ESCRUTINIO EN CAPILLA DEL
JUICIO FINAL
Su lengua es flecha mortal, su
boca dice mentiras. Saluda a su prójimo deseándole paz, pero en su corazón le
preparan una trampa.
Libro de Jeremías
Es el
Cónclave, estancia y encierro, el momento cumbre del proceso que comienza al
quedar la Sede Vacante
y termina con la sacra elección del Sumo Pontífice, y de cuya aceptación
levanta acta el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, que,
extrañamente, actúa de notario (sería normal que ese acta la levantara el
Secretario del Cónclave, no el ceremoniero). Todo un conjunto sucesivo de actos
de diferente naturaleza, y siendo causa, los de la elección papal, de la
decisión de un órgano colegiado, no unipersonal: el Colegio de Cardenales (sólo
de los Electores). Las constituciones apostólicas de los sucesivos papas
regulan, con preciosismo, lo que llaman el “Desarrollo de la elección”, distinguiendo el antes escrutinium, el escrutinium
y el post escrutinium. En la Constitución de Pío
XII, la primera fase (antes)
comprende cuatro actos, la segunda ocho y la tercera (post) tres actos, siendo el último la quema (combustio) de las papeletas en la estufa.
El Beato Juan
Pablo II en su Universi Dominici Gregis derogó dos modos de elección papal: el
per acclamationem y el per compromissum, y
mantuvo únicamente el per scrutinium. Es
lógico que al ser el Colegio de Electores un órgano colegiado, se planteen las
dificultades inherentes a esos órganos, en los que la “voluntad colectiva” es
la suma de las voluntades de sus miembros, bien la de todos (unanimidad imposible)
o la de la mayoría (dos tercios de
los Cardenales electores presentes en Cónclave, según el número 62 del texto
mencionado). Mayoría de dos tercios que se denomina “reforzada o cualificada”, frente a la simple, que es el mayor número de votos en un determinado sentido y
frente a la absoluta, que es más de
la mitad de los votos.
Los dos
tercios, que es cuestión nuclear, tuvo matices y muchos debates. Pío XII en su
Constitución Vacantis Apostolicae Sedis (1945) exigió para la válida
elección de Papa dos tercios más uno. “ita
ut ille tantummodo Romanus Pontifex sit in quem duae saltem ex tribis parti bus
Cardinalium, unum plus, in Conclavi raesentium”. El historiador Charles
Pichon en su libro El Vaticano
(1960), página 146, escribe: “Antes de Pío XII se precisaban dos tercios de los
votos, no incluido el sufragio del interesado; en ese caso, se abría su
papeleta para comprobar que no se había votado a sí mismo. Para evitar esa
comprobación o control peligroso, estableció Pío XII una nueva disposición: dos
tercios más un voto”. El enredo y las dificultades hicieron a Pío XII, pues, a cerrar
los ojos ante eso tan frecuente de votarse a sí mismo, con el añadido precautorio
del uno, tratando que con ese uno, el voto a sí mismo del elector, no determine
su elección.
El beato Juan
XXIII, en su Motu Proprio, suprimió el añadido del uno, dejándolo en dos
tercios “por lo menos” (saltem). Pablo VI en su Romano Pontifici Eligendo (1975)
volvió al “dos tercios más uno”:”Ad duas
partes suffragiorum, uno addito”. El beato Juan Pablo II, derogó lo del
“uno addito”, bastando los dos tercios. Benedicto en su Motu Propio de 2013 establece
los dos tercios (sin el uno) de Juan Pablo II añadiendo “al menos” (saltem): “saltem ad duas partes ex tribus”. Es al
propio lector o lectora, a quien corresponde obtener las conclusiones
pertinentes de ese en quitar y poner los papas el UNUM a los dos tercios, que
refleja sus inquietudes y preocupaciones.
Por mucha
bondad y santidad que tengan los eminentísimos Cardenales, que de eso hacen
profesión, y por mucho que les asista el Espíritu Santo, la unanimidad haría
imposible la elección del Sumo Pontífice, unanimidad que supondría el veto que
es más que derecho al voto; de ahí la exigencia de una mayoría, la cualificada,
ni la simple ni la absoluta, que supone un amplio consenso o representatividad,
y que, de alguna manera, protege a las minorías. Eso es mucho más importante en
la sociedad civil que en la eclesiástica, teniendo en cuenta que esta última,
en la elección papal, por ser de naturaleza sacra, tiene la asistencia de la Providencia , que es “toda”
e indivisible. En cualquier caso, ab
inicio, no es malo un refuerzo a la nueva autoridad papal, más para lo de
dentro (Palacio Apostólico) que lo de fuera.
Que pudieran
transcurrir los días y las votaciones, sin conseguir la elección, con la
consiguiente alboroto mediático, preocupó mucho a Pablo VI y al beato Juan
Pablo II. Ambos, en sus Constituciones respectivas, previeron que después de días
y escrutinios (cuatro al día), sin alcanzar acuerdo, la mayoría reforzada de
los dos tercios se rebajase a la absoluta, más de la mitad de los cardenales
presentes más uno (Pablo VI), más de la mitad de los cardenales presentes (Juan
Pablo II). A eso y contra eso “entró” en plan batallador el Papa emérito, mi
bendito Benedicto; “entró” dos veces; primero, al poco de ser elegido Papa, en
2007, y hace unos días, el 22 de febrero de 2013, seis días antes de hacer efectiva
su renuncia al pontificado.
En ambos
textos legislativos, que tienen la forma de Motu Proprio, estableció Papa
Ratzinger que el quórum reforzado de los dos tercios se ha de mantener, aún
transcurridos cuatro ciclos de escrutinios (treinta y cuatro votaciones) y a
partir del decimoquinto día de inicio de las votaciones, admitiéndose, como
única medida facilitadora del acuerdo ante la prolongada dificultad, que se
boten únicamente dos nombres a elegir, sólo dos. Esta reiteración del Papa
emérito en los dos tercios es muy interesante; no obstante NO ser Benedicto XVI
un Papa jurista (equilibrista) sino un Papa teólogo (trapecista), me viene al
recuerdo el interesante discurso pronunciado el 22 de septiembre de 2011 en el
Parlamento federal alemán -“Ratzinger en
el edificio del Reichstag” escribimos aquí el 13 de noviembre de 2011. Allí
dijo:” Para gran parte de la materia que se ha de regular jurídicamente, el
criterio de la mayoría puede ser un criterio suficiente. Pero es evidente que
en las cuestiones fundamentales del derecho…el principio de la mayoría no
basta”.
La cita papal
iba referida a cuestiones de la dignidad del hombre y de la humanidad, como el
aborto o la legislación sobre la “vida”, pero es muy interesante a todos los
efectos, transcendental para el Derecho y la Política. El mismo Papa
(Benedicto) que advirtió acerca de las mayorías, es normal que fuese sea muy
exigente, que impusiere mayorías reforzadas en lo que de él dependiese –se
reitera, lo hizo dos veces en su pontificado-.Dado que ni al Vicario de Cristo,
cuya potestad “deriva directamente de Cristo” es posible humanamente designarlo
por unanimidad, es normal que, al menos, se elija con todos los refuerzos
mayoritarios posibles.
Interesante es
la modificación “in extremis” por Benedicto XVI de la regla 37 de su
Constitución apostólica, facultando al Colegio de Cardenales para anticipar el
inicio del Cónclave -Juan Pablo II los facultó para retrasarlo-. Un Conclave
con gran peculiaridad: se celebrará estando vivo el Papa anterior, no enterrado
en las grutas vaticanas. La renuncia de Benedicto y sus causas -predíquese lo
que se predique- cambia por completo –es cosa de esperar- las reglas de “juego”
hasta ahora vigentes. Y un Cónclave marcado, desgraciadamente, por escandaleras
varias: es curioso que tres Cardenales, que en el anterior Cónclave adoptaron
las posiciones más progresistas en la línea del fallecido Martini, al próximo Cónclave,
uno no podrá asistir al haber renunciado por renuncia (O´Brian) y los
cardenales Danneels y Mahony vayan con la autoridad perdida. Y mientras tanto,
Italia vuelve a necesitar un Papa italiano, y hay acuerdo ya entre Electores para
que el nuevo Papa sea de buena salud, de decisión y mucha energía; de lo cual,
ya ha sido advertida la Curia Romana.
(fotos facilitadas por el autor)
No hay comentarios:
Publicar un comentario