domingo, 12 de agosto de 2012

UNA NOCHE DE LUZ EN COAÑA


No debería de titular este comentario como lo he hecho, lo más apropiado hubiese sido hacer mención directa al concierto que ayer tuvo lugar en la  Casa de Cultura Municipal  de Ortiguera (Coaña),  a cargo del tenor Joaquín Pixán acompañado por el pianista Juan A. Álvarez Parejo y la jovencísima violonchelista  Elena Miró.  Pero no, no es precisamente el concierto lo que quiero comentar –doctores tiene la iglesia-, sino sus efectos. Padezco la fortuna (lo sé, padecer y fortuna riman poco, o nada), pero lo sostengo e insisto, la fortuna de no escribir desde ninguna cátedra, y ello me faculta para dar rienda suelta sin demasiadas preocupaciones al sentimiento (popular, claro), a ese valor que desconoce el envaramiento que hoy exige la extraña sociedad en la que vivimos, pero que cala en el alma y nos aporta esas ráfagas de felicidad que nos salvan del naufragio hacia el que caminamos, si Dios –o quien sea- no lo remedia. Estamos inmersos en un laberinto  que bajo el nombre de cultura popular se cuela en nuestras vidas, amén de desorientándonos con  un “todo vale”, empobreciendo el acervo cultural y llevándonos hacia un modelo de ídem al que habrá que dotar del prefijo “in” no tardando demasiado.

Pero no todo está perdido, ayer lo he constatado. En Coaña, en el Occidente de nuestra querida Asturias, una corporación municipal comprometida con la cultura hizo posible que un tenor de primera, un pianista de idéntica categoría –lo fue de Teresa Berganza - y una violonchelista jovencísimas  que toca como los ángeles, ofrecieran en la humilde Casa de Cultura de un pueblo –Ortiguera- un concierto digno del mejor de los teatros. Que cunda el ejemplo.
De la calidad del concierto ya dije al comenzar que no hablaría -o escribiría más bien-, cualquier opinión que aquí vertiese carecería de valor.Uno, porque admiro profundamente al intérprete y eso afecta a la objetividad; y dos, porque mi parecer es, a todos los efectos, irrelevante y de nulo interés. Sí  haré de notaria -con el permiso de don Ángel-, de fedataria del sentimiento de los asistentes. Y ahora os remito al título, UNA NOCHE DE LUZ, que  lo resume todo, cualquier palabra añadida rompería la magia.
COAÑA


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