Ahora sí
que las vacaciones han terminado. Hace un tiempo se solía hablar de la
depresión post vacacional, pero esa expresión me temo que ha pasado a la
historia. No creo que nadie por incorporarse al puesto de trabajo entre en crisis. Más bien todo lo contrario. Las vacaciones permanentes a que se ven
obligadas las personas en paro, sí generan tremendas depresiones. Una amiga de
mi madre, Carmina, que está a punto de cumplir 80 años, pero con una cabeza que
para mí quisiera yo, me decía al respecto que antes eran los pobres los que
trabajaban, y que ahora son los ricos quienes lo hacen. Y no le falta razón -aunque
con matizaciones-, no cabe duda que
tener trabajo es fortuna. Pero Carmina no se refería a ese tipo de suerte. El
trabajo, amén de un medio de subsistencia, es una importante fuente de
dignidad. Hace años, cuando Carmina –pionera de la incorporación de la mujer al
mundo laboral- compaginaba el cuidado de su hogar y tres hijos con el trabajo
fuera del mismo, me consta que -como muchas otras que también lo
hicieron-, tuvo que soportar sobre su cabeza el estigma de pertenecer a una
clase social inferior –pobre, como ella me dijo-. Las mujeres con posibles, que
se decía entonces, permanecían en el hogar al servicio de marido e hijos. Hoy, no tener trabajo es una mala suerte. Compaginar ambas tareas es la aspiración de toda joven. Hasta qué punto han cambiado las cosas, que en la actualidad, a mayor nivel cultural, a más nivel social, más mujeres incorporadas al
mundo laboral.
Pues lo dicho, las vacaciones han concluido y el lunes me incorporo a mi puesto de trabajo. Me siento afortunada.
Tomátelo con paciencia porque aunque tener un trabajo es un privilegio, a veces es duro. Yo he cambiado el mundo cultural, desgraciadamente a la fuerza y me dedico a los niños que es muy gratificante pero agotador. Sigo con mis artículos que me parece que cada día escribo peor debías de hacerlos tu que escribes mucho mejor que yo. Besos de Vicky la paleta
ResponderEliminarCon paciencia me lo tomo, querida amiga. Tú no has cambiado nada. En todo caso has hecho un paréntesis. No te infravalores. En todo caso, quienes no valen nada son aquellas personas que interceptan tu camino.Tú como yo, hemos sido educadas para trabajar. Tuvimos la gran suerte, inmensa, de tener un padre que nos preparó para ello, en una época en que lo más habitual era que las hijas se educasen exclusivamente para casarse. Cuando algunas personas me dicen que eso no era normal, yo tiro de ti como ejemplo. Cuento que has compaginado la vida laboral con la familiar; y añado, que ahora sigues compaginándola con tu función de abuela. Y si se tercia les enseño tus artículos y les cuento algunas cosillas que las dos compartimos, que lo único que pusieron de manifiesto fue la incompetencia, el machismo y la falta de capacidad de sus protagonistas. ¡Qué culpa tenemos nosotras de su ignorancia! por no añadir ningún otro calificativo. Termino como empecé: paciencia. Para las dos, nada es eterno: ni el bien, ni el mal. No te dejes vencer, perteneces a una familia de gente triunfadora, no les puedes fallar.
ResponderEliminarTienes razón no me rindo nunca, aunque a veces como decía Osvaldo Soriano que no se quién es "estoy cansada de llevarme puesta", bess de la Vicky
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