CRÓNICA DE ÁNGEL AZNÁREZ
(publicado en Religión Digital el 17 de junio de 2022)
Llegué pronto y me senté en uno de los bancos de la Plaza, denominada La Corrada del Obispo, teniendo a mi izquierda la fachada principal del Palacio Episcopal, estando las tres banderas allí colgadas, la de Asturias, de España y del Vaticano, a media asta, signo de luto. Vi, desde lejos, pasar al Arzobispo franciscano de Oviedo, que iba vestido con sotana y sin faja morada. Luego por allí pasarían los monseñores don Atilano Rodríguez y don José Sánchez, llegando más tarde en vehículo Monseñor Cerro, de Toledo, y el auxiliar don Cesar. Por la llamada “Puerta de la Perdonanza” accedí a la Catedral, entrando en la Capilla del Santísimo, viendo muy concentrado, rezando, a Monseñor Osoro.
I.- Exequias por los fallecimientos de los arzobispos Francisco Lauzurica y Gabino Díaz Merchán:
Hace cincuenta y ocho años se celebró en Oviedo, también en la Catedral Metropolitana de San Salvador, la Misa Exequial y el Enterramiento del Arzobispo, don Francisco Javier Lauzurica. Hoy, en el mismo lugar, tuvieron lugar los actos religiosos por fallecimiento del Arzobispo emérito de Oviedo, don Gabino Díaz Merchán. En el episcopologio de la Archidiócesis ovetense, entre Lauzurica y Díaz Merchán, se encuentra don Vicente Enrique y Tarancón, arzobispo de Oviedo entre 1964 y 1969, que, por fallecer siendo ya emérito de Madrid en 1994, la Misa Exequial allí tuvo lugar, estando enterrado en el crucero de la Colegiata de San Isidoro (Madrid).
Que la Misa Exequial y el entierro de un obispo tengan lugar en una catedral, en este caso la Catedral de San Salvador, no en Iglesia o en cementerio, es por disposición de los cánones 1178 y 1242 del vigente Codex, que así lo disponen “incluso para los eméritos”. Al tiempo del fallecimiento del cardenal Tarancón en Madrid, aún no se había consagrado la nueva catedral, La Almudena, cuyo último obispo en ella enterrado, abajo, en la cripta catedralicia, fue el auxiliar Monseñor Romero Pose (auxiliar de monseñor Rouco Varela). Al lado de la tumba de monseñor Romero Pose hay otra vacía ¿Quién la ocupará?
Muchas semejanzas y diferencias resultan de comparar la ceremonia de 1964 y la de esta misma mañana, de 2022. Lo dejaremos para más adelante en este mismo artículo, señalando ahora que la Iglesia católica sigue conservando y cuidando la excelencia de rituales como los mortis-causa, lo cual es muy sabio y de agradecer en tiempos presentes, que no se sabe si son de secularización o postseculares (Habermas), quedando ya atrás los tiempos de los “maestros de la sospecha” como Marx, Nietzsche o Freud, sobre los cuales tanto gustaba predicar en los sermones del Jueves Santo al entonces Obispo de Salamanca, hoy emérito de Toledo, don Braulio Rodríguez Plaza. Y ya la Iglesia adoptó la costumbre de la sociedad civil de no exhibir los cadáveres: a diferencia de Lauzurica, a Díaz Merchán no se le vio, en público, muerto; tampoco se le paseó por la ciudad en féretro descubierto.
II.- El Concilio Vaticano II y los arzobispos asturianos:
Tarancón que fue ordenado obispo de Solsona en 1945 participó en todas las fases del Concilio Vaticano II. Lauzurica tuvo una escasa intervención, limitada a las etapas ante/preparatorias, no ejerciendo, por razones de salud, ya funciones episcopales al inicio del Concilio, estando la Diócesis gobernada por un arzobispo coadjutor, don Segundo García de Sierra y Méndez. Y Díaz Merchán, que fue ordenado obispo de Guadix-Baza en agosto de 1965, participó en el Concilio desde esa fecha hasta su clausura, en diciembre del mismo año.
Y es que Díaz Merchán, durante todo su pontificado en Asturias, de 1969 a 2002, tuvo muy presente al Concilio. Fue hombre del Concilio. Fue un católico progresista postconciliar, atribulado por la Guerra Civil española y la posición de la Iglesia durante y posteriormente. Eso resulta de sus alocuciones y documentos, y está expuesto en su libro Evangelizar en un mundo nuevo, editado por PPC en 2017. En el prólogo, escrito por el sacerdote Javier Gómez Cuesta, que fue uno de sus Vicarios generales, se escribe: “Don Gabino recibió la ordenación episcopal como obispo de Guadix-Baza el 23 de agosto de 1965, con la feliz coincidencia de que un mes después participaba como padre sinodal en la cuarta y última sesión de este Concilio”.
En una de las varias entrevistas a don Javier Gómez Cuesta, aquí, en Religión Digital, éste dijo: Don Gabino era merecedor de ser nombrado cardenal, pero nunca fue amigo de cabildeos”. Y en el libro de 2017, ya indicado, de don Gabino, el Concilio Vaticano II está presente en todos los capítulos, desde la Introducción al último sobre la Libertad Religiosa. En tiempos en que la palabra “sinodalidad” no estaba tan de moda como ahora, don Gabino insistía ya en “evangelizar” y en “la nueva evangelización”, esencial hoy de la sinodalidad.
III.- La ceremonia fúnebre de hoy:
Hace cincuenta y ocho años, detrás del féretro descubierto de Lauzurica hubo varias comitivas, saliendo desde el Palacio episcopal hasta la Catedral, con un rodeo por las calles San Vicente y Jovellanos, yendo delante del féretro monseñor Tarancón, ya nombrado arzobispo de Oviedo. La comitiva eclesiástica estuvo compuesta por los obispos de la Provincia eclesiástica de Oviedo (los de León y de Santander), junto al extravagante abad de Samos y a Monseñor Ángel Riesco, que fue auxiliar con Lauzurica aquí, hoy ya Venerable para contento de los astorganos. La comitiva civil la presidió el Ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega y en la comitiva familiar iban los sobrinos del fallecido y monseñor Álvarez Martínez.
Hoy la comitiva eclesiástica estuvo compuesta por los dos obispos auxiliares de don Gabino, los monseñores Atilano Rodríguez y don José Sánchez (el otro obispo auxiliar, don Elías Yanes, ya falleció). Estuvieron también los tres obispos de la Provincia eclesiástica de Oviedo, de León, Santander y Astorga, estando bajo la presidencia del actual Arzobispo de Oviedo, don Jesús Sanz, el metropolitano. También estuvo el cardenal Osoro, antes Arzobispo de Oviedo, y Monseñor Cerro, Arzobispo de Toledo, que llegó acompañado del obispo auxiliar don Cesar García Magán.
Anoche el féretro, con los restos de don Gabino, fue ya trasladado del Palacio episcopal a la Catedral, concretamente a la Capilla del Santísimo, hasta la once de la mañana de hoy, comienzo de la Misa Exequial,
El sacerdote don Álvaro Iglesias Fueyo, capellán de Las Esclavas de Oviedo, me indicó que la presencia de tantos sacerdotes, tan numerosa, era debida al cariño del clero asturiano a don Gabino.
La Misa Exequial tuvo el rito preceptivo, habiendo pronunciado el sermón, después de la lectura del Evangelio de San Juan, el celebrante principal que fue el Arzobispo de Oviedo, don Jesús Sanz. Manifestó con emoción y gusto poético, después de explicar la ausencia involuntaria del Presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Omella, cuáles fueron los encuentros con don Gabino antes de tomar posesión de la Archidiócesis y después, hasta hace unas horas, destacando la sorna manchega de don Gabino y que fue –dijo- un cristiano ejemplar y de una de una pieza. Predicó acerca del libro Evangelizar y del lema lumen cum pace de don Gabino.
Después de la Liturgia de la eucaristía, concluyeron las exequias con el rito de la despedida del difunto. Se asperjó el féretro y fue incensado, en presencia del cabildo catedralicio y de los obispos asistentes, por el Arzobispo. Seguidamente, mientras se cantaba in paradisum, el féretro, para su enterramiento, fue conducido a la Capìlla de la Virgen de Covadonga, también la de las reliquias de Fray Melchor de Quiros, siendo enterrado a la derecha entrando, estando a la izquierda la tumba de Lauzurica. Por cierto que entre ambas tumbas, en el centro de la Capilla, hay sitio para más, para más tumbas.
A las doce horas y cuarenta minutos, con el canto a la Santina, concluyó la ceremonia.
He de hacer un reconocimiento merecido: la excelente actuación del “Coro de la Catedral”, dirigido excelentemente por su Director, don Sergio. Sobresaliente.
IV.- Referencias personales:
No deseo concluir, para informar a los lectores, de mis contactos personales con don Gabino o con referencias de personas muy próximas a él. Allá por el año 1977, sustituyendo al que por entonces era notario de Oviedo, don Pedro Caicoya de Rato, siendo yo notario de Proaza, me presenté en el Palacio Episcopal, siendo otorgante de la Escritura el mismo don Gabino, que me recibió con la amabilidad acostumbrada, llamándome la atención su vieja y humilde sotana, siendo aquel encuentro el primero de otros varios y entrañables, en Oviedo y en Gijón. No obstante mi juventud hablamos ya entonces de cosas serias y enjundiosas, impresionándome la vista de la torre catedralicia desde el pasillo palaciego.
Ramón Cabanilles Navia-Osorio, pariente de mi esposa y autor de una fenomenal obra sobre La catedral de Oviedo, publicada por Ayalga Ediciones en 1977, me contó en su casa de Villaviciosa (junto a la Ría), muchas anécdotas de don Gabino del que era muy amigo y que tanto quería. A la casa de Cavanilles, al lado de la Ría de Villaviciosa, en “El Porreo”, era trasladado en coche don Gabino, conducido por el vicario entonces, anterior a don Javier Gómez Cuesta, don José Iglesias, llamado “Pepe el comunista”.
Debo recordar que Cavanilles fue Presidente de la Asociación de amigos de la Catedral de Oviedo, y en su libro antes indicado, al final, en el Apéndice número 4 (1977) constan las siguientes palabras de don Gabino: “En estas horas de amargura por el brutal despojo de la Cámara Santa siento la necesidad de comunicarme con todos vosotros, aunque sólo sea para desahogar mi pena”. Y concluyo recordando a los sacerdotes fallecidos, Jose María Bardales y Jose Luis Martínez, mis amigos, que tanto y tan bien hablaban de su obispo, don Gabino, en las tertulias de sobremesa de los viernes en el Hotel Asturias, en Gijón, con muchas anécdotas, como la que era, como buen manchego, muy friolero.
Y doy fe haberle visto vestido, en un Vía Crucis, camino del Cristo de las Cadenas, acompañándole, con la antigua capa magna de obispo, que, por no necesitarla ya, la tiñó de negro.
¡Qué descanse en paz!
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