miércoles, 31 de agosto de 2011

MOLINILLOS, artículo de JOSÉ MARCELINO GARCÍA





DOMINGOS POR EL RASTRO





El viento del mundo ha ido dejando esparcidos por el Rastro los molinillos de café, aquellos que con su moler turbador hacían que el ambiente de la casa fuera tomando olor y cuerpo. Olor que levantaba su vuelo lleno de magnitud como un algo puro, exótico y ultramarino. La casa, mi casa de entonces, con su edad, su retrete, su nordeste de mar y sus camas de vieja y orinal se humanizaba de conversación, de humo de cigarrillos, y de una acumulación circular de tacitas de café, negro y con leche. Con su crujir, el molinillo, en las manos y las rodillas de mi madre, molía el cuerpo de los granos de un cobre oscuro, y transformaba en alegría la tristeza de aquella cocina con ventana a un patio crudo, con gatos tiñosos y cantarillón ratonero. Una novela de Marcial, y mi padre entre su niebla fumadora tomando pocillos de café cargado. Una muerte, con su reposo tenso de una noche en compañía de hombres y mujeres doblados de silencio, mientras la caja, cerca del lecho desnudo, iba quedando más sola, con su muerto afilado, amarilleando al paso de las horas. Y únicamente el moler lento del café, allá por la cocina, y luego su hilo de cobre caliente, sonoro y ahumado, despejaba el gemido y los suspiros por las habitaciones de suelo antiguo. Café hasta la madrugada con copitas y palabras, medio entre sombras de luces tristes.
Molinillos de café, herramienta para usar en encuentros lentos como tardes de verano. Para sacar de él su cajita llena de molienda con que desvariar al sueño y cincelar la aurora llenándola de mitologías. O para mojar en su tesoro tostado e hirviente los sueños, los cansancios, la carne dolorida. ¡Cómo se libera armoniosamente su olor deshaciendo la pereza; y cómo se desprende su calor, refugio, asilo y paradero de soledades y de días dificultosamente cotidianos! La casa, mi casa de la niñez, a la que volveré siempre, tiene entre su polvo, entre sus sombras y tiempo, un molinillo de café que, hoy, en este Rastro gijonés, por el que cruza una mañana atardecida llena de embudos, coladores, fragor de clavos, chatarras y cerrajerías, he vuelto a encontrar como algo mágico, transcendental y querido, cargado del aroma sano y viejo del café de por aquellos entonces.





(Artículo publicado en el diario El Comercio, 31-08-2011)

"VEO LA VIDA PASAR", que decía mi abuela Sara

Cuando yo era joven –que ya llovió- trabajaba mi madre en el botiquín de la playa durante el verano. Entonces, mi abuela –una mujer enferma, que todos considerábamos una señora muy mayor, y que no diría que tanto si fuera hoy- gustaba de acompañarla, sencillamente para sentarse en un banco a esperarla durante la guardia. Mi hermana y yo nunca entendimos qué podía hacer varias horas allí sentada, veo la vida pasar, nos decía. Y si soplaba el Nordeste, cosa que era habitual, se acomodaba en el asiento del coche y observaba por detrás de la ventanilla. Al llegar a casa, o al día siguiente, mantenía tema de conversación, generalmente con Julia –la asistenta-, mujer inteligente que por necesidades de la vida se dedicó desde los ocho años a “servir”, que se decía entonces. Lógicamente para las jóvenes adolescentes de la casa –que éramos mi hermana yo- eso eran historias de viejas. Pero qué curioso, han tenido que pasar…, no aclaro –puede que ni recuerde cuántos- años para darle sentido a esa afición de mi abuela. En realidad, lo entiendo en este momento, cuando estoy a una década de la edad en la que ella murió. Ahora soy yo quien disfruta sentada frente a la playa viendo pasar… ¿la vida, la gente? Probablemente todo. La observación, a lo que soy muy aficionada, me permite descubrir (no sé si ponerle comillas), puede que sea más bien imaginar, qué hay detrás de quienes pasan: deprisa, despacio, conversando tranquilamente, discutiendo alguna vez, gritándoles a los niños, tirando por el perrito…Estas son, sin duda, las mil caras que tiene mi ciudad, que mi abuela, Sara, descubrió cuando tenía más o menos mi edad, que es cuando te das cuenta que todo pasa muy deprisa y que tú cada vez vas más despacio.

martes, 30 de agosto de 2011

LUIS ARGÜELLES RECIBIRÁ LA VISITA DEL DIRECTOR DE EL COMERCIO

He leído en Facebook que la semana próxima el director de El Comercio, Íñigo Noriega, y Gonzalo Mieres visitarán a Luis Argüelles. Sé que es cosa de Gonzalo, él nunca se olvida de nadie. Y somos muchas las personas que valoramos ese trabajo altruista que está haciendo: gracias, amigo.

domingo, 28 de agosto de 2011

Pues sí, hoy ha sido el último domingo que estaré de vacaciones. El día uno me incorporo de nuevo a mi puesto de trabajo. Y, si soy sincera, ya me apetece, no ha sido éste un verano especialmente bueno. Más bien, todo lo contrario. Y no lo digo sólo por el mal tiempo –que también- sino porque creo que yo misma lo he estropeado con mis desacertadas decisiones. Por razones que no vienen a cuento, y que prefiero olvidar, es el primer año en unos cuantos que me quedo en Gijón todo el verano. Se han concatenado una serie de circunstancias que han dado al traste con mis proyectos estivales. Me las prometía –o me las prometieron que no sé muy bien si fue uno u otro- muy felices, con salidas cortas: Candás, el campo, alguna playa cercana, una cena informal, salidas nocturnas de vez en cuando… Y todo quedó en una visita a conocer el Niemeyer –por cierto un día de frió y viento-, algunas cervezas en la cafetería delante de mi casa y muchas horas de paseos en solitario esperando una llamada. Como, además, el tiempo no colaboró pues no pisé más que un día la playa –que se dice pronto-, y esa alegría que acostumbro a sentir en verano se me fue volviendo tristeza. Por eso tengo gana de empezar de nuevo a trabajar, tengo necesidad de encontrarme con la gente de siempre, necesito reír, necesito que no me digan a todas horas porque no conviene lo que digo que hablo demasiado (aunque me pase un poquito, nada es más gratificante que la conversación) , o que no todo el mundo es, ni piensa, como yo, necesito volver a ser yo misma, con todos mis defectos encima. No quiero ser de otra manera. Entre otras cosas, porque he comprobado que ir de “perfecto/a” es terriblemente aburrido y triste. Alguien lo dijo en una ocasión de mí, que era como un diamante en bruto. Lo acepto, lo de diamante digo –a nadie amarga un dulce-, pero, por favor, que no me pulan, que no lo intenten. Nunca podré ser una mujer florero. Soy incómoda, porque mal o bien, pienso. Decía Fernando, que era un hombre sabio y bueno –tal vez por eso Dios se lo ha llevado tan pronto- que para ser feliz había que rodearse de personas inteligentes. Con él lo era y con algunos/as otros amigos también, ¿estaré perdiendo el olfato? De una cosa sí estoy segura: de haber estropeado este verano. Menos mal que a la vuelta de la esquina está el invierno y volverán, no me cabe la menor duda, las risas, las complicidades, los/as amigos con su palabra amable, con…, todas esas cosas sencillas que vuelven la vida agradable.

sábado, 27 de agosto de 2011

CADÁVERES, HAMBRE, DESOLACIÓN...

Mientras escribía la entrada anterior la televisión me ha servido unas cruentas imágenes de Libia, cadáveres, muchos cadáveres tirados en la calle. Y hombres armados hasta las cejas disparando a diestro y siniestro. Algo han dicho también de la OTAN, pero creo que no me interesa, lo de la OTAN quiero decir. Sí me preocupan los ciudadanos de Libia. Y a renglón seguido, casi sin reponerme me hablan de Somalia, con imágenes espeluznantes. Dicen que las organizaciones gubernamentales los han olvidado. Hablan de dos millones de niños que pasan hambre y de más de medio millón que morirán casi de hoy para mañana. Veo sus caras, miran a la cámara, pero pienso que son conscientes de que nosotros no los miramos. También veo el entierro del quinto hijo de una familia y la próxima muerte de un chiquito que ya no tiene más que huesos. UNICEF, Intermón-Oxfan, Cruz Roja... todos nos lo cuentan con convicción. Luego hablan de Obama y de sus ejércitos, ya no le presto atención, para qué, allí no hay petróleo, puede que no interese. Para muchos ya no habrá esperanza, aunque por suerte los cooperantes no piensan así, ellos siguen. Supongo que una vida salvada será una gran victoria. Yo dormiré esta noche recordando la mirada de ese niño que captó el objetivo de la cámara, su resignación, su tristeza. Otros, quienes los tengan, lo harán mirando la carita dulce de su hijo o nieto. Así de extraño e injusto es para algunos es el mundo.

"PLAZA DE ESPAÑA"

Los lunes –afortunadamente el próximo pasarán el último capitulo- se exhibe en la - de televisión una serie llamada Plaza de España, que emulando –supongo- el guión de La vaquilla del genial Berlanga, trata –y digo trata, pues no se le acerca ni de lejos- de ofrecer una visión de la Guerra Civil española a modo de aquella comedia protagonizada por un grupo de soldados republicanos –actores de primera línea- que se infiltran en la zona nacional. No voy a poner en duda la calidad de los actores que representan Plaza de España: interpretan a las mil maravillas el estúpido –en mi modestísima opinión- insulso y ridículo guión de los militares que, según la obrita, hicieron la guerra. La acción, como no podía ser de otra manera, se desarrolla en un pueblo perdido de esa llamada España profunda en la que el analfabetismo, en el más amplio sentido de la palabra, era lo de los más normal; y es precisamente el ridículo que origina esa ignorancia el que ha de hacernos reír. Hace unos años, todos –por aquello de que era lo que nos habían enseñado- nos reíamos de las tonterías, hago redundancia, del tonto del pueblo, de la ignorancia de la chacha o de todo aquello que marcara una diferencia social propia de quien no había recibido ningún tipo de formación . Han pasado 26 años desde que se estrenó La vaquilla y puede que entonces nos hicieran reír unos soldados ridiculizados y atrapados en situaciones cómicas, fruto –no hay por qué ocultarlo de la ignorancia-, pero todo ha cambiado mucho –o debería de haber cambiado-, resulta impensable que hoy nadie se pueda reír de la ignorancia de unos soldados "tontos" a órdenes de un coronel más tonto todavía y ridículo que acentúa su estupidez por ser bizco, y las de un teniente zafio. Órdenes que recaen en un pueblo... de idénticas características. Creo que nuestra incivil guerra no tuvo nada que ver con esas mofas –muy divertidas, por cierto en las parodias del genial Gila, pero nada más- pero esperpénticas en los personajes que se les han asignados a –repito- magníficos actores. Supongo que quienes han hecho la guerra, que quienes en algún momento han vestido –obligados o por vocación, que lo mismo da- un uniforme militar y un fusil al hombro no se sentirán representados en esos burdos “soldados”, ni puede que les haga demasiada gracia. No me la hace a mí para quien los militares son una rara especie fuera del alcance de mi entendimiento. La guerra, por desgracia, no ha sido un mal chiste y Berlanga sólo ha habido uno. Los sucedáneos son como la sacarina para el café, uno tiene que conformarse, pero no sabe bien. Supongo que tendrá mucha audiencia, pero record bate tele cinco a base de infelicidades, trapos sucios, discusiones domésticas y un largo etcétera de famosos sin escrúpulos capaces de afirmar que se acostaron con tal o con cual y, al final, por dinero. No creo que todo sirva, nada es más gratificante que la risa, pero hay cosas serias que mejor no ridiculizar si no se posee un gran talento. Reirse de la ignorancia burdamente, como que no -que dicen los jóvenes- como que no va a potenciar ni cine ni teatro. Lo malo....


viernes, 26 de agosto de 2011

UNA HISTORIA, CUANDO MENOS CURIOSA, NOS CUENTA EL PERIODISTA JOSÉ DE ARANGO PARA REIR O...

LA PITA DE CLAUDIO (Artículo de José de Arango publicado en La Nueva España)


Al histórico comercio de La Barraca de Salas la huida de un ave del gallinero le ha costado una sanción de seiscientos euros


Un mal día lo tiene cualquiera. Y una sanción te puede caer -abstenerse de recurrir porque no sirve para nada- por los motivos más estúpidos. Nuestros políticos de las alturas velan tanto por nuestra salud, por los ríos, por los prados, por el monte y por el paisaje que someten al paisanaje a una presión sancionadora que te dejan la cartera en llanta en menos de lo que canta un gallo. Pero en este caso no ha sido un gallo, sino una gallina la que le acaba de costar una multa de veinte mil duros -seiscientos euros por las dos alas- a Claudio García, con tienda, almacén de piensos, ferretería, comercio en general y despensa para cualquier urgencia y que tiene este Corte Inglés rural en La Barraca de Malleza, en el concejo de Salas por más señas, y del que recientemente nos ha contado su historia comercial mi compañero y amigo Ignacio Pulido en las páginas de este periódico. Sucedió que Claudio tiene unas gallinas en régimen un tanto liberal para disponer de huevos caseros para el uso familiar. Están en un gallinero cercano al almacén de piensos. Y un mal día una de las gallinas, que no ha podido ser identificada porque regresó a la alambrera por donde había salido, hizo una incursión por la zona de los piensos, cosa lógica si se tiene en cuenta que el grano es su alimento, con tan mala suerte que en ese momento llegó un inspector que no era de Hacienda, porque esos van directos al mostrador de la tienda a pedir los libros de contabilidad, sorprendió a la pita roxa picoteando en los granos desprendidos de los sacos, sacó la libretina de las sanciones y escribió todo lo que estaba viendo e imponiendo una sanción de seiscientos euros, que son veinte mil duros para que se entienda mejor por estas latitudes de la ribera del Aranguín. El sorprendido Claudio escribió a su vez también cuando recibió la notificación de la multa, pero el recurso no le ha servido para nada. El final de la historia es que o paga o le embargan. Si le amenazasen con requisarle la pita y llevársela para el departamento de sanciones del Principado no tendría mayor importancia, pero, aunque la gallina era el cuerpo del delito, ella no pagaba ni siquiera el coste del papel utilizado por la Administración regional para tramitar tan ejemplarizante y trascendental expediente. Y Claudio ahora vive en un mar de dudas. No sabe si clausurar el almacén de piensos, si cerrar el gallinero y quedarse sin huevos caseros, si ponerle un detective privado a sus gallinas, si dejar a la comarca sin servicio de alimentación agropecuaria, sin bar, sin tienda, sin zapatillas ni madreñas porque no merece la pena ya estar en activo. Le apetecía mucho mandarle a Lola, su esposa, echar la pita al pote con arroz, pero no pudo, ni siquiera el inspector de esta historia, identificar a la pita y tampoco podía cometer una injusticia fusilando al amanecer a una gallina inocente. Y Claudio, modelo de mesura, de seriedad, de educación, de biempensante y bien hablante, vengo notando que en los últimos días ya no es el que era. Y todo por una pita.

miércoles, 24 de agosto de 2011

UN POCO DE CORDURA, artículo de Virginia Álvarez Builla.

No se puede creer que la envidia, el rencor, o la mala uva por no decir otra cosa puedan sacar punta a todo, incluso algo tan altruista y digno como que una cirujana que ama su profesión y que ha renunciado a ella, durante algún tiempo, por el amor que tiene a su pueblo, sea criticada tan duramente por operar un día a la semana, donando sus honorarios a instituciones benéficas.
Todo el mundo sabe o debería saber que un cirujano no puede estar mucho tiempo sin operar, perdería destreza, por ello Carmen Moriyón sigue operando. Es cierto que tiene dedicación completa a la Alcaldía, pero si alguien duda que ocupa todo el tiempo del día en su labor de alcaldesa, no tiene mas que hojear los periódicos desde que tomó posesión del cargo y se la ve asistiendo a un montón de actos distintos cada día. Me consta que bastante a menudo no tiene tiempo para comer.
Ella ha renunciado a su vida para dedicarla a intentar solucionar los problemas del pueblo gijonés. Para empezar lleva muy poco tiempo y no se puede juzgar todavía pero se la juzga sin piedad. Todos sabemos que las cosas tienen que ir despacio por que hay mucho que hacer y prácticamente sin recursos, pero se le pide que saque su varita mágica y reparta oro para todo el personal. La cuestión es que no tiene varita mágica ni es una maga.
Tiene que ser desesperante, ocupar un cargo que no te deja tiempo para ti y los tuyos, intentar hacerlo lo mejor posible y no recibir más que patadas en respuesta. Yo no lo aguantaría ni cuatro días, diría muy poco educadamente «que os zurzan, no me merecéis» y me iría a mi casa feliz de la vida. Pero Carmen no, sigue adelante con una sonrisa, atendiendo a todos con la amabilidad que la caracteriza y lo menos que merece es una palmadita en la espalda y un estoy aquí si me necesitas. Con esta actitud los pueblos mejorarían y las gentes también.
Se me dirá que se me ve el plumero, que yo pertenezco a Foro, lo cual es cierto y que soy amiga de Carmen, lo cual no es cierto pues no la conocía antes de ser nombrada candidata. Sin embargo, en este poco tiempo he comprendido que los gijoneses, aunque muchos no lo merecen, tenemos mucha suerte con ella, que si hay alguien capaz de sacarnos del atolladero es ella.
Por otro lado si hay que sacar el sentido del humor en todas las ocasiones, entra risa el pensar la que se armó por unas operaciones, que benefician a los operados y a las organizaciones caritativas que recibirán el dinero. Parece que Carmen se haya dedicado a organizar bacanales o borracheras. Estoy segura que dedicará todo el tiempo que resta del día de las operaciones a la alcaldía. Además creo que todo el mundo tiene que tener tiempo libre para disfrutar, hasta una alcaldesa.
(Publicado en el diario El Comercio, 24-08-2011)

ORLANDO MORATINOS Y SU AMISTAD CON LUIS ARGÜELLES

Orlando Moratinos Otero dijo...
He visitado algunas veces durante los últimos meses a Luis. Como podreis imaginar su lucidez ya no es la que era,aunque mantiene su encanto bonachon, de buen paisano y jovial sonrisa, aunque, en ocasiones, saca un poco el genio con las auxiliares a su cuidado -que, dicho sea de paso, son muy cariñosas con él-. No quiero ni recordar los años que tengo la suerte y el privilegio de contar a Luis como amigo. Siempre se ha dedicado a ayudar a todo aquel que se lo solicitaba. Consejo o dato que estuviera en su mano nunca te fallaba. Allí estaba siempre. Desde el Pueblo de Asturias, pasando por la pequeña Biblioteca de El Coto en aquel pequeño bajo de la calle Leopoldo Alas, 50, hasta el año que lo jubilaron. Muchos de sus amigos ya asistimos a un homenaje creo que organizado por aquellos más íntimos. Recuerdo que se le obsequío con una edición facsimilar de El Libro del caballero Zifar ¡le encantó! Creo que aquel día debió de dormir con aquella preciosa edición. Merece un reconocimiento popular con apoyo institucional del Ayuntamiento. Inolvidable Luisín, entrañable como persona cuya biografía está unida a su querido Gijón sin la menor duda. Alguien tiene que tomar nota.

(Orlando Moratinos es secretario del Foro Jovellanos y este texto es un comentario que hizo a una de las entradas que hacía referencia a Luis, a ver si hay suerte y como el autor dice: "Alguien tiene que tomar nota")

martes, 23 de agosto de 2011

A POR LA ALCALDESA...

Suena fuerte, pero eso es exactamente lo que la oposición ha intentado -en vano, por supuesto- hacer tras el reportaje publicado en El Comercio y que yo reproduje en una entrada anterior. Afortunadamente no todo el mundo es tonto -sea del palo político que sea-, así en Facebook se pueden leer cientos de comentarios defendiendo su postura -que no lo necesitaría, su total coherencia es la mejor defensa-. A unos cuantos -lo dejo en eso, en unos cuantos- les molesta que en su tiempo libre se dedique a lo que más le gusta y -también hay que decirlo- posiblemente lo que mejor hace. A mí se me ocurre pensar que estarán, hago redundancia, pensando esas señoras tocadas de cáncer que confían en ella y a las que opera en su tiempo de ocio. ¿Tendrían la misma opinión si ellos/as -los criticones- padeciesen la enfermedad y por una cuestión -inesistente legalmente, dado que no media compensación económica ni merma su trabajo como alcaldesa- de incompatibilidad no pudiese ser operados por la mejor. Porque quienes la conocieron en la práctica de su profesión así la tienen catalogada. He visto a muchas personas lamentar su paso a la política, porque -decían- es la mejor. Ni quito, ni pongo, afortunadamente no he padecido el tan temido cáncer de mama. Y si me sucediera creo que intentaría ser operada por las manos de esa mujer sencilla que tanta confianza inspira en sus pacientes. Y como alcaldesa... ¡qué puedo decir!, tiempo al tiempo. De momento hay -pese a las zancadillas de la oposición- mucha coherencia y más transparencia. Cualidades que no son precisamente las que ponen en práctica determinados -dejo un espacio para las excepciones- a los políticos, pero probablemente -con toda seguridad- haya llegado la hora de cambiar radicalmente el pensamiento -hasta ahora todo eran maquinaciones por ver cómo suplanto a..., por no mencionar cómo me beneficio- y la acción (en favor de la colectividad, claro). No será nada fácil, pero como la propia alcaldes dice: Como las hormiguitas: trabajando. Pues...¡Déjenla trabajar de una vez, señores de la oposición!

domingo, 21 de agosto de 2011

DOCE MiLLONES DE PERSONAS SE MORIRÁN EN ÁFRICA DE HAMBRE SI NADIE LO REMEDIA

Dice UNICEF que si no reciben ayuda de inmediato140.000 niños están en riesgo eminente. Yo me pregunto -entre otras muchas cosas, que no son políticamente correctas ciertamente- si el de la foto seguirá aún con vida. Pero, ¿de verdad nos importa, le importa la vida de estos pequeños a alguien? Un millón de jóvenes de todo el mundo han recibido al Papa en medio de una gran alegría. Ha venido, dicen, para recordarnos que debemos de potenciar los valores, la caridad, velar por la familia... ¿Y del hambre en el mundo? Desvarío, de nuevo no soy políticamente correcta. Dirán que mezclo churras con merinas. Pero..., insisto, ¿Y del hambre de 12 millones de personas qué? No sigo, no quiero que llueva demagogia, simplemente hago una invitación a la reflexión.

REPITO:
DOCE MILLONES DE PERSONAS MORIRÁN EN SOMALIA Y SU ENTORNO DE HAMBRE Y ENFERMEDADES EVITABLES EN LOS PRÓXIMOS MESES SI NADIE LO REMEDIA, LA MAYOR PARTE NIÑOS.


sábado, 20 de agosto de 2011

CARMEN MORIYÓN: MUCHO MÁS QUE ALCALDESA

OPERAR ME MANTIENE EN CONEXIÓN CON OTRA REALIDAD (Carmen Moriyón)
Carmen Moriyón continúa realizando intervenciones mamarias de forma esporádica y altruista
(Entrevista publicada en el diario El Comercio 20/08/2011)

Hospital de Begoña. Tarde de un miércoles de verano. Apenas se le pueden ver los ojos, pero son de sobra identificativos. Es Carmen Moriyón. Lleva puesta la ropa de cirujano, gorro, mascarilla y guantes. Zuecos azules, tipo 'crocs', que contrastan con el verde de la equipación, y un ángel de la serenidad prendido en la solapa de la bata. Hoy, por unas horas, vuelve a ser la doctora Moriyón. Las 24 del día, recuerda, «soy alcaldesa». En realidad, solo unos pocos y, por supuesto, sus pacientes, lo saben, pero desde que fue elegida para dirigir los designios de la ciudad bajo las siglas de Foro, siempre ha conservado «algo de tiempo personal» para seguir dedicándose a su profesión, la de cirujana especializada en mastología. Y no porque quiera, como dicen en la jerga médica, «hacer manos», es decir, seguir practicando para no perder la técnica, «sino porque tengo unos compromisos adquiridos con unas mujeres a las que o bien operé y ahora hago el seguimiento, o bien fueron diagnosticadas y quieren que las opere. Y no las voy a dejar tiradas», asegura.
Además, por qué no decirlo, «porque me encanta. Es mágico entrar por la puerta de este hospital y que todo vuelva a ser como antes. Aquí a nadie se le escapa otro tratamiento que no sea el de 'doctora Moriyón' y eso, qué quiere que le diga, es muy reconfortante».
Porque ponerse la bata y los zuecos le ayuda a seguir cerca de lo que verdaderamente importa. «Operar me mantiene en conexión con otra realidad. ¿Qué trabajo puede haber más real que el que te mete en un quirófano para resolver un problema de salud? Y eso es lo que me gusta a mí, trabajar y resolver y eso es lo que quiero hacer en este Ayuntamiento, trabajar y resolver».
La doctora Moriyón opera de forma esporádica y no ingresa un euro por las operaciones que realiza: «Esa cuestión la solventé hablando con la dirección del hospital y el acuerdo al que llegué es que los beneficios que se obtuvieran se destinaran a una asociación benéfica de la ciudad». Y así es, y así se lo explica a las pacientes a las que atiende siempre que puede y tiene un hueco libre. Otro tema, insiste en que debe quedar claro, es que «todas las pacientes vienen de las distintas mutuas que existen en el mercado, por lo que ellas no pagan. De momento no he hecho ninguna intervención privada y si viniera, tendría que estudiar la manera de que el cobro se derivara a esa misma asociación con la que colaboro», indica.
Entrenamiento
De su experiencia de veinte años como cirujana se ha llevado mucho a su despacho en el Ayuntamiento: «El entrenamiento físico y mental que te dan las guardias de cirugía no lo sabes hasta que no entras por esta puerta -dice, indicándola-. Cuando estás allí dentro no te das cuenta, pero nunca habrá una tarea en este Ayuntamiento que requiera más concentración que estar encerrado siete días al mes durante las 24 horas operando de urgencia, de ocho a ocho, y sin saber lo que te puede entrar por esta puerta, desde un accidente de tráfico a una apendicitis».
Así que tiene muy claro el mensaje para quienes pudieran achacarle inexperiencia política: «Esta actividad, la de cirujano, nos capacita para todo. Pude tener dudas al principio, pero ahora no, soy capaz de esto y de más», dice, refiriéndose a su posición como primera edil. Y extiende esa idea a todo su equipo: «Somos más que capaces, todos venimos de currar y eso te da un hábito que se puede aplicar a todos los campos de la vida».
No obstante, Moriyón no cree que el suyo deba ser el ejemplo, es decir, no espera que otros políticos con profesiones tengan necesariamente que seguir desempeñándolas: «Cada uno es cada uno, yo respondo de mí. Además el mío es un caso excepcional porque soy médico-cirujano, no es lo mismo». Y de inmediato le viene a la cabeza la figura de Umberto Veronesi, en quien se mira: «Fue ministro de Sanidad en Italia y siempre siguió trabajando en lo suyo e, incluso, se mantuvo en el cargo de director del Instituto de Tumores de Milán».
De hecho, la alcaldesa no se limitará a hacer intervenciones quirúrgicas de manera esporádica, también continuará con sus clases en la Fundación de Estudios Mastológicos, de la que es miembro. «Enseño patología mamaria en la Universidad Menéndez Pelayo y es algo que no quiero dejar. Damos clase de octubre a mayo los segundos viernes de cada mes y me viene muy bien porque esos viernes hay Pleno, así que después puedo coger el avión».
-¿Y nunca se cansa?
-Pues como todos, pero eso es vida. Me mantiene en contacto con mis compañeros y también en contacto con la comunidad científica. No quiero despegarme porque sé que esto de ser alcaldesa algún día se va a acabar, pero nunca dejaré de ser médico y en mi tiempo libre yo decido lo que quiero hacer. Podría ir a nadar al Grupo o a hacer la ruta del colesterol... Además, mucho peor sería tener una guardia el domingo ¿no?
-Pero volvamos al quirófano. ¿Cómo hace para pasar de una comisión de Hacienda o de una junta de Gobierno a una sala de operaciones? No puede resultar tan sencillo...
-Pues en cierta medida, sí lo es. Hay una técnica adquirida, son veinte años en ello y, además, siempre nos enseñan que no se opera solo con las manos, también con la cabeza. Y la verdad es que tengo esa capacidad para cambiar de chip sin problema. Incluso diría que me relaja operar.
En todo caso, la doctora Moriyón sí sigue un pequeño ritual antes de comenzar la intervención, «un paseíllo», dice ella, en argot taurino. «Saludo a la paciente, le digo que todo va a pasar ya, que piense en algo agradable para despertar tranquila de la anestesia y, mientras el equipo entra, yo, que entro la última, me tomo un café».
Pero la medicina es solo un apunte, una cita adaptada a su agenda de alcaldesa, y nunca al revés. De ello es consciente Carmen Moriyón, que también encuentra temas fascinantes en su despacho de la plaza Mayor, como los de medio ambiente y los de los asuntos sociales. «Los temas ecológicos y de medio ambiente me encantan y soy especialmente sensible a los asuntos sociales. Pero, además, cuando me explican bien las cosas, porque a mí no me da vergüenza preguntar si no sé, le acabo encontrando encanto a temas tan áridos como pudiera ser el Plan General de Ordenación. Todo, cuando lo conoces, puede gustarte».
De la política extirparía dos tumores: «La hipocresía y holgazanería» y si la pregunta de moda es si se siente indignada, contesta: «Yo hago una definición, y el título que lo ponga quien quiera. Llevaba años, lo confieso, sin votar porque no me sentía representada por ningún líder y cuando vuelve Francisco Álvarez-Cascos me afilio y, no solo eso, sino que me propone como candidata y lo acepto. Sí, indignada, pero con compromiso, porque la indignación sin el siguiente paso, que es el compromiso, no vale para nada».
Quizás en eso radique precisamente el hecho de que Carmen Moriyón vuelva de vez en cuando al quirófano. El paso de un despacho de madera amplio, con sillón de piel, ventanales y cafetera particular a uno austero, sin ornamentos y en el que para tomarse un tentempié hay que levantarse para ir a la máquina es un «un sano ejercicio» que la alcaldesa quiere practicar siempre que pueda

LOS DIBUJOS DE LUIS ARGÜELLES

La mascara extraña.

Ésta es sólo la muestra de los magníficos e ingeniosos dibujos -cuadros- de Luis. Os invito a visitar su "galería" virtual. El enlace: http://www.flickr.com/photos/27106615@N07/2604221028/in/photostream

Son muchas las facetas de Luis poco conocidas, no estaría nada mal sacarlas a la luz. Seguro que su hijo tiene algunos textos publicables. Luis era -es- un hombre con una imaginación privilegiada, sacaba partido de las cosas más simples. Hay una frase, por el acuñada, que ahora -que ya han pasado lo menos cuarenta años- aún utilizo cuando la situación se pone dificil. Íbamos los dos a examinarnos a la Facultad de Ciencias de la Información -el entonces ya era abogado y, con relación a mí un señor mayor-, antes de los exámenes yo era un manojo de nervios que daba vueltas repitiendo, "no sé nada, se me olvidó todo lo que estudié". Luis me miraba , y con gran seriedad y mayor sorna, creó un latinajo a mi medida - a mi incultura en lenguas clásicas quiero decir-: "Nena, intelectus aprentandum discurri que rabia, así que ¡ala pa dentro!" Y como digo, hoy,cuarenta años después, cuando me veo en apuros tiro del latinajo y me viene a la mente el recuerdo de su autor. No creo que muchas personas hayan tenido el privilegio de que una persona tan ingeniosa inventara un latinajo a su medida.

http://www.flickr.com/photos/27106615@N07/

miércoles, 17 de agosto de 2011

Y QUIÉN ES EL AUTOR DE LOS "DOMINGOS POR EL RASTRO"

Me consta que algunas personas que se asoman a mi blog siguen los artículos de José Marcelino, "Domingos por el Rastro". Y por algunas preguntas que me hacen veo que no lo conocen, por eso en el anterior le he puesto cara. Y hoy, brujuleando por la Red, he encontrado esta entrevista que le hacía en al 2009 Cuca Alonso que reproduzco para... para eso, para que le conozcan un poco mejor. Me consta que a José Marcelino no va a gustarle nada la idea: no me importa, porque si se publicó ya una vez, no veo por qué no puede publicarse dos: documento público, en todo caso.

JOSÉ MARCELINO GARCÍA FERNÁNDEZ POR CUCA ALONSO
Teólogo, escritor y ATS

Conocí a José Marcelino García hace varios años, cuando su esposa regentaba una pequeña tienda de regalos en la calle La Merced. Configuraban una pareja muy agradable, ambos eran buenos conversadores, y cordiales, pero pasado un tiempo aquel negocio desapareció y yo dejé de verlos. Había transcurrido más de una década cuando una mañana, en la tribuna de la capilla de la Residencia de Ancianos «Teresa Jornet», de Somió, un señor me saludó cordialmente; el coro de Antiguas Alumnas de la Asunción nos disponíamos a ilustrar la misa solemne de la comunidad. Terrible desconcierto, ¿de qué le conocía?, me pregunté. Seguí la charla con naturalidad, aunque con todas las antenas en alerta, y el enigma acabó por despejarse sin menosprecio de la persona; José Marcelino se está enterando ahora de mis dudas, al leer este comentario. Era el mismo de siempre, hablador, ágil de mente, espontáneo...
«Soy de Candás y me apellido Fernández-Luanco, ¡qué paradoja!, siempre procuré ocultarlo ante mis paisanos», dice con humor. En otras ocasiones su conversación destila nostalgia, pese al sufrimiento pasado. Su personalidad parece contradictoria, se alternan en ella la alegría y la pesadumbre, «he visto demasiadas tragedias en mi vida». Mayor de tres hermanos, Marcelino García vino al mundo, «a mediados del siglo XX», comenta sin más precisiones. Hizo sus estudios entre el Seminario de Oviedo y el Instituto Jovellanos de Gijón.
-Explíqueme esto, ¿acaso no está invertido ese orden docente?
-No, permanecí en el Seminario hasta los 18 años, y al abandonarlo tuve que convalidar los estudios y hacer la reválida en el Instituto Jovellanos de Gijón, en total dos años. Venía a Gijón todos los días desde Candás en aquel tren de Carreño que bordeaba los acantilados del mar. Mi título de bachiller está firmado por Sara Suárez Solís. Al terminar me fui a Madrid para estudiar ATS en la Facultad de Medicina de la Complutense.
-Pero a la vista de su currículum no se terminaron ahí sus estudios...
-Volví a Gijón y empecé a trabajar en el Hospital de Jove, y en la Casa de Socorro de la Carretera de la Costa. Conocí a los grandes médicos de la época, Blas Villaverde, Eusebio Mosquera, Juan Calderón y Barca, Jesús García Rendueles... Aquélla era una Medicina muy especial, incluso llegué a bautizar a algún recién nacido poniéndolo bajo el grifo; había mujeres que iban a dar a luz en una situación muy comprometida, y los niños nacían medio muertos, «corre, bautízalo, me decía don Jesús». En la Casa de Socorro, a veces se vivía un ambiente sórdido, todo terminaba allí; veíamos puñaladas, violaciones, borracheras, suicidios o intentos de suicidio, mordeduras de perros, o de los pavos del Parque de Isabel la Católica. Y un día decidí estudiar Teología
-¿Por qué?
-Había sido seminarista y me interesaban las cuestiones teológicas. Las cosas se facilitaron mucho cuando la Universidad Pontificia de Salamanca nombró al Seminario de Oviedo centro asociado. Esto significaba que podías licenciarte en Teología estudiando aquí. Para los exámenes, lo mismo, venía un tribunal de Salamanca a Oviedo.
-¿Para qué sirve un título de teólogo?
-Profesionalmente para poco, puedo decir que a mí nunca me ha reportado ni un euro, pero desde el punto de vista espiritual es un gran valor, aunque a veces puede llenarte de angustia. Hoy puedo decir que creo, aunque parezca absurdo. Me siento lleno de fe, pienso que la fe por sí sola es un milagro.
-¿Le cambio algo su vida profesional, la nueva licenciatura?
-No, durante 30 años, los mejores de mi vida, fui ATS de Aceralia, y en la actualidad ejerzo alguna responsabilidad en la Iglesia, de tipo pastoral, principalmente en Carreño. También he sido profesor de Cristología en el colegio San Vicente, formando a los profesores de Religión.
-¿Qué es la Cristología?
-Algo apasionante. Es la parte de la Teología que analiza la figura de Jesús de Nazaret desde el punto de vista humano y divino. La elaboración de este estudio se ha ido formando en la Iglesia a través de muchos años, y su curso acaba por resumir lo más bello de las concepciones humanas. Jesús de Nazaret es la personalidad más fascinante, más total, de la larga historia de la Humanidad.
-Se ha referido usted a las tragedias de su vida...
-Candás, en mi niñez, sufrió grandes naufragios, hubo muchos marineros que perecieron ahogados, incluso algunos de mi familia. Se vivía un ambiente terrible, de continuo temor, sobre todo en los inviernos. Por otra parte yo me había casado con una gijonesa maravillosa, Begoña Suárez, a la que usted conoció; era antigua alumna del colegio de La Asunción. Tuvimos dos hijos, Beatriz y Jordán. Pero... Begoña falleció a los 57 años como consecuencia de un cáncer que le produjo grandes padecimientos, aunque nunca perdió la fe. Está enterrada en el cementerio de Perlora, y en su lápida, por su propio mandato, está escrito: «Y después de este destierro muéstranos a Jesús». Hoy, afortunadamente tengo un nieto de cuatro años que ya es fanático del Sporting.
-¿Cuándo inició usted el camino de la Literatura?
-Siendo muy joven me presenté a un concurso de cuentos convocado por LA NUEVA ESPAÑA, con el título «Breve historia de amor y muerte». No resultó ganador, pero sí finalista y lo publicaron acompañado de un magnífico dibujo de «Falo». Yo tendría 19 o 20 años, y quedé entusiasmado. El cuento tuvo muy buena acogida, e incluso lo elogió Luciano Castañón. Más tarde tuve la suerte de tener como compañero de profesión y maestro a Luis Fernández Roces. Compartíamos hasta los turnos, y él escribía en sus noches de guardia. Allí, en Aceralia, nacieron muchas de sus grandes obras.
-¿Y cómo evolucionó su propia carrera literaria?
-Empecé a publicar cosas en los porfolios de las fiestas del Santo Cristo de Candás, al mismo tiempo que colaboraba en revistas de poesía. Publiqué mi primer poemario, «Mar en alborada», en 1988, y algo más tarde, en 1993, «Barrios de Candás», que constituye un paseo lírico por las calles de mi pueblo; fue prologado por Sabino Fernández Campo. Este año vi editado «El humo de los barcos», que aunque no es una obra poética completa la trilogía dedicada a Candás. En él describo recuerdos de mi infancia y juventud, vivencias de aquel Candás salazonero. El prólogo es de Carmen Gómez Ojea y las ilustraciones, incluida la portada, son preciosas, obra del célebre acuarelista Cuervo Viña. Todas las ediciones han sido patrocinadas por el Ayuntamiento de Carreño.
-¿Piensa seguir escribiendo?
-Sí, estoy preparando un libro sobre el rastro de Gijón; soy su visitador habitual desde hace años. El rastro configura un espacio mágico, conozco a todos los gitanos, a las aldeanas que viene a vender, a los chatarreros, los pillastres... Compro y tengo la casa llena de trastos. A veces se descubren piezas preciosas que están esperando que alguien las rescate para devolverles su dignidad. Pienso que los libros que están en el rastro han alcanzado la gloria, sólo es preciso mirar sus autores, Quevedo, Valle Inclán, Lope de Vega... Seguro que jamás se encontrará allí un libro mío.

EL VENDEDOR DE PRO INFANCIA, artículo de JOSÉ MARCELINO GARCÍA

Parece un hombre que viviera en una cabaña río arriba y que, a remo, bajara por el Piles en una chalanilla, entre la niebla que se va aclarando, para vender cada domingo su pro infancia: esa rifa ilustre, con pátina de un pasado gijonés gremial, tranviario, fabril y carantoñero. Muy temprano, se coloca en un tramo de acera, a la entrada del Rastro, y pasa en ella, quieto y al paso, las primeras horas de la mañana, mirando fijamente a los transeúntes, por ver de pescar alguno en su débil red de papel de rifa.
Es un abuelo que parece respirar con dificultad, abrigado en los meses de hierro por una ropa endurecida como por la salitre, y cubierto, en los días muy crudos, con pasamontañas, suelto en dos lengüetas que le tutelan -con flojedad- la cara cetrina de antiguo fumador. Vende, ya digo, su pro infancia que, como adarga, lleva prendida a la solapa. Y la vende con la mirada, porque no sé si este hombre está malherido del pecho, de la garganta o del corazón.
El Rastro va alcanzando la frondosidad de la mañana, y se ve el ir y venir del reguero de sus huéspedes entregados al rebusco, al chalaneo, al engaño o a la oportunidad. Y el vendedor de pro infancia (especial para el domingo) sigue en la lentitud de su paso, sin cambiar de acera nunca, acuestas con el papel de su cansancio, o parado quietamente como estatua, levantada la cabeza, como para ver lo que cuelga del cielo. Y siempre ahí, en los umbrales del Rastro, sin atreverse a entrar en su desorden de cuarto de juegos de adulto, en su tropelía de cosas derribadas, de jirones, de muebles antiguos, de novelas amarillas, de libros cristianos, de chatarras, orinales y frascos.
No le sale la copla, no, a este viejo, como a otros vendedores que también laborean gentilmente la suerte por el Rastro. Su palabra es un sutilísimo gesto, una palabra en blanco, como de juego infantil, a señas, o como un roncón de gaita muy atenuado, sin verbos ni adjetivos. Sólo el Ser y el Estar esencial de cada domingo de este viejo pro infante, que llega por el Piles, hasta las mismas puertas de la mar, en una chalanilla, a vender sus papeletas, sin levantar siquiera la voz. Así como lo digo.

(Publicado en el diario EL COMERCIO, 17/08/2011)


domingo, 14 de agosto de 2011

LUIS ARGÜELLES, semblanza por Eva Montes. (publicada en el diario EL COMERCIO )

Fue un abogado efímero. Las leyes, humanas y divinas, siempre fueron de obligado cumplimiento para un hombre religioso como él, pero lo cierto es que nunca le apasionó hacérselas cumplir a los demás, así que su trabajo en ese despacho de Oviedo duró poco. El entonces joven Luis Argüelles para lo que quería las leyes que había estudiado era para investigar los fueros, para comprobar hasta qué punto las disposiciones legales habían determinado las costumbres de Asturias. Por eso su ámbito, aquél en el que era realmente feliz, fue siempre cerrado, solitario, perdido entre miles de libros amontonados en bibliotecas propias y ajenas, de los que extraía los mundos antiguos para, haciéndolos suyos, darlos a conocer.
Hoy sería un asturianista. Un profundo y apasionado conocedor de las tradiciones más ancestrales de Asturias. Pero entonces, por la mitad del siglo pasado, la apatía ciudadana hacia las raíces de la indumentaria, de los bailes, de los instrumentos, de los utensilios o de la vivienda asturiana no tenía ningún valor. Sin embargo, ello no limitó las ansiedades de aquel hombre afable, erudito y enfrascado en su propio pasado que nunca se resignaba al olvido. Por eso allá por los años 50, ante la falta de grupos folklóricos en Asturias, creó uno propio en Torrecerredo que le sirvió para estudiar y hasta para aprender a bailar sones astures. ¿Y de qué sirve el conocimiento si no lo compartes?, debió de pensar Argüelles antes de divulgar a través de este periódico sus crecientes descubrimientos de los mitos y las costumbres de nuestros antepasados.
Pero nada hubiera sido igual en su vida si su amigo Daniel Palacios no le hubiera hecho partícipe de aquella ambiciosa idea que dibujaba un museo etnográfico en Gijón. Y mucho menos sin el atrevimiento de Luis Adaro, allá por 1967, cuando, durante la clausura de la Feria de Muestras planteó oficialmente dar cuerpo al aire libre a aquella idea etnográfica que nunca hubiera podido ser sin todas las aportaciones, sin aquellos numerosos utensilios que Argüelles y su amigo Moro, redactor de este periódico, recopilaron merced a la generosidad de tantos y tantos aldeanos.
Marola, Tejerina y Patac
No fue comprendido entonces Luis Argüelles. Durante años apenas unos pocos valoraron su trabajo. Pero era inasequible al desaliento y encandilaba a la tertulia que compartía con Marola, con Tejerina, con el Padre Patac, con amigos que disfrutaban con el poder transmisor de aquel hombre apasionado y curioso, que fue haciendo crecer aquel Museo Etnográfico del Pueblo de Asturias hasta convertirlo en algo propio, en algo sobre lo que ejercer autoridad y conocimiento desde su atalaya de director. Veinte años vivió ese sueño.
Hasta que le despertaron. Fue el Ayuntamiento. Quiso darle otro enfoque al conjunto por él levantado y prescindió de sus servicios. En contra de su voluntad. Y recurrió a la Justicia. Y ganó. Pero ya nunca volvió a su museo. Fue destinado a otro de sus mundos. Una biblioteca. La de El Coto. Y allí consumió sus años laborales acunado por el agradecimiento de los vecinos de Ceares, a los que recuperó su Cruz. O de los muchos asturianistas que conocen los trajes tradicionales de sus ancestros gracias a sus aportaciones en 'Indumentaria popular en Asturias'. O por sus incansables buceos periodísticos a través de El Viejo Gijón de EL COMERCIO.
Hoy roza los 82 años y ya no tiene a su Margaritina. La mujer que supo comprender su alma delicada y su educación femenina. La que le dio el hijo que podría haber retratado Gabriel y Galán y la que completó una vida desproporcionada. Entre lo dado y lo recibido. Entre el tiempo y la mente. Entre la Asturias que nadie quería descubrir y la que hoy, conocedora de sí misma, ve pasar bajo su ventana.

jueves, 11 de agosto de 2011

CADENAS DE DEPENDENCIA

Nada me parece más cruel que las cadenas con las que algunas personas intentan amordazar corazones ajenos. Ese "te quiero" y por tanto, me perteneces, es lo más alejado del amor que uno puede imaginarse. Conozco algunos matrimonios tremendamente infelices porque uno de los dos se empeña en crear una relación de dependencia que no tiene más base que el dominio por medio del chantaje emocional, frases como "con lo que yo hice por ti", "yo que sacrifiqué mi vida por darte lo mejor", "por nuestros hijos", por... y eso, en realidad, no son más que cadenas, tremendas cadenas que atentan contra la libertad que es el amor. Ese sentimiento que si es auténtico no precisa ninguna atadura que sea necesario justificar con palabras. Pena me dan quienes no entienden que el amor no puede tener más cadenas que las que genera el propio sentimiento, que el amor no es una obligación que se pueda imponer. Y mucho menos con el destructivo chantaje emocional, con el fomento de los tan dañinos sentimientos de culpabilidad. Hay hombres y mujeres que convierten a su pareja en una propiedad, como si de un bien material se tratase. He presenciado en alguna ocasión situaciones que, amén de violentas, avalan lo que digo: matrimonios de compras, por ejemplo, discutiendo públicamente, quitándose la palabra frente a un desconcertado vendedor. "Tú te callas que no entiendes nada"es una frase bastante oída por los sufridores dependientes. También observo, principalmente ahora en verano, matrimonios sentados en una terraza que más bien parecen enemigos: caras serias, mirando no se sabe muy bien hacia dónde, en todo caso en dirección contraria a su pareja, de cuando en cuando alguna palabra en forma de gruñido, sin conversación, sin alegría: unidos probablemente por esa cadena que ellos consideran deber. Nos falta -en mi modestísima opinión- una formación para la vida, para, al menos, perseguir la felicidad y no anclarnos en esa infelicidad de reproches, de malas caras, de amargura. Es como si se nos hubiera olvidado que la vida es corta y que debemos intentar ser un poco felices, las miserias vienen solas, pero la felicidad hay que perseguirla, mientras no abandonemos la búsqueda seremos capaces de sonreir, de charlar, de compartir, una vez que quedemos anclados sin esperanza, y que consideremos que ese es el estado natural, que eso es lo normal, que es nuestro deber, ya lo habremos perdido todo. Seremos ese corazón oprimido por tremendas cadenas.

miércoles, 10 de agosto de 2011

DE MUJER A MUJER, artículo de Virginia Álvarez Buylla

Estos días he visto unos cuantos desfiles de moda. No sé si transcurrían en Milán o París o Nueva York. Son todos tan parecidos... Una de las cosas que les hace tan similares es el aspecto de las modelos: tan altas, tan delgadas, yo diría que huesudas, con aspecto de famélicas y rostros que quieren parecer altivos, pero que denotan tristeza. Pensar que muchas mujeres las envidian y, sin embargo, ellas distribuyen su vida en dietas draconianas, gimnasios y operaciones de estética... Una gran mayoría son explotadas por hombres cochinos que las abandonan a los dos días por una más joven. No puede ser, hay que acabar con esta situación. Yo os aseguro que tengo la solución. Si me hacéis caso, todos esos chupópteros que viven de vosotras tendrán que buscar otro medio de vida.
Lo que hay que cultivar es el intelecto. Éste dura toda la vida. Os hará ser fuertes y seguras y no depender de nadie más que de vosotras mismas. Tenéis que estudiar, leer, ver cine, viajar, buscar la compañía de gente interesante que os aporte sabiduría, no sólo jóvenes musculosos que os lleven al huerto. Bueno, eso también, pero en igualdad de condiciones. Un hombre que os aprecie sólo por el físico, os abandonará en cuanto os salga un grano. Tenéis que encontrar hombres que os aprecien por vuestra valía, que se sientan orgullosos de vosotras, que cuando subáis un escalón en vuestra profesión se sientan felices. Cultivad a la familia y a los amigos, que son los que estarán siempre a vuestro lado. Ser generosas. Y si puede ser simpáticas y alegres, mejor.
No quiero decir con esto que os olvidéis del físico, que es importante para la salud y da un gran placer verse lo más estupenda posible. No os empeñéis en meteros en la ropa que os quieren empaquetar. Hay que ponerse lo que más nos favorezca, y eso se puede conseguir. Si yo lo he conseguido con el tamaño que tengo (eufemismo), vosotras también podéis.
Bueno, chicas, espero que os gusten mis consejos, No os preocupéis, que no se acaban. Tengo más.
(Publicado en el diario El Comercio, 10-08-2011)

NADA DEBE DE SER MÁS TRISTE QUE ENVEJECER AL LADO DE LA PERSONA CON LA QUE NO COMPARTES NADA

Por la foto se diría que no se quieren ni ver. Pocas cosas puede que sean más tristes que envejecer al lado de una persona con la que lo único que se comparte es el techo. Cambio el tiempo verbal: lo único que se ha compartido. La vejez, por mucho que nos empeñemos en adornarla con eufemismos no es hermosa, al menos físicamente. Luego están las enfermedades, los achaques…, y un largo etcétera de penurias que acompañan el paso de los años. No obstante, hay viejos y viejos. No todo el mundo se enfrenta de igual manera a este derrumbe que es esta etapa de la vida. Mari, una de mis vecinas siempre dice que de viejo uno es igual que ha sido de joven. No estoy muy segura que esto sea totalmente cierto, ni tampoco falso. La verdad es que he conocido hombres y mujeres siempre a contrapelo, independiente de su edad. Es más, si de joven eran insoportables de viejos lo eran mucho más. Personas que con el paso de los años se han vuelto feas, arrugadas, con un rictus de amargura que invita a tenerlos lejos. Por el contrario, conozco otros viejos que pese a estar encorvados, llenos de arrugas, más llenos aún de dificultades siempre mantienen una sonrisa cautivadora, tienen una fuerza especial que atrae, la que te invita a preguntarles como están, y siempre te responden lo mismo: bueno, vamos tirando…bien, bastante bien. Pese a que caminen con tremendas dificultades, pese a que posiblemente alguien tire por su silla de ruedas, pese… a todo. Son esas personas que han sabido envejecer, que han entendido el sentido de la vida –o si no lo han entendido por lo menos se lo intentan dar, que ya es mucho-. Mi abuela que era un mujer alegre, comunicadora, se diría que hasta feliz –si es que la felicidad existe-, mientras se recupera de una trombosis que le dejó medio cuerpo inválido y disminuyó mucho su movilidad, con lo que eso significa, siempre me decía: Nena péiname curiosita no dejes que parezca un adefesio, que de joven hay que arreglarse para agradar y de viejos para no desagradar. Creo que no lo olvidaré nunca. Por eso cuando me topo con imágenes como la foto siento pena por esas personas que no se han preparado para envejecer con alegría –o al menos sin dejar que la amargura presida su vida-, por quienes están dispuestos a vivir a contrapelo, haciendo que los que le rodean participen de –lo dicho- su eterna amargura. Por el contrario, cuando encuentro dos viejecitos que aún son capaces a salir juntos a la calle muy agarraditos –probablemente para no caerse- pero charlando animadamente, parándose cada poco –manera de descansar, ciertamente- para comentar esto o aquello, pienso que no todo esta perdido para el ser humano, que hay personas como mi abuela que se murió sacándole partido a su último aliento de vida. Yo quisiera parecerme a ella y para eso me entreno cada día, para que quienes estén cerca de mi no tengan que verme una cara tan amargada como la pareja de la foto. Pobrecitos.

sábado, 6 de agosto de 2011

OLVIDADO LUIS ARGÜELLES

A ver si soy capaz a decir lo que quiero que se entienda, no me gustaría enlazar palabras que sólo sirvieran para contar una historia -aunque, en parte, también-, porque lo que pretendo es hablar de gentes humildes, que pasaron tan desapercibidas que aquello que hicieron- bastante- o bien se las atribuyeron otras personas o tal parece que todo fue fruto de la casualidad. Quiero hablar de Luis Argüelles -amigo y compañero de mi padre-, que me dice Gonzalo Mieres, ese amigo al que tengo tanto cariño y que de no haber sido hija de Moro, no hubiese tenido inconveniente en serlo suya (ya sé que por edad no podría), dejémoslo en hermana. Pues como contaba, me dice que Luis desde que murió su mujer, Margarita, está mal y en una residencia -trataré de averiguar la dirección-. Acompaña a la información que me envía por correo electrónico el texto que sigue que, si no me equivoco pertenece a Joaquín Fuertes, otro hombre incombustible al desaliento y de ese mismo clan de gente buena que da la impresión de no tener más que una mano, porque la derecha nunca sabe lo que hace la izquierda. Y me consta que hace mucho por todos, y también que es de los que no se olvida con facilidad de sus amigos. El texto, del que al final haré un breve comentario, dice así:

Luis Argüelles recorrió media Asturias buscando contenidos para el Pueblo de Asturias. Moro y él fueron los las primeras ideas de formarlo, y el trabajo de mover a las instituciones, convenciendo incluso a los que no creían en ello. En la propia redacción de El Comercio almacenaban objetos diversos para ir integrándolos en el Pueblo.
En los primeros tiempos, a través de las amistades de la aldea conseguían gratis que les prestaran animales, objetos de labranza, ristras de panoyas, etc. Yo colaboré modestamente, para que llevaran dos varas de hierba del prado de Castiello. Trabajaron como negros para ir enriqueciendo el Pueblo, costándoles tiempo y dinero, y en una ocasión siendo acusados públicamente en el panfleto Voluntad de "llenar la Feria de Muestras de porquerías..."
Luis Argüelles no es que haya sido director, si no, que no existiría el Pueblo de Asturias sin su empeño y tesón.

Luego vinieron estos y se lo arrebataron, como le quitaron a Isaac del Rivero el Festival de Cine e intentaron hacer lo propio con la Feria de Muestras, pero la Cámara de Comercio les dijo que si los políticos querían dirigirla que puesieran también el dinero, y ahí no pudieron entrar.
Luis Argüelles fue un valedor desinteresado para ayudar a gente con iniciativa en el mundo del arte y de la cultura. Moro y él, por ejemplo, consiguieron que Urbano Cortina hicera la primera exposición individual de pintura. Ayudaron a muchos grupos folklóricos y algunas otras iniciativas que no recuerdo.
Siento mucho que esté mal, y aunque no me encuentro en un buen momento estos dias, cuenta conmigo para lo que sea.Luis Argüelles se merece un reconocimiento, por lo que ha aportado, y por el inmenso daño que le hiceron. Un abrazo. Joaquín

Y efectivamente así empezó el Museo Etnográfico Pueblo de Asturias. Fui testigo directo de cuanto dice Joaquín Fuertes. Por mi casa pasaron cientos de piezas, que mi padre ponía a mi hermana Marta y a mí a limpiar antes de catalogarlas. Recuerdo a Moro -como todos le llamaban, y yo un poco puñetera le decía con sorna Anda morito que ya está limpio bastante-, digo que lo recuerdo entrando en casa a escondidas, con algún artilugio oxidado y viejo debajo de la gabardina, porque Julia -la señora de 100 años que se murió la semana pasada y por cuyas manos pasó el orden y la limpieza de la casa durante... toda la vida, creo- eso, Julia le recriminaba con un, Señor, no traiga esas mierdas a casa, tírelas a la basura mire cómo están. Y desaparecía por el pasillo murmurando algo así como ¡Dios, que buen señor ye, pero que poco sabe de coses de valor... ye que parez un gitanu! Mientras tanto mi padre nos concitaba a todos en la cocina para admirar las nuevas piezas, que podían ser unas tréberes mugrientas, un cencerro de una vaca , una jarra de cerámica del Rayu sin asa... o cualquier otro artilugio rústico susceptible de limpieza y restauración. Luego, ya en el Comercio, Vegafer hacía las fotos que al día siguiente se publicaban con titulares como Manín el de Sotiello, regala al Pueblo de Asturias... y así un día y otro el Pueblo se fue llenando de contenido. Y Luis Argüelles, que era un gran etnógrafo, iba datando piezas, catalogando, situándolas en los lugares más adecuados. Llegó la Panerona procedente del desmantelamiento de la zona rural para dar paso a Ensidesa, la Casa de Los Valdés, las cabañas de los pastores de no recuerdo dónde (¿tal vez de Aristébano?). LLegaron gaitas, las del museo creado por Meré, -otro gran olvidado- y mucha cerámica de todas las procedencias, creo que era la parte preferida de mi padre. Hasta tal extremo que unos meses después de fallecer Luis Adaro -o su hijo Fernando- descubrieron una placa en una de las salas con el nombre de mi padre (supongo que en agradecimiento al mucho trabajo realizado, agradecimiento que duró nada, porque al poco tiempo la colocaron detrás de la puerta y... luego supongo que la tiraron a la basura). Pero no pasó nada, él ya se había ido y lo único fue el cabreo que se pilló mi hermana Marta, tenía entonces 17 años y aún no sabía nada de desagradecimientos. A mí, la verdad, que me afectó poco. Viví el tiempo suficiente con mi padre para quitarle importancia a esas cosas, sé que nunca hacía nada pensando en que se lo agradeciesen, sino porque le salía de dentro hacerlo, simplemente por el placer de las cosas que sirven para uso de la comunidad, sea cual sea la mano ejecutora. De él aprendí que nada es más hermoso que concluir un trabajo y luego mirarlo de lejos, como si no hubiese sido cosa tuya, pero comprobando la felicidad o satisfacción de aquellas personas a las que iba destinado. Lo demás no importa, es pura parafernalia. Todo fue bien en aquella década en que nació el Pueblo de Asturias, hasta que llegaron los socialistas. Para ellos todo lo anterior no servía, ellos eran mejores, se necesitaba un cambio y bla, bla, bla. Lo primero que hicieron -mi padre ya había fallecido- fue destituir a Luis Argüelles como director, hasta entonces un director muy humilde con un sueldo más humilde todavía -simbólico diría yo- fue necesario cocolcar un socialista al frente, con un sueldo decente. Y ¿Qué hacer con Luis? Someterlo a un martirio, eso fue lo que hicieron. Un eterno juicio laboral que finalmente lo catapultó a bibliotecario de Contrueces, creo. Pero Luis no pedió el tiempo, escribió una magnífica obra, magistralmente ilustrada, sobre el traje regional en Asturias, algunas conferecias y poco más. Gijón fue injusto con Luis, Joaquín Fuertes lo dice. Y yo me sumo a esas personas que hoy se quieren acordar de él, olvidarlo es injusto. Todos estos hombres: Luis, Moro, Encinas, Fuertes, Fernando Adaro... y bastantes más hoy catapultados por venir de una época franquista hicieron, primero lo que les permitían las circunstancias y segundo lo que hubiesen hecho en cualquier época. Y apostillo, que en más de una ocasión a mi padre por escribir en bable en el periódico Cartas a Pepín el Concejal se le llamaba "aldeano"; y como son las cosas, ahora la "Llingua" está de moda. Aunuqe no la del aldeanu de mi padre, que aquella era la que se hablaba en la calle, la de ahora hay que aprendela nes escueles. ¡A ver si no se va a escribir así...!

miércoles, 3 de agosto de 2011

EL ESPEJO, artículo de José Marcelino García

DOMINGOS POR EL RASTRO

He comprado en el Rastro (uno de los sitios donde se puede encontrar este tipo de lunas) un espejo antiguo llegado tal vez de algún naufragio familiar o de mudanzas o herencias remotas. Y ahora que después del regateo ya es mío, y lo estoy llevando a casa, abrigo el miedo de que al mirarme en él se me aparezcan las caras fijas de todos los antepasados muertos que, de vivos, se contemplaron ante su azogue. Voy a pie con el espejo (y acaso también con todos sus fantasmas) haciendo una especie de travesía/navegación por este norte sentimental gijonés, con playa en seco de mar baja en esta hora temprana, por donde pasea, tranquila, la vida del domingo. Corta aventura con un espejo (sospecho que embrujado) que voy exponiendo a una intemperie en tránsito. O sea, todo este pobladísimo árbol de la vida con su tráfico y pasar de ambulancias, peatones y perros, y que este espejo mío, como si estuviera ávido de cosas nuevas, atrapa un instante, entretanto que yo con mi sombra y él con su luz vamos de camino por entre un bosque de imágenes extrañísimas para un espejo como él, siempre encerrado, seguramente, en una sala silenciosa de casa antigua adornada de cortinones y arcones de encina.
Fuimos sorteando esquinas, obras municipales, semáforos, paradas de autobús, mientras, en estas horas de más domingo (que son las de la mañana), el espejo iba deslumbrando a la gente y a las cosas con un haz de sol inesperado. Lo ponía en un peatón, que se enceguecía y llevaba las manos a los ojos. Lo ponía en el color roído de las fachas viejas y en los cristales de las ventanas a las que nunca daba el sol. Lo ponía en los fondos oscuros de los portales, paseándolo en zigzag por los buzones, como queriendo saber quiénes vivían allí. Lo ponía por sobre las ramas de los árboles urbanos dejando en ellos, durante unos instantes, una madeja de luz. ¡Qué revuelo causó mi espejo bajo los arcos de San Esteban cuando colocó su solecito danzarín en la pared, a la altura de una niña, que se aupaba y se agachaba, y que corría para cogerlo! ¡Tanta ciudad naciendo en un espejo! ¡Tanta luz de faro, con su polvillo de plata, pasando a través de todo sin romperlo ni mancharlo- (Publicado en el diario El Comercio, 03-08-2011)

lunes, 1 de agosto de 2011

EN BUSCA DE UN CASTILLO


Quise encontar un castillo para sentirme princesa, y pastillas para el mareo me hicieron falta para llegar hasta el de Corullón. Como se aprecia la farmacia del pueblo estaba cerrada, y el castillo...pues también: propiedad privada. Total, que de momento de princesa nada, me he tenido que conformar con un hermosísimo paisaje y con un trayecto -a la caza del castillo-de cuestas de vértigo entre rústicas y encantadoras construcciones rurales. Y ahora la pregunta, ¿por qué precisamente el de Corullón? Pues sencillo, porque buscaba En aquel tiempo azul. ¿Lo encontré? Pues sí, en cada esquina, en el aire puro de pueblo castellano, en los troncos de viejos árboles he intuido el niño feliz que un día fue su autor: Antonio Merayo. Y no hace mucho rescaté del cajón se sastre, que es la Red, este texto de Antonio, que ignoro qué amigo lo ha publicado, pero que le agradezco, porque Antonio es muy poco dado a sacar a la luz sus cosas.

Un poema de Antonio Merayo

Hay poetas que comulgan con ruedas de molino. Otros se suben al tejado de los molinos para escribir poemas. Afortunadamente a Antonio Merayo no se le puede clasificar en ninguna de estas dos categorías. Él conserva sus poemas antiguos en carpetas amarillas y de vez en cuando, parco y generoso, le entrega uno a sus amigos. Sólo eso.

ILUSO LOBO BLANCO



Yo clamaré zarzales dejando al descubierto sus serpientes, y avivaré las huellas silenciadas por los seres sin día en las entrañas. Remediaré este tiempo donde la flor se mustia, descifraré las lunas que gravitan sobre el sagrado valle de los sueños que ayudan a seguir viviendo. Desataré en el hombre aves que desconoce porque se queda al pie de las montañas cultivando penumbras y palabras de engaño.

En medio de la noche espero ser oído para que no se sientan solos aquellos que caminan aun en días nublados buscándole a la vida las estrellas. Encontraré ventanas donde se fingen muros y rociaré de sándalo y romero el hedor desmedido del desamor que hay en las calles. Ahuyentaré lechuzas que pretenden quitar la libertad de la mirada, y mi silueta recortada por la luna quedará para siempre en la memoria de los que nunca duermen porque se les desvela el corazón a todas horas.

Estoy aquí y en cada verso o brizna de la vida para encendernos la estatura. Estoy aquí y en cada sílaba del hombre para ponerle corazón a este derrumbe y cantarnos por dentro y hacia arriba. Yo soy un lobo blanco que aúlla en verso para inquietar a los rebaños que pastan mansamente en las vastas praderas de la costumbre y de la oscuridad.

ACLARACIÓN: Lo he copiado tal como aparece en la Red