Las vacaciones de esta semana, que debe de ser Santa por precepto, y la lluvia que no deja de caer sobre Gijón, me ha devuelto a esa parte de mi biblioteca en la que guardo, además de algún libro raro o curioso, recuerdos en forma de recortes y muchas carpetas de las que surgen las cosas más inverosímiles. Unas archivadas por mí hace muchos años y otras, por mi padre, hace más todavía.
De ese rescate ha salido lo que sigue, más que nada como curiosidad. Pero requiere una explicación, pues las cosas fuera de contexto y del tiempo en el que fueron escritas pierden su -en este caso más que en otros- significado.
Se trata de una serie de escritos, publicados en "El Comercio" en la década de los setenta, bajo el título de "Carta a Pepín el concejal", y en bable. Mi padre fue su autor. Adelanto que no tienen valor literario y que pueden tildarse de simples. No me parecerá mal que así se consideren. Como ya dije en el comienzo, fuera de la circunstancias y del momento en el que se escribieron carecen del valor que pudieran haber tenido en la época a la que corresponden.
La primero que cabe señalar, es que están escritas en bable, probablemente no en el mismo bable que ahora ha normalizado la Academia de la Llingua, pero, en todo caso, el bable que en la década de los sesenta se hablaba en las aldeas cercanas a Gijón. Escribir hoy en bable en un periódico se considera algo normal, hacerlo en 1970 era para muchos una "aldeanada", y de aldeano tildaron a mi padre cuando tuvo la osadía de dirigirse a Pepín el concejal (personaje que existió en la realidad) en esa nuestra lengua vernácula. Pepín, era un hombre procedente de la aldea que fue concejal en el ayuntamiento gijonés. Y quien le escribía, José Avelino, un vecino del pueblo que cada semana le recriminaba su actuación en el consistorio. Curiosamente, y esa es la razón por la que reproduzco la carta, el plan de urbanización y la recalificación de terrenos ya preocupaba y, según cuenta José Avelino, había muchos intereses particulares por medio. Vamos, que seguimos siendo los mismos.
Finalmente añadir que quien escribía, es decir mi padre, por extraño que parezca, reflejaba la manera de ser de las gentes del pueblo, esas que en "el chigre" hablaban del raposu, de la cosecha de manzana..., de temas que hoy pueden parecernos muy simples. Pero así transcurrían muchas vidas en ese tiempo que parece lejano, pero que fue, como quien dice, antes de ayer.
Queridu Pepín:
Quiera
Dios que cuanto ésta allegue al tu poder les camionetas ya vayan entrando al
riegu pa dir dexar les perres al prau. Has tener cuidau Pepín, non sean los
demonios que el prau tenga topos y vos furen per baxo y estropien tou el asuntu
que con tanta xera chastes a caminar.
Daraste
cuenta Pepín que los bonos predicaos, que una cosa ye tocar les campanes y otra
dir a la procesión. Al pasu que vas mi alma sin non vas amasar más perres que estraperlistas de fierru de
los del añu cincuenta. Siempre me dixisti que tenís un amigu que tenía más
tragaderu qu´ una alcantarilla desempachá. Al pasu que tas señalando tú toi
dándome cuenta que el gorgoberu tuyu ye
tamién un buen sumideru. De toes
les maneres has tener presente que facer un panteón con mármol de lo de per
allá, ponei daque estufa pa calentase y pensar que te van llamar democráticu y
amigu del probe ye una cosa asina como oyer llover. Al pasu que vas tos te
van tomar por pitu serenu.
Cambiando
el terciu pal otru llau, tengo dicite que toy fechu una pieza col asuntu esi
que llamaes “planes parciales”. Y era tiempo que llamaraes les coses
n´asturianu. Aunque claru, habría que decir “planes particulares”.
Bien
tou esto a cuentu, Pepín de los bonos predicaos, porque sé de un compañeru tuyu
que nun planín desos partíen en dos una finca suya que ta según se mira del
Ayuntamiento pa contra la tierra de Marcos del Torniellu, y tamién del
Adelantau. El to amigu, que tien más enchufes que la cañería del agua, expatuxó
tou lo que pudo, gastó perres en viaxes y pué que en dalguna fartura, y el casu foi que pasos eco la suya
y tornó el asuntu virando el plan pa que na más que y agarra el espropiaua una
migayina. Ya lo ves Pepín, la xente delles veces ye más astuta qu´el raposu.
Acuérdome yo una vez que atrapé un
raposu n´el gallineru y allantei un palu que dexelu espatarrau a la primera.
Agarrelu per rau creyendo qu´el bicho taba muertu y un poco más allá atopé a
Gerardo Pinín que preguntome por asuntu.
“Ya lo ves, dixi yo, solmenei un palu con tan bona suerte que matelu”.
Interesose Gerardo Pin por animal, yo póselu en baxo pa que viera lo llargu que
llera… Esntós el zorramplón del animal
arremelló un güeyu y al vese llibre comencipió
a dar suela que en dos minutos perdiémoslu de vista. Ni que decir que
desde entós el raposu resucitau ta acanbándome con toes les pites.
Esto
que te digo non te lo apliques Pepín del bon enchufe. Sabíu ye que una cosa
y´el raposu y otra el ser paisanu.
Diba
contate una cosa per gorda, pero dau que non tengo xera y que vo llegando al
términu del papel, déxolo pa otra que te vaya.
Na
primera que veas a Pepa has facer la vista gorda. Ye que la mio mujer ca vez que te ve, vien pa casa llamándome pollín. Non fai más que santiguase y decir que nos yes tan burru como paecíes.
Los
chorizos tan secando. Espero mandate una riestrina. Ye tou. Non me falta más
que dicite que si necesites un guadia
pal prau ya sabes nonde tienes un amigu.
Recibi
un abrazu afectousu de Benino Naviella y el recuerdu de esti prubín que ta seguru de dayos unes mazcaes a los carbayones esta tarde n´el Molinón. JOSÉ AVELINO
Disiento, querida Isabel: esas crónicas son literarias, tienen calidad y el bable que emplean es fresco y jovial.
ResponderEliminarJosé Luis
Mira hermanina estoy en Leon y son las 12 y acabo de llegar de ver procesiones y no hay mejor cosa que leer esto de tu Padre a carcajada limpia estoy Bsin reconforta ME DEVUELVE UN PASADO TAN BUENO :-)
ResponderEliminarSin entrar en juicios de valor sobre el bable, para lo cual no tengo criterio suficiente, quiero manifestar en primer lugar mi sorpresa, porque desconocía esta faceta de JOSE AVELINO MORO, y en segundo lugar deseo dejar patente mi satisfacción a leer este divertidísimo texto que supone una ráfaga de aire fresco y simpático en estos tiempos de turbulencias y lodazales. Espero que, si hay más trabajos de este tipo, sigan siendo rescatados y publicados al menos aquí, en este interesante blog que siempre nos trae contenidos de calidad.
ResponderEliminarGracias, amigos/as. Doy respuesta a los tres comentarios:
ResponderEliminarA mi gran amigo José Luis Campal, le digo que no soy yo quién puede reconocer la calidad literaria del bable, que no conozco. Tú sabes, mejor que nadie, las ingratitudes que hay para quien lo usa -más para quien lo usaba-, quizás yo esté mediatizada por eso. Cuando estudiaba -y mi padre ya escribía en bable-, para aprobar en clase había que hablar en castellano puro. Incluso en casa -mi propio padre- nos obligaba a hablar lo que entonces se decía "bien". No en bable. Aunque está claro que, contra viento y marea, el bable para nosotros siempre fue un patrimonio de nuestra cultura asturiana que nunca perdimos de vista.
A mi hermana Belenima, que no lo es de sangre pero más que si lo fuera,¡qué le puedo decir! Nuestras vidas transcurrieron en paralelo y vivimos lo mismo. Nuestra juventud fue muy feliz alrededor de unos padres, que ya no están, y que nos inculcaron un inmenso amor a nuestra tierra.
Y a mi, también amigo, José Ignacio, gracias por leerme, gracias por apreciar estas cosas tan personales que comparto. Yo también leo tu blog, que es muy bueno.