin preocuparse de más, le daban unas monedas. Hoy, por suerte para él, vive en una residencia; donde come, está limpio, tiene una asistencia sanitaria…Donde no necesita esas monedas que nos sobran, y que tan dadivosamente depositamos en la mano de quien más pobre nos parezca, y arte tenga para pedírnoslas.

Por eso yo no doy limosna. Por eso dejo que se me arrugue el corazón cada vez que se me acerca alguien pidiendo. Para mí sería mucho más cómodo dar una moneda y seguir mi camino. Pero sé que la sociedad –estoy convencida- en algún momento va a reaccionar y va a obligar, a quien corresponda, a dar a esas personas -que extienden la mano para recoger migajas- la dignidad que humanamente les corresponde. No podemos –no debemos- vejar de esa manera a quien nada tiene. Hoy recogemos firmas para todo, nos solidarizamos con muchas causas, ciertamente justas; pero todo lo que hacemos por el pobre de la esquina es “tirarle” una moneda. Me resisto a entender así la caridad, ¿o tal vez sea mejor sustituir la palabra por justicia? Lo ignoro, pero de lo que sí estoy segura es que con la limosna no estamos haciendo ni caridad, ni justicia.

No quiero terminar así, es demasiado duro y desolador. Siempre podemos poner nuestro granito de arena, pero hagámoslo en el lugar adecuado: en alguna de las instituciones -en la ciudad hay unas cuantas- que ayudan y acogen a quien nada tiene. Esas que dan comida, cobijo, amparo y dignidad a quien lo necesita.

lunes, 1 de junio de 2009

POEMAS DE AURORA GARCÍA RIVAS

AUSENCIA

El viento golpea
al viento
obstinado y melancólico.
Vuelco mis días en un espejo
sin reverso y hay
un gusano de luz en la bombilla,
una frágil y perversa mariposa delirante.
No sabes cuánto
me duele tu ausencia cuando el viento
golpea
sólo al viento.


NUNCA HE VISTO EL MAR

Nunca he visto el mar.
Se me figura como un campo de amapolas azules
con remos silentes y blancos.

Nunca lo he visto; posiblemente, no lo veré
nunca.

Oigo cómo se rompen tus remos.

…Era el viento en el trigo,
nunca veré el mar.



EL MENSAJERO

No mates al mensajero, ni lo ciegues.
Si trae palomas, dales trigo,
si acaso él tiene hambre también, dejo en la artesa
algunas espigas, madroños frescos
y las rosas que todas las primaveras
corté por si volvía.
Y queda algo de vino
en el fondo de nuestro cáliz de oro.

No hace falta que le cuentes muchas cosas,
él sabrá qué hacer para encontrarme.


PARÍS

Siempre que voy a París
echo de menos mis macetas de albahaca.
Si es en invierno sé que florecen con unas extrañas
flores de lana y papel.
Si es en verano, cultivo en ellas también sombreros
y girasoles.
Sólo el otoño en Parías
me permite embriagarme con la luz de Montmartre.
Mi albahaca, sin embargo, nunca florece en otoño,
se entristece conmigo paseando los Campos Elíseos
y escuchando ¿te acuerdas? la voz de aquel niño…

…mon paruvre enfant ta voix dans le bois de Boulogne.
Âme, te souvient-il? -Verlaine.


PARIS (Traducción al francés de Fa Claes, amigo y poeta belga, doctor en lenguas germánicas)

Chaque fois que je vais à Paris
mes pots de basilic me manquent.
Je sais que c’est en hiver qu’ils fleurissent avec d’étranges
fleurs de laine et de papier.
Et qu’en été, j’y cultive des chapeaux
et des tournesols.
Seul l’automne à Paris
me permet de m’enivrer de la lumière de Montmartre.
Pourtant, mon basilic ne fleurit jamais en automne;
il s’attriste avec moi en se promenant sur les Champs-Élysées
et en écoutant - t’en souviens-tu? - la voix de cet enfant-là...

... mon pauvre enfant, ta voix dans le Bois de Boulogne.

(De “La tierra vertical”, colección Deva, Ateneo Obrero de Gijón, 2005)