martes, 23 de agosto de 2011

A POR LA ALCALDESA...

Suena fuerte, pero eso es exactamente lo que la oposición ha intentado -en vano, por supuesto- hacer tras el reportaje publicado en El Comercio y que yo reproduje en una entrada anterior. Afortunadamente no todo el mundo es tonto -sea del palo político que sea-, así en Facebook se pueden leer cientos de comentarios defendiendo su postura -que no lo necesitaría, su total coherencia es la mejor defensa-. A unos cuantos -lo dejo en eso, en unos cuantos- les molesta que en su tiempo libre se dedique a lo que más le gusta y -también hay que decirlo- posiblemente lo que mejor hace. A mí se me ocurre pensar que estarán, hago redundancia, pensando esas señoras tocadas de cáncer que confían en ella y a las que opera en su tiempo de ocio. ¿Tendrían la misma opinión si ellos/as -los criticones- padeciesen la enfermedad y por una cuestión -inesistente legalmente, dado que no media compensación económica ni merma su trabajo como alcaldesa- de incompatibilidad no pudiese ser operados por la mejor. Porque quienes la conocieron en la práctica de su profesión así la tienen catalogada. He visto a muchas personas lamentar su paso a la política, porque -decían- es la mejor. Ni quito, ni pongo, afortunadamente no he padecido el tan temido cáncer de mama. Y si me sucediera creo que intentaría ser operada por las manos de esa mujer sencilla que tanta confianza inspira en sus pacientes. Y como alcaldesa... ¡qué puedo decir!, tiempo al tiempo. De momento hay -pese a las zancadillas de la oposición- mucha coherencia y más transparencia. Cualidades que no son precisamente las que ponen en práctica determinados -dejo un espacio para las excepciones- a los políticos, pero probablemente -con toda seguridad- haya llegado la hora de cambiar radicalmente el pensamiento -hasta ahora todo eran maquinaciones por ver cómo suplanto a..., por no mencionar cómo me beneficio- y la acción (en favor de la colectividad, claro). No será nada fácil, pero como la propia alcaldes dice: Como las hormiguitas: trabajando. Pues...¡Déjenla trabajar de una vez, señores de la oposición!

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