(Artículo exclusivo para el blog Las mil caras de mi ciudad)
Las letras asturianas, aun
estando bien provistas de una amplia galería de creadores, se encuentra no poco
enjuta en lo que atañe a la necesidad de arrojar luz sobre aquellos otros
escritores que permanecen, como errabundos espectros, en el injusto limbo del
desconocimiento. Quiero hoy referirme a uno de estos marginados por la
posteridad, al cual ni estudiosos ni, me temo, lectores prestan oídos: JOSÉ MARÍA DEL
BUSTO Y CHAVES, quien además era marqués de Velagómez.
José María del Busto, en 1915 |
Hijo de María de los Dolores de Chaves y Cistué, condesa de Cobatillas (que
fallecería el 14 de diciembre de 1935, abrumada por la pérdida del hijo), José M.ª del Busto
participó en sus años mozos en política militando en la Juventud Liberal
Conservadora. Contrajo matrimonio el sábado 21 de junio de 1913, en el oratorio
familiar de la marquesa de San Juan de
Nieva, con una hija de ésta llamada María
de Maqua y Carrizo, fruto de cuya unión tuvo dos varones: José María y Carlos José del Busto.
Del Busto colaboró en revistas y periódicos nacionales como La Esfera , Mundo
Gráfico, Blanco y Negro, ABC, Alma Asturiana, El
Progreso de Asturias, El Carbayón, El Parlamentario, El
Popular, El Globo, Adelante. En volumen, dejó, que
sepamos, siete libros y folletos:
1) Cuadros de la vida
(Figuras que pasan. Impresiones. Perfiles literarios), Madrid, Pueyo
Editor, Imprenta de El Trabajo, 1908, 126 páginas. [Esta obra la firmó como José del
Busto-Solís]
2) Cómo se forma un
corazón, Madrid, Imprenta Cervantina, 1915, 44 páginas.
3) La luna ríe... /
Castillo de quimeras, Madrid, Imprenta Cervantina, 1915, 212
páginas [conoció una segunda edición en 1928, de mano de la madrileña Editorial
Espasa-Calpe]. El crítico literario de Nuevo Mundo (24-VII-1915) declaró
que La luna ríe... era «una
narración madrileña, intensa, llena de interés, con bien acordada emoción»;
sobre Castillo de quimeras opinaba,
sin embargo, que «es un relato asturiano, de menor
mérito, en el que las figuras se borran indecisas y en el que innecesariamente
los personajes van y vienen entre vulgares pecadoras», todo lo cual no
impedía que considerase que el autor «escribe muy
bien, no decae en sus narraciones, da impresiones de realidad y de vida en la
gestión de sus personajes».
4) Dos mujeres y un
ladrón, Madrid, Editorial Marineda-Librería de Alejandro Pueyo,
Imprenta de los Sucesores de Rivadeneyra, 1925, 276 páginas.
5) Aventura en el gran
mundo, Madrid, Sáez Hermanos, “Nuevos novelistas españoles”,
1928, 234 páginas.
6) La dama del retrato.
7) Quince meses
después... De la Monarquía
a la República ,
Madrid, Centro Editorial Minerva, Imprenta de Galo Sáez, 1931, 189 páginas.
Portada de AVENTURA EN EL GRAN MUNDO, novela de José María del Busto |
Además, en estos volúmenes se
avanzaban, en sus páginas interiores, títulos de próxima aparición o que se
encontraban en fase de preparación, manuscritos que sospecho no pasaron a los
moldes de imprenta, pues no me consta ninguna edición atribuible a nuestro
autor con esa denominación. He localizado hasta 13, y los cito seguidamente:
1) El hijo
(novela)
2) El amor que nace...
(novela)
3) Resurrección
(novela corta)
4) El último beso
(novela corta)
5) Jardín de
melancolías (cuentos)
6) Siluetas literarias (crítica)
7) De telón adentro
(crítica)
8) Unión de almas
(teatro)
9) Política española.
La voz de los distritos (ensayo)
10) Políticos de
España. De Isabel II a Alfonso XIII (ensayo)
11) La condesa de Espoz
y Mina (ensayo)
12) Asturias
(ensayo)
13) Espartero
(ensayo)
De su discurso vital, o más bien
de las lagunas derivadas del mismo, desconocía las fechas de su nacimiento y
muerte. Recientemente, este último extremo me lo despejó el bibliotecario Juan Miguel Menéndez Llana tras
verificarlo él en un trabajo de José
Miguel de Mayoralgo y Lodo, conde de los Acevedos, titulado Movimiento nobiliario 1931-1940.
Poesía dedicada a José María del Busto y publicada en el diario gijonés EL POPULAR el 16 de septiembre de 1906 |
Tirando de este ovillo hemos
sabido que nuestro autor murió en Madrid repentinamente, a consecuencia de una
angina de pecho que actuó velozmente, la tarde del martes 29 de enero de 1935,
como se observa por la esquela que en su día publicó La Época. Aunque en ella
se indicaba que era deseo del escritor ser enterrado en la intimidad, muchas
personas no renunciaron a acompañarlo hasta el cementerio, estando integrada la
comitiva por amigos personales del desaparecido literato como el académico José Francés o el diputado ovetense José Manuel Pedregal.
Al parecer, José M.ª del Busto falleció diez
minutos después de haber concluido su último artículo, paradójicamente un texto
necrológico sobre el expresidente del Gobierno español José Sánchez Guerra. Esta pieza póstuma la tituló “Tres horas de
una vida” y la remataba así: «Don José Sánchez Guerra salió al campo donde España librara
su combate. Detúvose un punto para atisbar las tiendas de uno y otro ejército;
pero, al fin, marcha señero, solitario, por una vereda olvidada, plegándose
únicamente al íntimo dictamen... Es cierto que su prédica defraudó aquella
tarde, casi por igual, a republicanos y monárquicos, sin embargo todos
advirtieron bien pronto cómo ese discurso decapitaba la dinastía secular, justamente
cuando el orador rubricó su vida pública».
Esquela de José María del Busto y Chaves |
Las informaciones necrológicas
resaltaron los valores del quehacer de José M.ª del Busto. La prensa madrileña lo
dibujaba como «escritor de gran cultura y fino estilo
que, a pesar de su juventud, había logrado sólido prestigio» (La
Época, 30-I-1935) y afirmaba que «cultivó con
pasión de enamorado la literatura, era un fino escritor, de temperamento
sensible, acusado en sus novelas, en las que vertía delicadamente la nota
romántica, prestándoles la noble efusión de bondad y caballerosidad que eran
norma de su vida» (ABC, 30-I-1935). Por su lado, la
agencia Sagitario, para la que Del
Busto escribía artículos que luego ella distribuía entre los periódicos que habían
contratado sus servicios, lo retrataba como autor de «prosa
bella, pulcra y estilista, gran conversador y hombre inteligente, bondadoso,
que no se encaramó a los cargos políticos de altura por su modestia proverbial,
tanto que ni siquiera nos dijo nunca que poseía un título nobiliario»,
señalando igualmente que desapareció «cuando su
talento irradiaba, en sus prosas admirables, de modo más racional».
En nuestra región, La Voz de
Avilés aseveraba que era «persona de vasta y
sólida cultura, reflejada en libros y artículos literarios y periodísticos, no
haciendo muchos años que a raíz de la publicación de una de sus novelas, en la
que se reflejaba su acendrado afecto hacia Avilés, le rindieron un homenaje los
muchos admiradores que aquí tenía y tiene» (30-I-1935), mientras que en La Prensa , de
Gijón, se le catalogaba de la siguiente manera: «Brillante
escritor que gozaba de gran predicamento en los medios literarios y artísticos
madrileños, trabajó durante muchos años como colaborador de importantes periódicos
y publicó libros muy interesantes de ensayos y novelas en las que campeaba un
fino y aristocrático estilo. Alguno de ellos hubo de adquirir grande y merecida
difusión, siendo acogidos con aplauso por la alta crítica» (2-II-1935).
Muy interesante artículo! Donde podría encontrar más información sobre este escritor e incluso sus obras? Muchas gracias !
ResponderEliminarEn la bien nutrida sección asturianista de la Biblioteca de Asturias "Ramón Pérez de Ayala" (Plaza Daóiz y Velarde, Oviedo), puede usted consultar al menos 6 obras de este escritor. Si desea adquirir alguno de los escasos ejemplares rastreables en el mercado de las librerías de lance, lo mejor es consultar los portales de venta online Uniliber.com e Iberlibro.com.
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