jueves, 31 de marzo de 2011

EL PUESTO DE LA GITANA, artículo de José Marcelino García


DOMINGOS POR EL RASTRO

Tiene un gesto de hembra pasional en un rostro con mirada desafiadora, piel color de nicotina, con retazos de blancura sonrosada y olor a humo de hoguera hecha como con brazadas de hojas de higuera verdes y de laurel en flor. Las mujeres y los hombres la repasan con curiosidad, mientras ella, siempre de pie tras su tenderete del Rastro, vigila los cachivaches dispuesta de continuo a parlamentar para venderte una porcelana, un cacharro, una tela, un cobre viejo o cualquier chuchería de aquella manigua donde todo se menosprecia y se discute. Aquella mañana, el redondel del Rastro estaba metido en una nube de calor, y ella, tan escotada, enseñaba sus clavículas, sus omóplatos, sus hombros y antebrazos de crema carnal morena, gitana y verdadera. Iba colocando todas las cosas, una a una, levantando de cuando en cuando la cabeza, mientras todos los camastrones y la camándula barrigona, cargados de avidez, se excitaban viendo aquellas riberas jóvenes y frescas, llenas de sensualidad de galga joven y como bañadas en agua de manantial. A veces, deja un hermanillo en el tenderete y se va a dar una vuelta por entre las calles del Rastro con un vestido entallado, de flecos (que se entreabre al andar), blusa floja y collar como de bolas de luz sobre la carne tostada del canalillo. Compra aceitunas al aceitunero, o a la abaniquera un abanico y una peineta, que pone en su pelo lleno de brillantina, y entre risas, como si fuera una manola, se acerca a tomar churros en el chiringuito del Dioni. Siempre usa tacones de cabra montesa, que coloca firmes al andar, aunque se cimbrea y parece caerse y no caerse. Sobre el hondón del Rastro gijonés va transcurriendo la mañana. Orgullosa y lejana, flota su belleza entre la gente anodina. Se siente leona cuando observa las pasiones que enciende al pasar; cuando dos o tres hombres la siguen disimuladamente, y ella, mirándolos de reojo, comienza a canturrear una copla, mientras ríe. Vendedora en este cebo de pobreza, con su cara orgullosa y su vestido diferente cada domingo, llena de esperanza de amor y de aventuras, es la reina de la belleza entre el conjunto de cosas viejas y regastadas de este Rastro gijonés.

(Publicado en el diario EL COMERCIO, 30/03/2011)

miércoles, 30 de marzo de 2011

ESPAÑOLES, ¿SOIS IDIOTAS?

No, no es una broma, se trata de un artículo que me he topado brujuleando por la Red. Lo ha escrito un periodista vasco llamado Jesús Sanz Astigarraba en noticias de navarra.com el pasado mes de diciembre, y aunque la noticia de la huelga de controladores ya no es tal, el panorama no ha variado. Lo que corrobora que sí, que somos bastante idiotas. ¿ O nó? Vosotros mismos.


HAY un problema laboral del colectivo de controladores aéreos que afecta al 1,2% de la población española (600.000 personas) y casi todos saltáis como energúmenos pidiendo hasta el linchamiento de ese colectivo cuando el día anterior hacen otra reforma del sistema laboral más restrictiva, quitan los 420 euros de ayuda a 688.000 parados que están en la ruina y anuncian cambios drásticos a peor en la ley de pensiones que afectan al 80% de la población y nadie se indigna ni dice nada. ¿Sois idiotas?

Estáis pidiendo a gritos al Gobierno que se apliquen medidas que quitan el derecho a la baja laboral, a los permisos retribuidos y a las horas sindicales, sacar militares a la calle ¿sois idiotas?


Estáis leyendo que mintieron en los vuelos de la CIA, en el caso Couso, que González era la X del GAL, que gente del PP cobraba de la trama Gürtel, que hay políticos que cobran más de 230.000 euros al año, pero que nos cuestan más de 3 millones de euros, que la corrupción en la política no es excepción, sino norma, que ellos mismos se adjudican el derecho a cobrar la jubilación máxima con pocos años en las Cortes y a nosotros nos piden 40 de cotización, banqueros que consiguen del gobierno medidas duras contra los trabajadores y que tenían que estar en la cárcel por delitos demostrados de fraude fiscal y no decís nada, os quitan dinero para dárselo a esa gente que cobra cientos de miles de euros año, especula con nuestro dinero, defrauda a Hacienda y seguís callados ¿sois idiotas?


Tenéis una monarquía que se ha enriquecido en los últimos años, que apoya a los poderosos, a EEUU, a Marruecos y a todo lo que huela a poder o dinero, hereditaria como en la Edad Media ¿sois idiotas?


En Inglaterra o Francia o Italia o en Grecia o en otros países los trabajadores y los jóvenes se manifiestan hasta violentamente para defenderse de esas manipulaciones mientras en España no se mueve casi nadie ¿sois idiotas?


Consentís la censura en los medios de comunicación, la ley de partidos, la manipulación judicial, la tortura, la militarización de trabajadores sólo porque de momento no os afecta a vosotros ¿sois idiotas?


Sabéis quién es toda la gentuza de las revistas del corazón, futbolistas supermillonarios pero jamás escucháis a nadie como Saramago o Chomsky u otros mil intelectuales veraces y comprometidos con vuestros problemas ¿sois idiotas?


Si mucha gente responde sí, aún nos queda un poco de esperanza de conseguir acabar con la manipulación de los políticos y poderosos. Si la mayoría contesta no, entonces estamos jodidos. Jesús Sanz Astigarraga (noticiasdenavarra.com)

domingo, 27 de marzo de 2011

DE NORMAL A EXTRAORDINARIO


No sé muy bien si el mundo está cambiando o si es que tiene que hacerlo. Probablemente uno no excluya lo otro. Como ciudadana de un espacio casi tan pequeño como un granito de arena del planeta Tierra, y a sabiendas de que la evolución no dependenderá de mí en ninguna medida, no me resisto a opinar siempre que tengo oportunidad. En realidad, más que por el hecho de manifestar lo que pienso -que sé a casi nadie interesa, exclusivamente a quienes me quieren- se trata de una búsqueda personal que me permita entender en qué cambiamos y qué debe exactamente modificarse en nuestra vidas. Tengo un amigo que me dice con demasiada frecuencia que siempre voy contracorriente, que para mí todo es blanco o negro -que me olvido de los matices del gris-, que siempre creo tener razon y..., algunas cosas más que lo único que hacen es confundirme y sumirme en un mar de dudas, fruto -supongo- de mis escasos conocimientos y de su superior condición social. La verdad es que sin proponérselo atenta contra mi autoestima y hace que me sienta una perfecta imbécil. No dudo que lo sea -no forma parte de mis preocupaciones- pero por eso siempre estoy buscándole razones a todo. No me gusta esa sociedad que mi amigo me presenta como normal, creo que aunque ciertamente existió, ha quedado atrás en nuestro país hace ya algunos años -pese a que queden, como en arqueología, significativos vestígios- . No me identifico con ese modelo de familia que no se soporta y permanece unida por el artículo de la Santa Madre Iglesia Católica, no me identifico con esas cadenas jerárquicas sostenidas a base de fuerza y poder, no puedo entender a las mujeres que ejercen de floreros de sus maridos por un plato de comida -o por un brillante, que me da lo mismo-, no entiendo esas hijas de papá que buscan un buen partido al precio que sea, y un largo etcétera. Pues bien, para mi buen amigo de eso es de lo que se compone actualmente la sociedad. Y cuando yo esgrimo mis argumentos, me responde que esos son casos excepcionales. Trataré de explicarme. Yo afirmo que mis compañeras de estudios -que no eran precisamente cuatro- han ejercido su profesión, compatibilizando trabajo y familia; que unas siguen casadas y otras con toda normalidad se han separado porque su matrimonio no funcionaba; que no recuerdo entre mis compañeras y amigas que ninguna pretendiese pillar novio para que las mantuviera; que no ejercen de floreros de sus maridos, sí de compañeras con identidad propia. Sostiene mi amigo que en España -en la actual- lo normal es que las mujeres se dediquen al cuidado del hogar, del marido e hijos (no es que él considere que debe de ser así, pero es lo habitual -dice-, y lo contrario son casos extraordinarios). Ante tan rotunda afirmación yo hago recuento a mi alrededor de las mujeres que conozco (amigas, vecinas, entorno...) y todas trabajan o están en el paro para su desgracia: buscando trabajo. Lógicamente alguna hay que, bien porque es demasiado mayor para incorporarse al mundo laboral, bien porque es una vaga que ha hecho del matrimonio una profesión cómoda, permanece en casa -la excepción que confirma la regla-. Y a esas mujeres, a las que trabajan, a las que han decidido ser parte activa de la sociedad, mi amigo las llama excepcionales. No lo entiendo, porque a mí eso es lo que me parece normal. Como normal me parece un buen estudiante -por su teoría sería extraordinario-, normal me parecen las madres jóvenes que compatiblilizan -junto con su marido-trabajo y educación de los hijos, normal me parece que un político sea honrado -ahora eso es algo extraordinario, ahí le doy la razón-, normal me parecen los padres que educan a sus hijos más allá de darles ropa, comida o plantarles delante de la televisión para que no den lata, pues parece que eso es extraordinario. Pues lo siento, no estoy de acuerdo. Ser buen estudiante, un político honrado, una mujer independiente..., es lo normal bajo mi punto de vista. Ser lo contrario no es extraordinario: es no haber evolucionado al rítmo que la sociedad requiere, es vivir anclado a un pasado de miedos, represalias, normas contra natura y un largo etcétera de tabúes impuestos por imperativo de un Dios - que dicen habla a través de su Iglesia- que nada dijo nunca al respecto y por unos gobernantes a los que interesaba tenernos bien "gobernados" para su propio beneficio. Un pueblo que no piensa o una mujer sumisa causan pocos problemas. Para otro día dejo lo que yo considero excepcional.

Creo que me he enrollado un poco y el texto... de andar por casa. Disculpas.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ-BUYLLA

Éxito para Foro Asturias
Poco a poco, Foro Asturias sigue su camino, sin estridencias, sin insultos, sin noticias en algunos medios que la ningunean, pero sigue adelante. Se acaba de apuntar un nuevo éxito con la elección de la doctora Carmen Moriyón como aspirante a la Alcaldía gijonesa. Definida por alguno de sus compañeros en el Hospital de Cabueñes como una mujer con encanto que supo sacar una unidad que no existía en un servicio que era un auténtico caos, trabajadora, inteligente, ni es ni será nunca una mujer florero. Representa un cambio de imagen muy importante de cara a los que equiparan Foro y PP.
Cascos sigue trabajando a su manera, recorriendo pueblos y ciudades, asociaciones y foros de debates. Contestando a las dudas que se le plantean, con la firmeza que le caracteriza. Se puede decir que trabaja al ritmo que es normal en él, de forma incansable y rodeándose de los mejores colaboradores. Es verdad que no siempre es a gusto de todos, eso es imposible; algunos creían que sólo con irse del PP sería su pasaporte para algún cargo y, cuando no fue así, ha habido alguna decepción. Pero hay que comprender que, a veces, hay que dejar el camino a gente nueva, y se puede ayudar mucho desde el ámbito personal. La satisfacción se consigue viendo que estamos ayudando a que se produzca un cambio necesario en nuestra comunidad.
Yo sigo soñando con una Asturias en la que el paro se reduzca apreciablemente; en la que nuestros hijos y nuestros nietos tengan un futuro; en la que todos tengan acceso a una educación de calidad; en la que la sanidad sea eficiente, y en la que la corrupción desaparezca o, al menos, sea detectada a tiempo y cada cual tenga su castigo como se merece, sin mentiras ni falsedades.
Una tierra como la nuestra, con una belleza natural tan impresionante, con un clima muy aceptable a pesar de la lluvia, se merece unos asturianos que disfruten de todas esas ventajas, pero que sobre todo sean personas de bien y demuestren estar agradecidos con todos los dones que se nos han dado. Ser conocidos en todo el mundo por esas características y no por ser bebedores, bravucones y vagos.
Tengo miedo a despertar porque estoy muy a gusto en esa Asturias con la que estoy soñando.

(Publicado en el diario El Comercio, 23/03/2011)

sábado, 19 de marzo de 2011

SEMINARIOS A PIQUE, artículo de José Marcelino García (licenciado en estudios eclesiásticos)

La Iglesia Católica está experimentando desde hace mucho tiempo (al menos en Occidente) lo que podríamos llamar un eclipse. La España sembrada de edificios parecidos a pequeños escoriales berroqueños (los seminarios), a los que acudían miles y miles de seminaristas a estudiar latines y teologías bajo la férrea disciplina de aquellos clérigos calabreses de bonete de tres altos, rosario en mano y látigo en la cintura, vestidos todos (alumnos y profesores) de negro y gola, como Felipe II, es cosa del pasado. A lo que parece, estos tiempos ya no son de la Iglesia, ni del Espíritu Santo, ni de la Comunión de los Santos y el Perdón de los Pecados. Si acaso fuesen de alguien, o de algo, es de la Resurrección de la Carne y de la Vida Perdurable, aquí y ahora. Y esto es así, entre otras razones, porque la fijación de la doctrina católica en forma de dogmas y presupuestos casi todos procedentes de la Antigüedad, explicados con un lenguaje arcaico, amenazador muchas veces, arrogante, y casi siempre autoritario, muy difícil de entender por las nuevas generaciones, ha hecho que la gran mayoría de la juventud no se sienta atraída por una Iglesia perpetuada a lo largo de los siglos a través del llamado poder sagrado, llena de mitos de la edad de piedra. De auténtica tragedia es ver, no ya la práctica desaparición de las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida religiosa, sino contemplar generaciones enteras de jóvenes, de hombres y mujeres de todas las profesiones, alejados o alejándose de una institución que impone a los hombres leyes morales unívocas, que parecen causarles más perjuicios que beneficios, o que les provoca inseguridad cuando necesitan ser acogidos, o soledad cuando no quieren estar solos ante las cuestiones esenciales de la vida.
La Iglesia, esta Iglesia, que se ha ido geriatrizando a pasos agigantados, toma la palabra a través de gente demasiado cansada, gastada y aburrida. Dice poco o nada que interese, edifique o ilusione al hombre de hoy, sobre todo a la juventud. Nada nuevo que sirva para romper con el poder de lo fáctico. Nada que corrija su misma incapacidad congénita para poder aceptar, sin crisparse, los importantes cambios que de continuo se están produciendo en nuestra sociedad. «Tú eres una piedra» (tú es Petrus), palabras que el Evangelio de Mateo pone en boca de Jesús dirigidas a Simón, uno de los doce, pero que se le pueden aplicar muy bien a la Iglesia Romana. «Tú eres como una piedra», y por eso, con esa tendencia a petrificarte, no puedes compaginar tu palabra con la del Buen Pastor, que es una palabra viva, eficaz y siempre, en cada tiempo y lugar, liberadora para los seres humanos y, en general, para toda la naturaleza, a la que los cristianos tanto contribuimos a maltratar y destruir. Sólo los muy viejos (y los niños hasta los 10 años), se sienten más o menos cómodos con la enseñanza religiosa impartida en nuestras iglesias. Demasiados dogmas sacados de mitos y alegorías de la Biblia. Demasiada teología obstinada en fundamentar sus convicciones sobre imágenes de relatos legendarios considerados como históricos. Demasiado no abrir más que la boca para repetir tópicos que dicen poco o nada a las mujeres y los hombres de este tiempo. Demasiada, en fin, incapacidad para anunciar a las nuevas generaciones (deseosas como nunca de necesidad básica de libertad y de una nueva espiritualidad), un mensaje que les haga seguir hoy, en esta hora (aunque sea de lejos), el ejemplo de Jesús.
Totalmente anticuada en relación con la sociedad, encuadernada a sí misma con durísimas pastas, ¿cómo puede la Iglesia tener vocaciones al ministerio sacerdotal entre los jóvenes cuando sigue manteniendo una teología arcaica? ¿Cómo invitarlos a formar parte del ministerio ordenado de un Estado teocrático con una central romana a la que todos están obligados a obedecer? ¿Cómo hacer que pongan sus vidas al servicio de iglesias prácticamente vacías, solamente llenas en la celebración de algunos funerales y poco más? ¿No habrá a caso que 'rebautizar' a la Iglesia en el nombre de un Dios Padre, libre de los errores teológicos que han conducido a millones de seres humanos al ateísmo? ¿De un Hijo lleno de humanidad que haga otra vez efectiva la esperanza para los hombres y mujeres de estos tiempos a través del Sermón de la Montaña? ¿De un Espíritu al que se le deje trabajar a su aire, un aire que sería siempre para fertilizar los desiertos de este mundo y convertirlos en un paraíso, en un anticipo del Reino de Dios?
En el Día del Seminario habría que decirlo de nuevo, levantar la voz, proclamar a los cuatro vientos que vale la pena tomar una decisión, optar por un camino, emprender un proyecto cien por cien humano. Un camino lleno de fuerza y de verdad que conduzca a la vida, al amor y la esperanza en un mundo en el que sigue reinando la violencia, triunfando la indiferencia y la mentira, la voracidad de la dominación y del dinero. Y ahí está el hombre de Nazaret, que no fue sacerdote, ni revolucionario político, que no fue monje, ni moralista piadoso. Ahí está ese Hijo de Hombre diciendo que la benevolencia de Dios no se consigue con sacrificios rituales, sino a través del amor y de la lucha pacífica para ir liberando al mundo, a este mundo, del odio, de la desesperanza y del dolor. Un fantasioso predicador ambulante, un utópico que casi nada de lo que quería y por lo que se sacrificó se ha hecho realidad. Y sin embargo.

(Publicado en el diario El Comercio de Gijón, 19/03/2011

viernes, 18 de marzo de 2011

REFUGIO: CUENTO NUCLEAR por Víctor Guillot

Una versión literaria del apocalipsis japonés

Sintió cómo un espeso sabor a óxido se le pegaba al paladar. Quizá ése fuera el sabor de la muerte. En Fukushima se había iniciado la evacuación de todos los habitantes, pero el viejo Yukio había decidido esperar en su casa. Se sentía demasiado viejo como para correr ausentado por el ruido de las sirenas. En la radio, un locutor describía los efectos de la ola. A través de sus palabras, el profesor se imaginaba una cámara que recorría desde el aire los distritos de naves industriales arrasadas y las calles desiertas. Aquello le recordó Hiroshima o Dresde, una atmósfera desolada y anónima que quedaba registrada en la mente como el anhelo fantasmal de algo largamente repetido. Podía distinguir cafés, vagones de mercancía y coches acumulados en el fango. Los periodistas hablaban de rescates, de nacimientos y de muertes. El parte informativo daba paso a las reacciones de los gobiernos extranjeros. El comisario de Energía europeo había mencionado la palabra Apocalipsis. Se acercó a su biblioteca y se hizo con una Biblia que no había vuelto a leer desde que fuera un joven estudiante de Filosofía. Leyó «Yo soy el alfa y la omega» y no pudo evitar una terrible sonrisa. Aquello no era el Apocalipsis o, al menos, no en su literalidad. El ruido de los helicópteros, cargados de agua, se había colado en su casa. Yukio pegó la cabeza al cristal de la ventana, enfocando con sus prismáticos el cielo blanco nuclear de la mañana, buscando alguno de esos helicópteros, pero estaban fuera de su campo. Por fin entendió el significado de fuera de campo, aquello que su amigo Sakamoto se había empeñado en explicarle con una cámara de ocho milímetros, en Roma, durante las vacaciones del cincuenta y seis. La vida estaba en el fuera de campo. Todo transcurría fuera de los márgenes de su mirada y, sin embargo, aunque no lo percibiera con sus ojos, sabía perfectamente lo que estaba sucediendo. Los helicópteros eran sólo un rumor que iba y venía con más fuerza narrativa que si los estuviera observando con sus prismáticos. La vejez le había enseñado que el campo visual de la vida es día a día más estrecho. Todo va sucediendo fuera de uno con más intensidad, con la intensidad de un reactor nuclear, pensó. El ruido de los helicópteros consiguió calmar la inquietud que provocaba el silencio de un pueblo en ruinas, la misma inquietud de un ciego desorientado. En la radio, el locutor vivía pendiente del viento. En Tokio había mucho miedo y desconfianza. Yukio ya era demasiado viejo para desconfiar y demasiado inútil para temer. Sabía que la radiactividad se extendía más despacio que el miedo y la desconfianza. En el televisor, un radiólogo explicaba que la dirección y la fuerza del viento son de gran importancia. Si empujaba hacia el Sur, Tokio tendría serios problemas. Evacuar a toda la capital sería una labor titánica. Pero Tokio es algo más que una gran ciudad, sencillamente es un monstruo de treinta millones de habitantes; «Por eso nos fuimos a vivir a Fukushima», se dijo a sí mismo Yukio Cuando terminó la guerra, Yukio era un joven de veinte años que estudiaba Filosofía en la Universidad de Nantes. A veces pensaba en cuando era pequeño y trataba de imaginarse la nueva centuria y cuánto progreso podría tener en sus manos si lograba atravesar el siglo. El locutor anunció una explosión en el tercer reactor de la central. Yukio volvió a sentir el mismo miedo, la misma extraña superstición que sesenta y seis años antes. Por una parte admiraba los logros científicos, de los que nunca dejaba de sorprenderse, pero la misma sorpresa era una puerta que abría todos los temores. El día que se inauguró la central nuclear, el alcalde de Fukushima le dijo que aquel monumento de la energía no era nada en comparación con todos los prodigios que la nación les tenía reservados. Entonces Yukio sintió la misma sensación de vértigo que ahora sufría con las palabras que se escapaban por la radio. Aquel «déjà vu» le sugería que cuanto mayor era el avance científico, más primitivos eran sus temores. En la radio, el locutor dijo: «La agencia meteorológica prevé vientos del Sur». (Artículo del escritor Víctor Guillot publicado en el diario La Nueva España de Gijón, 18/03/2011)

miércoles, 16 de marzo de 2011

PLUMAS, PLUMIERES Y TINTEROS, artículo de José Marcelino García

DOMINGOS POR EL RASTRO
En la mañana callejera del domingo, pasamos una vez más frente a la fachada de este estadio catedral, escenario luchador de gladiadores rojiblancos. Los verdes de la arboleda (perdidos en este tiempo), nos van llevando hacia el Rastro gijonés por entre una geometría fluvial, pedestre y deportiva que corre al costado del parque de la Católica reina. Chándales y ciclistas de cuello subido corren y circulan por esta calle mayor, cercana al hipermercado albal y brutal del palacio deportivo; y de los pabellones de feria, vacíos ahora, con urracas de jardín que andan de salto en salto. Entramos en el espacio campamental del Rastro, hoy entre una niebla tenue que nos hace a todos borrosos, como mendigos por este tiempo triste. A la hora primera y madrugadora, con bufanda y tos, uno quiere copar lo que hubiera de barato, de raro, de antiguo, para más acumulación (esa incurable manía de los que vamos siendo viejos). El Piles, de cuando en cuando, manda porciones de niebla fría que se meten por entre las calles del Rastro. Un gitano gordo y cojo coloca en su tenderete invernal cosas de demoliciones: costureros, cuchillos de cocina, barros rojos, aperos de labranza, trapos de una moda, frascos de perfume de aquellos años, cosas y utensilios menudos de los tiempos ya rotos. Entre una nube de vaho, me sale una exclamación cuando veo los fantasmas negros de tres tinteros de cristal gordo (llenos por más de la mitad), y un manojo de tajos y palilleros, y un plumier, con su barniz de cosa antigua. Todo de los felices días y de las tristes jornadas de clarión, puntero y encerado de lona negra y arrugada. La gloria de aquella caligrafía despaciosa, decorativa y olorosa, posada en los cuadernos rayados de Rubio, acude a la memoria. Tajos que se mojan en la tinta y caminan temerosos con un sonido rascado, mientras dejan un reguero de letritas azules, negras, rojas., de títulos, de palabras, de dictados, de copias de lecciones de cosas. Un borrón (áspero compañero) pone una nube de luto en el pliego blanco, y el maestro pone nuestra niñez, siempre llena de tos, de polvo de escuela y oraciones, arrodillada en una esquina, cerca de la ventana desde donde se divisa la mar, dueña de nuestros sueños.
(Publicado en el diario El Comercio, 16/03/2011)

lunes, 14 de marzo de 2011

LA VACA TUERTA QUE AYUDÓ A PACITA



La «Mujer campesina» de 2011, de 86 años y natural de Fonciello, montó una ganadería tras comprar una res a bajo precio para dar leche a su familia

Pacita, era hasta ayer una mujer anónima que nombrada Mujer campesina del año vio su historia -que pueden leer a continuación- en los medios de comunicación. Fue, sin duda, una mujer excepcional y representa a muchas más que también lo fueron al compaginar matrimonio y vida laboral y eso en una época en la que la mujer donde se decía que mejor estaba era en la cocina. Este es un tema sobre el que suelo conversar con frecuencia con una persona que defiende que esa circunstancia es lo excepcional, que lo más habitual es que la mujer se acomode tras el matrimonio y viva...del sudor de su marido. Como es lógico no comparto esa opinión. Es decir, para mí las mujeres que trabajan son las "normales", las que no lo hacen -con todos mis respetos- son la excepción, que no excepcionales. No importa el nivel social al que se pertenezca para incorporarse al mundo laboral y, por ende, a la sociedad, a la cultura, al mundo en una palabra. Afortunadamente son muchas más las que así lo entienden y poco a poco van quedando atrás esas "señoras de..." que como mucho ayudan a sus maridos haciendo de "floreros" en actos sociales. No hay nada más tedioso que acudir a una reunión y toparse con una de esas señoras que, amén de hablar mal y criticar a quien no es igual que ella, se pasa el rato hablando de modelitos, enfermedades infantiles y... todo tipo temas domésticos. Muy interesantes e importantes, sin duda, pero para eso, para el ámbito doméstico. No saben esas señoras el daño y el freno que sus actitudes -con "c", no con "p"- hacen a quienes intentan hacerse un hueco en la vida laboral para caminar al lado de sus maridos. Por desgracia, ellas son educadoras de hijas que si no tienen un punto de rebeldía tratarán de repetir el modelo visto en casa y luego viene la vida, que ya va por otros derroteros, así llegan los grandes fracasos. Pues ahí va la historia de PACITA y su vaca.


PACITA: MUJER CAMPESINA DEL AÑO

El espíritu emprendedor de Pacita Martínez, la «Mujer campesina del año» en Asturias, surgió al poco tiempo de casarse. Nació en 1924, en Fonciello (Lugo de Llanera), y a los 24 años contrajo matrimonio con Manuel, con el que tendría tres hijos. Trabajaba en el campo en todas aquellas tareas que les servía para procurarse una vida más cómoda. Por dos pesetas la hora, por ejemplo, iba con sus vecinas a «sallar» las tierras de un terrateniente. Ella ansiaba tener una vaca con la que disponer de leche para su familia y venderla para conseguir un extra en la economía familiar. «Era muy amañosa y como no contaba con el dinero suficiente compré una vaca tuerta que me salió a mejor precio», recuerda la mujer, de 86 años, «feliz» con el homenaje que ayer le brindó la Asociación de Mujeres Campesinas de Asturias en un acto que tuvo lugar en San Cucao de Llanera. A la vaca de Pacita Martínez le faltaba un ojo, pero la leche era tan buena como la de las demás y sirvió para que la mujer comenzara a construir una ganadería que llegaría a tener once animales. «Trabajé mucho y durante toda la vida», confiesa la campesina que hasta la jubilación consiguió que el ganado le diera una independencia económica que para ella fue siempre muy importante, algo que inculcó a sus hijos. El trabajo del campo le permitió conciliar la vida laboral y familiar y no sólo crio a sus tres hijos, sino que también ayudó a criar a sus tres nietos. Ahora disfruta a lo grande de su bisnieto Hugo, que tiene 11 meses. Pero el trabajo fue una constante en la vida de la mujer. Al ser la mayor de los once hermanos no tuvo más remedio que ayudar a la familia desde bien pequeña, no sólo en las tareas domésticas, sino también en las labores del campo. Su adolescencia estuvo marcada, como la de todos los jóvenes de la época, por la Guerra Civil y la miseria de la posguerra. Sin embargo, en el caso de Pacita Martínez, los sacrificios de estos años le sirvieron para reforzar los valores de superación y entereza, transmitidos por su madre, Filomena. La convirtieron en una mujer fuerte, convencida de la necesidad de trabajar para lograr la seguridad económica y labrarse un futuro más tranquilo para ella y su familia. Comenzó a trabajar muy joven fuera de casa. Como muchas mujeres de la zona, se empleó como portadora de barro para la fábrica de cerámica de Guisasola, situada en Cayés. Llevaba el barro en cestos sobre la cabeza. Era lo que llamaban «trabajar el cestu» y, aunque era un trabajo difícil, estaba bien remunerado pues se cobraba por cada cesto que se entregaba. También trabajó en una sastrería muy renombrada de Lugones en la que estuvo dos años «muy fructíferos», pues no sólo consiguió su primera cotización, sino que aprendió un oficio que le fue muy útil en el futuro. La vida de Pacita Martínez ha estado protagonizada por el trabajo, el sacrificio y la dedicación a la familia. Hoy tiene 86 años y todavía ayer mostraba en sus ojos ese afán de superación de las adversidades que constituyó el motor de su existencia.
(Texto de Gonzalo Bergoa publicado en LA NUEVA ESPAÑA)

jueves, 10 de marzo de 2011

LA COSA TIENE GUASA

















-¡Buena está la política!
-¡Sí,sí, bonita está!
-¿Pues y el ayuntamiento?
-Son cosas de estos tiempos
-Tres faroles tenía
-esta calle no más.
-Pues dos han suprimido…
-Que es bastante ya.
-Y luego habla el gobierno
-de la cuestión social…

Seguro que han reconocido el diálogo del sereno de la Verbena de la Paloma, estrenada, si no me equivoco, a finales del siglo XIX. Es una lástima no poder escucharla a la vez que se lee, porque la sorna del “sereno” tiene su guasa. La misma que tiene hoy nuestra vida política, casi dos siglos después. Un farol le dejaron a la calle de don Hilarión y, al paso que vamos ni eso nos va a quedar a nosotros. Y lo más curioso es que todos son “inocentes”. Me inclino a pensar que la culpa la tienen los jueces –la jueza en este caso que me ocupa- , que imputan a honrados gobernantes así, sin más, porque sí. Se me ocurre que tras las declaraciones que hace hoy Riopedre a la prensa, en las que afirma con rotundidad que él no ha hecho nada, cabe opinar que si lo que dice es cierto a quien habría que procesar sería a la jueza por tener a un “inocente” cuarenta días a la sombra. Miedo me da pensar que alguien que no ha hecho nada ilegal pueda ser retenido en prisión por el artículo…"por si acaso”. Creo que algo falla. O fallamos todos. Incluso nosotros, los sufridores ciudadanos, estamos faltando a esa ley moral que no necesita código alguno para su cumplimiento, que hay que tener un poco de honradez. Si Riopedre es inocente, que procesen inmediatamente a quienes le metieron en la cárcel, pero si no lo es no podemos permitir sin sonrojarnos que se haga una suscripción, poco menos que popular, para pagar su fianza y más desvergüenza todavía me parece que el “supuesto” inocente –sí, eso quise decir exactamente- se exhiba sonriente entre los pagadores de su fianza y celebre con almuerzos y tertulias su libertad estando aún procesado y, por ende, en libertad condicional. Siempre pensé que esas cuestiones –inocente o culpable- se dirimían en los juicios y no en los medios de comunicación. Alega Riopedre que se le hizo un juicio social paralelo. ¿Se me permite un taco? ¡Joder! Que cara más dura. No está él acaso haciendo lo mismo con su inocencia. Tal parece como si quisiera juzgarse a la sociedad que censura ese tipo de actuaciones que consisten en prevaricar, contratar ilegalmente, malversar fondos, etcétera, etcétera. No todo es robar dinero en efectivo, cosa que, por cierto, sus compañeras de hazañas sí hicieron, hay muchas maneras de dañar a la sociedad. Y vuelvo al principio, a la letra de la zarzuela: -¡Buena está la política! Si, sí...bonita está.

miércoles, 9 de marzo de 2011

ADOPCIONES

Casi todas las mañanas Pablo y yo antes de iniciar la jornada laboral nos reunimos en torno a un café, cerca del trabajo de ambos, y en esos escasos quince minutos que dura el encuentro nos damos “el parte”. No solemos tratar temas domésticos, sino más bien relacionados con nuestro trabajo o con cualquier tema de actualidad. Hablamos de casi todo, ayer tocó de las adopciones de niños. Se dirigía él a Oviedo a ver a Gloria, la directora del Observatorio de la Infancia –compañera mía en los estudios de magisterio hace…mil años por lo menos-. Y me comentaba que llevaba un informe de UNICEF sobre las adopciones que Gloria le había pedido. Me sorprendió un poco que tanto Pablo como Gloria estuviesen totalmente en contra de las adopciones de niños del extranjero, pues siempre pensé que, al menos, ese niño/a tendría siempre una vida mejor en nuestro país. Tras la conversación cambié de opinión. Parece ser que el mercado de adopción de niños extranjeros está en manos de mafias que venden los niños al módico precio de 6.000 euros y que los gobiernos están de acuerdo con ello porque también se benefician. Argumenté que había muchos pequeños literalmente tirados en orfelinatos rusos o chinos –países que se me vinieron a la mente-. Pablo insistió en que la cosa no es así, en que los niños se venden y se compran sin más, incluso cuando la apariencia de adopción es la legalidad siempre está detrás una mafia. Cuesta creerlo, pero no tuve argumento que le convenciera. Me decía que la gente que trabaja sobre el terreno, que es quien verdaderamente conoce la situación elabora informes, que nunca ven la luz y que siempre son estrictamente confidenciales, en los que se denuncia que hay familias en países como Guatemala –él último informe que dice tener- en los que las familias tienen hijos con la única intención de venderlos. Engendran para vender nada más nacer. Hay familias -¡que duro resulta creerlo!- que viven de eso y mafias que se dedican a fomentar ese modo de vida valiéndose de su gran pobreza. Y lo más terrible es que esos niños que se compran “por encargo” nunca se sabe a dónde van a parar, se habla de donación de órganos, trata de bebés, de blancas…y un etcétera que pone los pelos de punta. Lógicamente ese tipo de mercadeo siempre se intenta que no trascienda, una vez más se constata que los niños no importan demasiado y que son los seres más indefensos del planeta. Hay una cifra que nunca logro quitar de la cabeza: diez millones de niños/a mueren al año antes de los cinco años por causas evitables: falta de una vacuna, hambre, deshidratación… Mientras esto escribo unos cuantos habrán fallecido. Triste, muy triste. Por otra parte, esta situación contrasta con la necesidad que hay concretamente en nuestro Principado de Asturias –sino que le pregunten a Gloria- de que las familias acojan niños temporalmente. En estos momentos hay cerca de 300 pequeños en centros de acogida, que no encuentra una familia que precisamente los “acoja”. También me mostré sorprendida ante esto, pues soy consciente que hay listas de espera para adoptar. Pues también me dio una explicación tan convincente como dura. Las familias asturianas no quieren niños “de aquí”, los prefieren extranjeros. ¿Razones? Las hay, claro que las hay. Uno acoge un niño asturiano que por las razones que sean vive separado de sus padres, pero uno nunca sabe si en un momento determinado ese pequeño podrá volver con sus progenitores porque pueden cambiar sus circunstancias: mejor no arriesgarse. Mientras tanto ese pequeño vive –muy bien atendido eso sí, pero en régimen de internado- sin una familia que, aunque no sea la suya, bien podría darle el cariño que todo niño/a se merece. Pero eso no nos interesa, queremos un niño para toda la vida y sin padres biológicos próximos. Vamos, que somos una joyita, deseamos peques que llenen nuestras vidas, y para eso tienen que ser de nuestra exclusiva propiedad. Interesa que no tengan relación con sus padres biológicos, que no exista la más mínima posibilidad para que funcionen los lazos de sangre. Somos un poco egoístas, pensamos más en nosotros que en esos pequeños a los que hay que echar una mano, aunque sea temporalmente.
Dejo para otro día, o tal vez para nunca, el tema de los niños vendidos en España hace algunos años de los que tanto se habla en los medios de comunicación.

JOSÉ LUIS CAMPAL INTERVENDRÁ EN EL CONGRESSO INTERNACIONAL GREVES CONFLITOS SOCIALS SÉC XX, que tendrá lugar en Lisboa

INTERNACIONAL
El filólogo, escritor, articulista, poeta, miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos y fundamentalmente asturianista, JOSÉ LUIS CAMPAL, participará en el Congreso Internacional GREVES E CONFLITOS SOCIAIS SÉCULO XX ("Huelga y conflictos sociales en el siglo XX"), que tendrá lugar del 16 al 20 de marzo en la Universidad Nueva de Lisboa. La intervención de Campal tendrá lugar a las 15.15 horas del viernes 18 de marzo y se titula "Resonancia en Asturias de la huelga de 1917". Cabe destacar la intensa actividad que José Luis desarrolla, patente en publicaciones, conferencias e intervenciones en congresos como el que nos ocupa, que tiene lugar fuera de nuestras fronteras.

viernes, 4 de marzo de 2011

8 DE MARZO: DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER


No me gusta esa manía de dedicarle un día a…me da igual que sea a los gay, a las lesbianas a las enfermedades raras… Porque es señal inequívoca de que hay un colectivo con problemas. En el momento que no tengamos que dedicar una jornada a lo que sea, es que ese problema habrá dejado de existir. No me molestaría tanto si hubiese el Día Internacional del Hombre (varón, por supuesto). Ellos no lo necesitan (a menos que se sientan “ella”, en cuyo caso ya tienen el Día del Orgullo Gay). La sensación que uno siente es que la sociedad –la del hombre varón- considera que con dedicar un día especial ya está cumplido. Me vienen a la memoria en este momento dos mujeres feministas que lo han sido de diferente manera, y creo que las dos llevaban su parte de razón: Victoria Kent y Clara Campoamor. Ellas, igual que lo hizo su predecesora Concepción Arenal, fueron las más acérrimas defensoras de los derechos de la mujer, o más bien de la igualdad con el hombre (mismos deberes, mismos derechos). Tres personalidades muy diferentes para un objetivo común: sacar a la mujer de ese destierro social que impedía cualquier movimiento que no estuviese controlado por un varón. Estas tres mujeres “descubrieron” –así entre comillas- que podíamos hacer algo más que parir y cuidar hijos, en realidad eso es lo único que nos diferencia realmente del hombre: engendrar vida en nuestro cuerpo. Muy importante, pero eso no excluye otras actividades. En el resto ninguna diferencia distinta a la que pueden tener los hombres entre sí. Estas señoras -primeras feministas- empezaron por ocupar puestos y ejercer profesiones hasta ese momento reservados para el género masculino, y creo que lo hicieron bastante bien, aunque hayan tenido que pasar unos cuantos años para que sus deseos se convirtieran en realidad y las reivindicaciones continúen 80 años después de que consiguieran el voto para la mujer. Fue una reñida sesión parlamentaria, según recoge la Historia, la que enfrentó a Clara Campoamor –defensora a ultranza del sufragio femenino- a Victoria Kent que sostenía que la mujer no estaba aún preparada para ejercerlo libremente. Y, la verdad, no le faltaba razón, aunque yo hubiese estado al lado de Clara Campoamor siempre. El argumento –los argumentos- que esgrimía la Kent eran una realidad desalentadora que creo que aún hoy tiene cierta vigencia en algunas mujeres. Decía Víctoria, que la mujer estaba muy influenciada por la Iglesia y por el marido, por lo que votaba lo que ambos le indicaran (votos fundamentalmente conservadores) y no la opción por ella elegida. Yo iría un poco más lejos, no creo que se plantease tan siquiera tener otras opciones. La tradición trasmitida de madres a hijas durante muchos siglos posiblemente haya grabado en los genes femeninos ese sometimiento, consentido muchas veces, estoy segura de que hubo, y hay, matrimonios que ni se planteen que uno está por encima del otro, yo diría que la mayoría. Decía que hoy en día, pleno siglo XXI, son muchas las mujeres que aún no se han dado cuenta que no deben dar a sus hijas una educación sexista, que tienen que educarlas sencillamente como personas; las únicas diferencias son aquellas que impone la propia naturaleza y, en todo caso, la mujer ha de elegir por sí misma la función que quiere desempeñar en la sociedad. Afortunadamente las universidades están llenas de mujeres que compaginan perfectamente su vida laboral con la familiar. Resulta decimonónico imaginarse a una mujer cuidando exclusivamente de los hijos –que cuidará, pero acompañada con el varón-. Una mujer –y lo soy- no quiere menos a sus hijos porque decida ser parte activa de la sociedad, porque no quiera reducir su vida a cambiar pañales y preparar biberones. Y ello redundará siempre en beneficio de la pareja y de los propios hijos. Algunas veces me han dicho muchachos/as que no pasaban de los 20 años por qué con su madre no podían hablar de todo como lo hacían conmigo, por qué con sus madres no se podía hablar de casi nada. Da para pensar. Pena me dan esas señoras que por permanecer en casa cuidando de sus hijos, lavando, planchando, cocinando, han quedado descolgadas del mundo en el que se mueve su marido sus hijos y, por ende, siempre tiene en peligro su matrimonio. Ellos –hijos y marido- crecen y ellas se estancan: su vida queda reducida a temas domésticos. La mayor parte no han conocido otra cosa y si, además, son aleccionadas por los padres de la Iglesia –que me perdonen por decirlo, pero es la pura realidad- pues antepondrán esa monótona vida familiar a cualquier posibilidad de crecimiento personal. Y eso sí que destruye la familia, precisamente esa institución a la que la Iglesia otorga la potestad de salvaguardar los valores. Que no digo que no sea así, pero no de cualquier manera, no con jerarquías en el matrimonio. Igualdad de derechos, igualdad de deberes y entendimiento. Y eso sólo se consigue con una educación no sexista de la que casualmente somos en gran medida responsables las propias mujeres.

jueves, 3 de marzo de 2011

GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS...

¡BUENÍSIMOS! Y lo mejor para elevar la autoestima: un amigo que me quiere bien y me endulza la vida. Eso también quiero compartirlo, aunque virtualmente ofreceros un bombón... va a ser un poco dificil. Os ofrezco la idea - no es mía, lo sé,pero es tan gratificante... Chicos/as, seguro que siempre hay alguien a quien sorprender con unos deliciosos bombones. No debemos perder esas hermosas costumbres; con ellas podemos ser -y hacer-un poco más felices a las personas que nos importan. Mil gracias, amigo.

miércoles, 2 de marzo de 2011

PROGRAMAS DE CINE, artículo de José Marcelino García

DOMINGOS POR EL RASTRO
Los ojos brillantes, sentado o también a veces de pie, siempre era un instante de gloria aquel en que aparecía el león de la Metro o la diosa Columbia en una pantalla arrugada de pueblo, mientras afuera muchas veces llovía. ¡Qué lugar el del cine, con olor a ozonopino, bar breve de oranges y garrapiñadas, timbre rizado y luces atenuándose pausadamente, al empezar la función, tiñendo de un rojo escarlata toda la sala!
Días antes, permanecía mucho tiempo plantado ante los carteles nuevos, húmedos aún y brillantes por el engrudo. Contaba los días. Y cuando llegaba el domingo, una hora antes de que se abriera la taquilla, estaba ya frente al cine deletreando, una y otra vez, los nombres, en inglés, de los artistas. Al fin, se abría aquella pequeña hornacina de madera, llena de luz y aglomeración, y veía el diminuto mostrador con las entradas de colores, la caja de los emblemas, las monedas para el cambio y el pecho viejo de Flora, la taquillera, abotonado, negro y con medalla grande de la Purísima Concepción, en plata bruñida. Sus manos, blancas, cogían mi calderilla, y como si llevaras contigo la llave de algún tesoro, entregabas la entrada de general al portero, hombre serio, resabiado y cobrador de Ayuntamiento.
En la cabina, se oían los ruidos limpios y crujientes que Ramiro, Silvino y Luis hacían montando el NO-DO y los rollos de la película en los engranajes del proyector. El cine va a empezar, y las ráfagas de luz de la linterna de Olvido, la acomodadora, van de un lugar a otro abriendo pasillo, enfocando números, cambiando de asiento a los equivocados, descubriendo un beso robado en la oscuridad. ¡Ah, ese admirable chorro de luz, como una avenida, que enfila el aire y va a estrellarse en la sábana blanca donde pone el reír, la lucha a muerte, la música; que pone la carabela y la luna de Sílver, llena de ron y de tesoros. ¡Ah, ese haz milagroso de polvillo de colores en movimiento cruzando la noche del cine sobre las cabezas de los espectadores, y que explota en un beso sobrehumano que anega el corazón de amor y deseo! ¡Ah, esos programas de cine que busco y rebusco por el Rastro, como si fueran paradero de sueños y refugio de soledades!

(Publicado en el diario El Comercio 2/02/2011)

HAN MUERTO NUEVE NIÑOS

Encuentro en un rincón del periódico una noticia que me causa estupor, y que además está situada –con lo que eso significa- de tal forma que lo más probable es pasarla por alto, como si no tuviese ninguna importancia. Transcribo literal: Nueve niños que estaban recogiendo leña mueren en un ataque aéreo de la OTAN en Afganistán. Y hasta ahí el título. La noticia sigue: Al menos nueve menores murieron ayer y otro resultó herido en un ataque aéreo de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), la misión de la OTAN en Afganistán, en el este del país centroasiático….Los hechos tuvieron lugar en el distrito de Nanglan, y según la fuente (EFE) los menores –de edades comprendidas entre los 7 y los 13 años- estaban recogiendo leña para sus familiares. Y ahí termina la información. Como mi ignorancia en temas militares es supina, acudo de inmediato a averiguar qué se esconde tras las siglas ISAF, o lo que es lo mismo qué misión tiene la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad. Encuentro: misión de seguridad para crear las condiciones necesarias para la reestructuración y estabilización de un país tras la guerra. Me quedé como estaba, o tal vez peor. Sé que las cosas no son tan simples como yo me las planteo, pero el hecho de que nueve niños mueran mientras recogen leña por un ataque de estos formadísimo soldados, me revuelve los entresijos. No dudo que la “misión”, sea muy importante y que los soldados cumplieran con su deber, también admito que posiblemente su vida estuviese en juego, estoy dispuesta a aceptar todas las justificaciones que se me quieran dar. Probablemente este hecho se considere un mal menor para evitar mayores daños. Pero es que han muerto nueve niños –y no digo, han matado, por respeto a quienes componen la ISAF-. Supongo que hay quien me dirá que los niños estaban puestos ahí intencionadamente como blancos para otras fechorías mayores de… ¿los terroristas, tal vez? Insisto: se trataba de niños jugando a recoger leña. En realidad trabajando. Todos los días al salir de mi trabajo paso por delante del patio de un colegio y suelo observar los pequeños, me gusta verlos patinar, darle patadas a un balón, jugar a empujarse…cualquier indicativo de que son niños felices. No me imagino un ataque aéreo que acabara con sus vidas. Son nuestros hijos, son nuestros nietos, son… eso, niños. Niños con suerte. La que les faltó a esos peques afganos que imagino que en ese pueblo llamado Nanglan hoy serán enterrados, sin más lamentaciones que la de sus padres y familiares detrás de esos humildes féretros que ni tan siquiera serán blancos, ni llevarán flores. Probablemente cuatro tablas a las que su padre habrá dado forma de ataúd. Es duro: durísimo. Pero a nadie le importa, no forma parte de los titulares de nuestra prensa. Yo me pregunto si esos niños serán tan diferentes a los nuestros que no merecen nada. La muerte, incluso accidental, de un niño español –pongo por caso- es noticia en todos los medios. Nueve niños afganos no interesan a nadie. Que no me pregunten por qué odio la guerra, por qué soy incapaz de admirar esos soldados que se enfundan un uniforme y se preparan para combatir –aunque eufemísticamente se diga que siempre están en misiones de paz-. ¡Joder con las misiones! Han matado a nueve niños, no hay nada que pueda justificarlo. Basta con pensar, repito, en nuestros hijos y nietos para calibrar si encontraríamos alguna razón de argumento válido para sesgarles la vida. Estoy segura de que todos estaríamos dispuestos a darla por ellos, no creo que permitiésemos que nadie les hiciese el menor daño, ni en nombre de la más querida patria. No lucharíamos por pacificar el país si ello pusiese en el más mínimo peligro a uno de nuestros vástagos.

martes, 1 de marzo de 2011

EL PRÓXIMO VIERNES 4 DE MARZO, A LAS 20:00 h, ENCUENTRO POÉTICO EN EL ANTIGUO INSTITUTO CON LAS Y LOS POETAS DE LA ASOCIACIÓN VERSOS LIBRES


Debido a circunstancias de última hora, se modificará la programación del encuentro poético del día 4 de marzo, ya que el poeta invitado para esta ocasión Agustín Delgado, no podrá acompañarnos.
En su lugar, contaremos con la presencia de la asociación Versos Libres, recientemente creada, que, de manera colectiva, nos mostrará su trabajo, inquietudes, métodos de participación, de creación y de animación a la escritura de poesía.
Por ello, al igual que en ocasiones anteriores, os convocamos al encuentro del próximo viernes día 4 de marzo, a las 20 horas, en la sala de conferencias del Centro de Cultura Antiguo Instituto, CCAI, de Xixón, en la Calle Jovellanos, 21.
Además de las y los poetas participantes, contaremos con la música de Dani García de la Cuesta. Os esperamos.
CON LOS POETAS DE LA ASOCIACIÓN VERSOS LIBRES:

Concha Benito Carmen Cabezas

Daniel García de la Cuesta

Dora Méndez Sinda Miranda

Julio Obeso

José Ignacio Pidal Montes

Eusebio Ruiz

Esmeralda Sánchez
Mª Jesús SánchezArmando Vega

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Música: Dani García de la Cuesta