jueves, 30 de agosto de 2012

"OSTRAS CON CHAMPÁN", artículo de Virginia Álvarez Buylla publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"


 Esta historia trata de cómo una pobre chica Buylla desperdició un verano de ostras con champán. Era yo a la sazón una paleta gijonesa de dieciocho años que nunca había salido de casa, pero mis padres decidieron que tenía que aprender francés. Cuando digo mis padres, me refiero a mi padre, porque mi madre estaba horrorizada enumerando los terribles peligros que podían acecharme, a lo que mi padre aducía que era una idiotez, que yo estaba suficientemente preparada para andar por el mundo y que como creía que yo era de lo más inteligente que paseaba por Gijón, tenía que aprender francés ya.

Así que me organizaron un intercambio con una familia muy distinguida de Burdeos, con tan mala suerte que la chica francesa vino a Gijón al mismo tiempo que yo estuve allí. Para ella no fue un problema porque salió con mis hermanas y fue a todas las fiestas, pero para mí fue más difícil porque la única persona joven que había en la casa tenía doce años. Por supuesto, yo no quería salir con ella y sus amigos, que se reían de mí a mandíbula batiente y a los que no entendía nada. Aguanté unos días, pero después me planté y me quedaba en casa, que estaba en la misma playa.


La distinguida familia vivía en un maravilloso piso antiguo en el centro de Burdeos y pasaba el verano en una casa situada en el Bassin d'Arcachon. Desde las escaleras se bajaba directamente a la playa. Hubiera sido un sueño si yo hubiera estado preparada para lo que iba a encontrar; pero no lo estaba, yo creía que pasaría como aquí, que todo el mundo se despepitaba por las francesas y las agasajaba sin parar. Para mi desgracia, nadie me hacía ni caso. Para empezar, durante los primeros quince días no entendía nada, así que se acostumbraron a verme como un convidado de piedra, sentada en una esquina con sonrisa de boba perenne sin decir nada; luego ya lo entendía todo, pero la idea que tenían de mí cambió poco.


Los chicos hacían poco caso a las españolas, nos consideraban unas mojigatas aburridas y en mi caso tenían razón: venía directamente de un colegio de monjas en donde me habían convencido de que era templo del Espíritu Santo, ¡qué martirio! Yo tenía mis dudas, pero por si acaso no dejaba que me tocase nadie. Vaya desperdicio el mío.


El Bassin d'Arcachon es un sitio precioso, tenían un barco e íbamos a navegar. A mí me gustaba mucho, hasta que un día me fui a navegar con la niña de doce años y sus amigos y nos tiramos al mar a nadar: me encantó la experiencia, pero cuando intentamos subir a bordo, descubro con horror que no hay escalerilla; ellos subían como gamos, pero yo, que soy más bien patosa, no podía... tuvieron que ayudarme entre todos y como estaban riéndose sin parar, me tiraron cuarenta veces, fue la broma de la semana.


Las comidas eran interminables, no es que comieran mucho, se comía poco pero despacito y todo muy sano, un buen rato para la lechuga (la salade), otro buen rato para un «petit morceau de fromage», otro para la fruta y así sucesivamente, todo regado con mucha charla y mucho vino. Yo, ni lo uno ni lo otro.


Estando en el país de las ostras, se comían bastantes veces ostras regadas con buen champán francés. Yo no participaba, me horrorizan las ostras y soy abstemia. No lo podían entender y cada vez me consideraban más rara y más paleta.


Yo, cada vez más desesperada de mi triste sino, acabé haciéndome íntima de la muchacha (la bonne), que era de Moreda, con lo cual aprendí bable que era un primor. Me iba a la cocina a comer bocadillos de salchichón ¡qué estulticia la mía! Y algún domingo que otro salí con ella y sus amigas, que contaban unas historias tan truculentas que me dejaban muerta de miedo para una temporada. La ventana de mi habitación no cerraba bien, por lo que me pasaba las noches en vela pensando en los horrores que me contaban mis nuevas amigas.


Un matrimonio amigo de la familia que eran encantadores me invitó a pasar un fin de semana en Dax e ir a una corrida de toros de El Cordobés. Para entonces yo ya había aprendido, así que no les dije que no me gustaban los toros y que las ostras con champán no eran mi comida favorita, y me divertí mucho aquellos días.


Al final el resultado del verano no fue tan desastroso, aprendí francés y bable, y comprendí que hay maneras de vivir muy diferentes pero todas respetables y que hay que intentar adaptarse. Lo mejor es prepararse para saber lo que te vas a encontrar y estar dispuesto a abrirse a nuevas experiencias y nuevas gentes.

miércoles, 29 de agosto de 2012

LOS TAPONES SOLIDARIOS Y MI MADRE




Llevo una temporadita recogiendo tapones de plástico sin saber muy bien para qué eran utilizados. Empecé a hacerlo por mi madre, porque  me lo pidió. Recuerdo que todo empezó un día que comimos juntas y que observé que  metía en el bolso el tapón del agua mineral que tomamos. En un principio me pareció extraño, confieso que me puse en lo peor: una manía de persona mayor. Pero nada de eso, lo que estaba haciendo era un acto solidario. Me dijo que formaba parte  de las pocas cosas que ya podía hacer para ayudar a los demás. Siempre fue muy participativa en actividades solidarias, pero ahora la edad –según me confesó- le impedía practicar ese voluntariado activo que  fue  parte muy importante de su vida y que echaba mucho de menos. Pero recoger tapones sí que lo puedo hacer, me dijo. Total, que decidí seguirle la pista a los ya  conocidos como Tapones solidarios. Investigando en la Red averigüé que se trata de recopilar toneladas de esos trocitos de plástico para el reciclaje, y que con el resultado de su venta se ayuda a niños con enfermedades raras.  No puedo decir que conocer la finalidad de esta recogida masiva de lo ya dicho, me haya dejado muy tranquila. Más bien todo lo contrario: me sentí avergonzada. Sentí la vergüenza de pertenecer a una sociedad que para que un niño tenga una silla de ruedas, un aparato ortopédico o cualquier otro artilugio que mejore su calidad de vida, sea necesario recoger toneladas de tapones. Caridad pura y dura, esa que tiene por finalidad acallar nuestras conciencias, muy lejos de la justicia social que esta sociedad que se dice avanzada debería de poner en práctica. Doscientos euros se pagan por una tonelada. Muchas hicieron falta para comprarle una prótesis ortopédica –que costaba 8.000 euros- a Íker uno de los niños ya  beneficiados. Aitana, otra pequeña, necesitó 12.000 euros para un elevador eléctrico que le permitiera salir de su casa. Y también está Sara, Ángela… y unos cuantos más.

Sigo recogiendo tapones para llevárselos a mi madre, que tanto se alegra cada vez que le entrego un montonín y puede llevarlos al punto de recogida.  Y lo hacen sus amigas y todo el que cae en sus red solidaria, pero bien sabe dios que detrás de cada tapón que yo le entrego, y ella recibe feliz, hay una gran sensación de fracaso. ¿Cómo es posible que luzcamos a nuestros niños con vestiditos de firma, zapatitos de ídem, un sinfín de sofisticados juguetes...,  y estos niños, con tantos derechos como los nuestros, no puedan  acceder a la prótesis ortopédica que precisan para caminar? Es para sentirse mal. 

sábado, 25 de agosto de 2012

¿CUÁNTO DINERO CUESTA LA FELICIDAD?

Pues eso me pregunto yo. Qué curioso, las cosas que en estos momentos me apetecen no podría comprarlas por mucho dinero que tuviese. Sin embargo, sí he perdido algunas personas que prefirieron la compañía de otras  con más pecunia y  tronío (aunque fuera aparente). Pero me consta que no han podido comprar la felicidad, ni la dignidad, ni el respeto, ni mucho menos la libertad. Con todo eso me he quedado yo, y gratuitamente. Me alegro de ser pobre, de ser dueña y señora de mi propia felicidad. A coste cero, por supuesto. 


MUY PERSONAL

La vida siempre me está sorprendiendo. Me empuja hacia adelante sin permitirme un descanso  y, a la vez, me devuelve al pasado, a recuerdos que ya tenía olvidados. Que no por  sepultados  han dejado de influirme. Ese avanzar y retroceder continuo, esa manera peculiar que tienen mis neuronas de no quedarse quietas ni  un momento, hace que esté en permanente evolución, que con frecuencia yo misma me sorprenda de la manera que tiene mi cabeza de procesar –y hacer suya- cuanta información le llega. Por suerte, siempre –o casi siempre-estoy descubriendo cosas nuevas. Y así mantengo viva la curiosidad, esa avidez por aprender que tienen los jóvenes; sin serlo yo, por supuesto. Con frecuencia he pensado que moriría joven, es claro que no ha sido así. Los años me caen encima cuan losa pesada. Así lo dicen mis achaques y algunas arrugas -esas de menos importancia-, pero aquí sigo. Supongo que por suerte, aunque de esto no estoy muy segura: el misterio me atrae casi tanto como la vida. Pero no es  ese el tema  del  que quiero escribir. Tal vez otro día lo haga.
Decía al principio, que mi pasado siempre vuelve. Me explico.
En la década de los setenta  tenía una gran amistad con un pintor excelente, aunque como suele suceder con  los buenos ha sido escasamente valorado, tendrán que pasar años para que   lo rescaten del olvido. Estoy hablando de Urbano Cortina, que falleció el mismo día que le notificaban la prejubilación. Que él estaba esperando para poder pintar mucho más, decía. No tuvo suerte, pese a ello dejó mucha obra, y muy buena. Era Urbano un hombre tímido que valoraba escasamente lo que hacía, le faltaba seguridad en sí mismo. Fuimos amigos y en nuestras conversaciones me hacía algunas confesiones que, debido a su timidez, nunca contaba a otras personas. Admiraba a los pintores flamencos y decidió un buen día coger su utilitario y viajar –con medios económicos muy escasos- a Holanda, para conocer a los flamencos que tanto admiraba. Pasó un mes de museo en museo. Y al regresar me confesó que dormía en el coche, se lavaba en las fuentes, o donde podía, y se alimentaba de bocadillos. Pero volvió triste. Y  lo más preocupante: dejó de pintar. Nadie supo en aquél momento qué le pasaba a Urbano, por qué abandonaba esa afición  que  había convertido su vida  en un ir y venir del trabajo al estudio  y del estudio al trabajo. Así estuvo durante seis meses: sin coger un pincel. Y a punto, según me confesó, de destruir todo lo pintado. Afortunadamente un  día volvió al estudio y reanudó de nuevo la actividad artística. Mucho tiempo después, en una de nuestras conversaciones, me dijo que después de ver la obra de Los maestros –y cito textual-, Lo que yo hago es una mierda, añadiendo que nunca podría hacerlo como ellos. No cuento el resto de nuestra charla porque es fácil imaginársela.
Poco después, se murió  de cáncer. Perdí un amigo, pero me dejó una enseñanza, o muchas. No sé si tenía razón al pensar que era inútil perseguir la perfección de los clásicos –a quien no copiaba, por cierto-, pero nunca pensé que el hecho de que otros lo hubiesen hecho mejor podía ser impedimento para seguir buscando esa perfección tan deseada como inexistente.  Esto último lo descubrí con el paso del tiempo. Ahora soy incapaz de dar algo por concluido y quedar satisfecha con ello. Cuanto más leo –una de mis aficiones preferidas- más me doy cuenta de lo poquito que sé, de la imposibilidad de crecer en la medida que desearía. Ni que decir tiene lo que me sucede cuando intento comprender un avance de la ciencia –tema que también me fascina-. Sin ir más lejos, hoy he recibido en mi móvil el latido del corazón de Inés, que nacerá en diciembre.  Una vida que crece dentro de otra vida, ¡qué gran misterio! Me siento tan poquita cosa… Supongo que esta sensación era la misma que trataba de explicarme Urbano cuando yo intentaba, con más voluntad que acierto, convencerlo de que no debía de desanimarse por no  alcanzar esa perfección que él veía en otros. Hecho de menos a Urbano, estoy segura que si viviese podríamos mantener fructíferas conversaciones. Pero ya no está. Aunque sí en mi recuerdo. Si es que eso significa algo.

He intentado localizar en la Red algún cuadro o foto de Urbano para ilustrar el texto y, por raro que parezca, no encontré nada. Sí una página a la que os remito:  http://urbanocortina.com/entrada3.html


viernes, 24 de agosto de 2012

LES VACANCES SONT FINIES...



Y YA SÓLO QUEDA EL RECUERDO

No precisa explicación, creo que el lugar está claro
Playa de LA TOXA

Gaviota Gallega

OGROVE
OPORTO

El Duero a su paso por Oporto


Y no sigo, creo que ya no hay duda de los lugares de mis vacaciones. No se admiten preguntas. Sólo añado que lo pasé muy bien. Reconozco que las fotos son pésimas, pero es lo que hay, mi móvil no permite nada mejor.

domingo, 19 de agosto de 2012

"LA CASA ROSA DE LOS PÉREZ" (III), artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"


                                                           Questa piccolisima serenata
                                                           Con un fil di voce si può cantar?
                                                           Ogni innamorato all´innamorata
                                                           la sussurrerà, la sussurrerà?
(Canción con letra y música del napolitano Renato
Carosone, del año de la pera).  



Fue en la tarde del 19 de marzo de 1980, fiesta de “Pepes”. Subí, desde la plazuela de San Miguel, a la casa-chalet de los Pérez (Pepe y Mari), por las escaleras muy pinas del Prado Picón, igual de pinas, empinadas, que las romanas, que desde la Piazza di Spagna suben casi al cielo, a Trinitá dei Monti. Por esas escaleras, las romanas, no por las del Prado Picón, subió el poeta Byron con dificultad –era muy cojo por serlo de ambas piernas- para visitar y consolar a su compatriota J. Keats, también poeta, que malvivía, pues Paolina Borghese correspondía a otros, nunca a él. Quiso el destino que la casa de los Pérez, en Oviedo y junto a la escalera, se llamase la “casa-rosa” y que la casa de J. Keats, en Roma y junto a la escalera, se llamase la “casina rossa”.

 Al subir por la escalinata, mirando a izquierda y derecha, recordé a los hermanos Rodríguez, hijos del constructor don Manuel, que eran Caín y Abel, siempre zurrándose, como se deben zurrar los hermanos mayores por causa de primogenituras y herencias. Justo enfrente vi un chalet en abandono, en ruina romántica, y en cuyas ventanas sesteaban unos felinos enormes, gatos como tigres, con las colas tiesas y erectas, desafiantes como látigos. Hoy, delante de ese chalet, rehabilitado y pintado de albino, hay unas letras ostentosas, oscuras y casi moviéndose, como dientes o muelas con caries, que anuncian una “Clínica Dental”. Más arriba, a la izquierda, recordé a María Teresa Rubio, Teresita, hija única, que a todos sorprendió –principio de los años sesenta- con su radical decisión de enclaustrarse en un convento, dejando solos a su mamá y a su papá, asunto muy sensible para mentes infantiles.

Escultura de Sebastian Miranda, propiedad del autor
Ya en lo alto del Prado Picón, más cerca del Altísimo, donde se puede andar entre nubes y nieblas en días de mucho orvallo, Pepe y Mari me acogieron, hospitalarios. Pepe, con traje de domingo, con brillos como el de “luces” y con bisoñé de montera, y Mari, con conjunto de punto de color suave o de alivio, adornando su cuello con collar de perlas de una única vuelta. Quiso la Fortuna que en ese momento, por allí pasara, con chaqueta muy cruzada y con insignias como soles en los ojales, don Federico Collera, que, por ser experto municipal en protocolos, nos saludó con ringorrangos y remilgos, que fueron, naturalmente, correspondidos. Don Federico era elegante como el Gran Gatsby en versión americana o como un figura o figurino en versión italiana. Antes de entrar en la “casa rosa”, después de las felicidades y parabienes de rigor, los Pérez y su invitado recorrieron, de corner a corner, el jardín umbrío y recoleto, que no olía a perros, sino a gatos, los de la gatería de abajo, Un jardín más grande entonces en que ahora, pues una alguna (dama) le dio un mordisco comiendo un pedazo.

Viendo desde el jardín descender por las escaleras a don Federico hacia la Plazuela -que no era éste largo o de estatura-, la conversación fue sobre estética, a lo que Pepe era sensible, y sobre longitudes o larguras. Él dijo que, tal vez, uno de los ovetenses más altos fuese uno de los Escobedo, a lo que asentí sin dudar y sin conocerlo, fiándome del apellido, por considerar adecuado y conforme a la naturaleza que quien se apellida Escobedo sea de mucha altura, y de chiste lo contrario. Yo recordé que uno de los más bajitos acaso fuera don Jesús González, profesor de bandurria y laúd en los Maristas, que se subía a todo lo que le pusieran delante, incluso a Santa Susana desde Fozaneldi “¡Que instrumentos se tocaban en ese Colegio!” exclamé y añadí: “que, no obstante, ser de Hermanos, los Maristas, tenían trato de reverendos, lo que es disparatado, pues los hermanos jamás, jamás, son reverendos o dignos de reverencias”.

Escultura de Sebastian Miranda, propiedad del autor
 Los tres reímos cuando conté lo que acababa de leer en el libro Recuerdos y Añoranzas (1972) del ovetense Sebastian Miranda, amigo de toreros (uno de sus mejores amigos fue el torero ovetense Julián Cañedo, que casó con gitana esplendorosa traída del Sur y que asombró a toda la calle Campomanes), y escultor don Sebastian, precisamente, de gitanas, incluso las de “El Fontán” que eran poco gitanas, pues las gitanas fetén no iban al mercado. Les conté que, según el escultor, en Oviedo vivía un tal Manolin, que eran tan bajito, tan chaparro, que le llamaban “la cosina”, y que un día al caer al suelo, lo que era frecuente, le preguntaron con indiferencia: ¿Mancastete Manolín? Y les conté que hubo en Oviedo un magistrado de la Audiencia, tan bajito, tan chaparro, casado con la pomposa y larga doña Gala Ponte, que al pobre, al magistrado, le llamaban “El bastón de doña Gala”, viendo pasear a ambos muy agarraditos por “El Bombé”.

Y con estas maldades, entramos por fin en la “casa rosa” de los Pérez, “esdrújula, mesopotámica, gótica y barroca” según diseño y fábrica de su padre, don José Pérez Jiménez, natural de Badajoz, profesor de dibujo y pintor, más de sábanas que de lienzos por el tamaño de sus pinturas, resultando su casa un dibujo. Apenas dentro, en el vestíbulo, di un salto para no pisar un extraño gravado en el mármol del suelo a base de circunferencias, compás y brújulas. Miré a Pepe y dije: “No te imagino con mandil, espadas y estandartes que tan del gusto son de los masones o “masonazos”, siendo tú, Pepe, y demás familia, personas de mucha fe católica, y de los que ya quedan pocos”. Mari y Pepe, al unísono, exclamaron: “¡Qué disparate, eso de masones; nuestro padre, fue un artista tan geométrico, que, por pasarse, pintó hasta la aritmética misma !”.

Y esto que viene ahora es muy serio: la leyenda o maledicencia de que en el Prado Picón vivían masones (atribuyendo tal condición a don Manuel Cuesta, Pérez Jiménez y Yela) tiene un origen preciso. Un ovetense conocido, envidioso y arruinado, denunció con falsedad a don Manuel Cuesta, rico de América y promotor del Prado Picón, su indiana “Ciudad-jardín” por pertenencia a obediencia masónica, esperando recibir, como “premio” por la delación, las propiedades del señor Cuesta. La denuncia se formuló en plena Guerra Civil; por eso el peligro y puntería de la misma (esto me lo explicó y aclaró, con detalles que ahora omito, doña Etelvina Cuesta Valls, única hija sobreviviente de don Manuel, en la reunión del pasado jueves, 9 de agosto, a las 18 horas). He ahí el origen de la maledicencia y de la falsedad, que se extendió como se suelen extender las maledicencias y falsedades. Eso, lo de la Masonería, lo oí muy niño y jugando en los alrededores.

Entramos, a la izquierda del vestíbulo, en un salón-estar; nos sentamos en un sofá capitoné de color granate, semicircular como la pared en que se apoyaba, dejando ver a través de unas ventanas góticas las dos palmeras del jardín, de más frondosidad que el palmeral de Elche. Al frente, cerca del comedor, había un piano negro, y colgados en las paredes dos cuadros: uno de Mari, que tecleaba en el piano, y otro, de Pepe, que leía un libro jurídico, retrato de tanto realismo que se leía el título del libro. Mari, solícita, colocó sobre la mesa, repleta de pañitos bordados y tapetes, unos platos y tacitas para el café, que no fue de puchero con manguera y colador, sino de máquina eléctrica, muy moderna, de acero inoxidable y baquelita; una auténtica máquina a vapor de muchos humos, con más brazos que patas tiene una araña.


Abrí mi cajita de Princesitas de La Playa gijonesa, que brillaban más que oros, y Pepe y Mari colocaron medias lunas, bollos suizos y media docenita de carbayones, los genuinos, del obrador de la calle Jovellanos. Pusimos caras de llambiones, desorbitados los ojos por gulas con ansias como de lujurias; aquello era un auténtico bocato di cardinale. Hablamos de confiterías y de confiteros, del bombonero austríaco de “Peñalva” y del leonés Blas que inventó lo de “El carbayón tiene apellido, Camilo de Blas, un pastel de película”. Les conté lo que acababa de ver en Rumania, en travesía hacia Istambul: que allí las confiTerias se llaman confiSerias; divagamos sobre las letras “T” y “S”, algo muy del gusto de Mari por ser catedrática de Literatura, estando de acuerdo, después de muchos ejemplos, que la letra “T”, en cualquier palabra, es como si la golpease o diera un martillazo, a diferencia de la letra “S”, siempre seductora y sinuosa. Acaso –dije- la contundencia de la “T” viene por se la primera letra de la palabra Dios, en griego.

 Y mientras estas cosas ocurrían, un “Tic-Tac” continuo, obsesivo, de un reloj de caja de madera y cuerda, escondido en una esquina, recordaba que el tiempo pasaba, siendo muchas aún las cosas de que hablar y ver: de la pócima salutífera del profesor Pire, de la facultad de Ciencias de Oviedo, a base de jaleas reales; de otras pócimas incluida alguna gallega; de la especialidad jurídica de Pepe y de sus enseñanzas; de la cartera, con cremallera y siempre bajo el sobaco, de Mari, a la que veía, desde mi pupitre de madera y con tintero en el Auseva, subir las escaleras del Instituto Alfonso II, con zapatos lisos como zapatillas, azules, azules.

                                               (Continuará)














                                               

sábado, 18 de agosto de 2012

ME VOY UNOS DÍAS DE VACACIONES

Lo dicho, me voy unos días de vacaciones. Volveré pronto, lo prometo. Aunque el tiempo que me ausente es irrelevante para este espacio, que tiene la suerte de nutrirse de los textos de mis entrañables amigos.  Necesito dejar unos días esta hermosa ciudad de las mil caras para, como les sucede a los novios, echarla de menos y desear volver. En mi maleta llevo de todo: el ordenador, varios libros, un cuaderno, el móvil..., un traje de baño y cuatro trapos más. Demasiadas cosas para pensar sólo en descansar. Pero así soy yo, o así son los nuevos tiempos que me ha tocado vivir. Siempre conectada a algo, siempre huyendo de una soledad que a estas alturas no sé muy bien si he elegido libremente, o si por el contrario, me ha venido impuesta.  No importa, porque una cosa o la otra no cambia nada la circunstancia.
Pues amigos, hasta la vuelta.


viernes, 17 de agosto de 2012




C/ Eloísa Fernández, 2. 33300 Villaviciosa. www.fundacióncardin.es

RECITAL POÉTICO
de José Luis Campal
en homenaje a Aurora Sánchez Fernández

Jueves 23 de agosto de 2012, a las 8 de la tarde
Salón de Actos de la Fundación José Cardín
Entrada libre



El jueves 23 de agosto la Fundación José Cardín Fernández, de Villaviciosa (Asturias), acogerá en su sede, a partir de las ocho de la tarde, un recital poético del escritor asturiano José Luis Campal. La lectura poética estará consagrada íntegramente a rendir tributo a la memoria de la escritora y filóloga ovetense AURORA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ (1964-2012), esposa de José L. Campal desaparecida el pasado mes de junio en el esplendor de la juventud y de una labor investigadora y creativa que aún hubiera dado muchísimos frutos.
Los poemas que Campal ofrecerá en el acto pertenecen a un poemario inédito del mismo titulado Aurora de fulgor y que fue escrito entre finales de 2005 y principios de 2007, un libro integrado por un centenar de composiciones dedicadas a Aurora por su marido. De este nutrido conjunto, José Luis Campal recitará una significativa selección en la sesión del próximo día 23.
El poeta será presentado por el escritor leonés Antonio Merayo.

José Luis Campal (Oviedo, 1965), además de poeta con obra publicada desde que en 1983 apareció A tientas, es filólogo e investigador literario. Licenciado en Literatura Española por la Universidad de Oviedo, es miembro correspondiente del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) y pertenece a la Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX, con sede en Barcelona. Especialista en la obra del escritor realista Armando Palacio Valdés, autor al que ha dedicado su tesina de licenciatura, además de numerosos artículos, ponencias congresuales y conferencias. Comisario de las exposiciones bibliográficas dedicadas a Ramón de Campoamor (2001), Marta Portal (2001), Alejandro Casona (2003) y El Quijote y Asturias (2005), organizadas por la Consejería de Cultura del Principado de Asturias. Ha publicado ensayos en revistas especializadas como Anales Galdosianos (USA), Archivum (Oviedo), Los Cuadernos del Norte (Oviedo), Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo), Acta Literaria (Chile), Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo (Santander), Bulletin Hispanique (Francia), Acotaciones (Madrid), Anales de Literatura Española Contemporánea (USA), Cuadernos para Investigación de la Literatura Hispánica (Madrid), Letras Peninsulares (USA), Dicenda (Madrid), La Tribuna (La Coruña), La Ratonera (Gijón), etc. Ha publicado trabajos de investigación sobre escritores del XIX y XX (Palacio Valdés, Camilo José Cela, Vicente Blasco Ibáñez, Manuel Pilares, José León Delestal, Vital Aza, Clarín, Campoamor, Ramón Pérez de Ayala, Luciano Castañón, Max Aub, Leopoldo López de Saá, Adeflor, Salvador Rueda, etc.). Responsable de la edición literaria de obras de poetas en lengua asturiana de los siglos XIX y XX (Marcos del Torniello, Rufino Martínez Vázquez, Pepín Quevedo, Benito Canella Meana, Fabricio, León Delestal, Francisco González Prieto, Xulio García Quevedo, Pachín de Melás, Aladino Fuente Vega, Luis Aurelio, Adeflor, etc.). Su última obra publicada es La sidra en la poesía (versos sin 'magaya'), Gijón, Espublizastur, 2012.

miércoles, 15 de agosto de 2012

CONCIERTO DE JOAQUÍN PIXÁN MAÑANA VIERNES EN LA FERIA INTERNACIONAL DE MUESTRAS DE ASTURIAS

"DÍA DEL ATENEO JOVELLANOS EN LA FERIA INTERNACIONAL DE MUESTRAS DE ASTURIAS"


                          17 DE AGOSTO DE 2012, CONCIERTO de JOAQUÍN PIXÁN en el PALACIO DE CONGRESOS DEL RECINTO FERIAL, A LAS 19,30 h. Gentileza del ATENEO JOVELLANOS hacia sus socios y simpatizantes.

                          La entrada será libre hasta completar el aforo



                                                                        PROGRAMA




martes, 14 de agosto de 2012

DIAURO I: "AFORISMO VISUAL" DE AURO SÁNCHEZ



A partir de hoy, el blog acogerá, todos los días 14 de cada mes, un recordatorio-tributo a Auro Sánchez Fernández (1964-2012) que hemos bautizado Diauro. En él, trataremos de ofrecer/rescatar diversos materiales directamente relacionados con la irremplazable protagonista de este rinconcito anímico, a fin de que sirvan, dentro de nuestras humildes posibilidades, para ampliar la percepción de la abundante y bondadosa semilla que esparció a su paso por este mundo, ya sin ella devastador y yermo.
Inauguramos el espacio con una pieza que Auro dejó abocetada en un minúsculo cuadernillo y que su marido José Luis, sacando fuerzas de flaquezas, ha realizado siguiendo sus indicaciones. Este Aforismo visual de Auro, que desvelamos en primicia aquí, aparecerá en el otoño, junto con otros diecinueve participantes, dentro del n.º 9 de la revista ensamblada de arte conceptual Sinedie, de periodicidad anual y que coordina Jaime Rodríguez desde 2003. Esta publicación tiene la particularidad de que todos los creadores que colaboran en el número intervienen, además, en una exposición colectiva, una muestra que tendrá lugar, del 26 de noviembre al 21 de diciembre de 2012, en la Factoría Cultural de Avilés. Además, para mayor orgullo de cuantos seguimos y queremos a Auro, tanto la edición de la revista como la exposición están dedicadas a su memoria.

AFORISMO VISUAL, de Auro Sánchez Fernández 

domingo, 12 de agosto de 2012

UNA NOCHE DE LUZ EN COAÑA


No debería de titular este comentario como lo he hecho, lo más apropiado hubiese sido hacer mención directa al concierto que ayer tuvo lugar en la  Casa de Cultura Municipal  de Ortiguera (Coaña),  a cargo del tenor Joaquín Pixán acompañado por el pianista Juan A. Álvarez Parejo y la jovencísima violonchelista  Elena Miró.  Pero no, no es precisamente el concierto lo que quiero comentar –doctores tiene la iglesia-, sino sus efectos. Padezco la fortuna (lo sé, padecer y fortuna riman poco, o nada), pero lo sostengo e insisto, la fortuna de no escribir desde ninguna cátedra, y ello me faculta para dar rienda suelta sin demasiadas preocupaciones al sentimiento (popular, claro), a ese valor que desconoce el envaramiento que hoy exige la extraña sociedad en la que vivimos, pero que cala en el alma y nos aporta esas ráfagas de felicidad que nos salvan del naufragio hacia el que caminamos, si Dios –o quien sea- no lo remedia. Estamos inmersos en un laberinto  que bajo el nombre de cultura popular se cuela en nuestras vidas, amén de desorientándonos con  un “todo vale”, empobreciendo el acervo cultural y llevándonos hacia un modelo de ídem al que habrá que dotar del prefijo “in” no tardando demasiado.

Pero no todo está perdido, ayer lo he constatado. En Coaña, en el Occidente de nuestra querida Asturias, una corporación municipal comprometida con la cultura hizo posible que un tenor de primera, un pianista de idéntica categoría –lo fue de Teresa Berganza - y una violonchelista jovencísimas  que toca como los ángeles, ofrecieran en la humilde Casa de Cultura de un pueblo –Ortiguera- un concierto digno del mejor de los teatros. Que cunda el ejemplo.
De la calidad del concierto ya dije al comenzar que no hablaría -o escribiría más bien-, cualquier opinión que aquí vertiese carecería de valor.Uno, porque admiro profundamente al intérprete y eso afecta a la objetividad; y dos, porque mi parecer es, a todos los efectos, irrelevante y de nulo interés. Sí  haré de notaria -con el permiso de don Ángel-, de fedataria del sentimiento de los asistentes. Y ahora os remito al título, UNA NOCHE DE LUZ, que  lo resume todo, cualquier palabra añadida rompería la magia.
COAÑA


"LA CASA DE LOS PÉREZ", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ PUBLICADO EN "LA NUEVA ESPAÑA"


                                         


2ª parte





De Pepe y de Mari, los Pérez y Montero, se puede escribir lo que don Quijote dijo de si mismo: “Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno”.









            La chavalería de Muñoz Degraín, Sacramento y San Miguel (plazuela), andante y rodante en “bicis” Orbea o en patines con ruedas de madera, se reunía, a veces, en concilium a contemplar. A contemplar a las Madres Carmelitas, de clausura rigurosa, convento con portón, inmenso, de acceso desde Muñoz D., que sólo se abría para que entrara in claustro un fontanero a desatascar atascos. En ese momento se veían al fondo, cual siluetas y duendes, a dos Madres-monjas, con hábito marrón, tapadas sus caras con negros velos, que tocaban campanillas, con urgencia de bomberos. A nadie, ni a mí --intrépido de nacimiento, tal vez por culpa de la comadrona Amparito, esposa de músico en la orquestina del Café Suizo-- se ocurría acercarse y, mucho menos, tocar a las monjitas, que eran inasibles como los fantasmas, aunque con rellenitos en el pompis.

Y también a contemplar, en el Prado Picón, la casa rosa de los Pérez; contemplación interrumpida al circular con frecuencia un Mercedes-Benz, que salía veloz del Seminario de la Metrópoli, dejándose ver, entre las cortinillas de las ventanillas del cochazo, un gerifalte con pinta de capitoste. Los mayores de la chavalería sabíamos que dentro del Mercedes iba el Arzobispo, vitoriano y “vitorino” (vitoriano por ser natural de Vitoria y “vitorino” por ser furia de toro), llamado Francisco y Javier de Lauzurica y Torralba (nombres y apellidos de mucho polisíndeton, por acumulación de “Y-es”, que no “yes”. Los más pequeños (de la chavalería) se asustaban exclamando el ¡Jo macho! Por su colorido (el del capitoste), el natural, y el artificial de los ropajes y del gorrito con pompón púrpura, unos decían que era un paje de los Reyes Magos y otros que el mismísimo Príncipe Aliatar, camino del campamento real, instalado en un lugar secreto del Naranco.

Ese Arzobispo fue para mí el más importante, doliéndome que in illo tempore se le calificara de atropellador, por no auxiliar a los que atropellaba –fue una leyenda de las entonces “buenas familias”, molestas al ser desdeñadas por el aristócrata prelado (si no fue esto último, me da igual, pues lo parecía). Lo del desdeño, dejó de ocurrir cuando llegaron a Oviedo, a partir de la década 2000, arzobispos “middel class” o de clase media, que tomaron y toman chocolate con churros con los “middel class” de ahora, en una supertienda de la calle Uría.

A mi confesor, el Padre Viñayo, luego abad en Colegiata de León (sin derecho a mitra), para resolver aquella incógnita, que tanto me preocupaba (lo del atropello), pedí consejo: si debería, en el momento de mi inminente y confirmación cristiana, en San Isidoro, a su Excelencia preguntarlo. El P. Viñayo me lo desaconsejó, argumentando que el prelado confirmador, aunque iba a estar allí, tenía perdida la cabeza; a eso añadí: “y perdido, por lo tanto, el gorrito con el pompón”. Por todo, una vez al año, cuando la capilla de la Virgen de Covadonga de la Catedral ovetense no está cerrada por obras, como ahora mismo, deposito una flor colorada, como un pompón, en la sepultura del que fue mi Metropolita, vecina la sepultura a la del Santo Melchor, Obispo de la lejana Tricomia. Por cierto, que me contó uno de Villaviciosa que, al actual y leonés Deán catedralicio, le gusta la Obra y las obras).

Pero regresemos a la casa de los Pérez, que es lo importante --esta mente mía propende a desbocarse como el caballo tordo de Quique Ríu Mora, llamado Cartago, que murió despatarrado en la calle Magdalena adonde llegó loco y desbocado desde su cuadra en San Lázaro--. La casa de los Pérez fascinaba por ella misma, “esdrújula, barroca, neogótica y mesopotámica” (léase lo del domingo15 de julio, 1ª parte). También fascinaba por lo que la rodeaba; por dos palmeras, altas y espigadas, que hacía el milagro, pues sólo dos palmeras hacían un inmenso palmeral; por unos sauces que se inclinaban llorando; y, más abajo, por una fuente en miniatura, con pitorro tieso y desafiante a los cielos, fuente que también era como una pila berberisca o andalusí, para abluciones. Por allí pasaban y sesteaban Pepe y Mari.
Mari, el autor, su perro "Mingo" enseñando los dientes al fotógrafo, que fue José Pérez Montero
 (Quintueles verano de 1994)


Hoy, la mente, imaginativa y razonable, ve a Pepe friolero, con cobertor o bisoñé, en batín gris marengo a cuadros, con olor a bolita de alcanfor; barroco y de la Contra-reforma leyendo poesías de Gustavo Adolfo (Becquer) sobre asunto de golondrinas. Y hoy, la misma mente, ve a Mari, siempre de mucho humor, sentada junto al surtidor, con mantilla, polvos de colorete en el rostro, escapulario del Carmelo, dándole al abanico y mirando a la torre de los Carmelitas Descalzos, en Santa Susana. Una torre esa, sin balaustre, que es a Oviedo lo que el minarete de la Kutubia es a Marrakech o la Giralda a Sevilla.

Y es que desde lo alto del alto de la casa de los Pérez, se ven, además de la “Kutubia” o Giralda, cosas muy de Oviedo y muy internacionales. Oviedo tiene un Rialto como Venecia, un Campanile, que mira a la Escandalera, como el de Florencia. Claro que esto se ve así con euforia carbayona o en día de “bollu preñao” de la Balesquida; en momentos de mucha melancolía, resulta la verdad: que el Rialto, el de aquí, es un obrador pastelero, que il Campanile es un reloj de Liberbank o de los baturros, antes de la Virgen de Covadonga y luego, tal vez, de la “Pilarica”, y que la torre de los Carmelitas es un adefesio inacabado. No hay, a pesar de ello, motivos para que los del “Oviedín del alma” desesperemos. Tenemos a Caunedo Alcalde, discreto campeón en el difícil arte de barajar, y de mucha luz en lo más alto de su cabeza, más arriba de la sesera, que es una gran claraboya, de brillos cegadores. Y que decir de de Lorenzo, la otra Autoridad, Delegado del Registrador Rajoy, del mismo apellido que doña Aldonza (o Dulcinea), que, como ella, según Cervantes, “está presente siempre aún estando ausente siempre”. Y, más aún, “extremo de toda hermosura, archivo del mejor donaire y depósito de toda honestidad”, según palabreó el hidalgo-amante a de Lorenzo.

Llegó la gran tarde del 19 de marzo de 1979. Entré por primera vez, ya siendo muy amigos, en la casa rosa de los Pérez, también templo de muchas sabidurías, jurídicas y literarias, para celebrar el Santo de Pepe, habiendo sido invitado, aceptada la invitación con emoción, al recordar peripecias en sus inmediaciones bastantes años atrás. Conseguí ver lo que tanto desee, por motivo de mi innata y precoz curiositas, como la de Cicerón. Y ahora invito a mis respetados lectores y lectoras a que entren conmigo; si bien, antes, en la puerta misma, han de conocer lo siguiente: Tuve que desplazarme de mi oficial residencia gallega por “notariazo” en las Rías Altas –evito la palabra fedatario por el descrédito de esa palabra, visto y leído lo que se dice y calla en este mismo periódico-. Dejé Cedeira, la de los percebes gigantes; Ortigueira y Cariño, las de la mejor merluza al pincho, y la ría del Barqueiro, la de almejas como ostras. Lugares todos ellos de la Diócesis de Mondoñedo, antes célebre por su Catedral y por sus canónigos muy rezadores y hoy por tener allí su trono “O Rei das tartas.

Pasé antes por Gijón, yendo a la confitería La Playa, de mi amigo Juan Castaño, a comprar princesitas, pareciéndome asombroso que Gijón, ciudad de agudos terminados en “on” y de muchos superlativos, llame “princesitas” a lo que debería llamar “princesonas” -en gijonés “playu”, naturalmente-. Lo mío, de nunca regalar “moscovitas” del Rialto, fue y es por mi rechazo, primero a Stalin y ahora a Putin ¡Qué barbaridad, llamarse Rialto y especializarse en “moscovitas”! Y con una caja de princesitas, más ricas que las “yemitas” de Almazán, me presenté y entré, o me presento y entro en la casa de los Pérez.

(En tercera y última parte, se contaran las maravillosas cosas vistas y oídas, algunas, algunas, que no todas).


CON AGRADECIMIENTO a doña Etelvina Cuesta Valle, que me envió una seductora carta, escrita en tres folios, el primero a máquina con letra azul, el segundo a máquina con letra roja y el tercero, manuscrito ¡fascinante! Me cuenta doña Etelvina muchas cosas, entre ellas, que tiene muchos años –ocho veces diez y una vez cinco- y que su difunto padre está en el origen de la urbanización del Prado Picón. Desde aquí, a mi admirada doña Etelvina, hago pública promesa que el jueves próximo, 9 de agosto, a las 18 horas, si Dios quiere y ella lo tiene a bien, la visitaré.

ANUNCIO para comunicar a mi amigo don Oscar Cuervo San Román, de la razón social “Casa Lito”, que al anochecer de ese mismo día, también si Dios quiere, a las 21,15 horas, pasaré por su Casa y me quedaré a disfrutar uno de los manjares gastronómicos que hace su esposa, de ojos azules, la cual cocina los pescados y las carnes, y no los “trabaja”, como dicen ahora los llamados cocineros de mucho postín y de más “pastón”.

miércoles, 8 de agosto de 2012

"DICKENS FILMADO", artículo de JOSÉ L. CAMPAL (con AURORA SÁNCHEZ)


(Artículo exclusivo para el blog Las mil caras de mi ciudad)


Festejamos este año el bicentenario del nacimiento del inconmensurable novelista inglés CHARLES DICKENS, nacido en Portsmouth el 7 de febrero de 1812.

Adaptación de 'LA PEQUEÑA DORRIT" 
Prototipo perspicaz de cronista de la Revolución Industrial donde se denuncian las fallas y contradicciones humanitaristas del progreso a costa del individuo, Dickens construyó una obra que va indisolublemente unida a su ciudad de residencia, tal y como señalaba recientemente (El País, 20-I-2012) uno de sus más conocidos biógrafos, Peter Ackroyd: «Londres influyó tanto a Dickens que se puede decir que su genio dependió del entorno londinense, fue un gran visionario que vio en las calles de Londres un universo entero, de alegría, de sufrimiento. Los dos estaban profundamente conectados y entre los dos crearon el más maravilloso retrato de la humanidad en el siglo XIX».


'GRANDES ESPERANZAS'
'OLIVER!'
Dickens publicó una veintena de novelas y libros de viajes: Papeles póstumos del club Pickwick (1836-1837), Oliver Twist (1837-1838; en España se tradujo, a veces, como El hijo de la parroquia), Memorias de Joseph Grimaldi (1838), Nicholas Nickleby (1838-1839), La tienda de antigüedades (1840-1841), Barnaby Rudge (1841), Notas de América (1842), Canción de Navidad (1843), Vida y aventuras de Martin Chuzzlewit (1843), The Chimes (1844), El grillo del hogar (1845), La batalla de la vida (1846), Estampas de Italia (1846), Dombey e hijo (1846-1848), The haunted man and the ghost’s bargain (1848), David Copperfield (1849-1850), Casa desolada (1851-1853), Tiempos difíciles (1854), La pequeña Dorrit (1855-1857), Historia de dos ciudades (1859), Grandes esperanzas (1860-1861), París y Londres, en 1793 (1864), Nuestro común amigo (1864-1865), El guardavías (1866), El misterio de Edwin Drood (1869-1870), etc. 
 Una adaptación moderna de 'CUENTO DE NAVIDAD' 
El escritor por excelencia, como se le ha bautizado, de la vida londinense -una de las grandes debilidades lectoras de mi esposa, Auro Sánchez Fernández- ha tenido un amplio recorrido en el idioma del celuloide cinematográfico. Recuento ahora algunas de las muchas cintas que en el Séptimo Arte, en el período mudo y en el sonoro, han tomado como base sus, por regla general, voluminosas creaciones, aunque la obra más versionada de entre todas las suyas sea, curiosamente, una famosísima narración corta sobre el espíritu navideño, que ha dado pie a interpretaciones de todo sesgo:
1) Barnaby Rudge [drama estadounidense mudo en B/N] (1911), dirigida por Charles Kent.
2) Oliver Twist [drama británico mudo en B/N] (1912), dirigida por Thomas Bentley. Esta novela se ha llevado a la gran y pequeña pantalla más de treinta veces.
3) David Copperfield [drama británico mudo en B/N] (1913), dirigido por Thomas Bentley. Esta novela se ha llevado a la gran y pequeña pantalla catorce veces por lo menos.
'CADENAS ROTAS' 
4) El misterio de Edwin Drood [drama estadounidense mudo en B/N] (1914), dirigida por Herbert Blaché y Tom Terriss. Esta novela se ha llevado a la gran y pequeña pantalla cinco veces por lo menos.
5) Tiempos difíciles [drama británico mudo en B/N] (1915), dirigido por Thomas Bentley.
6) Barnaby Rudge [drama británico mudo en B/N] (1915), dirigido por Thomas Bentley y Cecil M. Hepworth.
7) Oliver Twist [drama estadounidense mudo en B/N] (1916), dirigido por James Young.
8) The right to be happy [drama estadounidense mudo en B/N sobre Canción de Navidad] (1916), dirigido por Rupert Julian. Esta novela se ha llevado a la gran y pequeña pantalla setenta veces por lo menos.
9) Grandes esperanzas [drama estadounidense mudo en B/N] (1917), dirigido por Robert G. Vignola y Paul West. Esta novela se ha llevado a la gran y pequeña pantalla doce veces por lo menos.
Fotograma de 'OLIVER TWIST'
11) Dombey e hijo [drama anglo-estadounidense mudo en B/N] (1919), dirigido por Maurice Elvey.10) Historia de dos ciudades [drama estadounidense mudo en B/N] (1917), dirigido por Frank Lloyd. Esta novela se ha llevado a la gran y pequeña pantalla quince veces por lo menos.
12) Las aventuras del Sr. Pickwick [comedia británica muda en B/N sobre Papeles póstumos del club Pickwick] (1921), dirigido por Thomas Bentley. Esta novela se ha llevado a la gran y pequeña pantalla cinco veces por lo menos.
13) Fagin [drama británico mudo en B/N sobre Oliver Twist] (1922), dirigido por H. B. Parkinson.
 'HISTORIA DE DOS CIUDADES' 
14) Scrooge [drama británico mudo en B/N sobre Canción de Navidad] (1922), dirigido por George Wynn.
15) Little Dorrit [drama danés mudo en B/N] (1924), dirigido por A. W. Sandberg. Esta novela se ha llevado a la gran y pequeña pantalla cuatro veces por lo menos.
16) Grandes esperanzas [drama estadounidense en B/N] (1934), dirigido por Stuart Walker.
17) El misterio de Edwin Drood [drama estadounidense en B/N] (1935), dirigido por Stuart Walker.
18) Scrooge [drama británico en B/N sobre Canción de Navidad] (1935), dirigido por Henry Edwards.
19) David Copperfield [drama estadounidense en B/N] (1935), dirigido por George Cukor.
20) Historia de dos ciudades [drama estadounidense en B/N] (1935), dirigido por Jack Conway. Esta novela se ha llevado a la gran y pequeña pantalla quince veces por lo menos.
21) A Christmas carol [drama estadounidense en B/N] (1938), dirigido por Edwin L. Marin.
22) Cadenas rotas [drama británico en B/N sobre Grandes esperanzas] (1946), dirigido por David Lean.
 'LOS TELEÑECOS EN CUENTOS DE NAVIDAD' 
23) Leyenda de Navidad [drama español en B/N sobre Canción de Navidad] (1947), dirigido por Manuel Tamayo.
24) Vida y aventuras de Nicholas Nickleby [drama británico en B/N] (1947), dirigido por Alberto Cavalcanti. Esta novela se ha llevado a la gran y pequeña pantalla ocho veces por lo menos.
25) Oliver Twist [drama británico en B/N] (1948), dirigido por David Lean.
26) Cuento de Navidad de Dickens [drama anglo-estadounidense en B/N] (1951), dirigido por Brian D. Hurst.
27) The Pickwick papers [comedia británica en B/N] (1952), dirigido por Noel Langley.
28) Historia de dos ciudades [drama británico en B/N] (1958), dirigido por Ralph Thomas.
 'OLIVER TWIST'.
29) Oliver! [musical británico en technicolor sobre Oliver Twist] (1968), dirigido por Carol Reed.
30) Muchas gracias, Mr. Scrooge [musical británico en technicolor sobre Canción de Navidad] (1970), dirigido por Ronald Neame.
31) La tienda de antigüedades [musical británico en technicolor] (1975), dirigido por Michael Tuchner. Esta novela se ha llevado a la gran y pequeña pantalla más de diez veces.
32) Los fantasmas atacan al jefe [comedia fantástica estadounidense en technicolor sobre Canción de Navidad] (1988), dirigida por Richard Donner.
33) Tiempos difíciles [drama anglo-portugués en B/N] (1988), dirigida por João Botelho.
34) La pequeña Dorrit [drama británico en technicolor] (1988), dirigida por Christine Edzard.
35) Oliver y su pandilla [filme de animación estadounidense en color sobre Oliver Twist] (1988), dirigido por George Scribner.
36) Los Teleñecos en Cuentos de Navidad [filme estadounidense en technicolor con marionetas y actores] (1992), dirigido por Brian Henson.
37) El misterio de Edwin Drood [drama inglés en color] (1993), dirigido por Timothy Forder.
38) Grandes esperanzas [drama romántico estadounidense en technicolor] (1998), dirigido por Alfonso Cuarón.
'CANCIÓN DE NAVIDAD'
39) La leyenda de Nicholas Nickleby [drama romántico anglo-estadounidense en color] (2002), dirigido por Douglas McGrath.
40) Twist [drama canadiense en color sobre Oliver Twist] (2003), dirigido por Jacob Tierney.
41) A Christmas carol [musical húngaro-estadounidense en color] (2004), dirigido por Arthur A. Seidelman.
42) Oliver Twist [drama anglo-checo-franco-italiano en color] (2005), dirigido por Roman Polanski.
43) Los fantasmas de Scrooge [drama estadounidense sobre Canción de Navidad, según la técnica de Motion capture en 3-D] (2009), dirigido por Robert Zemeckis.
Una larga lista –que no dejará de crecer– acerca del trasvase al cine desde la letra impresa del cual posiblemente ningún otro autor de los dos últimos siglos podría estar tan satisfecho, si Dickens hubiera llegado a conocerlo.
'OLIVER TWIST'

Versión de 'GRANDES ESPERANZAS'
'THE PICKWICK PAPERS'
'NICHOLAS NICKLEBY'