domingo, 30 de septiembre de 2012

MINIANTOLOGÍA POÉTICA DE ALFONSO CAMÍN (II), por JOSÉ LUIS CAMPAL


(Compilación exclusiva para el blog Las mil caras de mi ciudad)



El segundo volumen de versos del poeta de La Peñuca ALFONSO CAMÍN MEANA (1890-1982) que vio la luz fue Crepúsculos de oro, salido de la Imprenta Militar de La Habana en 1914 e integrado dentro de una colección denominada Biblioteca Cervantes. Reunía en sus 254 páginas un total de 232 poemas y venía guarnecido por unas páginas preliminares, igualmente en verso, debidas al escritor peruano José Santos Chocano (1875-1934), un hombre a caballo entre el Romanticismo y el Modernismo, y por un proemio obra del vate lavianés Emilio Martínez (1878-1959), que siempre profesó por Camín especial afecto personal y literario.
Santos Chocano le envió al gijonés unas estrofas que remataba de esta manera: «Joven Poeta: nada te importen / ni los laureles, ni las espinas... / Adopta un lema, / que es el que tiene mi poesía: / –¡Vive tu canto; / canta tu vida; di lo que pienses / y haz lo que digas!». Bien vemos que este consejo lo siguió en altas dosis.
'Crepúsculos de oro' (Biblioteca de Asturias 'Ramón Pérez de Ayala', Oviedo) 
Recurriendo también a la horma rimada,  Emilio Martínez se dirigió a Camín en los términos siguientes: «La bella poesía de este libro es torrente / que fustiga y azota con ímpetu salvaje / a todos los que llevan un estigma en la frente / y rinden a tiranos y a necios vasallaje. // Es libro de Quijote, rebelde a todo yugo, / que tiene el indomable carácter de la Raza, / tiene un verso de sangre para cada verdugo, / para cada tirano, una altiva amenaza».


De Crepúsculos de oro hemos seleccionado para nuestra miniantología un tempranero   cántico de exaltación paisajística del terruño natal, de clara voluntad historicista (hay, en la primera mitad de la composición, todo un repaso legendario a las luchas del pasado que se libraron en el seno de la ciudad), rotulado emblemáticamente con el consabido topónimo cantábrico, “Gijón” (pp. 78-81):



Gijón, ciudad que viste de fiesta el Sol de España;
Gijón, hermosa ninfa que sus cabellos baña
con zumo de claveles, relámpagos de Sol;
espumas, iris, luces y flecos de la aurora...
¡Venus que se alza altiva sobre la mar sonora,
cual si volviera un reto su espíritu español!

Los que admiráis la franca nobleza todavía,
cruzad como viajeros aquella tierra mía,
y así a mi augusta y noble sultana admiraréis;
y en sus pupilas negras veréis brillar la gloria;
y os tomará del brazo, y os abrirá la Historia,
y allí con sangre escritos sus triunfos hallaréis.

Aquí –os dirá mi reina, cogiéndoos de las manos–
vivió el genial sapiente, Gaspar de Jovellanos,
por cuyo engendro el mundo ciñome de laurel;
aquí murió un rey moro, de amor, por su sultana;
aquí vivió el fidalgo Marqués de Santillana,
y en este gran castillo vivió Don Pedro el Cruel.

Aquella vieja torre la levantó un tirano,
sediento de conquistas, del suelo castellano
llegose a mí altanero, con aire vengador...
por eso he devastado sus torres altaneras;
¡hoy hay entre esas ruinas lechuzas agoreras,
y allá, entre los escombros, los huesos de un traidor!

Y aquel castillo en ruinas que aún luce como el oro
fue harén, en otros tiempos, de un gran cacique moro,
que quiso cautivarme, señor, ¡no sé por qué!
Y en uno de sus viajes, desde el azul Oriente,
me trajo dos luceros para adornar mi frente
y yo los dos luceros al rostro le lancé.

Quisiéronme la frente ceñir con blancas flores,
y al verme entre cadenas y esclava de señores,
rasgueme los vestidos cubiertos de esplendor;
mordí mis labios rojos, del mar odié el arrullo;
¡igual que un oleaje se sublevó mi orgullo,
y todas mis cadenas deshice con furor!

Quiteme la corona, ceñime la coraza;
juré vengarme, altiva, por Dios y por la Raza;
la espada vengadora, frenética, empuñé.
Y entonces entre triunfos, derrotas y desmanes,
con ira maldiciente, como a rabiosos canes,
por tierras de Castilla los moros dispersé.

La libertad de entonces mi porvenir pregona;
quiteme la coraza, ceñime la corona;
mis vanos oropeles lancé con ira al mar...
Mis hijos, arrogantes, cogieron el arado,
y aqueste paraíso formé de aquel collado,
que un tiempo supo en lanzas sus hierbas transformar.

Y aquellos torreones, palacios son en ruinas;
allí forman sus nidos las negras golondrinas,
y escóndense en sus grutas y empápanse de luz.
Y en esos promontorios, si removéis la hiedra,
veréis un regio nombre grabado en cada piedra...
¡veréis aquí un sepulcro, veréis allí una cruz!

Y aquí tenéis ahora mis prados y mis huertas.
En todos mis hogares os abrirán las puertas,
igual que al Sol naciente sus flores el rosal.
Mis regios manzanares os brindarán sus pomas;
sonrisas mis mujeres, arrullos mis palomas,
y chorros de armonías mis fuentes de cristal.

Rumores mis talleres; esencias mis hogares;
champaña de mis senos, mis típicos lagares;
mis fiestas, entusiasmo, mi juventud, vigor.
Frescura, vida y sombra, mis robles vigorosos;
mis pájaros, ternuras de timbres armoniosos;
mis cielos, resplandores, mis vírgenes... amor.

Veréis mi mar preñado de música salvaje...
un gran mantón de espumas será cada oleaje,
y de las áureas grutas de entre el movible tul,
veréis surgiendo blancas sirenas una a una,
tejiendo escalas de oro con rayos de la luna,
perdiéndose cual blancos ensueños en lo azul.

Y puesto el pie en la tierra, venid y ved, viajeros.
(Dejad que de la frente me quite estos luceros,
y empuñe este martillo y empuñe este cincel.)
Ya vibran en los yunques mis rudos martillazos...
(Quitadme estas doradas serpientes de los brazos,
y en ese arcón de cedro guardadme este laurel.)

Mirad las nubes de humo de tantas chimeneas
que yerguen mis talleres, como invasión de ideas...
del Arte y del Trabajo, modernas torres son;
y allí mis hijos unen su grito simultáneo,
como un montón de ideas que bullen en un cráneo...
¡como la sangre hirviente moviendo a un corazón!

Aquí todas mis fuentes os brindarán sus aguas,
todo vigor mis yunques, todo calor mis fraguas;
trabajo mis talleres, mis cielos oro y luz.
Mas no me déis martirios, ni miserables yugos,
que hartas están mis manos de estrangular verdugos,
y ya lancé al olvido, con asco, mi arcabuz.

.    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .

Ésa es mi madre heroica, y ésa es la tierra mía;
como los robles fuerte, como la mar bravía,
y noble como todo su espíritu español.
La reina que se yergue sobre la mar sonora,
tejiendo una diadema con rayos de la aurora;
¡bordando una mantilla con átomos del Sol!

viernes, 28 de septiembre de 2012

"UN PUEBLO FRANCÉS", artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ -BUYLLA, publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"


 El otro día estaba a punto de irme a la cama, ya era muy tarde, pero antes hice un pequeño zapping a los que soy muy aficionada y tropecé con una película en francés, idioma que practico poco pero me gusta mucho y decidí ver un poquito, pero sólo un poquito. Luego resultó que la vi entera.

No era una película, era el primer capítulo de una serie llamada «Un village français». Una serie interesantísima que va a ser un éxito, estoy segura.

La historia transcurre en 1940 en Villeneuve, un pueblo francés que ve un día cómo los alemanes aparecen arrasándolo todo y se quedan durante cinco años. Al comienzo los habitantes saben que es inminente la llegada de los alemanes, pero cansados de esperar la debacle, viven cada día normalmente como si nada fuera a cambiar sus tranquilas vidas.

Unos cuantos alumnos de la escuela local se van de excursión al campo con un maestro y una maestra en prácticas. Se aprecia la alegría de todos, el hermoso día en la campiña francesa. El director de la fábrica del pueblo, casado, tiene un encuentro amoroso con una de sus empleadas. Se refleja alegría de vivir. De repente aparece un avión, los niños lo miran excitados, el avión da dos vueltas y en la segunda comienza a disparar y mueren tres niños y el maestro.

Aquí ves las reacciones normales en la vida: los niños corren despavoridos, la joven maestra, horrorizada, no sabe qué hacer, por fin se repone y reúne a los niños en torno a ella y los tranquiliza, desgraciadamente uno de los niños se pierde. A continuación vemos un barracón desangelado en donde está refugiado un grupo de exiliados republicanos españoles acogidos en el pueblo, trabajando en la fábrica por unos pocos francos. Una española está a punto de dar a luz, allí en medio del barracón, ayudada por el médico del pueblo.

Comienzan a sonar los cañonazos, se cruzan las balas y todo estalla. A partir de este momento la verdadera naturaleza de los hombres y mujeres se deja ver. Aparecerán los héroes, los traidores, los malvados, los bondadosos. El médico trata de salvar a la parturienta que se ve abandonada por sus compañeros, el niño nace bien pero la mujer puede morir de una hemorragia y tiene que ser trasladada a un hospital. La carretera está cortada por unos soldados franceses, el médico tiene que dar dinero de su bolsillo a uno de los soldados para que la lleve al hospital y quedarse con el niño, porque el soldado se niega a llevarla.

Terribles escenas de las madres de los niños que han muerto, de los padres del niño que ha desaparecido. Se ve que va a ser una serie dura que no nos va ahorrar ningún sufrimiento, pero que nos va a enseñar mucho sobre el comportamiento de los seres humanos en momentos límite.

Extrapolando, a mí me hizo pensar muchísimo en la situación actual en nuestro país. La dichosa memoria histórica que no sirve para nada si sólo la utilizamos para odiar al contrario y recordar los males que cometió y no recordar los de los nuestros. La serie nos hace ver cómo cada persona, independientemente de sus ideas, se transforma en una situación como ésta. Nos enseña cómo no hay ninguna ideología que nos pida matar, torturar, odiar a otro ser humano. Eso sólo lo quieren seres a los que no quiero ni llamar humanos, malos y retorcidos que llenos de rencor sólo desean el aniquilamiento de todo lo que envidian. Y mienten, inventan lo que sea para justificar sus acciones injustificables.

Viendo los horrores de la guerra, todos deberíamos luchar para que no se repitan, hacer todo lo que sea posible y hasta lo imposible para no llegar a algo tan horrible en lo que todos salimos perdiendo.

Eso se consigue intentando mejorar la convivencia, sin improperios, sin falsedades, ayudar entre todos. Porque si no los problemas se te escapan de las manos como sucedió en 1940. La megalomanía de un Hitler llevó a una conflagración mundial, pero desgraciadamente muchos le siguieron y no le frenaron a tiempo.

Ahora, afortunadamente no planea sobre nosotros un Hitler pero estamos en la cuerda floja. Vivimos en una especie de tensión en la que nos parece que algo terrible puede suceder sin que hagamos algo por evitarlo. Estamos amenazados por esta crisis que empeora cada día y por esa gente que no da la cara e intenta desestabilizar incitando a la gente a salir a la calle, a tomar el Congreso, etcétera, sin darse cuenta, o dándosela, de que es peor, que esas acciones pueden conducir al desastre y ellos serán los culpables.

Mientras tanto vivimos como en Villeneuve: alegremente, salimos, entramos, hasta nos divertimos sin querer pensar en lo que se avecina. Yo apelo a los que tienen alguna responsabilidad para que actúen con sensatez y entre todos saldremos de ésta.

jueves, 27 de septiembre de 2012

MAESTRO A VIVA VOZ: JOAQUÍN PIXÁN


El tenor Joaquín Pixán ofrece en La Calzada una clase práctica llena de consejos y recomendaciones a cuarenta intérpretes líricos y de canción asturiana


Ignacio PELÁEZ (La Nueva España, 26/09/12)

«Un cantante no puede ser timorato. Los nervios nunca se pueden notar, hay que llevarlo por dentro». Con este consejo inició ayer el tenor Joaquín Pixán su «master class» en el Centro Municipal Ateneo de La Calzada pese a reconocer que «yo cada día salgo al escenario con más nervios». Un tenor al que las grandes voces del país respetan y admiran -«posee la mejor voz que yo haya escuchado», tal dijo de él Montserrat Caballé- ofreció una clase magistral de canto a más de cuarenta aficionados a la canción lírica y a la tonada asturiana. Unos, para alimentar sus oídos, y otros, para obtener consejos del artista de Cangas del Narcea.

La importancia de la calidad armónica de cada voz, su tesitura y volumen son elementos «indispensables», a juicio de Joaquín Pixán. «En el mundo de la tonada el volumen adquiere una importancia muy grande», sostenía ayer momentos antes de encontrarse con sus «alumnos». «No soy profesor, vengo a intentar ayudar», explicó Pixán, que, lejano de un papel de divo, dijo que «hay dar consejos siempre que te lo pidan». «De alguna manera eso es lo que motiva que yo esté aquí. Más por viejo que por otra cuestión, alguna experiencia por trayectoria de años les puede servir», aseguró en referencia a los alumnos, de variada edad, que aguardaban que el reloj diera las siete de la tarde, momento en el que comenzaron las recomendaciones, acompañadas de interpretaciones de estos incipientes artistas.

El «aula» era pequeña, «así resulta más cercano, hay más proximidad entre todos y podemos participar y hablar», señaló Pixán. A su lado, de espaldas al público, Mario Bernardo sentado al piano, un músico que acompaña con las teclas a la voz de Joaquín Pixán allá donde va. «Uno procura rodearse de los mejores», aseguró el cangués.

Los nervios de los participantes se sentían en el ambiente, más si cabe cuando Pixán sacó una lista y fue llamando a la «pizarra» a los participantes. El tenor los intentó tranquilizar: «Hay tiempo, si estáis nerviosos y no sale bien lo repetís».

«Hay gente que canta muy bien en su casa y luego no lo traslada al escenario. El miedo escénico ha sido cortapisa frecuente para muchos intérpretes que no lo han podido superar y aquello que hacían en la intimidad no llegaba al público», resaltó para intentar paliar la inseguridad de quienes acudieron a él en busca de consejo e indicaciones musicales.

Geli Suárez fue la primera alumna -interpretó «Nobody knows»- que agradeció los aplausos de los presentes para romper el hielo. Unos aplausos que fueron rotundos cuando Fernando Entrialgo y, posteriormente, Miguel Viñuela se atrevieron con palos de la canción asturiana.

Se trata de una variedad musical que atraviesa «un buen momento, por lo que veo y los datos que me llegan; es una etapa excelente de la música asturiana, no ha habido otro mejor momento que éste», dijo Pixán a la par que resaltó que «me consta que hay gente de grandes valores vocales, muy joven y eso es muy esperanzador».

No faltaron consejos para quienes se quieren dedicar profesionalmente a la música. «Es difícil triunfar en cualquier cosa en la vida, al fin y al cabo esta profesión depende de la aceptación de los demás». La clave desde la perspectiva de un músico consagrado es el estudio. «La seguridad en el escenario se adquiere cuando se estudia. Cuando uno va bien armado se vencen nervios e inseguridades», sostuvo.

Joaquín Pixán aprovechó la ocasión para recordar a uno de sus maestros, Alfredo Kraus. «Él siempre decía que no puedes hacer una nota que antes no hayas pensado, tienes que tenerla primero en el cerebro para luego recrearla con tu garganta». Es por ese motivo por lo que, como dijo a modo de recomendación última a los aspirantes, «el canto es un ejercicio intelectual», sin olvidar que, como cualquier buen deportista, la voz «hay que entrenarla todos los días».

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Mañana jueves, 27 de septiembre, a las 20 h, en el CCAI. presentación del libro "TRES TRISTES TRÓPICOS", de JULIO OBESO, presentado por RICARDO POCHTAR





La poesía que en este libro inventa Julio Obeso tiene rasgos de exquisita originalidad. Estos poemas se despliegan en un continuo rítmico que prescinde de mayúsculas iniciales y de puntos finales, y sólo deja espacio para que la forma interna se plasme y eclosione. No sin violencia, porque aquí la poesía no está para restaurar ningún  antiguo orden del mundo, sino más bien para desbaratarlo sabiamente. (Ricardo Pochtar)


...trilogías de los desheredados, de lo tarado, de los sucesos extraordinarios,
de las visiones, de los hombres que no, del amor a los
niños… ¿quema esta fiesta de las acumulaciones lacerantes? cada
vez que Julio Obeso nombra a un huérfano de mí, se quiebra un
hueso, una vértebra del mundo, en tres fragmentos. (Víktor Gómez)
Intervendrán:
RICARDO POCHTAR Y EL AUTOR

martes, 25 de septiembre de 2012

"DIVERSIONES CARBAYONAS DE 1912", artículo de JOSÉ LUIS CAMPAL publicado en LA NUEVA ESPAÑA


A la hora de lanzarnos al asueto, nos damos cuenta de que no hemos cambiado tanto de cien años para acá, por mucho que nos parezca que «los tiempos avanzan que es una barbaridad» y otras zarzuelerías. Bien se ve recurriendo a la moviola festera y preguntándonos qué petaba de las celebraciones mateínas de 1912.

Lo más descollante de aquel programa lo constituyó una macrotómbola benéfica, por entonces denominada «kermesse», de agárrate que hay curva, un megarrastrillo presidido por la marquesa de Argüelles que tomó diariamente el pulso a la ciudad, ya que por él pasaba toda personalidad que se preciase, dado que subastaba un sinfín de objetos donados por la nobleza y aristocracia (realeza incluida) y por los notables de la vida política, social e intelectual, y cuya recaudación se destinaba íntegra al sostenimiento de la encomiable institución La Gota de Leche. No le fue a la zaga, en lo de concitar el interés unánime, un monumental festival de jota en el teatro Campoamor que arrastró tras de sí a una ingente cantidad de aficionados y de aragoneses, pues la colonia baturra de Oviedo era considerable; hubo actuaciones de grupos y solistas y demostraciones espontáneas de contento y bienestar, hasta el punto de que un orador manifestó que los cantares astures y aragoneses eran «la savia del pueblo, la fuente prodigiosa en que se recogen las más puras afecciones y sentires del alma popular». Torner dixit.

El deporte estaba a la orden del día, pues aunque aún faltaban años para la fundación del Real Oviedo, existía la Sociedad Oviedo Foot-Ball Club, la cual organizó un campeonato de balompié, dotado con 100 pesetas, que la escuadra local arrebató a su eterno rival, si bien hubo airadas quejas entre las clases conservadoras por la facilidad con que los jugadores proferían blasfemias. Pero en San Mateo no reinó sólo el juego importado de Inglaterra, pues hubo concurso de bolos en el Postigo, campeonato de tiro de pichón, una prueba ciclista y hasta una carrera automovilística que partió del café Cuevas, en la calle Uría, y situó su meta en el alto de Buenavista, competición en la que participaron trece aguerridos conductores y cuyo vencedor invirtió en el recorrido algo más de dos minutos.

Si bien no dejó de haber teatro (se representaron en el coliseo principal piezas de Benavente y los Quintero), el espectáculo estuvo servido por dos corridas taurinas a cargo de los diestros Vicente Pastor y Tomás Alarcón, quienes con sus cuadrillas se enfrentaron a morlacos que llevaban nombres como «Veterinario», «Carbonero», «Comisario», «Pimiento» o «Cigarrón». Y sobremanera la expectación la despertó una magna exhibición aeronáutica –signo de progreso y modernidad rabiosas– en Silla del Rey de los aviadores galos Lacombe y Poumet. Los fuegos artificiales, otro plato fuerte y que se degustaba desde el Bombé, fueron de la marca palentina Hijos de Alonso. Para los creyentes devotos, se expuso en la catedral el Santo Sudario.

Tampoco escasearon las críticas y censuras a, por ejemplo, el escaso presupuesto de que dispuso la comisión, a la instalación de barracas en la Escandalera (¡quién lo diría hoy!) y de chigres en el campo San Francisco que no pagaban contribución, o al escándalo nocturno de los bebedores sin hora, como decía sardónicamente «El Carbayón»: «Resulta encantador oír, en el silencio de la madrugada, las voces armoniosas de media docena de curdas cantando a grito pelado, o las amenísimas, elegantes y profundas discusiones de los científicos de taberna que siembran sus parrafadas de frases cultas y finas de concepto y expresión». Más alto quizá, más claro no.

Los festejos de la centuria pasada (llegaron más de 20.000 forasteros para el Día grande) no eran muy distintos de los que ahora se estilan. ¿O sí?

(LA NUEVA ESPAÑA, 21 de septiembre de 2012)

CLASE MAGISTRAL DE JOAQUÍN PIXÁN , MARTES 25, EN EL ATENEO DE LA CALZADA





El próximo martes, el tenor Joaquín Pixán impartirá una clase  magistral a la que si os interesa podéis asistir.  Tendrá lugar en el Ateneo de La Calzada a las 19 horas y se puede ir como oyente, si es que no se sabe cantar -mi caso-. Si, por el contrario, tienes buena voz esta es la oportunidad de descubrir la técnica del maestro. Para participar es necesario inscribirse llamando al número de teléfono 985181403. Añado, no cuesta dinero, forma parte de las actividades del Ateneo que se organizan bajo la batuta de su director, Avelino Alonso.

Óleo de Nicanor Piñole
EL CANTO TRADICIONAL ASTURIANO
                         (Texto de Joaquín Pixán)

No parecería  necesario insistir sobre la idea de los valores del “canto tradicional asturiano”. Asturias posee uno de los patrimonios mas ricos en cantidad y variedad de canción tradicional, la llamada tonada o  asturianada. En estos momentos que vivimos, de gran dificultad económica para todos, surge con más fuerza si cabe, la necesidad  de apoyarse en nuestros valores ancestrales de tradición oral, que nos identifican como un pueblo con una identidad de indudables valores culturales. El canto es, sin lugar a dudas, una expresión artística  que nos proyecta hacia el exterior y muestra nuestra  personalidad como pueblo; texto, voz e instrumentos acompañantes y solísticos, configuran una voz poderosa, a la hora de esa necesidad de cultivar el alma y, porque no decirlo, la conveniencia de mostrar nuestros valores como pueblo de cultura ancestral.
"MADRE ASTURIAS"

Hay muchas variantes de canción asturiana; vaqueiras, alleranas, las canciones de gaita, giraldillas entre otras, configuran un mosaico muy variado y de gran riqueza melódica y  estilística que posee la canción tradicional asturiana.
La televisión autonómica (RTPA), ha puesto de manifiesto, a través de los distintos programas de su producción, que existe un interés creciente por estas expresiones artísticas propias y que no es necesario recurrir a formulas “comerciales” foráneas  para conseguir programas de música que tengan audiencia que permita seguir apostando por lo nuestro. Paralelamente a esto, los dos grades periódicos de Asturias apuestan firmemente, hace ya unos cuantos años, por la canción asturiana. 
Interpretando "ROMANCE DE LA MINA" en la Universidad  Internacional Menéndez Pelayo (septiembre de 2012)
Al hilo de toda esta reflexión diría yo de estar atento a cuidar la buena praxis de todos estos contenidos, con estudios que nos permitan desarrollar las técnicas de interpretación adecuadas, y a este punto me atrevería a decir que convendría revisar la  interpretación de las mismas. Existe en estos momentos un movimiento emergente de interpretes de canción asturiana muy cualificado en lo que se refiere a calidad y cantidad, con lo cual hay caldo de cultivo para plantearse una actividad docente encaminada a la vigilancia de una calidad deseada a la hora de la interpretación de este repertorio, entiendo yo que, a veces, se descuida un tanto la cuestión de la técnica vocal y el propio estilo y voy más allá y afirmo que, contra la idea bastante extendida entre este colectivo, de que el estudiar la técnica vocal para una buena conservación de la voz, va en contra de la pureza de lo tradicional, a mi modo de ver es un error y, a este punto, convendría recordar que el canto, aunque sea el tradicional, es un espectáculo, una expresión artística que se proyecta buscando la aprobación del público que lo consume, por lo tanto busquemos la utilización adecuada de la técnica para permitirnos un discurso atractivo en lo artístico sin perder la referencia de lo tradicional o autóctono.
"ODA A JOVELLANOS", último trabajo con motivo del bicentenario del prócer n
Mi experiencia de treinta años de carrera como cantante de canciones y entre ellas las canciones asturianas, me permiten decir que en mis recitales en todo este tiempo y por gran parte de Europa y América y por supuesto en España, y no cuento Asturias que sería más fácil el éxito por razones lógicas de sentimiento, he podido comprobar que la canciones como: “Si yo fuera picado”, “Paxarin parleru”, “Ay de mi que me oscurece” y tantas otras han sido siempre éxito asegurado, eso si siempre he procurado aunar los conocimientos técnicos con mi condición de interprete de Tonada que he “mamado” de mis mayores.  

PARA ESCUCHAR ALGUNAS CANCIONES, pegar en Google:

www.youtube.com/watch?v=AHWiJF60Gmk
www.youtube.com/watch?v=CFqLRS-fZvg
www.youtube.com/watch?v=c5y1rITCkio
www.youtube.com/watch?v=oTA3G-6eMc4

martes, 18 de septiembre de 2012

VIAJANDO SOLO CON ELLA (I): FIGUERAS DE CASTROPOL, artículo de JOSÉ LUIS CAMPAL


(Artículo exclusivo para el blog Las mil caras de mi ciudad)




Figueras, en el extremo occidental de Asturias, saluda con el sombrero a las riberas lucenses. Este recogido y manso asentamiento de ilustre pasado marinero merece la pena pasearse con parsimonia para poder aspirar así su calmoso traqueteo vital. Figueras tal vez sea una villa de escondidos atractivos, pero al caminante le evoca, no sabe muy bien el porqué, el solar natal de Juan Ramón Jiménez, ese blanquísimo Moguer que el descomunal poeta soñó con Platero.
Plano de Figueras en 1904
A la antigua As Figueiras, cuyos orígenes parecen remontarse a las culturas castreñas, llegaron viajeros de nombradía como el londinense Richard Ford, que pasó por sus contornos hacia 1832, y de la cual anotó en su Viaje por Galicia y Asturias (edición española: Gijón, Trea, 2005, traducción de Carlos Gutiérrez): «Para dejar Ribadeo, un transbordador realiza una travesía de un cuarto de hora hasta Figueras, la primera población en las Asturias. Si el tiempo es malo, será necesario rodear la ría, cruzando hasta Castropol, un pueblo de pescadores considerablemente empinado que parece trepar» (p. 146). 


Un compatriota suyo de nuestra época, el historiador Hugh Thomas nos dice en Carta de Asturias (Madrid, Gadir, 2006) que en Figueras hay «casas extraordinarias como el palacio de la duquesa de Tamames, el hotel Peñalba y el palacete de Granda. El hotel Peñalba es un buen ejemplo de art nouveau asturiano, diseñado por un ingeniero zaragozano, Juan Arbex, que trabajaba a las órdenes de Socorro Sánchez, viuda de García Bustelo, un hombre de negocios de la zona que, como muchos otros en los primeros años del siglo XX, había hecho fortuna en Cuba» (p. 20).

Un siglo después del paso de Ford, cruzará por esas inmediaciones otro literato andariego, Camilo José Cela, quien, al hablar de Castropol en su excelente Del Miño al Bidasoa (Barcelona, Noguer, 1952), menciona de pasada a Figueras: «Castropol es villa de aguas a diestra y siniestra. A su izquierda –y ya hecho mar– se pierde el Eo, y a su derecha, y formando un gracioso estero en su desembocadura, salta el Berbesa, que deja enfrente a la aldea de Figueras» (p. 59).

El más veterano y reconocido historiador de Figueras fue un hijo del concejo, Miguel García y Teijeiro, el cual imprimió en Lugo allá por 1903 un notable estudio titulado Algo para la historia de Figueras de Asturias (Notas antiguas y modernas, seguidas de una importante colección de documentos curiosos). Por sus nutridas páginas desfila un sinfín de datos y observaciones, de entre las que entresacamos al azar dos: una, relativa a la determinación de las mujeres figueirenses en su denodada apuesta por las causas justas, y la segunda, referida al carácter laborioso, conciliador y pacífico de las gentes allí establecidas.
1) «Hubo y hay en la mujer de Figueras una entereza de ánimo que justifica su fama de fiera y celosa defensora de las libertades y derechos del pueblo (...) Ella fue de los primeros en dar el grito de alarma contra la opresión y tiránico yugo a que el vecindario se hallaba expuesto debido a los desmanes y arbitrariedades de sus señores jurisdiccionales»

2) «Figueras resulta hoy una de las villas más tranquilas de Asturias (...) Y al precisar las causas las encontramos en la pureza de las costumbres sin exclusión de clases, en su mediana ilustración, en las bien sentadas y sinceras creencias religiosas y en el respeto mutuo (...) Las rivalidades locales no se conocen (...) Se hace el amor, se celebran fiestas casi a todos los santos tutelares del pueblo, se baila, se paga bien y mucho al fisco, se trabaja más y lo demás... se toma a broma» (pp. 13-14).

No ha sido Teijeiro el único asturiano que se ha interesado por su término municipal, ya que plumas de postín, aunque procedentes de otras latitudes provinciales y que han confeccionado monografías sobre nuestra región, han aludido igualmente a la realidad figueirense. Dolores Medio la compara con la capital del concejo, indicándonos, en Asturias (Barcelona, Destino, 1971), que la villa de Figueras (a la que se la llamó tiempo atrás Puerto de San Román) es «de parecidas características a la de Castropol», que tiene «su misma belleza y serenidad», de situación «privilegiada» y dotada de «varias playas, todas muy bellas» (pp. 447-448). 


Y Juan Antonio Cabezas, que la recorrió y computó en los años 50 del siglo pasado para escribir Asturias (Biografía de una región) (Madrid, Espasa-Calpe, 1956), nos informa de que posee «puerto pesquero, del que en tiempos salían valientes balleneros del Cantábrico y más allá», dado que, «con sus tabernas de puerto y su actividad marinera, tuvo gran importancia a fin de siglo [XIX], que ha perdido poco a poco al retirarse del mar». Y no se ahorra Cabezas el señalar que de Figueras salieron «expertos capitanes de la marina mercante que recorrieron las rutas de Filipinas y América» (p. 557).

A mediados del XIX, Pascual Madoz apuntaba en su célebre Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar (Madrid, 1845-1850) que en el puerto de Figueras entraban unos cuarenta buques anuales y que las tripulaciones que deambulaban por sus calles eran muy populosas, doblando incluso al número actual de habitantes fijos, que rondará hoy los seiscientos.

Tampoco resulta desdeñable, todo lo contrario, la precisa descripción, de acentos decimonónicos, que en 1972 hacía el novelista, periodista y erudito tinetense Jesús Evaristo Casariego en un nostálgico artículo para el porfolio de las fiestas locales del Carmen: «Figueras, Puerto de Figueras, lejana y silenciosa, recatada y severa, con sus pinas calles empedradas, que ostentan nombres ambiciosos, con su ermita marinera atalayada; con el palacio acastillado en su cumbrera; con sus portales de cancela, recoletos, donde aparecen pintadas escenas de navegaciones y arribadas; con sus corredores y ventanas de “xanelas verdes”, mirando siempre a la mar, contempló siglos y siglos de la Historia marítima de España, desde las balleneras de finas amuras y larga palamenta, del alto medievo, hasta los vapores empenachados de humo del novecientos».

Figueras ha sido cantada tanto por narradores de ayer como por poetas contemporáneos. Entre aquéllos podríamos citar a José Fernández Arias Campoamor y entre éstos a M.ª del Rosario Neira Piñeiro, a cuya autoría corresponde la siguiente breve y puntual composición, de nítidas resonancias, incluida en Castropol: El secreto mejor guardado de Asturias (Oviedo, Tragaluz, 2006):

Como un pueblo encantado
aparecido junto al mar
se alza un mundo de paredes blancas,
puertas cerradas,
brillo de flores en las ventanas dormidas,
destello de cristales en lo alto.


Por su parte, Arias Campoamor, que tuvo como profesión la de marino y enseñante, quiso inmortalizar su villa natal en la novela Recelo (Madrid, Biblioteca Patria, n.º 239, ¿1914?). Para que no resultase difícil de desentrañar la ubicación la revistió del reconocible topónimo de Penalba (a Ribadeo lo rebautiza Rivadelle y a Castropol Castrotol). Así surge la fisonomía figueirense por uno de sus capítulos, donde se advierte una alusión a las posesiones de los Pardo-Donlebún: «Descendía las callejuelas de Penalba afirmando el pie antes de avanzar el cuerpo, porque todo Penalba era muy empinado, y las piedras de las calles tenían, de ordinario, una superficie redonda y suave, muy apta para el resbalón. Al fin llegó a la playa. Aquí se agrupaban las casas de los pescadores y de los barqueros, con una clasificación firme de ellos: pescadores que sólo utilizaban sus botes en la pesca, y barqueros, en el transporte de personas y mercancías de Asturias a Galicia y viceversa. Era el barrio democrático y popular de existencia ruidosa, de cantos, disputas, gritos y conciliábulos de gente ociosa. El elemento aristocrático vivía en las alturas del acantilado, si bien como lugar de paseo escogía la explanada-muelle que servía de medianera entre las casas del barrio democrático y la mar. Y como único anómalo de la playa, si bien un poco al margen, estaba el castillo de Pardal, con su aire de fortaleza medioeval, que fue antaño la morada del señor feudal de Penalba, hogaño residencia veraniega de sus descendientes» (pp. 23-24).

Tomados amorosamente de la mano, abandonamos Figueras con un hasta pronto entre los labios susurrado más que dicho para no incordiar al vecindario, que reposa sus ocios al amparo de las higueras.


Fotos del autor

sábado, 15 de septiembre de 2012

PILAR FERNÁNDEZ PARDO, UNA MUJER VALIENTE

Pues eso, Pilar, CUÍDATE MUCHO

Hace tiempo que siento una especial simpatía por Pilar. No milito en su partido, ni tan siquiera sigo sus éxitos o fracasos políticos, que de todo hay en la trayectoria pública. Mi admiración es hacia su persona, hacia la mujer. La conocí hace treinta y tantos años trabajando codo con codo con su marido, cuando llevaba a  Pablo a su consulta médica. Entonces no se hablaba de ella en los periódicos, era una señora anónima que compaginaba el cuidado de sus hijos con el trabajo y que, además, seguía con su formación académica. Una mujer de las mías, pensé siempre. Durante algunos años le perdí la pista, luego supe que había concluido su carrera de medicina y también la  de abogada. El resto ya es  de conocimiento público. Supongo que para unos será muy buena y para otros no tanto. A mí eso ya no me importa, porque la política no es mi fuerte. Me interesa como mujer hecha a sí misma; trabajadora que compaginó siempre vida laboral, estudios y familia. Ahora ha tenido un revés: cáncer de mama. Pero, una vez más, ha dado muestra de su fuerza, de tener muy claro el camino que sigue. Y así declaraba públicamente su enfermedad –como otras mujeres muy conocidas que también lo hicieron-, sin miedo, dispuesta a hacerle frente, sin hacer ninguna tragedia. Nos dijo que intentará seguir trabajando, restándole gravedad, dándole un aire de normalidad. Todos sabemos que no es tan sencillo –ella estoy segura que también es consciente de esto-, pero intenta tranquilizarnos, transmitirnos serenidad. La que ella necesitará para hacerle frente. Y es de agradecer. Para que tantas mujeres como están pasando por ello pierdan el miedo a decir que tienen un cáncer. No es ninguna vergüenza, ni nada que se deba de ocultar. Aún existen algunas que lo ocultan, que se avergüenzan de estar enfermas. Hay que desterrar esas anticuadas ideas, más propias de una sociedad retrógrada. Pilar, al hacerlo público, tiene la seguridad de que todos estamos con ella, de que las personas que la rodean van a apoyarla en todo momento y si en algún momento le flaquean las fuerzas, estarán muy cerca  para darle ánimos. Y de todos es sabido que la curación es mucho más efectiva si la enfermedad se afronta desde el optimismo, desde la serenidad y la confianza. Ánimo, Pilar. Dentro de nada esto no será más que una mal sueño. 

viernes, 14 de septiembre de 2012

DIAURO II: TRES CUENTOS Y UNA OBRA TEATRAL DE FÚTBOL

AURO, CON SUS DOS GRANDES PASIONES, LA ESCRITURA Y EL DEPORTE

Otro mes se cumple hoy, 14 de septiembre, desde que nos falta Auro Sánchez Fernández (1964-2012), desde que no se encuentra físicamente entre nosotros alegrándonos las horas con su impagable optimismo, y ya van tres meses. El blog al que ella tanto quería la recuerda hoy nuevamente con su Diauro, englobando en esta evocación dos de sus mayores pasiones: la escritura y el deporte.

Hemos espigado, de entre la obra que dejó pendiente de un posterior tratamiento más detenido, los croquis de tres cuentos sobre nuestro deporte rey que había previsto desarrollar en un volumen de relatos que no tuvo tiempo de materializar. Pero quedaron perfectamente delineados los contornos e intenciones de lo que en ellos Auro pensaba contar. Así bosquejó nuestra inolvidable amiga los asuntos que debían encerrar tales relatos. El libro constaría de muchas más piezas pero sólo llegó a apuntar el contenido de los tres que recogemos a continuación.

Primer cuento: Árbitro que pita a favor de un equipo, no porque esté comprado, sino por miedo a la mujer.

Segundo cuento: Un vecino del patio de luces encuentra en el alféizar de su ventana la camiseta del equipo contrario, perteneciente al vecino del 2.º piso, y le hace la vida imposible. Pero el del 2.º era de su mismo equipo, la había tirado por la ventana en disputa con un amigo que había venido de visita.

Tercer cuento: Padre e hijo discuten, el primero lo deshereda y el segundo se marcha de casa. A la hora de morir, regresa el hijo, que cambió de equipo por su padre. El padre hizo otro tanto. Vuelven a discutir y nuevamente lo deshereda y repudia.

No fue, con todo, la única interpretación del fenómeno deportivo al que Auro manejaba dar forma y extraerle su jugo, pues entre sus papeles se encuentra el proyecto de una pieza teatral que pensaba componer y cuyo título era ya de por sí expeditivo: Deporte-ría. La acción se desenvolvía en un espacio doméstico muy afín a los gustos populares de Auro, un «edificio de buena vecindad». Los personajes dramáticos que había ideado emulaban en sus denominaciones a los que se pueden rastrear en cualquier club de fútbol: «El Presidente (presidente de la comunidad), el Portero (portero del edificio), el Practicante (pone inyecciones), el Defensa (abogado), el Ataque (militar), el Míster (chico que es Míster España). Por la derecha y la izquierda, dos políticos».

miércoles, 12 de septiembre de 2012

LUIS FERNÁNDEZ ROCES, HOMENAJEADO EN LAS JORNADAS "MAR ADENTRO"


Los poetas homenajeando al maestro Fernández Roces
Una edición más, y ya van la friolera de diez, las Jornadas Literarias MAR ADENTRO hicieron de la villa marinera de Candás el epicentro de las inquietudes y anhelos de un abanico de autores, estudiosos y amantes lectores de la poesía que tienen en la mar y cuanto la envuelve uno de sus puntos de atracción.
Bajo la coordinación de Teodoro Rubio y con el apoyo indesmayable de dos hombres de letras de los pies a la cabeza como son Antonio Merayo y José Marcelino García Fernández, la capital carreñense fue escenario, el sábado 8 y el domingo 9 de septiembre pasados, de un auténtico maratón lírico, bendecido por una climatología espléndida y un interés ciudadano como pocas veces se ha visto.
Carlos Murciano, leyendo su conferencia
Los asistentes al encuentro pudieron disfrutar de dos conferencias de altura: las dictadas por el poeta gaditano Carlos Murciano, que trató de “La mar en la poesía española”, y el escritor allandés afincado en Gijón Joaquín Fuertes, el cual habló con toda propiedad acerca de “Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca”.
 Amelia Fernández, concejala de Cultura, y Teodoro Rubio, director de las Jornadas Literarias MAR ADENTRO
La cita literaria acogió dos multitudinarios, por el número de participantes, recitales de poesía. El sábado tuvo lugar la actividad denominada “Salomas a la mar”, coordinada por Armando Vega y Alfredo Piquer, en la cual, y durante casi dos horas, más de medio centenar de poetas lanzaron a las aguas metafóricas del muelle candasín sus versos y sentidos recordatorios para quienes ya no están entre nosotros (Cristina Martínez Núñez, Antonio Reis Navares, Aurora Sánchez Fernández). En la dársena regalaron al viento y los congregados sus palabras autores como: Ana Galán, Francisco Álvarez Velasco, Maribel Alonso, Martín Lozano, José L. Campal, Carmen Sánchez, Ricardo Pochtar, Julio Obeso, Concha Benito, etc.
Julio Obeso, en las 'Salomas a la mar'
José Luis Campal recitándole a Aurora en 'Salomas a la mar', en el Puerto de Candás 

Joaquín Fuertes, durante su ponencia, que presentó Antonio Merayo (a la derecha) 

 Armando Vega, en el recital de la Casa de Cultura 
El poeta Eusebio Ruiz, en el recital de la Casa de Cultura 

La otra cita para los animosos creadores se llevó a cabo al día siguiente en la Casa de Cultura, donde fueron subiendo a la tribuna una amplia selección de escritores que lanzaron al aire de la villa costera sus composiciones líricas, de diverso tono y extensión, acordes con las personalidades de sus autores. Compartieron sus versos, entre otros muchos poetas: Eusebio Ruiz, Armando Vega, Julia Gallo, Juan García Campal, Ángel Cuesta, Nieves Viesca o Cristina Santa Ana.


 Por la derecha, Luis Fernández Roces y José Marcelino García 
Uno de los platos fuertes de la cita fue el homenaje, coordinado por Antonio Merayo y Julio Obeso, que se le tributó al gran literato asturiano Luis Fernández Roces en su faceta poética, modalidad revelada en su gozosa veteranía, cuando los frutos están ya sazonados. El homenaje consistió, tras el pase de un breve documento videográfico en el que Fernández Roces lee algunas de sus composiciones, en un repaso a su obra pero por boca de nueve colegas escritores (J. Fuertes, C. Benito, J. Marcelino G.ª, J. L. Campal, R. Pochtar, C. Sánchez, A. Vega, T. Rubio y F. Á. Velasco), que fueron desgranando, ante el numerosísimo público congregado en El Paseín, algunos de los poemas más representativos del creador de Pumarabule con asiento en Gijón, textos de alta calidad extraídos de sus libros Viejos minerales (2006), Letras de cambio (2009) y Salas de espera (2011). José Luis Campal, por ejemplo, entonó de Roces el impresionante fresco humanista titulado “Hospital de mineros” y en cuyas estrofas puede leerse:

Qué se puede decir desde esta noche
en el viejo hospital de los mineros.
Puedo empezar hablando de ese aroma
de añejos cloroformos
o de una tinta aguada que parece
dibujar las escenas,
igual que si la muerte tuviera todavía
aquí un poco de vida y la cuidara.
(...)
Están ahí como unidos al mundo
por cables y por tubos y ese algo que les cae
gota a gota en la sangre
desde un frasco. Llegaron hasta aquí,
no sé si esperan algo.
Es igual que si el tiempo les pesara
en el centro del aire, como piedra.
Qué se puede esperar si ese tiempo no pasa,
la mirada no ve,
casi ha olvidado el cuerpo ya su forma
y un desierto va y nace en la memoria
que se olvida a sí misma.
Qué se puede decir.
Porque ves que no saben ya pensar
en la vida. Sólo importa el dolor.
(...)
Ha llegado la hora de marchar.
Estoy junto a la cama y me despido
no sé si hasta la noche o para siempre.
Tal vez no me despida y sea una espera
el tocar todo el frío en esas manos
que ni siquiera pueden apretar ya las mías,
Porque es tocar la nada y sus aromas.
Como sentir lo sola que está la soledad.

 Miniconcierto de Pipo Prendes
El homenajeado, en su intervención final, tras agradecer la iniciativa y las muestras de afecto, ofreció de propina a los asistentes tres poemas inéditos del libro en cuya redacción se halla actualmente embarcado. Un miniconcierto del cantante local Pipo Prendes cerró el homenaje a Luis Fernández Roces.

 Un grupo de poetas participantes en las Jornadas, durante una informal 'comida de confraternización'