sábado, 6 de agosto de 2011

OLVIDADO LUIS ARGÜELLES

A ver si soy capaz a decir lo que quiero que se entienda, no me gustaría enlazar palabras que sólo sirvieran para contar una historia -aunque, en parte, también-, porque lo que pretendo es hablar de gentes humildes, que pasaron tan desapercibidas que aquello que hicieron- bastante- o bien se las atribuyeron otras personas o tal parece que todo fue fruto de la casualidad. Quiero hablar de Luis Argüelles -amigo y compañero de mi padre-, que me dice Gonzalo Mieres, ese amigo al que tengo tanto cariño y que de no haber sido hija de Moro, no hubiese tenido inconveniente en serlo suya (ya sé que por edad no podría), dejémoslo en hermana. Pues como contaba, me dice que Luis desde que murió su mujer, Margarita, está mal y en una residencia -trataré de averiguar la dirección-. Acompaña a la información que me envía por correo electrónico el texto que sigue que, si no me equivoco pertenece a Joaquín Fuertes, otro hombre incombustible al desaliento y de ese mismo clan de gente buena que da la impresión de no tener más que una mano, porque la derecha nunca sabe lo que hace la izquierda. Y me consta que hace mucho por todos, y también que es de los que no se olvida con facilidad de sus amigos. El texto, del que al final haré un breve comentario, dice así:

Luis Argüelles recorrió media Asturias buscando contenidos para el Pueblo de Asturias. Moro y él fueron los las primeras ideas de formarlo, y el trabajo de mover a las instituciones, convenciendo incluso a los que no creían en ello. En la propia redacción de El Comercio almacenaban objetos diversos para ir integrándolos en el Pueblo.
En los primeros tiempos, a través de las amistades de la aldea conseguían gratis que les prestaran animales, objetos de labranza, ristras de panoyas, etc. Yo colaboré modestamente, para que llevaran dos varas de hierba del prado de Castiello. Trabajaron como negros para ir enriqueciendo el Pueblo, costándoles tiempo y dinero, y en una ocasión siendo acusados públicamente en el panfleto Voluntad de "llenar la Feria de Muestras de porquerías..."
Luis Argüelles no es que haya sido director, si no, que no existiría el Pueblo de Asturias sin su empeño y tesón.

Luego vinieron estos y se lo arrebataron, como le quitaron a Isaac del Rivero el Festival de Cine e intentaron hacer lo propio con la Feria de Muestras, pero la Cámara de Comercio les dijo que si los políticos querían dirigirla que puesieran también el dinero, y ahí no pudieron entrar.
Luis Argüelles fue un valedor desinteresado para ayudar a gente con iniciativa en el mundo del arte y de la cultura. Moro y él, por ejemplo, consiguieron que Urbano Cortina hicera la primera exposición individual de pintura. Ayudaron a muchos grupos folklóricos y algunas otras iniciativas que no recuerdo.
Siento mucho que esté mal, y aunque no me encuentro en un buen momento estos dias, cuenta conmigo para lo que sea.Luis Argüelles se merece un reconocimiento, por lo que ha aportado, y por el inmenso daño que le hiceron. Un abrazo. Joaquín

Y efectivamente así empezó el Museo Etnográfico Pueblo de Asturias. Fui testigo directo de cuanto dice Joaquín Fuertes. Por mi casa pasaron cientos de piezas, que mi padre ponía a mi hermana Marta y a mí a limpiar antes de catalogarlas. Recuerdo a Moro -como todos le llamaban, y yo un poco puñetera le decía con sorna Anda morito que ya está limpio bastante-, digo que lo recuerdo entrando en casa a escondidas, con algún artilugio oxidado y viejo debajo de la gabardina, porque Julia -la señora de 100 años que se murió la semana pasada y por cuyas manos pasó el orden y la limpieza de la casa durante... toda la vida, creo- eso, Julia le recriminaba con un, Señor, no traiga esas mierdas a casa, tírelas a la basura mire cómo están. Y desaparecía por el pasillo murmurando algo así como ¡Dios, que buen señor ye, pero que poco sabe de coses de valor... ye que parez un gitanu! Mientras tanto mi padre nos concitaba a todos en la cocina para admirar las nuevas piezas, que podían ser unas tréberes mugrientas, un cencerro de una vaca , una jarra de cerámica del Rayu sin asa... o cualquier otro artilugio rústico susceptible de limpieza y restauración. Luego, ya en el Comercio, Vegafer hacía las fotos que al día siguiente se publicaban con titulares como Manín el de Sotiello, regala al Pueblo de Asturias... y así un día y otro el Pueblo se fue llenando de contenido. Y Luis Argüelles, que era un gran etnógrafo, iba datando piezas, catalogando, situándolas en los lugares más adecuados. Llegó la Panerona procedente del desmantelamiento de la zona rural para dar paso a Ensidesa, la Casa de Los Valdés, las cabañas de los pastores de no recuerdo dónde (¿tal vez de Aristébano?). LLegaron gaitas, las del museo creado por Meré, -otro gran olvidado- y mucha cerámica de todas las procedencias, creo que era la parte preferida de mi padre. Hasta tal extremo que unos meses después de fallecer Luis Adaro -o su hijo Fernando- descubrieron una placa en una de las salas con el nombre de mi padre (supongo que en agradecimiento al mucho trabajo realizado, agradecimiento que duró nada, porque al poco tiempo la colocaron detrás de la puerta y... luego supongo que la tiraron a la basura). Pero no pasó nada, él ya se había ido y lo único fue el cabreo que se pilló mi hermana Marta, tenía entonces 17 años y aún no sabía nada de desagradecimientos. A mí, la verdad, que me afectó poco. Viví el tiempo suficiente con mi padre para quitarle importancia a esas cosas, sé que nunca hacía nada pensando en que se lo agradeciesen, sino porque le salía de dentro hacerlo, simplemente por el placer de las cosas que sirven para uso de la comunidad, sea cual sea la mano ejecutora. De él aprendí que nada es más hermoso que concluir un trabajo y luego mirarlo de lejos, como si no hubiese sido cosa tuya, pero comprobando la felicidad o satisfacción de aquellas personas a las que iba destinado. Lo demás no importa, es pura parafernalia. Todo fue bien en aquella década en que nació el Pueblo de Asturias, hasta que llegaron los socialistas. Para ellos todo lo anterior no servía, ellos eran mejores, se necesitaba un cambio y bla, bla, bla. Lo primero que hicieron -mi padre ya había fallecido- fue destituir a Luis Argüelles como director, hasta entonces un director muy humilde con un sueldo más humilde todavía -simbólico diría yo- fue necesario cocolcar un socialista al frente, con un sueldo decente. Y ¿Qué hacer con Luis? Someterlo a un martirio, eso fue lo que hicieron. Un eterno juicio laboral que finalmente lo catapultó a bibliotecario de Contrueces, creo. Pero Luis no pedió el tiempo, escribió una magnífica obra, magistralmente ilustrada, sobre el traje regional en Asturias, algunas conferecias y poco más. Gijón fue injusto con Luis, Joaquín Fuertes lo dice. Y yo me sumo a esas personas que hoy se quieren acordar de él, olvidarlo es injusto. Todos estos hombres: Luis, Moro, Encinas, Fuertes, Fernando Adaro... y bastantes más hoy catapultados por venir de una época franquista hicieron, primero lo que les permitían las circunstancias y segundo lo que hubiesen hecho en cualquier época. Y apostillo, que en más de una ocasión a mi padre por escribir en bable en el periódico Cartas a Pepín el Concejal se le llamaba "aldeano"; y como son las cosas, ahora la "Llingua" está de moda. Aunuqe no la del aldeanu de mi padre, que aquella era la que se hablaba en la calle, la de ahora hay que aprendela nes escueles. ¡A ver si no se va a escribir así...!

7 comentarios:

  1. Tuve el privilegio de haber tratado a Luis (y también a su querida Margarita). No fue una relación de amistad pero sí de reconocimiento sincero por mi parte hacía su gran labor. Lo traté como concejal, primero en el gobierno y después en la oposición y, en ambas étapas me pareció un ser humano excepcional. Efectivamente, como dice Isabel en su blog, el gran trabajo que Luis llevo a cabo en el Pueblo de Asturias, no le ha sido en absoluto reconocido y, va siendo hora ya que alguien tome la iniciativa y se organice el homenaje que merece. Luis González Fernández

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  2. He tenido la suerte de conocer a Don Luis , y me ha dado el privilegio de dedicarme unas pinuras . Si es cierto que está en una residencia que yó le he ido a visitat , no sé la calle , pero es cerca de el sanatorio de el Carmen , mas o menos detrás

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  3. Si quieres saber más ,entra en feisbul que su hijo publica varias cosas sobre ciclismo y montañismo

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  4. Muchas gracias Isabel (Luis Argüelles Tamargo, hijo) Le hice un prefil de facebook:
    http://www.facebook.com/profile.php?id=100000731789193
    El mio:
    http://www.facebook.com/arguellestamargo

    Sus cuadros
    http://www.flickr.com/photos/27106615@N07/

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  5. Luis precisa unos cuidados que se los dan en el Insituto Gerontológico Jovellanos
    C/. Muros de Galicia, 3
    33204 Gijón -Asturias
    Detrás del Sanatorio Covadonga, en El Coto.

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  6. Orlando Moratinos Otero23 de agosto de 2011, 23:26

    He visitado algunas veces durante los últimos meses a Luis. Como podreis imaginar su lucidez ya no es la que era,aunque mantiene su encanto bonachon, de buen paisano y jovial sonrisa, aunque, en ocasiones, saca un poco el genio con las auxiliares a su cuidado -que, dicho sea de paso, son muy cariñosas con él-. No quiero ni recordar los años que tengo la suerte y el privilegio de contar a Luis como amigo. Siempre se ha dedicado a ayudar a todo aquel que se lo solicitaba. Consejo o dato que estuviera en su mano nunca te fallaba. Allí estaba siempre. Desde el Pueblo de Asturias, pasando por la pequeña Biblioteca de El Coto en aquel pequeño bajo de la calle Leopoldo Alas, 50, hasta el año que lo jubilaron. Muchos de sus amigos ya asistimos a un homenaje creo que organizado por aquellos más íntimos. Recuerdo que se le obsequío con una edición facsimilar de El Libro del caballero Zifar ¡le encantó! Creo que aquel día debió de dormir con aquella preciosa edición. Merece un reconocimiento popular con apoyo institucional del Ayuntamiento. Inolvidable Luisín, entrañable como persona cuya biografía está unida a su querido Gijón sin la menor duda. Alguien tiene que tomar nota.

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  7. Que buenos recuerdos tengo de mi adolescencia con todos ellos eran tiempos dificiles pero felices, siempre habia algo que festejar, que limpiar o arreglar eramos una familia muy grande

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