sábado, 30 de marzo de 2013

"SIN FALSA MODESTIA", artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ-BUYLLA publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"


Sobre el calificativo «señorona» y otras perlas que se dedican a mujeres de mi edad

(27.03.2013)
Sin falsa modestia Esta semana me he enterado de cosas que no sabía acerca de mi misma. Yo creía que a estas alturas me conocía bastante bien; pues resulta que no. En un artículo se menciona que soy una señorona con un grupo de amigas señoronas que una vez inocentemente optamos a formar una junta directiva. La verdad, no se muy bien el significado de la palabra señorona. Si se refiere a tamaño, con respecto a mí podría ser, pues soy de buen tamaño, pero no a mis amigas, que tienen un tamaño más normal. Si se refiere a una mujer linajuda, ricachona, metomentodo, no creo merecer tal definición. 

No soy linajuda, pertenezco a una familia importante por su afición a luchar y trabajar por la cultura, por la justicia social y por los demás, de la que me siento muy orgullosa, pero de aristocrático linaje no es. De riqueza poco, sólo tengo lo conseguido con mi trabajo y con el de mi marido que al no pertenecer ni a la política ni a la banca, es poco. Durante muchos años sólo me ocupé de mi familia y mi profesión. Cuando mis hijos crecieron y tuve menos ocupaciones fue cuando empecé a participar en asociaciones culturales porque consideré que tenía las condiciones necesarias para hacerlo, amplia preparación universitaria, conocimiento de varios idiomas, amor por la educación y la cultura, buena relaciones públicas, quizás suena presuntuoso pero es así y no me va la falsa modestia.

Así que si alguien sabe en qué consiste lo de señorona que me lo diga. Una vez una señora muy culta estuvo presente en una junta general que yo presidía, al terminar me dijo en inglés que yo había demostrado como siempre que era «every inch a lady», frase de una obra de Georges Bernard Shaw. Se refería a que había logrado apaciguar los ánimos sin perder la compostura como toda una señora. A lo mejor quería referirse a esto lo de señorona. En este caso me parece bien.

También me he enterado que me apunto a luchar por algo cuando hay dinero. Esto ya me produce profundas carcajadas porque todo el mundo que me conoce sabe que me apunto a todo por dinero. je, je. Desgraciada o afortunadamente para mí levanto mi mano para ofrecerme de voluntaria para casi todo lo que requiere un esfuerzo personal y que nunca está remunerado. No es que yo sea una asceta y no me vaya el dinero, me va y mucho y si me dieran dinero por algún trabajo lícito, lo aceptaría encantada, pero cuando hay dinero de por medio nadie me quiere, cuando es un voluntariado las ofertas me llueven y yo las acepto de corazón.

El mundo está tan necesitado de personas de buena voluntad que arrimen el hombro cuando es necesario y lo es casi siempre que una no se puede negar a participar. Cuando digo el mundo no me refiero a sitios lejanos, me refiero a nuestra misma ciudad, no hace falta ir más lejos. Hay ancianos medio abandonados que viven solos y nos necesitan. Niños con problemas de todo tipo que nos necesitan, para ayudarles con sus estudios o con sus vidas.

No hay nada más hermoso que la sonrisa de un niño cuando te ocupas de él, le enseñas, le escuchas, te proporciona más placer que ningún dinero podría darte. Hay personas de otros países que se han encontrado aquí en medio de la crisis y que nos necesitan, podemos ayudarles enseñándoles habilidades para que encuentren trabajo. Hay parroquias, asociaciones que se ocupan de dar comida a gente que la necesita, podemos cocinar para ellos, llevar productos para que puedan cocinar, ayudar a repartir la comida. Si hiciéramos algo de esto, no tendríamos tiempo para estar poniendo verde a todo el mundo, estaríamos ocupados y apreciaríamos lo mucho o poco que tenemos.


A mí siempre me asombra la afición de la gente para acumular riquezas que no les van a servir para nada, solo para ser el más rico del cementerio. Estoy de acuerdo que es agradable tener el dinero suficiente para vivir con comodidad pero más allá de eso, trabajar sin pausas para ser el primero en las listas de los más ricos no te va a dar la felicidad, al revés no te dejará un minuto para disfrutar.

Uno de estos días fue el día mundial de la poesía, hermoso día yo que soy hija y nieta de poetas me estoy dedicando a releer mis poemas favoritos y a soñar con ellos, desgraciadamente no tengo habilidades para escribirlos.

Creo que también se ha decidido dedicar un día a la felicidad, esto es más complicado, uno no puede ser feliz solo porque te digan que tienes que ser feliz en ese día pero quizás te ayude a reflexionar en que cosas te ayudan a ser más feliz y cambies un poco tus planteamientos de vida.

Llega la Semana Santa y todo el mundo se apresura a cambiar de lugar por unos días. Sería estupendo que intentáramos sacar partido a estos días sin ocuparnos de lo que hacen los demás, si a ti te gustan las procesiones, pues a verlas y no insultar a los otros porque no las ven. Si no eres partidario pues no las veas y respeta a los que las ven. Conduce con cuidado. Ocúpate de tu familia, habla con tus hijos, aprende a conocerlos.

Bueno, estoy un poco preocupada me doy cuenta de que me estoy volviendo Doña consejos, labor completamente inútil pues nadie sigue jamás los consejos que le dan, la primera yo. Pero para mí es como pensar en voz alta, quizás si yo misma siguiera mis consejos me iría mejor. Voy a terminar deseando a todos mis lectores felices vacaciones.

viernes, 29 de marzo de 2013

"LA SEGUNDA DE ABONU, EN SOTIELLO", crónica taurina de JOSÉ AVELINO MORO publicada en el diario "EL COMERCIO" el 20/5/1969


En Gijón sigue lloviendo, y yo continúo rescatando recuerdos. Hay muchos más de los que pensaba podía encontrar. Aún consciente de que para la mayor parte de mis lectores carecerán de valor, me  dispongo a publicar alguno. Son, en su mayor parte, recortes de prensa y bastantes cartas personales a mi padre. Sé que un día no muy lejano -el tiempo pasa rápido-, como tan bien recoge José Marcelino en sus “Domingos por el Rastro”, desaparecerán definitivamente  mezclados con cuatro libros, algunos cuadros de escaso valor y cuatro objetos personales, en ese lugar mágico para quien busca, no tanto para quienes conocemos el destino de nuestras cosas más íntimas, aquellas que conservamos, no por su valor sino por su significado. Pues bien, dicho esto –o más bien pensado- he decidido publicar algunos de los textos que en “El Comercio” ha ido publicando mi padre a lo largo de su no muy larga –aunque sí intensa- vida laboral (falleció con 49 años). La razón es sencilla: todo aquello que se publica en la Red existirá siempre y, además de personal, es el reflejo de cómo transcurría la vida en la ciudad de las mil caras: Gijón. Añado que no todos son en bable, ni tan poco serios, pero hoy es lo que toca.

Corresponde lo que sigue a la crónica –como enviado especial (que ya tiene guasa)- de una corrida de toros en Sotiello ( Abadía de Cenero). Por la fecha, 20/05/69, supongo que con motivo de sus fiestas.




Con llenazu hasta la vía, celebróse la segunda corria de mercau. El regustín de la primera punxo les entraes de los tendíos alto cares i non quedaba delgún lloreu ni álamos de la oriella ´l ríu que non tuviera copau. Na presidencia  punxeren a Lito, al que echolu Belo el de Consuelo pa que pescara los peixes gordos pa después dir celebralo xuntos.
Foi toreru cabecera del cartel “El Muri”, al cual apoderolu Fernando Plácido que tamién tuvo una ayuda p´asesorar al “Mocín” que non facía más que citar desde terrenu peligrosu.
Tomaren l´alternativa dos maletillas que traxeren como gran cosa y lo únicu nuevu que aportaren a la fiesta, foi unes rapaces que daben munchu empaque.
Fexose de rogar l´animal pa salir al estrau y cuando allegó, quedose co la cabeza mirando pa riba, enroscó el rau a modu de sacacorchos y chó un regau na pradería. La gente comescipió a rise, menos los llamaos toreros que taben decoloríos.
Acabau el riegu, l´animal comencipió a a gufar ya facer regatos co les pates n´el suelu. Desde el caxón de facer brula, Fernando Plácido daba órdenes, pero… que si quies, nadie se metía pel bichu. Unos dicíen que taba afeitau  de cuernos, otru que si tenía unos postizos , el casu foi que ´ l animal taba de amu i señor del casu.
Después d´un cachu agarró “EL muri” una chaqueta colorá y tirose al terrenu de peligru. Pegó esti rapaz tres “Manoletines”, dedicaes  a Lito, fizo dos pases de pechu ajustainos y saludó co la parte detrás puesta contra la cornamenta de aquella mole de toro. Tal desplante paez que animó a los llamaos maletillas, un de los cuales vistía de azul con un remiendu discretu xunta la culera y el otru de pana y oru (o po lo menos una cosa que brillaba). Tíranse los dos al estrau y el toro que los vio arreó tras ellos que yo bien creí que yos metía un espetu per xunta el rabadiellu. Salió un espontáneu i corrió la mesma suerte. Entós l´animal, mi alma si non se barruntó dueñu del casu i lo que fizo fue parase en mediu del recintu, puxo el rabu utra vez en forma de sacacorchos y… plás… plás…trrr… abonó el prau.
Un que taba menguau de un humeru, onde el ríu, tocó un cormetín que yera del güelu de Gerardo Pin, i dio por finalizá la corría.
Ye el fin de la segunda d´ “abonu”. Al menos así lo acababa de indicar el animal, dixo aquél mozu del tendíu altu.
La xente comenzó a desfilar y a esti enviau especial, metiéronlu contra un matu y los apoderaos de los que puxieren  delante del astau y traten de untai el focicu pa que dixera que se cortaren tres oreyes y dos raos. Al paecer atópase xente de San Andrés  que tien gana llevar p´al pueblu una toriada como ésta que ficieron en Sotiello. Dichu queda  el juicio del ténicu. Hubo oreyes a esgaya, abundancia de raos y ca toreador dio, mi alma, más diez vueltes al ruedu. Que foi delantre l´animal d´ acuerdu, pero que naide diga  que yo chupo por dicir esto. La ganancia foi toa pa Lito y Fernando Plácido qu´al paecer van fichalos pa empreses de más emportancia. ¡Esta xente de Sotiello y´el demonio…! Lo malu ye que la UNISONA ta enriza, que si non mi alma, si nos, trairíen a torear al mesmu CORDOBEYU.

Nota aclaratoria: No sé bable, y copiar estos textos tiene para mí dificultad, por lo que puede haber errores de transcripción, que espero disculpéis quienes sí lo domináis. 

lunes, 25 de marzo de 2013

"PEPÍN EL CONCEJAL"

Las vacaciones de esta semana, que debe de ser Santa por precepto, y la lluvia que no deja de caer sobre  Gijón, me ha devuelto a  esa parte de mi biblioteca en la que guardo, además de algún libro raro o curioso, recuerdos en forma de recortes  y muchas carpetas de las que surgen las cosas más inverosímiles. Unas archivadas por mí hace muchos años y otras, por mi padre, hace más todavía.
De ese rescate ha salido lo que sigue, más que nada como curiosidad. Pero requiere una explicación, pues las cosas fuera de contexto y del tiempo en el que fueron escritas pierden su -en este caso más que en otros- significado.
Se trata de una serie de escritos, publicados en "El Comercio" en la década de los setenta, bajo el título de "Carta a Pepín el concejal",  y en bable. Mi padre fue su autor. Adelanto que no tienen valor literario y que pueden tildarse de simples. No me parecerá mal que así se consideren. Como ya dije en el comienzo, fuera de la circunstancias y del momento en el que se escribieron carecen del valor que pudieran haber tenido en la época a la que corresponden.
La primero que cabe señalar, es que están escritas en bable, probablemente no en el mismo bable que ahora ha normalizado la Academia de la Llingua, pero, en todo caso, el bable que en la década de los sesenta se hablaba en  las aldeas cercanas a Gijón. Escribir  hoy en bable en un periódico se considera algo normal, hacerlo en 1970 era para muchos una "aldeanada", y de aldeano tildaron a mi padre cuando tuvo la osadía de dirigirse a Pepín el concejal (personaje que existió en la realidad) en esa nuestra lengua vernácula. Pepín, era un hombre procedente de la aldea que fue concejal en el ayuntamiento gijonés. Y quien le escribía, José Avelino, un vecino del pueblo que cada semana le recriminaba su actuación en el consistorio. Curiosamente, y esa es la razón por la que reproduzco la carta,  el plan de urbanización y la recalificación de terrenos ya preocupaba y, según cuenta José Avelino, había muchos intereses particulares por medio.  Vamos, que seguimos siendo los mismos.
Finalmente añadir que quien escribía, es decir mi padre, por extraño que parezca, reflejaba la manera de ser de las gentes del pueblo, esas que en "el chigre" hablaban del raposu, de la cosecha de manzana..., de temas que hoy pueden parecernos muy simples. Pero así transcurrían muchas vidas en ese tiempo que parece lejano, pero que fue, como quien dice, antes de ayer.


Queridu Pepín:
            Quiera Dios que cuanto ésta allegue al tu poder les camionetas ya vayan entrando al riegu pa dir dexar les perres al prau. Has tener cuidau Pepín, non sean los demonios que el prau tenga topos y vos furen per baxo y estropien tou el asuntu que con tanta xera chastes a caminar.
            Daraste cuenta Pepín que los bonos predicaos, que una cosa ye tocar les campanes y otra dir a la procesión. Al pasu que vas mi alma sin non vas amasar  más perres que estraperlistas de fierru de los del añu cincuenta. Siempre me dixisti que tenís un amigu que tenía más tragaderu qu´ una alcantarilla desempachá. Al pasu que tas señalando tú toi dándome cuenta que el gorgoberu tuyu ye  tamién  un buen sumideru. De toes les maneres has tener presente que facer un panteón con mármol de lo de per allá, ponei daque estufa pa calentase y pensar que te van llamar democráticu y amigu del  probe ye una cosa asina como oyer llover. Al pasu que vas tos te van tomar por pitu serenu.
            Cambiando el terciu pal otru llau, tengo dicite que toy fechu una pieza col asuntu esi que llamaes “planes parciales”. Y era tiempo que llamaraes les coses n´asturianu. Aunque claru, habría que decir “planes particulares”.
            Bien tou esto a cuentu, Pepín de los bonos predicaos, porque sé de un compañeru tuyu que nun planín desos partíen en dos una finca suya que ta según se mira del Ayuntamiento pa contra la tierra de Marcos del Torniellu, y tamién del Adelantau. El to amigu, que tien más enchufes que la cañería del agua, expatuxó tou lo que pudo, gastó perres en viaxes y pué que en dalguna  fartura, y el casu foi que pasos eco la suya y tornó el asuntu virando el plan pa que na más que y agarra el espropiaua una migayina. Ya lo ves Pepín, la xente delles veces ye más astuta qu´el raposu. Acuérdome yo una vez que atrapé  un raposu n´el gallineru y allantei un palu que dexelu espatarrau a la primera. Agarrelu per rau creyendo qu´el bicho taba muertu y un poco más allá atopé a Gerardo  Pinín que preguntome por asuntu. “Ya lo ves, dixi yo, solmenei un palu con tan bona suerte que matelu”. Interesose Gerardo Pin por animal, yo póselu en baxo pa que viera lo llargu que llera… Esntós el zorramplón  del animal arremelló un güeyu y al vese llibre comencipió  a dar suela que en dos minutos perdiémoslu de vista. Ni que decir que desde entós el raposu resucitau ta acanbándome con toes les pites.
            Esto que te digo non te lo apliques Pepín del bon enchufe. Sabíu ye que una cosa y´el raposu y otra el ser paisanu.
            Diba contate una cosa per gorda, pero dau que non tengo xera y que vo llegando al términu del papel, déxolo pa otra que te vaya.
            Na primera que veas a Pepa has facer la vista gorda. Ye que la mio mujer  ca vez que te ve, vien pa casa llamándome pollín. Non fai más que santiguase y decir que nos yes tan burru como paecíes.
            Los chorizos tan secando. Espero mandate una riestrina. Ye tou. Non me falta más que dicite  que si necesites un guadia pal prau ya sabes nonde tienes un amigu.
            Recibi un abrazu afectousu de Benino Naviella y el recuerdu de esti prubín que ta seguru de dayos unes mazcaes a los carbayones esta tarde  n´el Molinón.   JOSÉ AVELINO

viernes, 22 de marzo de 2013

"EL LARGO Y GÉLIDO INVIERNO" artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ-BUILLA publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"


El largo y gélido invierno Este ha sido el invierno más frío y deprimente que he conocido. Está a punto de comenzar la primavera y no cambia un ápice. Viene un sistema frontal detrás de otro y cuando no estamos en alerta roja por lluvia lo estamos por viento, y cuando no, lo estamos por nieve. En Asturias el tiempo siempre ha sido muy cambiante, nunca estamos seguros de qué pasará a dos días vista, y es muy difícil predecir con exactitud si el fin de semana lloverá, nevará o lucirá un espléndido sol, por lo cual nuestros festejos son casi siempre improvisados, y gracias a ello somos de los mejores anfitriones del mundo. Yo creo que los meteorólogos nos odian: con nosotros no pueden lucirse. Eso sí, cuando luce el sol en Asturias es el clima más hermoso del mundo y disfrutamos el doble que los habitantes de esos sitios en los que casi siempre solea.

Como corresponde a este invierno tan extremo, ha pasado de todo, y suma y sigue. La crisis sigue galopante. El Gobierno se las ve y se las desea para atajar tantos problemas, la oposición se las ve y se las desea para protestar sin encontrar una sola idea aprovechable, las manifestaciones se suceden con tanta frecuencia que ya nos pasan desapercibidas. Todo el mundo pide algo que en la mayoría de las casos es lícito pero que no se puede conceder porque no hay de dónde sacarlo, y el Gobierno hace como decía mi madre: «Contra el vicio de pedir está la virtud de no dar». La espada de Damocles sigue colgando encima de nuestras cabezas.

Una de las dos grandes sacudidas de estos últimos tiempos es la muerte del dictador megalómano de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez. Luchó contra la muerte con verdadera fuerza, pero, sobre todo, luchó su sucesor elegido muy democráticamente por el mismo Chávez, Nicolás Maduro. Además, ha sido nombrado vicepresidente Jorge Arreaza, yerno de Chávez, hasta las próximas elecciones. Todo muy democrático. Pobre pueblo venezolano, que no levanta cabeza, primero aquellas oligarquías millonarias que no hicieron nada por su pueblo, sólo beneficiarse ellos, y después, Chávez y sus huestes, que por un lado presumían de ocuparse de los pobres, pero en la realidad no repartían más que miseria y el dinero del petróleo, para Bolivia, Ecuador, Argentina y Cuba. Deja un pueblo analfabeto que no hace más que tragarse las absurdas consignas de sus gobernantes y no reclama nada más que la bolsa de comida que les reparten. No reclaman que se creen trabajos, que se elimine la violencia, y están llenos de odio indiscriminado.

Otra gran sacudida de este invierno ha sido, primero, la renuncia al papado por parte de Benedicto XVI, y el cónclave y elección de un nuevo Papa, que nos ha mantenido a todos, creyentes y no creyentes, pegados a los medios de comunicación. Después de un montón de quinielas, todas ellas equivocadas, fue elegido el cardenal primado de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio. El primer jesuita y el primer americano en llegar al papado. La elección fue rápida, la segunda más rápida de la historia moderna, tras solo cinco votaciones. El nuevo Papa, que eligió el nombre de Francisco, en memoria de San Francisco de Asís, el santo humilde, defensor de los pobres, nos recordó que una de sus mayores preocupaciones es la lucha contra la pobreza. La defensa de los pobres ha sido siempre su caballo de batalla. Su sencillez, su vida austera, alejada de todos los signos de ostentación, su renuncia a vivir en el palacio arzobispal, sus traslados en autobús para ir a atender a los fieles necesitados son su seña de identidad.

En el mismo momento en que salió a saludar desde el balcón central de la basílica de San Pedro conquistó a todos los congregados allí y a la mayor parte de los que estaban viendo la ceremonia por la televisión, creyentes y no creyentes. Demostró ser un hombre cercano, modesto y con sentido del humor. Se le ve fuerte, a pesar de su edad, algo muy importante, teniendo en cuenta la ingente labor que le espera. Me temo que va a encontrar la oposición de muchos miembros de la curia, los conservadores como Bertoni y sus seguidores. Tiene que intervenir en las finanzas del Vaticano y en los antiguos errores de la banca vaticana.

No faltan algunas voces en contra del recién elegido Papa, se revelan datos no probados de la relación del Papa Francisco con el general Videla en Argentina, salen unas fotos en las que se le ve saludándole, se dice que no protegió a dos sacerdotes que fueron apresados y torturados por los militares. El nuevo Papa siempre ha rechazado esas acusaciones y nunca ha sido imputado. Él mismo dijo que había ayudado a muchos jesuitas a escapar y había protegido a muchos. Quizás es demasiado conservador en algunos temas como el matrimonio homosexual y el aborto, pero, afortunadamente, ha tenido y tiene una postura enérgica de condena contra la pederastia. Hay luces y sombras en todos los hombres y habrá que ver cuál es su trayectoria a partir de ahora.

Yo estoy con el Papa Francisco, me gustan su modestia, su austeridad, su imagen de luchador implacable cuando cree en una causa, su exquisita y sabia educación jesuita y su simpatía. Me gusta una de sus frases favoritas: «El Señor jamás se cansa de perdonar». También me parece de suma importancia su deseo de acercarse a todas las religiones. Me quedo con una frase que ha dicho su hermana Elena refiriéndose a él: «Después de hablar con mi hermano compruebo que detrás de Francisco sigue estando Jorge».

jueves, 21 de marzo de 2013

"EL ABUELO UN DÍA", artículo de FRANCISCO GARCÍA publicado en "LA NUEVA ESPAÑA" (20-03-2013)

Algunos enfermos de demencias seniles cierran los ojos a la realidad y escapan volando a los jardines de la infancia, al disparo de "gomeru" que logró tumbar un bote a diez pasos de distancia, que eran kilómetros de gloria; al roto en el pantalón de trepar al nido de los vencejos. Huyen de un mundo que  se conjuga en presente para retornar a la primavera lejana de los almendros. Dicen los nietos que le abuelo ha perdido la cabeza y se comporta como un crío. Que reclama de merienda urgente un mendrugo de pan mojado en vino y azúcar, como cuando de zagal hundía a escondidas en la tinaja el ceneque. El abuelo ya no vive al día: habita un territorio cuya única ley es el alcance de la memoria. Se ha ido con los gorriones y las ranas, para siempre.

miércoles, 20 de marzo de 2013

"FIN DELPRINCIPIO DEL OBISPO DE ROMA", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ ("LA NUEVA ESPAÑA"


Coronación de Rey y Papa coronado (Pío VIII) con dos "flabelli" de plumas blancas
       A los que interesa la complicada “Teología política” (que esa es la especialidad teórica o contemplativa de éste que escribe, ahora leído por usted), lo que antes se llamó la “Coronación” del Soberano Pontífice (final con Pablo VI), tenía más interés que ahora la Entronización. Antes, al Papa se le coronaba o encabezaba con una tiara de tres coronas, el llamado triregno, simbolizando las coronas el poder del Papa sobre las tres Iglesias, la militante, la sufriente y la triunfante, o también las tres misiones del mismo Cristo, por su triple unción mesiánica, la de profeta, sacerdote y pastor. De ahí que toda coronación, de rey o de papa, requiriese solemnidad y pompa: la del Papa, requería de la tiara, de dos flabelli a modo de abanicos de plumas blancas, y que los príncipes cardenales arrastrasen su capa magna.

            Ahora la Entronización es una misa que se llama de “comienzo del ministerio petrino”; el Papa encabeza una sencilla mitra cónica, que cada vez se parece menos a una mitra turbinata; se sube y se baja un jeep para saludar; no canta ni al bendecir Urbi et Orbi; mira al reloj a la salida de la Basílica en dirección a la Plaza, a las 9,35 horas, estando a un tris de que el báculo rodara por los suelos; al Papa se le coloca en un trono, que parece una jaula roja (rossa), con dificultades para subir y bajar tantas escaleras, ya él y los cardenales (el más ágil con lo de las escaleras, visto lo de ayer, sigue siendo el más viejo de todos, el cardenal Sodano, sempiterno por ahora, que eterno está por ver). Y la terminación de la homilía papal no pudo ser más humilde, de pobre, nada de coronas: Pregate per me!

Antes y ahora, siempre, coronando la Iglesia al Papa, que lo mismo puede ser un aristócrata romano (Pío XII), un campesino (beato Juan XXIII), un burgués ilustrado (Pablo VI), un huérfano polaco (beato Juan Pablo II) o un muy middle class, porteño y sureño (Francisco). El teólogo político, Carl Schmitt, ya lo escribió en Catolicismo y forma política, como prueba de la complexio oppositorum en la Iglesia: “…Una monarquía autocrática cuya cabeza es elegida por la aristocracia de los cardenales, en la que, sin embargo, hay la suficiente democracia para que, sin consideración a clase u origen, el último pastor de los Abruzos tenga la posibilidad de convertirse en ese soberano autocrático (Papa)”: Y antes, la Coronación, y ahora, la Entronización, no confieren al Papa la condición de Soberano Pontífice –esto canónicamente es claro-, pues todo, todo, se atribuye al Papa en el momento mismo de la elección, debidamente aceptada ante el ceremoniero pontificio en funciones de notario.

Benedicto XVI, en la solemne celebración de 2005, llevaba una casulla dorada por muchos oros, no nueva ni vieja (la vistió una sola vez el Beato Juan Pablo II en la Misa de Navidad del año 2000); leyó su homilía sentado; se le colocó un palio de espectacular forma, de tanta que a los meses hubo de cambiarse, y eso después de leer un fragmento del Evangelio de San Juan en griego; lo cantó Benedicto casi todo hasta el difícil Prefacio. Francisco, por el contrario, llevaba una casulla como de hechura argentina; leyó la homilía de pié; se le colocó el palio y el anillo antes del inicio de la celebración eucarística; se leyó, también en griego, un fragmento del Evangelio, aunque de San Mateo; y el cardenal Tauran, protodiácono y muy buen cocinero, metió a Ignacio de Loyola en la retahíla de los Santos.

La homilía de Francisco me gusto; fue singular, franciscana y pastoral, con toques jesuíticos. Lo de custodire el “ambiente” muy interesante, y lo de no “temer a la bondad y a la ternura” casi genial; fue un animar a tantos miedosos y miedosas escondidos en claustros, celdas, capullos de sedas y alelíes. Su denuncia del “odio, la envidia y la soberbia” muy oportunos, que son pecados de todos, de todos, si bien en especial de los clérigos sus diversas tallas, la baja, la media y la alta.

Y de lo teológico pasemos a lo político: las ciento treinta y dos delegaciones de países, con varios Capos de Estado al frente, no tuvieron el glamour de la vez pasada, la de Benedicto, en lo que habrá tenido que ver –seguro- la ausencia del Rey de España. Concluida la ceremonia de Entronización, el Papa se colocó en el interior de la Basílica, de pié y dando la espalda al altar de la Confesión. Cuando lo de Benedicto se hizo muy mal, pues, mirando al altar, sentaron al Papa, lo que casi provocó incidentes diplomáticos y teológico-políticos, pues, los capitostes que saludaban al Papa, tenían que inclinarse demasiado ante él, casi de rodillas, lo que pudo interpretarse como afán del Papa de ser el Rey de todos, con confusión de espadas, la del Papa y las de los Reyes (este fue el primer embrollo que causó a mi bendito Benedicto el cardenal Sodano, entonces en funciones de Secretario de Estado -el último embrollo lo contamos en Ad multos annos- hace días.

            Los primeros en saludar al Papa Francisco fueron la Kitchner, Napolitano, los Reyes belgas, y, a continuación, pasaron, casi juntos o como en montón, los de los paraísos fiscales, o sea, Principados de Andorra, Mónaco, Liechtenstein, así como Maestro de la Orden de Malta. Allá, por el número veintitantos, apareció el Príncipe de Asturias y su esposa vestida de negro, seguidos de Rajoy, lo cual tampoco es para desesperarse, pues Merkel, llamada Angela, iba detrás, más detrás aún.
           
Antes de concluir este fin del principio de Franciscus, para alivio de mis estimados lectores y lectoras, una pregunta última: los jesuitas, que están en las fronteras, siempre periféricas, un poco enfurruñados por lo del Papa-jesuita o del establishment ¿ya estarán más contentos? Creo que un poco más; en todo caso no se ha de olvidar que, después de muchos discernimientos, los jesuitas son muy obedientes; y pudiera ser que más incluso que los Dominicos, no obstante ser frailes y también de mucho discernimiento.



(FOTOS FACILITADAS POR EL AUTOR)


martes, 19 de marzo de 2013

"SAN IGNACIO(DE LOYOLA) YA EN LAS PRECES", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ ("LA NUEVA ESPAÑA"


         

            Al lado de la Puerta de Santa Ana, en el Vaticano, por donde entran y salen en cochazos unos monseñores, y otros “señores capos”, los unos camino de las sagradas estancias y los otros muy encaminados al cercano Banco (IOR) (un poco más arriba, a la izquierda), Franciscus, en funciones de párroco, a la puerta de la elíptica Iglesia de Santa Ana, abrazaba y bendecía a los “pibes” que salían de rezar. Todo fue a presencia de un Guardia Suizo, vestido de colores y en posición de saludo, que se cansaba de tener la mano derecha arriba, a la altura de la cresta, adornada con casco-plumero, casco negro y plumaje rojo.

Minutos antes, en la Misa, se produjo una novedad litúrgica importante: fue en el memento de las preces, el cardenal Comastri, el de susurros de monja, se olvidó de la retahíla de los santos Lino, Cleto, Clemente, Sixto y Cornelio, y mencionó sólo a tres: San Agustín, San Francisco y San Ignacio de Loyola. Y ¿por qué no Santo Domingo de Guzmán, ni…” Que sean los lectores/as quienes hagan las deducciones jesuíticas que correspondan, después de advertirles –eso si-que la Puerta de Santa Ana, es para mí de mucha emoción, ya que a la izquierda están los garitos en los que los “suizos” me hacen perder mucho tiempo, para y por verificar mis salvoconductos de entrada al Estado-Ciudad.

            En el posterior Angelus no sorprendió el decorado, fue el habitual; los cortinones del gran ventanal del Palacio Apostólico, con agites por vientos y amarillos, color de la bandera vaticana y color de los locos, según los entendidos. El Papa, en el ventanal y subido a un parapeto de maderas, pudo ser populista y políglota, y no lo fue: sólo predicó y rezó en italiano. Los argentinos allí presentes, acaso tantos como los de Comunión y Liberación la tarde-noche del Habemus Papam, quedaron con ganas de oír al Papa en otro cristiano (el castellano), y todos, no sólo los argentinos, quedamos con ganas de oír al Papa cantar –este Papa no canta, no canta, ni en misa ni en bendiciones, “sonando” el Pater de su bendición un poco esdrújulo-.

            Y mientras esas cosas ocurrían, el Papa emérito Benedicto sigue en su nuevo status con dedicación al “rezo y a la meditación”, tal como el diácono oficiante imploró durante el Ofertorio de la misa Pro Ecclesia (conclusión del Cónclave). Un emérito que fue siempre “mi bendito Benedicto”, siempre escrito sin ninguna ironía. Todo surgió cuando Ratzinger, en febrero de 2005 (esa misma tarde se ingresó por segunda vez a Juan Pablo II en el Gemelli), subido al púlpito de San Ambrosio, en la catedral de Milán, pronunció la oración fúnebre (sermón) por el alma de Don Giussani.

Aquello, para mí, fue un “seré el próximo Papa” -esa fue mi sensación o impresión, acaso no la intención de Ratzinger-. A partir de eso, no dejé de mirarle, de escribir de él; y mientras otros explicaban lo del Panzerkardinal, lo del rottweiler de Dios, siempre intuí la fragilidad de un esteta, las dudas de un teólogo (Ratzinger), y las incomodidades ante los mayores desordenes humanos, que son los del poder). Forzosamente las salidas tenían que ser difíciles y laberínticas: lo fueron, las propias de un perdedor. Es que los perdedores –permítaseme el desahogo- hasta me excitan, me preocupan y ocupan mucho; los ganadores me dejan indiferente ¡Bahhh! ni “fu ni fa”. La intuición, sentimiento caliente, dio paso al pensamiento frío; éste hizo carambola y surgió la admiración, que, por filial, resulto bendita. Ya lo escribí el mismo día 11 de febrero, a las diecisiete horas: ¡Adiós, mi bendito Benedicto!

Franciscus, de 76 años, sabe que Benedicto fue elegido Papa con 78 años, diferencia escasa, y que a los cinco años de su Pontificado, pronto –sólo a los cinco años, en 2010-, mi bendito Benedicto ya no podía subir las escaleras de los altares sin la ayuda de los ceremonieros pontificios.

lunes, 18 de marzo de 2013

"EL PREFECTO, PUENTE ENTRE PONTÍFICES", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ ("LA NUEVA ESPAÑA)


            Por segunda vez ocurrió el milagro. El milagro de la primera vez fue entre los meses de agosto y octubre de 1978: en pocos días se pasó de la tristeza angustiosa del Papado de Pablo VI al contundente “no tengáis miedo” de Juan Pablo II -con el intermedio de la sonrisa “interrupta” del Papa Albino y Luciani-. El milagro de la segunda vez acaba de ocurrir, entre febrero y marzo de 2013: en pocos días se paso del Papado teológico (“trapecista”) y estético (no obstante tanto desorden) de Benedicto, al Papado jesuítico y franciscano del “paz y bien” de Francisco. Desde la Sociología no se explica cómo una “estructura” burocratizada y de ancianos –gerontocracia vaticana- puede tener tantas energías juveniles; sólo se puede entender desde la Teología: acción de la Santísima Trinidad y punto

Papa Francisco bajó de su “Sede”, en la Sala Clementina, y pisando el suelo, aunque de precioso mármol, dio abrazos, algún beso, a los cardenales en Colegio allí presentes. Tranquilizó al cardenal Law, muy angustiado; dio instrucciones precisas y tajantes al cardenal Ouellet (prefecto para los Obispos durante Benedicto); aguantó los susurros de monja del cardenal Comastri; puso firme al de Australia; escuchó con atención al cardenal Amigo, que no lleva bien que se aceptara su renuncia con tanta rapidez (Sevilla), mientras Rouco ahí sigue (Madrid), llamado eso “agravio comparativo”. Podríamos seguir pues muchos abrazos y de tantos, darían para mucho.

Pero lo más importante estaba cerca, muy cerca., pues así estaba Georg Gánswein, el Secretario de Benedicto y, por ahora, el Prefecto de la Casa Pontificia de Francisco, auténtico “pontífice” (puente entre los dos papas). El interés estaba en ver qué cardenal saludaba también a Georg y qué cardenal “pasaba” de él, pues en ese saludo se manifestaba la animosidad o adversidad hacia el Papa de la renuncia y su Papado. Normal que los cardenales Sodano, Ré y Sepe, muy a disgusto con Benedicto, no se acercaran a Georg ni le mirasen. Aclaro lo que mis lectores y lectoras ya saben: yo, siempre, de mi bendito Benedicto; ahora bien, me uno a la queja de Sódano, Ré y el “napolitano” Sepe (don Crescencio). Resulta que Papa Benedicto, tanto denunciar i mali del carrierismo e della recerca del potere personales (Audiencia General de 3 de febrero 2010 (alocución sobre San Domenico di Guzman), y el monseñor que más carrera rápida hizo en esos años fue, precisamente, su secretario Georg, también amado por Vanity fair y “la Versace”.

Creo, con toda modestia, que una cosa es que el nuevo Papa sea argentino y otra que quiera tener al lado un “Teatro Argentino”. Luego, su Excelencia Reverendísima, el Arzobispo Gánswein, ha de ir preparando las maletas. No me sorprendieron las atenciones al Arzobispo Gánswein por parte de monseñor Rouco; si me sorprendió, en cambio, que el cardenal James Harvey, hasta hace unos meses Prefecto de la Casa Pontificia de Benedicto, pasara sin mirar a su sucesor. ¡Yo que pensaba que eran amigos! ¿Por qué se habrán enfadado?

Y mientras eso y muchas cosas más ocurrían, tres sediari pontificios, antes palafreneros, con su Decano di Sala al frente, colgando todos collares y cadenas de plata, y con pajaritas blancas de corbata, repartían papelitos para lo del martes, antes, antes, llamado La Coronación.
            

domingo, 17 de marzo de 2013

"AD MULTOS ANNOS", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ ("LA NUEVA ESPAÑA")

"El autor, pensando"


            La Clementina, de Clemens VIII Pont.Max., con frescas pinturas y fríos mármoles, más que Sala, parecía Aula o parvulario, sentadas Sus Eminencias a la espera de la entrada del Reverendo Director. Casi todos, como manda el reglamento, con las manos apoyadas en las rodillas. El cardenal Ré cruzaba, con apariencia de frivolidad, sus piernas de flaco; el cardenal Scola, que parecía tener prisa (no dejaba de mirar al reloj), escondía los dedos artríticos de sus manos en los sótanos de la sotana negra con ribetes rojos.

Con el Papa ya en el Trono, dando la espalda a la gran chimenea clementina, habló el Decano Sodano, que volvió a repetir lo que últimamente tanto le preocupa, eso de que el Buen Pastor, jamás, jamás, debe abandonar a sus ovejas; preocupación loable y demostrativa de que no está dispuesto a dejar tranquilo al emérito Benedicto. El Obispo de Roma, sentado con las piernas extravertidas, acaso en exceso, y calzando unos “zapatones” negros (el “agudo” cardenal Lajolo, emérito Presidente del “Governatorato” los miraba asombrado), en su alocución, volvió a mencionar al diavolo (demonio en la homilía de la Sixtina).

Es muy interesante el pensamiento sobre Satana (el Maligno), tanto de Pablo VI (Homilía del 29 de junio de 1972) como de Benedicto XVI (Audiencia General de 21 de febrero de 2010 y conferencia de Teología Política en 1962). Sólo destacaré, por ahora, la rapidez apresurada y la reiteración de Franciscus en apuntar a Lucifer -en pagano Belcebú o Belfegor; y explicable por dos hechos: Franciscus es jesuita –en los “Ejercicios” de San Ignacio hay mucho de tentaciones y del Tentador, y el dantesco Infierno ahí está con sus demonios-; además, los argentinos, acaso Franciscus también, son, de nacimiento, apasionados por el psicoanálisis, que es, a veces, cosa de demonios y endemoniados.

            La seguridad que está manifestando el Sumo Pontífice es total, lo que revela que el apoyo en el Cónclave fue masivo por los electores, muy superior al recibido por mi bendito Benedicto en 2005; ello milagro o gracia de Benedicto, del Vaticanleaks, del IOR y de lo “otro”. También sabe el Papa que tiene el apoyo -ahí estarán- de casi dieciocho mil jesuitas, y eso, no es “moco de pavo” (perdóneseme el recurso a la ordinaria volatería). Y mientras tanto, el cardenal Bagnasco, Presidente de la CEI, afeitó su cabeza, pareciendo que allá arriba, lleva colocada una cacerola en vez de un solideo o casquete. Y mientras tanto, el purpurado español, que no votó a Francisco, ya empezó a hacer eso que se llama “de la necesidad virtud”, y es que al Conclave concurren, además del Espíritu Santo –esto con toda seguridad-, también y quizá, Satana y alguna “meiga” que, en masculino gallego, se llama “meigallo”.

Y que todo sea, como bien dijo Sodano --asimétrico, con el hombro izquierdo mucha más alto que el derecho-- en su final de saludo al Obispo de Roma: Ad multos annos, y que así sea. 

sábado, 16 de marzo de 2013

"CAMINO DE FRATELLANZA", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ ("LA NUEVA ESPAÑA")


                                                 Franciscus, Obispo de Roma, a la comunidad diocesana romana, en el Habemus Papam, -- más que un “Habemus Papam, fue un  Habemus Episcopum -- lo dijo: “ Un camino de fraternidad (fratellanza) entre nosotros, obispo y pueblo de la Iglesia de Roma”. Tiempos estos nuevos, de fratellanza, que a algunos recuerdan los de Juan Pablo I, el de la sonrisa, pero con una diferencia: Papa Luciani, indefenso, se llamaba Albino y lo era; por el contrario, Papa Franciscus, Papa blanco, tendrá la protección de los jesuitas, a miles, y el Padre Nicolás, Papa negro y Prepósito General de los S.J., desde la terraza de su residencia romana, enfrente del Palacio Apostólico, lo “verá” todo, todo, por si acaso.

Fachada de la Casa de jesuitas en Roma, cerca del Vaticano
A finales de los años noventa, en la RAI, (dispongo de la grabación) se entrevistó al entonces Prepósito de los jesuitas, el P. Kolvenbach, realizada en la terraza de su “Casa” en Roma. A la pregunta de la periodista sobre el estado de salud de Juan Pablo II, el P. Kolvenbach dio media vuelta, miró a la tercera planta de Palacio Apostólico (apartamentos pontificios) y dijo: “No debe estar mal Juan Pablo II, pues no veo aún, aún, a los “polacos” tirarse por las ventanas”.

            En la Misa Pro Ecclesia, de conclusión del sagrado Cónclave, Franciscus Papa, muy bien y con mucha intención, colocó su Cátedra en un lateral, no en el centro del altar de la Sixtina –el centro sólo para la Cruz—. Franciscus predicó la homilía con valentía de torero, sin leer, en un italiano “macarrónico”, normal en un argentino. No se le entendió al decir mal cuatro veces “petre” (si parla de petre, le petre hanno, ma petre vive, petre unte); y eso, en la lengua del Dante, no es PIEDRA. A la derecha de Franciscus, el cardenal Ré, hiperactivo en intrigas, manifestaba entusiasmo frotando lasmanos, y a la izquierda, el cardenal Bertone, de largo cuello, que, como todo lo de él, no se sabe dónde empieza y dónde termina. En la primera fila cardenalicia, estuvo monseñor Tauran, el muy admirado y respetado, con la mitra entre las manos por desgraciadas razones de mala salud (movimientos de cabeza).

Con Guido Marini
            Don Guido Marini, Maestro de Ceremonias Pontificias, el único buen fichaje de Bertone, como siempre esplendido, acaso un tanto despeinado y desconcertado con las maneras simples del nuevo Papa, que, a diferencia del emérito Benedicto, no es un esteta o un dandy, y eso, los gustos no estéticos, limitan mucho la excelencia de la Liturgia. Por eso mismo, debe estar también desorientado monseñor Georg Gánswein, hoy Arzobispo Prefecto, Secretario de Benedicto y Excelencia Reverendísima, y ayer, el 18 de marzo de 2005, a la cabeza (pelotón) de la procesión de entrada al Cónclave, entre monaguillos y turiferarios; un Cónclave en que salió elegido mi bendito Benedicto, también de mucha fratellanza,

           

            

viernes, 15 de marzo de 2013

"DESPUÉS DEL DISCERNIMIENTO", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ ("LA NUEVA ESPAÑA")


   
San Francisco de Asís, servidor de los pobres
            Discernimiento fue la palabra de moda antes y durante el Cónclave. Los cardenales electores repetían que todo lo que hacían, especialmente rezar, era para poder bien discernir. Un discernir que consistía en que la voluntad del Espíritu Santo concordase con la suya, nada difícil si se tiene en cuenta que si el Espíritu es Santo, ellos, los cardenales, son, por humano título, “eminentísimos”.

            El cardenal español E.R. Julián Herranz, de tierra de aceitunas y toreros (Córdoba), importante del Opus Dei, de la Curia y sin derecho a voto en Cónclave por razón de edad, estaba discerniendo al responder así, el 19 de febrero de este mismo año (página 8), en una entrevista publicada en un Diario de este País, sobre el futuro Papa:” La edad, la salud, el conocimiento de idiomas, la capacidad de viajar y puede que también la nacionalidad son cosas de gran importancia” ¿Estaría pensando en monseñor Bergoglio? Pudiera ser que no.

            Resulta que el nuevo Sumo Pontífice es jesuita, y por ello primero interrogo: ¿Qué estará pensando el Padre Arrupe, que hasta su definitivo traslado (restos mortales e inmortales) en la Iglesia romana del Gesú, se tuvo que hacer a escondidas, para no molestar al beato Papa Juan Pablo II? ¿Qué pensara el cardenal riojano Martínez Somalo, amigo de Maciel, que por allí sigue (Vaticano) cual fantasma colorado, y que fue la mano ejecutora contra Arrupe? Y afirmo que por ser jesuita, el nuevo Papa, tiene acreditado que está muy distante de las dos terribles “emes” italianas: “La Mafi…y La Maso…”.

            Acaso, por trampa del maligno, reaparece El Cementerio de Praga (2010), en el que su autor, Umberto Eco, novelista -luego mentiroso- escribe barbaridades, tal como la siguiente: “Los jesuitas son masones vestidos de mujer”. No, no sólo me apresuro a negarlo; es que hasta me precipito. ¡Si sabré yo de ellos, de los jesuitas, de los que nunca fui, aunque San Francisco Javier se apellidase Aznárez!

jueves, 14 de marzo de 2013

"FRANCISCUM", artículo de ÁNGEL AZNÁREZ ("LA NUEVA ESPAÑA"


            La Plaza de San Pedro, llena y contenta, no dejaba de cantar y de bailar; esperaba un Papa Scola o un Papa Scherer, con mucha imagen, buena planta y recursos para hacer llorar emocionados a muchos. Todo estaba dispuesto, risas y lágrimas, como en la noche que Karol Wojtyla (octubre de 1978), desde el gran balcón de la Basílica, enamoró a la multitud con su física y química.

            El cardenal protodiácono, gran diplomático y de Burdeos, con mucha dificultad por el desgraciado Parkinsón, anunció el magnum Gaudium, que muy pocos entendieron, y nada entendieron al saber que el nuevo Papa se llamaría Franciscum. Total que, como los reunidos in Piazza son gente buena, del desconcierto pasaron al silencio, y la plaza se hizo silencio. Minutos después apareció el nuevo Papa, Bergoglio, con sotana blanca, con un sencillo pectoral, sin oros ni piedras preciosas -que tanto gustaban a mi bendito Benedicto- y sin muceta colorida de finos hilos.

            Y las rarezas continuaron: cuando dijo sapete (un sapete que sonó italo-argentino) que deber de Cónclave es designar al Obispo de Roma; cuando recordó al Obispo emérito (Benedicto XVI) por el que rezó un Padre Nuestro y una Ave María; cuando pidió comunión entre la comunidad diocesana de Roma y su Obispo; y cuando antes de dar su primera bendición pidió al pueblo que rezara por el Obispo -él, se inclinó delante del pueblo y ambos rezaron-.Y la rareza viene por el hecho de repetir, repetir lo de Obispo y no pronunciar la palabra Papa. Nunca desde el balcón de la Basílica, en día tan destacado, un Papa recordó tanto su condición nuclear de Obispo. Esto es algo esencial desde el punto de vista pastoral y eclesiológico, que, sin duda, va a marcar su Pontificado, pudiendo estar en ello las claves de su Pontificado y siendo esa la respuesta del Colegio Cardenalicio a los escándalos que motivaron la renuncia de Benedicto. Es que el susto con la renuncia debió ser morrocotudo.

Surgen las preguntas: ¿Cómo es posible que quién recibió muchos votos en el anterior Cónclave, en el presente haya pasado tan desapercibido? ¿Cómo es posible que los cardenales electores lo tuvieran tan claro y saliera destacado en los primeros escrutinios? ¿Tanto y tan bien discernieron y rezaron los cardenales o el Espíritu Santo, en esta ocasión, fue muy contundente? Desde luego a los cardenales del presente Cónclave no hay que hacerles reproches por indiscretos. Hay una cosa que si me gustaría saber: ¿Cuántas veces el ahora Papa se reunió secretamente en los pasados con Bergolio, ya  Francisco (no y nunca Francisco I)? ¿Será Papa Francisco el políglota, el decidido, el enérgico, que tantos cardenales pedían?¿Su nacionalidad argentina, asunto importante, podrá tener riesgos?
           
Y resulta que un jesuita es el Papa Francisco; él, el Papa blanco, y otro jesuita es el Papa negro: P. Nicolás, hispanos-parlantes. Y un Jesuita, que en la línea actual de muchos jesuitas, es como franciscano mendicante de San Francisco cerca de klas fronteras. O sea, S.J. por una parte y de las Órdenes terceras por otra; todos con los pobres, dialogantes expertos con el Islam, ecologistas, de piedad simple y de simplicidad que no simpleza.

            En la homilía de la Misa Pro eligendo Pontífice, anteayer, 12 de Marzo, el Decano Sodano advirtió con palabras de Jesús: “Dar la vida por los propios amigos y ofrecerla es fundamental en el Buen Pastor”. Esas palabras tan fúnebres, aunque evangélicas, vistos los antecedentes y precedentes, me asustaron. Pienso en todo ello, ahora que miro al nuevo e inesperado Papa, deseándole larga vida y, como los franciscanos, PAZ Y BIEN.      


                                                               
            

miércoles, 13 de marzo de 2013

"SIN NOVENDIALI (NOVENAS)", publicado por ÁNGEL ÁZNAREZ en "LA NUEVA ESPAÑA"



            La renuncia de Papa Benedicto –grandiosa (grandioso es renunciar a ser Vicario de Cristo y Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano)- tiene el inconveniente de todas las renuncias o repudios, que les suele faltar lo que los “organizadores de eventos” llaman “glamour”. Y es que las derrotas e impotencias (el “no puedo más”) no gustan musas líricas y flautistas; sólo las renuncias por venganza son de tragedia, reunidas las brujas.

            La renuncia de Benedicto nos impidió ver su cadáver saliendo por la puerta de la Sala Clementina del Palacio Apostólico, en cuyo fondo la barca de Pedro –pintada- se zarandea por el temporal. No pudimos oír los rezos salesianos, llorosos, del Camarlengo Bertone; ni ver el frotarse las manos, en maña piadosa, del Decano Sodano. Nos perdimos el enterramiento papal en la cripta “envuelta” la salma papal en tres féretros muy lacrados para deslacralos pronto y ver el “milagro” de lo incorrupto, seguro. Y mientras todo eso debería ocurrir, el llamado “notario del capítulo” de la Basílica vaticana, jugaría con papeles y carpetas que dicen que “dan fe”, incluso los suyos.

            Quedamos, pues, sin “novendiali”o novenario de misas por el alma de Pontífice; nueve veces sus eminencias cardenalicias, con casullas enlutadas y enrojecidas, encima de cordones y fajas también rojas. Tuvimos -eso sí y algo es algo- las congregaciones generales (senatoriales), que, en verdad, son lo que nadie dice que son: un durísimo concurso-oposición, en el que se analiza al detalle si los candidatos “proclamados” al Papado dicen o hacen bobadas, incluso con lo del IOR. Los llamados “grandes electores” toman nota y notas, muchas, para lo que ocurrirá después, en el encierro o cónclave. 

martes, 12 de marzo de 2013

"LA FUMATA", por ÁNGEL AZNÁREZ ("LA NUEVA ESPAÑA")

  ANTES DEL CÓNCLAVE

          
Aloisius Ratzinger ya descansa. Regresó del desordenado Vaticano a Castel Gandolfo, allá en lo alto, lugar de muchas flores y luz, que hasta los fantasmas son transparentes y huelen a rosas. Pasar del desorden al orden, eso siempre hizo Ratzinger. Su primer renuncio fue escapar de la “desordenada” Tubinga; el último fue renunciar al Papado desordenado. Eterno lamento germánico: ¡Cómo puede haber justicia allí donde hay tanto desorden!

Los cardenales electores el 19 de abril de 2005 no repararon en esa pulsión ciega del luego Benedicto y el Espíritu Santo nada dijo por su lengua de fuego. Sólo el cardenal Sodano, de muchos perendengues, balbuceó algo, pero no le hicieron caso; acaso la única vez que no se atrevieron a llevarle la contraria ¡Qué listo fue y es! (Sodano, naturalmente).

Allí, mirando al lago como un cisne blanco, mi bendito Benedicto pasa las horas leyendo las “estéticas teológicas” de su compatriota Urs von Balthasar, y medita sobre los tres requisitos, femeninos, de “lo bello”: integritas, proportio y claritas.  Borges, por ciego, vio, con vista de lince, que el peligro de los teólogos era “pasarse”, y que, en vez de “hacer” teología, acaben haciendo sublime literatura, la del género fantástico, de tanta imaginación.

No hay duda de que Benedicto XVI no fue un Papa-Borgia; ¿Habrá sido un Papa-Borges? No lo sé y que, aunque acierte ¡Dios me perd 

lunes, 11 de marzo de 2013

"LOS CÁNONES DEL CÓNCLAVE (2ª parte), artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ publicado en "LA NUEVA ESPAÑA)



ESCRUTINIO EN CAPILLA DEL JUICIO FINAL



Su lengua es flecha mortal, su boca dice mentiras. Saluda a su prójimo deseándole paz, pero en su corazón le preparan una trampa.
Libro de Jeremías



Es el Cónclave, estancia y encierro, el momento cumbre del proceso que comienza al quedar la Sede Vacante y termina con la sacra elección del Sumo Pontífice, y de cuya aceptación levanta acta el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, que, extrañamente, actúa de notario (sería normal que ese acta la levantara el Secretario del Cónclave, no el ceremoniero). Todo un conjunto sucesivo de actos de diferente naturaleza, y siendo causa, los de la elección papal, de la decisión de un órgano colegiado, no unipersonal: el Colegio de Cardenales (sólo de los Electores). Las constituciones apostólicas de los sucesivos papas regulan, con preciosismo, lo que llaman el “Desarrollo de la elección”, distinguiendo el antes escrutinium, el escrutinium y el post escrutinium. En la Constitución de Pío XII, la primera fase (antes) comprende cuatro actos, la segunda ocho y la tercera (post) tres actos, siendo el último la quema (combustio) de las papeletas en la estufa.

El Beato Juan Pablo II en su Universi Dominici Gregis derogó dos modos de elección papal: el per acclamationem y el per compromissum, y mantuvo únicamente el per scrutinium. Es lógico que al ser el Colegio de Electores un órgano colegiado, se planteen las dificultades inherentes a esos órganos, en los que la “voluntad colectiva” es la suma de las voluntades de sus miembros, bien la de todos (unanimidad imposible) o la de la mayoría (dos tercios de los Cardenales electores presentes en Cónclave, según el número 62 del texto mencionado). Mayoría de dos tercios que se denomina “reforzada o cualificada”, frente a la simple, que es el mayor número de votos en un determinado sentido y frente a la absoluta, que es más de la mitad de los votos.

Los dos tercios, que es cuestión nuclear, tuvo matices y muchos debates. Pío XII en su Constitución Vacantis Apostolicae Sedis (1945) exigió para la válida elección de Papa dos tercios más uno. “ita ut ille tantummodo Romanus Pontifex sit in quem duae saltem ex tribis parti bus Cardinalium, unum plus, in Conclavi raesentium”. El historiador Charles Pichon en su libro El Vaticano (1960), página 146, escribe: “Antes de Pío XII se precisaban dos tercios de los votos, no incluido el sufragio del interesado; en ese caso, se abría su papeleta para comprobar que no se había votado a sí mismo. Para evitar esa comprobación o control peligroso, estableció Pío XII una nueva disposición: dos tercios más un voto”. El enredo y las dificultades hicieron a Pío XII, pues, a cerrar los ojos ante eso tan frecuente de votarse a sí mismo, con el añadido precautorio del uno, tratando que con ese uno, el voto a sí mismo del elector, no determine su elección.


El beato Juan XXIII, en su Motu Proprio, suprimió el añadido del uno, dejándolo en dos tercios “por lo menos” (saltem). Pablo VI en su Romano Pontifici Eligendo (1975) volvió al “dos tercios más uno”:”Ad duas partes suffragiorum, uno addito”. El beato Juan Pablo II, derogó lo del “uno addito”, bastando los dos tercios. Benedicto en su Motu Propio de 2013 establece los dos tercios (sin el uno) de Juan Pablo II añadiendo “al menos” (saltem): “saltem ad duas partes ex tribus”. Es al propio lector o lectora, a quien corresponde obtener las conclusiones pertinentes de ese en quitar y poner los papas el UNUM a los dos tercios, que refleja sus inquietudes y preocupaciones.

Por mucha bondad y santidad que tengan los eminentísimos Cardenales, que de eso hacen profesión, y por mucho que les asista el Espíritu Santo, la unanimidad haría imposible la elección del Sumo Pontífice, unanimidad que supondría el veto que es más que derecho al voto; de ahí la exigencia de una mayoría, la cualificada, ni la simple ni la absoluta, que supone un amplio consenso o representatividad, y que, de alguna manera, protege a las minorías. Eso es mucho más importante en la sociedad civil que en la eclesiástica, teniendo en cuenta que esta última, en la elección papal, por ser de naturaleza sacra, tiene la asistencia de la Providencia, que es “toda” e indivisible. En cualquier caso, ab inicio, no es malo un refuerzo a la nueva autoridad papal, más para lo de dentro (Palacio Apostólico) que lo de fuera.

Que pudieran transcurrir los días y las votaciones, sin conseguir la elección, con la consiguiente alboroto mediático, preocupó mucho a Pablo VI y al beato Juan Pablo II. Ambos, en sus Constituciones respectivas, previeron que después de días y escrutinios (cuatro al día), sin alcanzar acuerdo, la mayoría reforzada de los dos tercios se rebajase a la absoluta, más de la mitad de los cardenales presentes más uno (Pablo VI), más de la mitad de los cardenales presentes (Juan Pablo II). A eso y contra eso “entró” en plan batallador el Papa emérito, mi bendito Benedicto; “entró” dos veces; primero, al poco de ser elegido Papa, en 2007, y hace unos días, el 22 de febrero de 2013, seis días antes de hacer efectiva su renuncia al pontificado.

En ambos textos legislativos, que tienen la forma de Motu Proprio, estableció Papa Ratzinger que el quórum reforzado de los dos tercios se ha de mantener, aún transcurridos cuatro ciclos de escrutinios (treinta y cuatro votaciones) y a partir del decimoquinto día de inicio de las votaciones, admitiéndose, como única medida facilitadora del acuerdo ante la prolongada dificultad, que se boten únicamente dos nombres a elegir, sólo dos. Esta reiteración del Papa emérito en los dos tercios es muy interesante; no obstante NO ser Benedicto XVI un Papa jurista (equilibrista) sino un Papa teólogo (trapecista), me viene al recuerdo el interesante discurso pronunciado el 22 de septiembre de 2011 en el Parlamento federal alemán -“Ratzinger  en el edificio del Reichstag” escribimos aquí el 13 de noviembre de 2011. Allí dijo:” Para gran parte de la materia que se ha de regular jurídicamente, el criterio de la mayoría puede ser un criterio suficiente. Pero es evidente que en las cuestiones fundamentales del derecho…el principio de la mayoría no basta”.

La cita papal iba referida a cuestiones de la dignidad del hombre y de la humanidad, como el aborto o la legislación sobre la “vida”, pero es muy interesante a todos los efectos, transcendental para el Derecho y la Política. El mismo Papa (Benedicto) que advirtió acerca de las mayorías, es normal que fuese sea muy exigente, que impusiere mayorías reforzadas en lo que de él dependiese –se reitera, lo hizo dos veces en su pontificado-.Dado que ni al Vicario de Cristo, cuya potestad “deriva directamente de Cristo” es posible humanamente designarlo por unanimidad, es normal que, al menos, se elija con todos los refuerzos mayoritarios posibles.

Interesante es la modificación “in extremis” por Benedicto XVI de la regla 37 de su Constitución apostólica, facultando al Colegio de Cardenales para anticipar el inicio del Cónclave -Juan Pablo II los facultó para retrasarlo-. Un Conclave con gran peculiaridad: se celebrará estando vivo el Papa anterior, no enterrado en las grutas vaticanas. La renuncia de Benedicto y sus causas -predíquese lo que se predique- cambia por completo –es cosa de esperar- las reglas de “juego” hasta ahora vigentes. Y un Cónclave marcado, desgraciadamente, por escandaleras varias: es curioso que tres Cardenales, que en el anterior Cónclave adoptaron las posiciones más progresistas en la línea del fallecido Martini, al próximo Cónclave, uno no podrá asistir al haber renunciado por renuncia (O´Brian) y los cardenales Danneels y Mahony vayan con la autoridad perdida. Y mientras tanto, Italia vuelve a necesitar un Papa italiano, y hay acuerdo ya entre Electores para que el nuevo Papa sea de buena salud, de decisión y mucha energía; de lo cual, ya ha sido advertida la Curia Romana.    
(fotos facilitadas por el autor)

domingo, 10 de marzo de 2013

"LOS CÁNONES DEL CÓNCLAVE" (1ª parte), artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"


                                   
 ENTRE LO SAGRADO Y LO PROFANO


Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones; si practicáis la justicia unos con otros; si no derramáis en este lugar sangre inocente…
Del Libro de Jeremías



Cardenales piadosos: de frente Sodano, de espalda  Herranz

La lectura de las normas que regulan la elección del Sumo Pontífice, las vigentes de Juan Pablo II (Constitución apostólica de 1996) y de Benedicto XVI (Motu Proprio de 2007 y 2013), y las de sus predecesores, es un ejercicio de ciencia y de arte, muy jurídicos, de Catálogo de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Además, con esas lecturas es como si se venciera al tiempo, que vuelve muy atrás, al Imperio romano, bien en sus finales (Bajo Imperio), bien en sus principios, en los que el Derecho tenía su matriz en lo sagrado y pontifical. Esas normas, unas extensas (Constitución apostólica) y otras breves (Motu Proprio), son producciones del poder legislativo del Papa Soberano, con naturaleza de leyes peculiares (iuris peculiaris) y tan peculiares.

En primer lugar, escribamos que son normas de procedimiento, con arreglo a las cuales el Colegio de Electores (Cardenales) designa al Santo Padre. Un “cuerpo electoral” que hace lo que el Senado romano, en una etapa de su historia, hacía para elegir Emperador; los aristócratas romanos elegían a su Emperador, como hoy los “aristócratas eclesiásticos”, Cardenales, eligen al Papa. Supuestos ambos de transmisión aristocrática del poder, que no por disposición hereditaria. No es casualidad que al Colegio de Cardenales, el derogado Código de Derecho Canónico (1917) de Benedicto XV, aún le llame “Senado”; hoy, más moderno, es una “asamblea electiva”.

Esa coincidencia entre lo romano y lo católico, no ha de extrañar si se tiene en cuenta que el cristianismo latino se desarrolló sobre la base del Derecho romano y que la Iglesia católica se apropió, con mimetismo, de la forma política e institucional de Roma (Bajo Imperio), que, aunque ahora le resulte muy pesada, especialmente la Curia, fueron ésta y su burocracia esenciales para la permanencia de la Iglesia durante dos mil años (el durar es esencial). Nada, por cierto, parecido a lo que ocurre en los otros monoteísmos, el Islam y judaísmo, que no tienen ni curias ni vaticanos, lo que les supone ventajas y ahorros múltiples.

Aquellas normas son, además de peculiares, más que normas, pues el Cónclave, pertenece a lo sagrado (sacrum), y lo sagrado requiere liturgia, mucha. Por eso, por sagrado, el beato Juan XXIII escribió: “En el Cónclave, Cristo asiste con especial cuidado a su Esposa”; por eso los Cardenales tienen que rezar mucho y prepararse de ánimos “para acoger las mociones interiores del Espíritu Santo”, que ha de estar presente como un Pentecostés sin llama. En un lugar, la Capilla Sixtina, que es “donde todo contribuye a hacer más viva la presencia de Dios” (beato Juan Pablo II), eligiéndose allí un Sumo Pontífice, cuya potestad “deriva directamente de Cristo, de quien es Vicario en la Tierra” (Constitución del beato Juan Pablo II).

Pero una cosa son las formas solemnes, esenciales para lo sacro y lo litúrgico (por donde transita lo divino), y otra, diferente, son las obsesiones formales, a veces próximas, por excesos de escrúpulos y escrupulosidades, a la neurosis. Clave es el papel de los Escrutadores de las papeletas en la votación: es tal la minuciosidad que se les manda sentarse en una mesa (ad mesam, no sobre la mesa) o que las papeletas sean perforadas “con una aguja en el punto en que se encuentra la palabra eligo y se inserten en un hilo; se aten los extremos del hilo con un nudo” Hasta los tiempos de Pablo VI, las papeletas se colocaban en un cáliz cubierto por una patena (calix magnus et patena coopertus), ahora ya en urna, lo que facilita, sin duda, revolverlas (pluries agitato según Pío XII). Hasta los tiempos del beato Juan Pablo II, las papeletas se debían doblar por el centro, reducidas al tamaño de una pulgada.

En segundo lugar, parece sorprendente que a los destinatarios de las normas, los Cardenales, se les someta a tantas prevenciones y admoniciones. Suena a desconfianza ante todo tipo de maldades y pecados a cometer e imaginables, abrumando a los Electores y abrumándonos con tantos juramentos repetidos y tantas penas latae sententia. Incluso el beato Juan Pablo II los pensó capaces de delinquir de simonía, llegando a exclamar ¡Dios no lo quiera! lo cual, sin duda, es un desahogo sentimental, raro, en un frío texto jurídico. Se deberá cuidar que nadie se acerque a los Electores, que no podrán recibir prensa, oír radios ni ver televisión; mas aún, han de evitar que los medios de comunicación “los instiguen” y no han de caer en la tentación de buscar la popularidad. Con lo del secreto, se organiza una caza de brujas, en la que se permite sólo un disimulo: “la caligrafía ha de ser lo más irreconocible posible (quae no revelet manum exarantem).

Los tobillos de Benedicto XVI
Claro que los Papas siempre tuvieron sus más y sus menos con los Cardenales. Pío XII, aristócrata romano, místico y milagrero, quiso que el Cónclave posterior a su muerte fuera raquítico, pues dejó el Sacro Colegio reducido en cincuenta y seis miembros (obligados eran setenta por Sixto V). Al fallecer el Papa Pío no había Camarlengo (S.R.E Camerario), por lo que el Sacro Colegio tuvo que nombrar a Aloisi Masella que, retador y presumido, se hacía llamar “quasi papa”. Papa Pacelli (Pax Coelis) tan no quiso próximos a Cardenales, que, después de la muerte del cardenal Maglione (1944), su Secretario de Estado, el resto de su pontificado (hasta 1958) dejó vacante tal cargo, repartiendo poder, entre dos prosecretarios, Tardini y Montini, a los que ni siquiera nombró cardenales. La condición de gran jurista, prudente, de Pío XII y el buen y contundente asesoramiento de sor Pascualina le bastaron. Y es que a los Papas, los Secretarios de Estado provocaron sudores, incluso Tarcisio Bertone a mi bendito Benedicto, hoy emérito y con más méritos que nunca, aunque ¡Tu non sei mai Pietro!

En tercer lugar, esas normas de procedimiento electoral, poco a poco y desde siglos, sin bruscas aboliciones o derogaciones, se van sobreponiendo como capas de un terreno sedimentado, y en cada una de ellas, los papas dejan ver sus preocupaciones. Por causa del “lío” que hubo con los sirvientes conclavistas y la sirvienta, casi conclavista, sor Pascualina, en la elección de Pío XII, el beato Juan XXIII redujo a uno el número de sirvientes que podía acompañar a cada Cardenal en el Cónclave. Fue Pablo VI el que prohibió la entrada de sirvientes. Y después del escándalo de las fotos del Pío XII moribundo, por la infidelidad de su médico personal, el Beato Juan XXIII, horrorizado, en el primer apartado de su Motu Proprio (1962) se apresuró a disponer: “A nadie sea permitido, durante la enfermedad del Sumo Pontífice o después de su muerte, obtener fotografías en sus habitaciones…”. Y Benedicto XVI, tan enemigo de mayorías y de relativismos, en su Motu Proprio de 2007, fue rápido en cambiar la regla del beato Juan Pablo II, exigiendo, en cualquier caso, circunstancias y siempre, la mayoría de dos tercios para la elección papal.

Y unas normas, las de Juan Pablo II, en las que, efectivamente, se prevé la renuncia del Papa (norma número 77), siendo sus pocas líneas una simple remisión al Codex. Es evidente que del análisis y cotejo de los documentos papales, sólo se contempla “de facto” un solo final de los Papas: la muerte, que es la única que se regula y con detalle. Eso es una cosa y otra que los papas contemporáneos, Pío XII (el Papa Rey), Pablo VI y Juan Pablo II no hayan pensado en dimitir o renunciar en algún momento de su pontificado. Benedicto XVI por teólogo, luego trapecista, fue el único en dar el salto o hacer la pirueta.

(Fotos cedidas por el autor)                                         (Continuará)