jueves, 25 de junio de 2020

"LA CONQUISTA DEL PODER Y OTRAS BURLAS", artículo de ÁNGEL AZNÁREZ, publicado en LA VOZ DE ASTURIAS DIGITAL el 18 de junio de 2020


“Dícese que burladero es un trozo de
valla que se pone delante de las barreras o de las
paredes de plazas y corrales de toros, separada de
ellas lo suficiente para que pueda refugiarse el
lidiador, burlando al toro que le persigue”.

(Diccionario)

En anterior artículo (“Burla del Poder, ahora y siempre) ya dijimos que tal idea, nada novedosa y frecuente desde la Grecia oscura de muchos siglos antes de Cristo, en la época contemporánea fue también ocurrencia de escritores orgullosos como suelen ser los ingenieros, escritores de la llamada generación del tranvía, de los años 50 del pasado siglo. Ya en el Siglo de Oro, en Sevilla, hubo un burlador del mundo, llamado Don Juan, también Convidado de Piedra, para unos querubín crecido y para otros descarado libertino. Decidí ir a ello, a reírme y burlarme del Poder, debidamente parapetado, cual caballería de picador, ya que en toda burla, ha de haber burladero.
Burla sin burladero, en Tauromaquia o en Política, es temeridad.

Es sabido que los extremos se tocan, y que los tristes y dramáticos escritos de Kafka y Beckett –de Literatura- tienen lectura opuesta, la cómica y de mucha risa. Escribió Félix de Azúa que Kafka deseaba que sus lectores se rieran a carcajadas de la esencia trágica de nuestra existencia. Lo mismo cabe con escritos de Filosofía, la política, como los de Maquiavelo, pudiendo ser ejemplo Príncipe bien un registrador inmatriculador de bienes eclesiásticos y/o civiles como Rajoy, bien un científico con doctorado en Economía como Pedro Sánchez.

Lo reconozco: travestir en objeto de risa al Secretario florentino, requirió estudiar mucho, desde leer al insuperable Claude Lefort, su mejor especialista, hasta el historiador Friedrich Meinecke, autor memorable de La idea de la razón de Estado en la edad moderna, con estudio preliminar de don Luís Diez del Corral. Meinecke escribió que Maquiavelo fue en el fondo un pagano, que reprochaba al cristianismo “haber hecho al hombre humilde, afeminado y débil”. Añadió el florentino que “su anhelo se dirigía a dar, de nuevo vigencia a la fuerza total del hombre natural, a la grandezza dell´animo y la fortalezza del Corpo”.

Aquella tarde, la de 1 de junio de 2018, la del “Viva el whisky” y del bolso en escaño vacío, Rajoy pareció humilde y débil, mientras que el oponente Sánchez brillaba por su grandeza de ánimo y fortaleza del cuerpo, tal como vimos y luego nos contó Adriana Lastra, ninfa de Pedro. Un Pedro o Juan, que recordando a Agamenón el Atrida, parecía un creído y crecido toro, bufando para asustar con arrimo al burladero. Y a partir de esa victoria, la de Pedro, petrus de rostro, comenzó la brujería: ¡Brujería, brujería! dijeron los del Partido Popular, al igual que en día exclamaron los cómicos
Perico Beltrán y Fernán Gómez, guionistas de ¡Bruja, más que bruja!

Y también a partir de aquella fecha, terminó el Calculemus, que fue quehacer de progresistas e ilustrados, y de magos y místicos y del Sagrado Corazón como los vascos, del PNV o de Bildu. Y se produjo el milagro, pues, por el éxito de la moción de censura, Pedro Sánchez, el de muchas mañas al igual que Ulises peregrino, con los suyos y los otros, conquistó el Poder, buscando un arte nuevo de gobernar. ¡“Milagro, milagro”! se repitió y fue la palabra adecuada, pues “todos los conceptos
pregnantes de la teoría moderna del Estado son conceptos teológicos secularizados”, según Carl Schmit.

El artificio acaecido, que algunos, precipitados, denominaron de “ruptura revolucionaria”, se produjo al triunfar la moción de censura sumando en el calculemus los votos de la izquierda y de la extrema izquierda, contraria al Monarca y al proceso que se inició en La Transición, también los votos de los separatistas vascos y catalanes, estos últimos muy contrariados con España por los adefesios del “Procés”. E incluido “Podemos”, de los leninistas del New age y de la deep ecology, teniendo muy claro por donde empezar, a diferencia de las dudas que tuvo el momificado Lenín, momificado como Juan XXIII, al iniciarse la Revolución rusa. La pregunta inevitable fue: ¿Iba la Derecha y sus lobbys, después de los conjuros contra Mariano, después de lo de la II República, los 40 años de Franco y la
Transición, decir “aquí me las den todas? ¿No tendría la Derecha que comprender que, después de todo eso, alguna oportunidad de llegar al Poder debería darse a la Izquierda, aunque fuera a trancas y barrancas? Los desajustes y galimatías llegaron de inmediato por la forma de la conquista del Poder, habiendo dudas en importantes preguntas como las siguientes: ¿Quién manda aquí? ¿Dónde está el Poder? Aquella conquista del Poder fue, ciertamente, pero supo y sabe a poco. De ahí que Pedro, torero bregado y bragado, mezcla de homo demens y homo sapiens, iniciase una cruzada teológica declarando que él es el bien y los otros, las derechas, son el mal en un juego clásico entre amigos y enemigos, agonistas y antagonistas; que hiciese alarde de tener principios y/o valores aunque se apliquen con dificultad; que recordarse lo que escribiera Baudelaire de que los pueblos adoran la autoridad; que fichase a un redondo para hacer de homo loquens, o sea, para contar mentiras, y que Pedro se rodease de oráculos y pitias dirigidos por el viejo Tezanos. De la esperanza y del entusiasmo, al ganar la moción de censura, quedará la inevitable decepción. Es sabido que todo acaba en derrota.

Pedro no tiene más remedio, para seguir en el Poder, siguiendo a Maquiavelo, que hacer la fiera y el hombre, ser toro bufador y torero bailador, ser tramposa raposa y leona forzuda, hacerse querer como Fernando el Católico, hombre grande y de excelente ingenio, según Nicolás, y recordar, pensando en Pablo Iglesias, eso de que “un príncipe nunca debe hacer alianza con otro más poderoso que él”. Y lo del COV-19 fue como una lupa de aumento, de aumento de las contradicciones. Muy interesante fue lo que hizo Sánchez al formar Gobierno, que recordó lo que cuenta la Youcenar en su excepcional cuento oriental Cómo se salvo Wang-Fô: al igual que el Maestro Celeste del cuento, Pedro Sánchez nombró Vicepresidenta 1ª a una ministra encargada del Ministerio de los Placeres Perfectos y Vicepresidente 2º a un ministro encargado del Ministerio de los Tormentos Justos.

La Derecha, mientras tanto, hace cosas inconfesables y confesables: deja que Casado cuelgue barba, aparentando ser una viuda triste y enamorada del difunto; que Abascal sólo saque, por ahora, pecho; y que Arrimadas haga lo que la mandan los plutócratas.



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jueves, 18 de junio de 2020

"EL PAPA EMÉRITO Y EL CARDENAL SARAH", artículo de ÁNGEL AZNÁREZ, publicado en RELIGIÓN DIGITAL el 2 de junio 2020


“Es preciso exaltar el lazo profundo que unió al
hombre y a la mujer, hasta tal punto de no tener, en la
práctica, más que un solo nombre: ish (“hombre”) en
masculino y isshah (“mujer”) en femenino, tal como se
explica en el Génesis (2,23).
                                             Cardenal Gianfranco Ravasi

En anterior artículo que titulamos Dos alemanes, Ratzinger y Sloterdijk anunciamos ya el presente, que lo comenzamos recordando al filósofo Reyes Mate, director que fue del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, y que en El País el 6 de febrero de 1992, escribió: “En asuntos de religión es difícil saber dónde se está”. Ser y estar –añado- son dos realidades, que, por corresponder a lo religioso, a veces de tantas inseguridades y de miedos, incitan a hogueras e inquisiciones, destapándose algunos y jaleando sus vergüenzas. Leí con interés el libro Desde lo más hondo de nuestros corazones con el prejuicio de que, dado el mucho ruido sobre la autoría del mismo, habría de corresponder, necesariamente, a un sabroso contenido de nueces; y “prejuicio” no elevado, después de su lectura, con lástima, a juicio definitivo. Gran ruido y con pocas
nueces teniendo en cuenta las circunstancias que concurren en sus dos “autores”. Por una parte, un cardenal, Roberto Sarah, con notoriedad en sus planteamientos teológicos y pastorales, en manifiesta oposición al actual pontífice; y por otra parte, un Papa innovador, que es el primer Papa Emérito de la Historia. Este Papa, mi bendito Benedicto XVI, en la mañana de 11 de febrero de 2013, por la edad avanzada (“Ya no tengo fuerzas”), renunció al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, prometiendo llevar una vida “dedicada a la oración” y dijo: Ma nel servizio della preghiera resto, per così dire, nel recinto di san Pietro. El cristiano cretense, Nikos Kazantzakis había escrito en La Carta al Greco: “La voz de Dios es el silencio”.
No es discutible la condición de “papa teólogo” de Benedicto XVI, pero de lo cual no se han extraído todas las conclusiones. Hace ya años, aquí, en Religión Digital, comparamos el papa teólogo (Benedicto XVI) con los dos últimos papas juristas (Pío XII y San Pablo VI). Escribimos que un papa jurista jamás, jamás, hubiese renunciado a ser Vicario de Cristo como hizo el papa teólogo. Son muchas las diferencias entre los papas juristas y los papas teólogos -a ello volveremos líneas después, por juzgarlo esencial-.
La renuncia, tanto en el Derecho civil (por ejemplo, la renuncia de una herencia) como Canónico es un acto jurídico complicado, pues excepciona la normalidad jurídica de que unos derechos o de una posición jurídica (status) se extingan no naturalmente o por fallecimiento. De ahí que la manera de producirse, muy formal por seguridad jurídica, y el modo de mantener esa renuncia son esenciales para que aquella complicación no vaya a más. Esto lo han sabido muy bien los papas juristas y parece que no tanto el papa teólogo, Benedicto XVI, cuya cabeza no está “formateada” por el rigor prudencial de lo jurídico y sí por la libertad, libertad intelectual de la Teología. Procede, volviendo al libro del papa y del cardenal, distinguir el fondo de la forma, teniendo en cuenta que la división de lo que es intrínsecamente uno (caso del fondo y la forma), es a los únicos efectos de un mejor entendimiento, un recurso para mejor entender lo complejo. Esto los canonistas lo saben muy bien, y acaso los teólogos no. Distingamos en el libro:
CAMPANAS DE IGLESIA DE PUEBLO
A.- En cuanto a la forma (o autoría del libro), el barullo que a continuación se apunta patentiza una cierta anormalidad del libro: En su portada está el nombre del cardenal Robert Sarah y el del emérito Papa, unidos por la preposición con. En la contraportada se dice que uno y otro hablan; que el papa emérito firma un texto, que se completa con el del cardenal; y se añade: Estos últimos meses, mientras en el mundo resonaba el estruendo generado por un extraño sínodo mediático que se imponía sobre el sínodo real, hemos mantenido varios encuentros. En la página 7 se aclara: “La introducción -¿Por qué tenéis miedo?- y la conclusión –A la sombra de la Cruz- las ha escrito el Cardenal Robert Sarah y las ha leído y aprobado el papa emérito Benedicto XVI. Previa a la introducción, hay una “Nota a la edición española” en la que se señala libro que publican conjuntamente, que es una reflexión magistral, lectio y disputatio del papa emérito. Más adelante dice el editor: Benedicto XVI no ha querido afrontar el solo un problema tan delicado. Le ha parecido natural e importante la colaboración del cardenal Sarah. Y concluye: Buscando en lo más hondo de sus corazones, Benedicto XVI y el cardenal Robert Sarah han querido disipar esa contaminación y abrir las puertas de la esperanza. Causan sonrisa las explicaciones y esfuerzos del editor para “dejar las cosas bien”.
TOBILLOS HINCHADOS DE BENEDICTO EN VIAJE A VENECIA
B.- En cuanto al fondo del libro, éste es doble: además (a) de la tesis tradicional y tradicionalista que sus autores sostienen sobre el Sacramento del Orden, está la cuestión (b) de si un papa que renunció y prometió oración puede ser co/autor de un libro sobre materia tan delicada y con un co/autor tan señalado. En relación a la tesis central (letra a), se puede decir que “nada nuevo bajo el sol”: no y no, ni al sacerdocio femenino ni al sacerdocio de personas casadas, tal como resulta de textos pontificios, como Ordinatio sacerdotalis (1994) y otros, así como de Cartas de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El cardenal Sarah escribió en el libro de de manera llamativa: “Es urgente, es preciso que nadie, ni obispos, ni sacerdotes, ni laicos, se dejen impresionar por argumentos equivocados, puestas en escena teatrales, mentiras diabólicas y errores de moda que quieren desvalorizar el celibato sacerdotal”. La segunda cuestión de fondo (b) es sobre la conveniencia o no de la escritura de Benedicto XVI, y volvemos a su condición de teólogo, incidiendo sobre este fondo el barullo de la forma arriba analizado. Un jurista, para el supuesto improbable de renuncia, tal como dijimos, jamás arriesgaría, destacada la prudencia, a que se le reprochase haber incumplido compromisos de una renuncia tan innovadora en la Historia del Papado -eso jamás-, con los riesgos que ello supone de limitación y de discusión para las decisiones del papa ejerciente de Vicario de Cristo. E insistimos que la “mentalidad” e “inteligencia” de un Papa teólogo puede ser –es- otra.
Otra cuestión: Si en la renuncia anunciada el 11 de febrero de 2013 por Benedicto XVI dijo: “He llegado a la certeza de que, por la edad avanzada…” ¿Qué se puede pensar de esa edad ya en 2020? Ciertamente que no se cuestionó –tampoco ahora- la capacidad mental del Papa emérito, pero es raro el pensar que “sus estados, el físico y psíquico” están en plena forma. Y las consecuencias de ello son muy importantes, facilitando todo tipo de manipulaciones e intrigas. En esta cuestión es muy importante la labor de ayuda y de colaboración, de una cierta vigilancia por el Secretario particular del Pontífice emérito, que es, además, Prefecto de el Casa Pontificia del Papa Francisco: un Arzobispo, amante de los oropeles y del barroquismo germánico, en manifiesta oposición a la radical sencillez de S.J. del Papa Francisco. La consecuencia de la no adecuada mediación no se ha hecho esperar y un nuevo nombramiento de Prefecto de la Casa Pontificia no debería esperar. Aunque sea volver atrás en exceso, a la renuncia del Sucesor de San Pedro, el Benedicto XVI, y para tratar de comprender la misma, habría que acudir ¡oh asombro! a las Memorias de Hans Kung, en concreto, al episodio intenso de la renuncia de Ratzinger a seguir enseñando en Tübinga, revelándose antes (1969) y después (2013) un Ratzinger constitutivamente contrario a estar en medio de disputas y barullos. Podría, como formuló un periodista español, preguntarse: ¿Por qué quiso ser Papa? Joseph Ratzinger, sin duda, un ser para exquisiteces apolíneas, al que, acaso, va mejor a su dedo el anillo de la contemplación estética (Balthasar) que los restos escamosos de los pescados.
En siguientes colaboraciones deberíamos analizar lo que un jesuita importante, en 2006, escribiera: “El sexo es una piscina en la que la Iglesia católica no hace pie”.
O también dar respuesta a la pregunta de importantes revistas: ¿Por qué causan tanto temor las mujeres en las religiones? Y qué escribir de la edición semanal de L´Osservatore romano de 13 de marzo de 2015, que tituló: “Sin mujeres un mundo estéril”.
Dos ideas centrales tratan de vertebrar, cual esqueleto central el pensamiento de quien escribe: Por un lado, que la novedad de un papa emérito no destruya sus importantes aportaciones teológicas y, por otra parte, que el creciente y acuciante problema de falta de clérigos, tratándose de una religión de naturaleza clerical, pueda afectar a la pervivencia religiosa misma.

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viernes, 12 de junio de 2020

"LA BURLA DEL PODER AHORA Y SIEMPRE", artículo de ÁNGEL AZNÁREZ (cedido por LA VOZ DE ASTURIAS, 11/06/2020)


                                                                   (Lo literario y lo político)


No sé si fue por simple o complicada casualidad. En cualquier caso fue por casualidad. Bien merece explicarlo con detalle por pedagogía: con ocasión del pasado confinamiento por el Cov-19, navegando como Ulises por el piélago de Internet, encontré una “web” de excepción, que pertenecía a la conocida “Fundación Juan March”. Dicha “web” contenía un archivo con miles de conferencias, discursos y debates, excepcionales la mayor parte y de fácil acceso, que se pronunciaron en aquella docta y filantrópica “casa”, desde el año 1975 hasta marzo de 2020. Una “casa” de muchos cuartos, que, por ser tantos, tienen siempre un origen muy discutible. Eso siempre pasa cuando se tienen tantos cuartos.

¿Es Rajoy o Sánchez?: ¿
Me interesaron, en general, todas las grabaciones sobre Literatura española y, en particular, las correspondientes al ciclo sobre “Novela española contemporánea”, celebrado en el mes de junio del ya lejano año de 1975. En una de las sesiones del ciclo, moderado por el que fue mi profesor de Geografía en los Maristas, don José María Martínez Cachero, debatieron Juan Benet, adusto ingeniero-escritor, y Darío Villanueva, barbudo –sin una cana, no como ahora- y crítico literario, más tarde Director de la Academia de la Lengua, aún barbudo o barbado, cargo académico ejercido después del rubio Víctor, de Villaviciosa y del Toisón.

Un brillante Darío Villanueva que destacó, en la obra literaria de Benet, dos temas importantes: la ruina y el devenir del tiempo que, escuchados en 2020 y después de los faraónicos proyectos de ingeniería de Benet en los años sesenta y setenta, entre otros, la construcción del embalse o pantano del Porma, en la provincia de León, se comprobó que pasaron de la obra literaria a la de ingeniería de Benet. No hay mayor ruina y “des-tiempo” que hacer desaparecer por el agua a pueblos enteros, incluido Vegamián, en el que nació el “catedralicio” (por haber escrito tanto y tan grueso sobre catedrales) Julio Llamazares, que jamás lo perdonó al hacedor Benet. Llamazares, como cualquier escritor, siempre escribe de lo mismo. Así acaece en el último libro Memoria de la Nieve, aunque reconoce el autor que ya se publicó en 1982; lo novedoso y muy logrado ahora es que el libro sobre nieves esté editado por una editorial llamada Nórdica (com-penetración perfecta). 

¿Es Rajoy o Sánchez?: ¿
Lo que hizo Benet al sumergir pueblos, no lo superaría el portentoso norteamericano, apellidado Faulkner, maestro y copia del ingeniero. Es indudable que Benet fue un ingeniero y que, como tal, siempre escribió: su literatura es ingenieril. Que eso no lo sepan u oculten especialistas y fatuos diversos, hasta académicos engolados, que siguen hablando como de un paraíso persa, masticando chicles, de la residencia de Benet en Madrid, en Pisuerga 7, es de artificio. 

A final de una de sus intervenciones, de manera un tanto precipitada y confusa –aún vivía el temido Dictador- afirmó Juan Benet, de manera pesimista, que con la literatura o la filosofía y las ciencias en general, el hombre trataba de impedir la acción ciega del azar, con la máscara del conocimiento, y buscando un más confortable acomodo frente a todos los poderes que circundan su esfera. Y concluyó:” El único tratamiento que conoce el hombre, y para satisfacerse asimismo, es la ironía y el burlarse del poder”. Estoy muy de acuerdo con ese contenido final y que está al principio, en medio y al final de la novelística de Benet, de sintaxis de ingeniero. 

Benet no se refería exclusivamente al genuino Poder, al Político, sino a todos, a los naturales y a los sobrenaturales. Ahora en 2020, estos últimos (sobrenaturales) están en decadencia; solamente se habla de “Poder eclesiástico” cuando se hace referencia a esa cuestión hipotecaria que son las inmatriculaciones o aficiones a lo del prójimo, con amparo en Registros que quieren ser de lo propio, no de lo ajeno. Y es que ahora, a los jóvenes y a los viejos casi, ya no interesan ni las promesas celestiales ni las infernales. En tiempos de tanta rapidez como los actuales, ¿qué interés –pregunto- puede tener lo eterno, la vida eterna? Por ahí empezó el desmoronamiento de esa Torre de Babel que es Dios.

Los otros sí que son poderes: el político y el económico, que se ponen tiesos como víboras picadoras cuando se les sorprende haciendo de las “suyas” en sebes o malezas. Pocas cosas hay cosas tan brutales y salvajes como los poderes tratando de defenderse. Y ese reírse de ellos, como reírse de los “nuevos ricos”, les resulta insoportable y cabrea mucho. Ese continuo hacer de las “suyas”, es lo único que hacen porque es lo único que saben hacer. ¡A burlarse del Poder, YA!

Esa burla fue lo primero que hicieron griegos y romanos; acaso antes, los de las cavernas. La burla y la ironía sobre el Poder es la historia misma de la literatura, y hemos de lamentar que no se haya aún escrito una historia de La Transición española en clave de risa y burla sobre el Monarca emérito y sobre los Presidentes de Gobierno que han sido. ¡Tiempo habrá! Así y empezando por lo último no se ha escrito lo que ocurrió en el Congreso de Diputados la tarde en que Rajoy, “ahogando sus penas en Whisky” como se escribió, perdió la “censura” y el bolso (junio de 2018), que apareció en su escaño el muy femenino él, como si fuera de Isabel II, siendo Rajoy un caballero, seguramente de cabeza a pies.

La culpa de casi todo la tuvieron, de una parte, los vascos del PNV, algunos tan alopécicos --por ejemplo, el  presidente del Euskadi no sé qué más-- como los demás españoles, inferiores de “raza”. Por otra parte, también tuvo culpa del desalojo de La Moncloa o descalabro una Sentencia de la Audiencia Nacional –caso Gürtel- de la cual no podemos aún reírnos en caso de ser nula por ser nula –un magistrado notoriamente se durmió durante sesiones  del juicio--, al pender aún, aún, la definitiva y muy pensada del Supremo: ¡Qué ya han pasado dos años desde la inicial sentencia, faltando la definitiva y que seguimos esperando!

Llegó don Pedro Sánchez que tanto me recuerda al bachiller quijotesco don Sansón Carrasco, y al viajero Ulises, al que Homero llamó “el mañero”. Siempre me interesó ese “opúsculo” u obrita que Maquiavelo llamaba a su “El Príncipe”, que tomé muy en serio, lo mismo que a Claude Lefort, su mejor especialista, pues el abandono, a principios del siglo XVI, de teologías medievales y de asuntos de sacristías para fundamentar el Poder político me pareció genial.

Con Pedro Sánchez valoré “El Príncipe” como pieza maestra del humor político, especialmente su capítulo XVIII que, encabezándose acerca de la “Fidelidad del Príncipe a la palabra dada”, está lleno de maldades que parecen las especialidades del político Sánchez: bien la necesidad de ser bestia y también de ser hombre, bien tener los modelos de la raposa o la zorra y del león, bien saber a quienes se engaña y quienes son engañados, bien hablar mucho de paz y libertad y luego hacer lo contrario. El hecho de que Pedro Sánchez no emplee la  “virtud de religión” en cuanto táctica política es consecuencia lógica de lo que más arriba escribimos sobre el no poder religioso.

Hasta los lectores de El País –los rubidos del ABC por supuesto (desde lo del llamado “plagio del doctorando” están en alerta continua) saben que Sánchez, el muy mañero, hace sin parar de zorra y de león. Eso, acaso, no sepan los de Ciudadanos, que tienen una Presidenta muy “arrimada” y que algunos son sólo abogados del Establo. ¡Cuántos dineros van a recibir de los bancos los de Ciudadanos para hacer lo que hizo últimamente su Presidenta, la intrínsecamente arrimada!

La Botina banquera ya lo prometió. 



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sábado, 6 de junio de 2020

"ESCRITURA Y ATENEO" (4ªparte), por ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO (de la web del ATENEO JOVELLANOS)


                                                                 LA CONDESA

“La literatura es para las lenguas una lima
que pule, barniz que abrillanta, mirra que conserva, nardo
que perfuma, flor que adorna, savia que hace brotar y
crecer el árbol”. ¡Desdichada mil veces la lengua que
carece de consagración literaria!”
(Doña Emilia Pardo Bazán)

Pazo de Mariñan, próximo al de Meirás
La señora Condesa, situada en lo alto de una de las tres Torres de Meirás, antes de llamarse Torres, se llamó Granja y después Pazo, con una mano apoyada en su tocador agarrando el abanico de nácar y con la otra retocando su moño a medio hacer - fue negro como el betún y ya gris como una nube- se miraba al espejo muy emperifollada y emperejilada. No cabía en el corsé. Estaba desconsolada, pues no entendía que habiendo tanto hablado y tanto escrito, unos zascandiles de la Real de la Lengua, los Menéndez, los Pereda, los Valera y otros, misóginos, no la quería allí, en la Academia, ni en verdad ni en pintura.

Su amante y académico, Pérez Galdós, la repetía, para consuelo, por carta y carta, que a él, la Academia sueca del Nobel, menos corrupta que la española por ser ésta de cooptación, le negó el Nobel de Literatura a principios del siglo XX y se lo dio a un francés llamado Romain Rolland. Se acaba de publicar Memorias de un desmemoriado, de Pérez Galdós, y lo fue mucho pues no recuerda a su amante la Pardo Bazán, que siempre escribía a él como Maquiño mio.

La tal Condesa, de la hidalguía gallega, fue tal por Título Real, ya que fue el mujeriego Alfonso XIII el que la otorgó, por ella y no por ser esposa de otro, el Condado de Pardo Bazán. Su padre únicamente había conseguido un titulito de esos que da el Vaticano -en este caso el condado eclesiástico lo otorgó Pio IX-. Resultó que la escritora Pardo, heredando y después de haberse casado en la capilla de las tres torres, de haber vivido en ellas en estivales meses, nunca fue la Señora de Meirás, que lo fue otra, natural de Oviedo. La tal Señora, por Decreto-Ley 18/1975, firmado por el Rey Juan Carlos, concediendo la Merced Nobiliaria del Señorío de Meirás, con grandeza de España, fue doña Carmen Polo de Franco.

         ¡Jolin, Jolin, Jolin!

El caso es que el Registro de la Propiedad de Betanzos, lugar de tortillas muy afamadas (Betanzos que no el Registro, se ha de entender), en un trajín de escrituras de compraventa y donación, acabó poniendo el complejo de las torres a nombre de Francisco Franco después de la Guerra. Se excitó el Ayuntamiento de La Coruña para los veraneos del “Caudillo” allí; al parecer también se excitaron
 con promesas de dineros a gallegos mesocráticos, luego ennoblecidos, hasta con titulo de compañía eléctrica. Eso, lo último escrito, fue la segunda parte de la historia, pues la primera –también hay que contarlo- fue el asesinato por milicianos y republicanos de la FAI, en el año 1936, de descendientes directos de Doña Emilia (muerta en 1921): un hijo y un nieto.

Jardines del Pazo de Mariñán y al fondo la ría de Betanzos

Ese conjunto de Torres, las de Meirás, gustaron a doña Emilia, a Franco, y, sin dudarlo, hubiesen hecho las delicias de Don Quijote de la Mancha, el cual a allí hubiese ido, si en vez de realizar la secular salida caballeresca por la Mancha, hubiese decido hacer una peregrinación santa por el Norte, la del Camino de Santiago. ¡Qué mejor sitio para armarse caballero “de todas sus armas” que allí, entre torres almenadas, una llamada, precisamente, la Quimera, con ventanas de triple arcada y balcones  de inspiración de Musas, aunque sin puentes levadizos ni hondas cavas! ¿Quién hubiese sido el alcaide la fortaleza? ¿Cómo hubiese sonado la pescozada y el espaldarazo al ser armado caballero? ¿Hubiese aparecido, en Meirás, también el castrador de puercos?

De la Literatura de doña Emilia Pardo saben mucho los y las del Ateneo; de sus cuentos, de sus novelas y de esa cosa tan complicada acerca de si la Pardo fue tan naturalista como su admirado Zola. Nos interesará pasar página y ver a doña Emilia en los salones madrileños, de gente rica y de aristocracia de cepa vieja, que tanto frecuentó a finales del siglo XIX y principios del XX, como la Marquesa de Coquilla, el Marqués  de Valdeterrazo o doña Cuca, la de Acapulco. A dicho efecto es importante un libro raro, titulado Los Salones de Madrid, cuya primera edición es de 1898, escrito por un autor que dice llamarse Monte-Cristo, y en cuya portada y contraportada hay una fotografía del Marqués de Montevirgen jugando al billar. El prólogo de dicho libro es nada menos que de doña Emilia, y a él vamos.

De su escrito acerca de la influencia de la buena sociedad en las costumbres y en el arte, da luz del conservadurismo de Doña Emilia, igual que como luz de su feminismo es escribir aquello de que hablando con señoras no se puede ser ni pedante ni dogmático ni desenfrenado ni chabacano. De dulzuras y espinas de los cronistas de salones escribe, requiriéndose, según ella, mucho aplomo y añade: “Si el cronista lucha por callar, también hay casos que solicitan de él, con mayor refinamiento, el silencio; pero si todos aspirasen a la elegancia por la reserva y el horror a la letra de imprenta, sería peor, pues al cronista se le acabaría el oficio”. Y concluye: “No hay sensaciones más leves y fugitivas que las de la sociedad”.

Orense, que en sus novelas llama Auriabella, siempre fue importante para la Condesa, ciudad de obispos ilustres, como Temiño y Osoro, el primero de letras y el segundo de matemáticas, y ciudad del Padre Feijó, el benedictino del Teatro Crítico Universal. Varias veces asistió Pardo Bazán, en aquella Ciudad, a acontecimientos literarios. En 1901, con ocasión de los Juegos Florales y de la erección de una estatua de Feijó, pronunció un importante discurso: rechazó la peregrina bellaquería acerca de su desamor por la tierra gallega, hizo referencias al Quijote, habló de sus convicciones sobre la mujer y de sus creencias religiosas, para acabar sobre el caciquismo y sobre el patriotismo en el Estado español, sobre el Estado y contra el Estado, si preciso fuere.

Gran mérito el de esta mujer, que, por primera vez, ocupó tanto un sitial de Catedrática –la primera- en la Universidad Central de Madrid, como fue importante ateneísta de la “Docta Casa”, también llamada el Ateneo de Madrid.
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