lunes, 18 de marzo de 2013

"EL PREFECTO, PUENTE ENTRE PONTÍFICES", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ ("LA NUEVA ESPAÑA)


            Por segunda vez ocurrió el milagro. El milagro de la primera vez fue entre los meses de agosto y octubre de 1978: en pocos días se pasó de la tristeza angustiosa del Papado de Pablo VI al contundente “no tengáis miedo” de Juan Pablo II -con el intermedio de la sonrisa “interrupta” del Papa Albino y Luciani-. El milagro de la segunda vez acaba de ocurrir, entre febrero y marzo de 2013: en pocos días se paso del Papado teológico (“trapecista”) y estético (no obstante tanto desorden) de Benedicto, al Papado jesuítico y franciscano del “paz y bien” de Francisco. Desde la Sociología no se explica cómo una “estructura” burocratizada y de ancianos –gerontocracia vaticana- puede tener tantas energías juveniles; sólo se puede entender desde la Teología: acción de la Santísima Trinidad y punto

Papa Francisco bajó de su “Sede”, en la Sala Clementina, y pisando el suelo, aunque de precioso mármol, dio abrazos, algún beso, a los cardenales en Colegio allí presentes. Tranquilizó al cardenal Law, muy angustiado; dio instrucciones precisas y tajantes al cardenal Ouellet (prefecto para los Obispos durante Benedicto); aguantó los susurros de monja del cardenal Comastri; puso firme al de Australia; escuchó con atención al cardenal Amigo, que no lleva bien que se aceptara su renuncia con tanta rapidez (Sevilla), mientras Rouco ahí sigue (Madrid), llamado eso “agravio comparativo”. Podríamos seguir pues muchos abrazos y de tantos, darían para mucho.

Pero lo más importante estaba cerca, muy cerca., pues así estaba Georg Gánswein, el Secretario de Benedicto y, por ahora, el Prefecto de la Casa Pontificia de Francisco, auténtico “pontífice” (puente entre los dos papas). El interés estaba en ver qué cardenal saludaba también a Georg y qué cardenal “pasaba” de él, pues en ese saludo se manifestaba la animosidad o adversidad hacia el Papa de la renuncia y su Papado. Normal que los cardenales Sodano, Ré y Sepe, muy a disgusto con Benedicto, no se acercaran a Georg ni le mirasen. Aclaro lo que mis lectores y lectoras ya saben: yo, siempre, de mi bendito Benedicto; ahora bien, me uno a la queja de Sódano, Ré y el “napolitano” Sepe (don Crescencio). Resulta que Papa Benedicto, tanto denunciar i mali del carrierismo e della recerca del potere personales (Audiencia General de 3 de febrero 2010 (alocución sobre San Domenico di Guzman), y el monseñor que más carrera rápida hizo en esos años fue, precisamente, su secretario Georg, también amado por Vanity fair y “la Versace”.

Creo, con toda modestia, que una cosa es que el nuevo Papa sea argentino y otra que quiera tener al lado un “Teatro Argentino”. Luego, su Excelencia Reverendísima, el Arzobispo Gánswein, ha de ir preparando las maletas. No me sorprendieron las atenciones al Arzobispo Gánswein por parte de monseñor Rouco; si me sorprendió, en cambio, que el cardenal James Harvey, hasta hace unos meses Prefecto de la Casa Pontificia de Benedicto, pasara sin mirar a su sucesor. ¡Yo que pensaba que eran amigos! ¿Por qué se habrán enfadado?

Y mientras eso y muchas cosas más ocurrían, tres sediari pontificios, antes palafreneros, con su Decano di Sala al frente, colgando todos collares y cadenas de plata, y con pajaritas blancas de corbata, repartían papelitos para lo del martes, antes, antes, llamado La Coronación.
            

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