sábado, 30 de enero de 2016

PARECIDOS Y DIFERENTES (4ª PARTE), artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ (publicado en Religión Digital, 30/01/2016)




Es muy difícil jugar con Dios y no ensangrentarse.
(Eso lo escribió un cristiano greco-ortodoxo, al que bautizaron con el nombre de Nikos).


Continuamos con el Papa Ratzinger; a Von Balthasar lo dejamos ya tranquilo, y ahora convocamos a Hans-Georg Gadamer. Otro alemán, éste de más pura raíz o cepa germánicas -por ser de la Alemania luterana- que la de Ratzinger, que es de la Baviera católica. Una Baviera, que tuvo un Rey, Luis II, loco famoso por la película de Visconti. Precisamente, es por la vía de este esteta y dandy que nos dirigimos al Milanesado, muy de la “familia Visconti” y de la Cátedra de San Ambrosio.


Aquí pide el escritor a sus lectores especial atención para que no confundan lo que son saltos de ardilla roedora –acrobáticos-, con lo que es el llamado “pensamiento ardilla”: un continuo pasearse por las ramas. En esta 4ª parte, seguimos en nuestro objeto o tronco (y de ramas, nada), que es el meollo de Papas, entre “Parecidos y Diferentes”, Benedicto y Francisco.


Fue en la Catedral de Milán, una tarde gris del 14 de febrero de 2005 (días antes del Cónclave de 2005), cuando Ratzinger subió al imponente púlpito de San Ambrosio, y desde allí, pronunció la oración fúnebre o sermón por la muerte de monseñor Luigi Giussani, de cuerpo presente. El sermón fue magistral, como pudieron constatar los presentes y los que siguieron la ceremonia fúnebre, en directo,  por la Radio y Televisión (la RAI).


Aquella predicación, por su forma y fondo, “sonó” a este tele espectador, aquí escritor, a una anticipada “Urbi et orbi” de Ratzinger, entonces Decano del Sacro Colegio y Prefecto de lo de la Fe. La segunda, la genuina, la “Urbi et Orbi” del Papa Benedicto XVI, fue dos meses después, la tarde del  Habemus Papam, el 19 de abril. Hasta aquel sermón, el Ordinario de Milán, allí sentado en su Cátedra, el cardenal Dionigi Tettamanzi, aún escuchaba a los que decían que era “papable” ¡Qué engaño de aduladores!   


El párrafo precedente es fácil escribirlo hoy; más difícil fue haberlo escrito el mismo día 19 de abril, horas antes de la elección papal. Eso se hizo en el artículo publicado en el periódico matutino de Asturias La Nueva España bajo con el siguiente título: “El gran elector: monseñor Ratzinger”. La importancia del artículo –créanme los lectores y no hay ironía en la petición- es fundamentalmente para la Teoría literaria: demostración de que los escritores –éste antes escribano- siempre escriben, escribimos, de lo mismo.




¿Cómo creer a los hagiógrafos de “mi bendito Benedicto”, que cuentan la historia mítica del deseo de Benedicto de retirarse a un monasterio? Los hagiógrafos de San Ignacio de Loyola escribieron cosas parecidas. Y es que es muy bonito y como de muy santo, decir que lo que se desea, de verdad, es el retirarse a un monasterio para rezar y estudiar; eso, en realidad, lo hacen de verdad, unos pocos, muy pocos, los benedictinos y dos más. Y admiro a los monjes benedictinos por haber inventado la conjunción genial para el management contemporáneo: el lugar adecuado (Monasterio), la sabia norma (la Regla de San Benito) y la autoridad sensata (el Abad), que es mucha más de autoridad y sensata que la de un “superior”.


Y casi todo es explicable, pues, por una parte, dicen los de la psique (también de Apuleyo como el eros) que está el consciente, y, por otra, el subconsciente, que no dejan de jugar entre sí, siendo regla de juego hacerse trampas ¡Qué bobadas a veces las del consciente…!
En la Historia de la elección de Papas -escrito quede para que conste- hubo dos cónclaves “jesuíticos”. El de 2005, con dos jesuitas en primera línea: Martini y Bergoglio, y el de 2013, que, por primera vez en la Historia, hizo Papa a un jesuita, al Jesuita Padre Bergoglio: diana perfecta. Es entendible que el Decano Sodano, del Sacro Colegio Cardenalicio, no siendo elector por impedimento de edad, anduviera, nada más enterarse de lo de Bergoglio, purgando como “alma en pena” por los aledaños de la Capilla Sixtina, y en busca del Subdecanus, el cardenal Giovanni Batista Re, para pedirle explicaciones por presuntos “desafueros”.


Y ahora sí toca lo de Gadamer, el hermeneus dialogante y entusiasta según su biógrafo, Jean Gorudin, del Evangelio de San Juan por ser el más griego de los cuatro, que fue un artista  (Gadamer)  de la explicación y de la comprensión, como el divino Hermes. En su Palabra e Imagen (1992) escribe de la “armonía, de la afinación y de la belleza”. Tres palabras tres, que son el “modo de ser y estar” del Papa Ratzinger, el homo oestheticus (como el Papa Bergoglio es el homo paradoxalis).


Fue en el Viaje Apostólico al Reino Unido (2010) cuando el Papa Ratzinger exhibió por primera vez un objeto muy especial: un bastón, siendo el auténtico fenómeno no el objeto, sino la manera de sujetarlo; en mínima sujeción para que no caiga, con delicadeza extrema y nada que ver con la palabra tan brusca y bruta que es “agarrar”. Es una muy elegante forma de coger o asir, como diciendo: “Ni te quiero ni te necesito”. Ver a Benedicto con el bastón es como ver una cumbre de armonía y de delicadeza de afinador (¿afilador?) de pianos.  


Una precisión inmediata, en referencia a Benedicto XVI, se impone. Sería más exacto sustituir la palabra “bello” por la de “pulchrum. Benedicto, a propósito de las obras de arte y la pintura del judío Marc Chagall, llamó la via pulchritudinis al tránsito de la belleza “hacia el infinito y la Verdad y la relación con Dios” (Audiencia de miércoles en Castelgandolfo).  Item mas: El 30 de julio de 2012 Benedicto firmó la Litterae Apostolice Motu Proprio Datae, que denominó Pulchritudinis Fidei, y de tanta pulcritud que su redacción está sólo en latín: una barrera que únicamente la pueden pasar los muy pulcros.


Al final de la precedente 3ª Parte, hicimos referencia a la FORMA, señalando sus dos enemigos: los que las desprecian y los que las exageran. Sabemos que sin “forma” no hay Arte, ni Ceremonia, Liturgia o Ritos, y que es:  
a) Palabra esencial en la Teología. Lo de la  “Sagrada Forma” (léase el Método en Teología, 4ª Ed. de Bernard Lonergan), hace innecesario más disquisiciones por ahora.
b) Palabra esencial en la Filosofía, siendo indesligable el contenido del continente. Lo de mucho clasificar fue siempre asunto y cosa de Aristóteles.
 c) Palabra esencial en el Derecho, tanto en el Público (leyes de excepción y estados excepcionales que lo primero que suprimen son las formas o garantías procesales de los ciudadanos (–el que más supo de esto fue otro alemán, el jurista Carl Schmitt-), como en el Privado (protección por las formas a la voluntad manifestada, tal como en el matrimonio y en los testamentos).
Pasar, corriendo, por lo anterior, sin estacionamiento, causa zozobra al que escribe, que durante años se dedicó, profesionalmente, a hacer formas –escrituras- y que vio estropicios formales, muy de fondo. Mas no nos extraviemos: Benedicto XVI es un gran amante de las formas por ser homo oestheticus, pero tiene un inconveniente: es germano, y a los germanos, según Ben Donald, “les apasiona la absoluta perfección y la armonía en nuestro caótico mundo” (autor del libro (1996) Springtime for Germany or How I learned to love Lederhosen). Aquel afán germánico de perfección absoluta llevó a que la Historia de Germania haya sido catastrófica: un reiterado vaivén, un pasar continuo de lo angelical a lo más demoniaco, fáustico y de Goethe.


Nada que objetar a la ortodoxia de las formas litúrgicas o ceremoniales del Papa Benedicto XVI, ni tampoco a las del Papa Francisco. ¡Qué importante es tener sapientes Maestros de Ceremonias, aunque acaben muy mal de los nervios, que es el riesgo profesional de los de tal oficio! Ni de ello se libró el bueno y Ceremoniero monseñor Virgilio Noé, luego cardenal. Pudiera ser que el germanismo, incluso el más Light de Baviera, hubiese llevado a Benedicto a incurrir en excesos y en desmesura.
¡Qué lío montó Papa Ratzinger con la Litterae Apostolice Motu Proprio Datae SUMMORUM PONTIFICE! Por ese Motu Proprio se amplió la posibilidad, con carácter excepcional, de celebrar la misa según los libros litúrgicos de 1962 (Juan XXIII), permaneciendo la forma ordinaria que es la establecida por Pablo VI en 1970. ¿Para qué guiñar ojos a los de monseñor Lefevbre, que ni miran ni ven? Y con lo de la Liturgia es preciso ser muy cuidadosos y nunca nerviosos: Matthew Hodgar, en su libro titulado Satire, con grabados de mucha risa, recuerda que la tradición escénica del mimo, que depende de la mímica, fue un espectáculo de mucha diversión en el Bajo Imperio Romano. De ninguna manera se puede admitir que la Liturgia se convierta en un espectáculo de Mimo (cosas tridentinas).
¡Qué lío montó Papa Ratzinger con lo de las marcas! Que si los zapatos de la “casa” Geox y que si los mocasines colorados fueron diseño del creativo italiano (valga la redundancia) llamado Prada, siendo en verdad ingenio del zapatero pontificio -lo pontificio admite muchos sustantivos de oficios, el Teólogo, el Notario, el Zapatero, el Limosnero o de la Limosnería Apostólica (que esté ultimo sea en la actualidad un polaco es una paradoja, otra, de Francisco (¡un Limosnero polaco, eso fue el acabose!). Y qué lío el de Papa Ratzinger con los lentes de sol de Serengeti.
Es inútil el empeño, aún para un Papa alemán, de que las formas sean perfectas. En todo lo humano resulta y resalta lo imperfecto. Así, el sombrero Saturno puede tener una mancha o el cartón puede presentar arrugas; así el Papa puede pretender que bajo la sotana blanca nunca, jamás, se le vean los pantalones, pero hete aquí que, al saludar con los brazos en alto a la multitud, acaba enseñando los tobillos, muy imperfectos a ciertas edades por problemas circulatorios.
No es sorprendente que el Papa Ratzinger, antes de serlo, se pasease por la Plaza de San Pedro de manera austera, con sotana negra y boina casi como la de los vascos muy varones. Sorprenderse por el cambio es ignorar la condición germánica y de los germanos: ser Papa es una cosa muy seria para andar con sotana y boina (los notarios alemanes, nada más serlo, lo primero que buscan son cintas de colores y lacres para adornar los documentos). Benedicto XVI –en esto es diferente de Francisco- jamás colocaría la Cruz pectoral, de obispos y cardenales, colgada allí donde la barriga comienza a abombarse o a la altura del ombligo: siempre el pectoral en el pecho. Benedicto la llevó en su sitio.
El autor, sin necesidad de espejo, se ve sonriendo en los últimos párrafos. Pero se ha de interpretar su sonrisa como un homenaje más al “bendito Benedicto”, que es uno de los escasos clérigos con sentido del humor (Francisco también lo tiene; en esto son parecidos). Humor que es escaso en profesiones de alto simbolismo, por miedos e inseguridades comprensibles. Este problema también lo tienen los toreros.  
Esta 4ª Parte se escribió con el acompañamiento musical de Tabular Bells, de Mike Oldfield, versión de 1998.
(Continuará)


EXPLICACION DE LAS FOTOGRAFIAS:
La foto número 1 es de los tobillos de Benedicto XVI. Fue realizada en la primera jornada del viaje papal al Trivéneto, en concreto en Aquileia. Benedicto tenía por costumbre, al saludar a la multitud, levantar en exceso los brazos. Jamás enseñó pantalones por explicables razones, pero sí los tobillos, que son de más intimidad.
La foto número 2 está en el libro citado en el artículo del inglés Ben Donald. Se ven a unos alemanes danzando con mucha gracia y para risa.
La foto número 3 es del artículo publicado en la edición matinal del periódico de Asturias La Nueva España. La elección papal fue por la tarde del mismo día 19 de abril de 2005.
La foto número cuatro es de un Tauro, que no precisa de laberinto; él es laberíntico. La fotografia se hizo en el pueblo de trigos y viñas, llamado Gordoncillo, en la provincia de León, casi Tierra ya de Campos.   
Y, a modo de propina, para los lectores de “Las mil caras de mi Ciudad” este “angelito”.

Fdo. Ángel Aznárez.   

jueves, 28 de enero de 2016

ÁNGEL AZNÁREZ, como es costumbre, anuncia...

... para el sábado, día  30 de enero, la publicación en Religión Digital y en otros medios digitales,  la publicación de la 4ª Parte de “Parecidos y Diferentes”.

Por  exigencia  del  guión,  esta  parte  se  divide,  a  su  vez,  en  dos,  aunque no como las amebas.

Es  un  desfile,  que  comienza  con  los  cañones  y  demás  piezas  de  artillería y termina con la marcha a pié, encabezada con la mascota como  de la Legión o caprina.

Es una orquesta, que al principio se oyen los finos violines y violas y  al final las músicas son como de flauta travesera.

Es un tren encabezado por una potente locomotora y detrás están  los vagones de la Compañía Wagons‐Lits //Cook, para dormir y soñar, que  es peor.

Si en la 3ª Parte salieron las tortugas –pudieron haber salido en su  lugar caracoles‐, en esta 4ª asomarán ardillas roedoras. 


Por culpa de un Rey loco, viajaremos a la Catedral de Milán.

Hay mucho latín de pulchrum y de color colorado.

Y  sale  un  artículo  de  este  modesto  escritor  ‐antes  escribano‐  publicado  en  el  periódico  de  Asturias La  Nueva  España, en  fecha  muy  señalada: el 19 de abril de 2005.

Y esta vez, a diferencia de la anterior que, por lo de San Ignacio, tan  contrario a coros y danzas, no hubo músicas, esta vez –repito‐ sí las hay.

Y “¿Por qué sois tan cobardes?” pregunta Jesús a sus discípulos en  el Evangelio del próximo sábado, día 30.




EXPLICACIÓN DE LAS FOTOGRAFIAS: 

 El sujeto  lector/lectora  habrá  identificado  el  objeto  de  la  primera  fotografía. Habrá de saber que tal joya de madera está  colocada en una  Catedral de Castilla‐León, ahora Primada. O sea, que no está en la catedral  de Toledo.

 El  cuadro o  cromo (fotografía número dos) está  colgado o pegado  en una pared en el Pazo de Mariñán, municipio de Bergondo (A Coruña),  en el que la batuta o bastón de mando la lleva doña Alejandra.

El interés  está en el parecido físico del alto Purpurado gallego con un Arzobispo en  funciones, de posibles y de posibilidades.

 En  la  tercera  foto  el  gordo  es  el  King  Jorge  III  de  Inglaterra  y  el  diminuto  es  Napoleón  Imperator.  Lo  más  importante  es  el  catalejo  que  recuerda al del canónigo, de Clarín, don Fermín de Pas, que, desde la torre  catedralicia  no  deja  de  espiar  en  esta  Vetusta,  que,  por serlo siempre,  también es ahora.   

Fdo. ÁNGEL AZNÁREZ

sábado, 23 de enero de 2016

PARECIDOS Y DIFERENTES (3ª parte), artículo de ÁNGEL AZNÁREZ (Publicado en Religión Digital)





¡Y que Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina, nos proteja!

Sobre lo del eros de Benedicto XVI, que no es el de Apuleyo ni el de Plotino ni el de Freud, el Papa Francisco aún no ha dicho o escrito nada; es natural. Francisco es un padre jesuita. Lo que es un simple adjetivo que califica, jesuita, resulta que, en este caso, es mucho más, es un sustantivo de mucha sustancia: un padre jesuita es un padre muy especial, original, al que lo del eros no va, no va, no puede ir con él (el agapé es otro asunto). San Ignacio de Loyola, Padre y Maestro, aquello (lo del eros), no lo perdonaría.
Por tanto, para descubrir al Papa Francisco, hay que partir del hecho de que se hizo jesuita; que es de la Orden de los jesuitas y que batió el record de ser el primer jesuita elegido Obispo de Roma. Y lo de jesuita admite muchas definiciones o caracteres. Ahora y aquí, nos interesa una: un jesuita es una paradoja. El Papa Francisco, en cuanto jesuita, es, pues,  una paradoja, es un ser paradójico, un Homo paradoxalis.
Tan atrevido atributo requiere con urgencia y a toda prisa aclaraciones, partiendo del dato esencial e inicial de que los paradójicos nunca se ven tales; se suelen ver, a contrario, superlativos de lo opuesto, o sea, muy coherentes. Con este inconveniente de salida, -me da igual, soy comprensivo- iniciamos la andadura con la prisa antes indicada, y a manera de un cuadro sinóptico:
A).-Lo de la paradoja y lo paradójico es muy complicado, pues es una categoría compleja de la Lógica y muy discutida (los que quieran iniciarse en su conocimiento debería estudiar el libro de Roy Sorensen Breve historia de la paradoja. Filosofía y los laberintos de la mente. (Ed. Tusquets, 2007), que en la página 13 dice: “las paradojas son preguntas que nos dejan suspendidos entre demasiadas buenas respuestas”. Aquí, para no enredarnos –la cosa es muy complicada- nos limitaremos a contraponer lo paradójico a lo no contradictorio; aquello que está en discordia con eso tan aburrido que es el sentido común.
B).- De ninguna manera es de admitir la disyunción con la que el belga Jacques Claes, profesor emérito de Filosofía y Psicología de la Universidad de Amberes, tituló su libro, en lengua flamenca, Homo sapiens of homo paradoxalis. Es justamente lo opuesto, pues a mayor sabiduría, mayores paradojas. La condición paradójica es propia de los muy inteligentes, y hay que ser muy inteligente para que las paradojas sean “fetén”. Los jesuitas, por sus estudios, mantienen el liderazgo intelectual y la excelencia en la Iglesia. Otros bajaron, algunos en picado.
Las paradojas de los jesuitas son herencia, genética, de Eneko, Íñigo, Ignacio de Loyola, Padre y Prefecto, que fue de los tiempos antiguos (Edad Media) y de los Nuevos (Edad Moderna) ¡Qué atinado estuvo don Miguel (Unamuno) al escribir la Vida de don Quijote y Sancho y acordarse tanto de Ignacio de Loyola, lector como Don Quijote de libros de caballerías! Un San Ignacio, predicador en palacios y en casas señoriales y predicador a la plebe desde lo alto de un ciruelo; que fue un reformador y estuvo a la cabeza de la contra-reforma; un disciplinado “militar” pero que descubrió eso tan poco militar que es la grandeza de las conciencias individuales.
Los hijos, los jesuitas, que no gustan de clericalismos, pero que levantaron el gran monumento barroco que es La Clerecía de Salamanca; que no paran de hablar de la obediencia al Papa y resulta que a los papas traen a mal traer por “desobedientes” (episodios con Pablo VI y Juan Pablo II). Que gustan de la em-patía y de la sim-patia y que pueden ser de una distancia y frialdad gélidas (que quieran ahora que se les llame Lolo, Chencho o Patxi, o que lleven pulseras de trapos deshilachados, es un complemento circunstancial: asunto de la pastoral juvenil o cultura de ONGs). Y de la alfa a la omega: Misión aquí y Reino allí, que se busca aquí lo de allí.
Y que el pincel para el arte de los Ejercicios Espirituales sea el discernimiento, no es contradictorio -en esto no hay paradoja-: la preocupación ¿obsesión? por el discernimiento, es natural y exclusivo de seres paradójicos, en continua pugna con el común sentido. De ahí que en las comunidades o “casas” de jesuitas, el superior sea un primus inter impares. Esto, los frailes de la Orden de Predicadores, los del sermo, tan críticos con aquéllos, no lo entienden.
EL Papa Francisco es paradójico como sus hermanos de Orden. El lema papal ya lo es: Miserando atque eligendo; vio en el Palacio Apostólico (tradicional residencia papal en el Vaticano) un “embudo al revés”; calificó a los mismos jesuitas de descentrados; se declaró autoritario y también de consultar demasiado. Es Francisco un impaciente y no para de predicar la paciencia y que lee a Dostoyevski, que es interminable y que lee también los Evangelios que son cortitos. El leer a Dostoyevski, su Diario de un escritor (Dnevnik Pisatella), es esencial para entender, en Roma, al laberíntico Patriarcado Ortodoxo de Rusia (esta semana en especial de rezos por la unión de los cristianos); y un Dostoyevski que repitió: “No sabéis nada de nosotros, ni de nuestra historia”; al jesuitismo calificó de “recóndito”.
Por tanto el Papado paradójico de Francisco es y será una novedad en la Historia Contemporánea del Papado, del cual puede resultar lo uno o lo otro. Un Papa “pastor y paradójico”, que, por esto último, hace difícil lo tan conservador que es “el a qué atenerse”. Normal que monseñores de aquí y de Roma, tan rectilíneos, ante un Papa tan curvilíneo, estén inquietos; es normal que los más tentados por la “voluntad de Poder”, estén agazapados como tortugas bajo su caparazón esperando que...

“Mi bendito Benedicto” de Papa paradójico, nada de nada. Asunto diferente es que haya sido un Papa “trapecista”, como tendremos ocasión de demostrar en parte sucesiva (la 4ª,5ª o 6ª, que no sé cuál). A los teólogos les suele pasar eso: hacer piruetas en el trapecio, que nada tienen que ver con las paradojas. El homo oestheticus” de Benedicto XVI es ajeno a lo jesuítico y a Francisco, lo que se declara con dos reservas: a): No se duda de la afición de Francisco a Mozart o que casi levite escuchando la Pasión según San Mateo de Bach. B) La indiferencia estética de San Ignacio y sus discípulos no significa ignorar la gran aportación al Arte de la Compañía de Jesús (Hace varios años, el Padre Teodoro García Testalayo S.J., por Navidad, me regaló el libro El arte y la Compañía de Jesús, que tanto alumbra a mi pequeña biblioteca).
Aunque ya salió Benedicto, para volver a él, como Dios manda, Von Balthasar, aristócrata y sabio de inmensidades, nos es trampolín de mucho impulso. Fue jesuita Balthasar y dejo de serlo por ser muy de la estética y de lo Bello, también pianista de piano de cola (aquí nos remitimos a la 1ª parte) –y siempre sacerdote-. Tuvo Balthasar la suerte de haber sido fecundado por la sabiduría de Adrienne von Speyr ¿De dónde salió lo de que el hombre siempre es el fecundador y que las mujeres siempre son las fecundadas? ¿De dónde salió lo de que las mujeres sólo son receptoras y los hombres los dadores?
El haber prescindido el catolicismo romano de la ciencia de las mujeres fue y es de un derroche tremendo, tremendo. Ese es uno de los núcleos de “sus problemas”, que van desde confusiones en la identidad estructurante (la sexual) a su estructura jurídica arcaica por gerontocrática. A propósito: en el Evangelio del jueves último (día 21) se lee que Jesús “encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha”; y una lancha está pintada en la Sala Clementina, lugar donde el Papa recibe los saludos navideños de los ancianos cardenales. Pregunto: ¿Cuántos longoevi cardenales podrían preparar la lancha que la tienen en la Sala tan a la vista?
El concepto esencial en la teología de von Balthasar que es “la figura” nos da la mano para pasar a Ratzinger, en el que “la forma”, por homo oestheticus, es esencial (y volvemos a Spranger (2ª parte). La forma también es categoría esencial en la Teología, la Filosofía y el Derecho. Fascinante tal palabra: de forma se pasó a formoso y luego a hermoso. Resulta que a los educadores de novicios de los jesuitas se les llama formadores. Y que al Cuerpo de Cristo, la hostia, se la denomine la Sagrada Forma.
La forma tiene dos poderosos enemigos: los anti-formalistas y los pro-formalistas que se exceden con las formas, excesivas. ¿Habrá sido Benedicto XVI alguna vez de estos últimos? No precisamente en la renuncia al Ministerio Petrino, de mucho interés jurídico, que analizaremos en parte posterior, formalizada con cumplimiento riguroso de la ley canónica.
Y antes de terminar esta parte (3ª), una declaración: quien esto escribe siente cariño a Benedicto XVI y palpita de admiración al Papa Francisco. El proceso intelectual es tasado y taxativo: primero pensar mucho en la persona, de ello nace la admiración (puede no nacer), de cuyo parto resulta más tarde el cariño (puede no resultar). Está acreditado que sin admiración previa, el cariño no “sale”, queda obstruido.
Las claves de lo escrito deben darlas las lectoras /es o los que lo interpreten (mediadores), nunca el autor. Pero toda regla general tiene excepciones tasadas, y como excepción se dio una clave: la del párrafo anterior.
Esta 3ª parte se escribió sin acompañamiento musical, que San Ignacio, de músicas, de coros y orquestinas, muy poco.
  (Continuará)


EXPLICACIÓN DE LAS FOTOS:  
El Santo jesuita de la foto es Francisco Javier, que está en una iglesia que fue de jesuitas y que ya no es; hay también una reliquia del Santo, cuyo apellido figura en el Castillo de Javier Esa iglesia es muy importante para el autor, pues en ella fue bautizado y se confirmó. También cayó por las escaleras de caracol y a punto estuvo de romperse la crisma portando los crismas.
Ejemplar impresionante del libro regalado.
Cúpula de La Clerecía de Salamanca, que también fue de jesuitas. La foto se realizó subido el fotógrafo, que es el autor, al peligroso tejado.
El color rojo cardenalicio es el oscuro objeto del deseo. El color negro, que acompaña, es signo.
La fotografía del Papa Benedicto fue realizada por el autor con ocasión de una Audiencia General, un miércoles de septiembre de 2011.


"Escalera de caracol de la Iglesia de San Isidoro (Oviedo), que fue de Jesuitas, antes de que los expulsaran la penúltima vez"