viernes, 27 de julio de 2012

POR SER MUJER


The German Chanceller oppeared on the red carpet at opening of Beyreuth Wagner opera festival in same outfit as she wore in 2008

¡Ay cuantas cruces hay que llevar aún simplemente  por ser mujer!  No voy a hablar –escribir, más bien- de violencia doméstica, de las diferencias salariales, de la dificultad para encontrar trabajo… No, de eso no diré nada, todo el mundo está al corriente de la realidad. Y, además, en ese sentido no me puedo quejar, soy una privilegiada.  O eso creo.  Quiero referirme a un artículo que he leído esta mañana en el periódico que ha llamado mi atención: Ángela Merkel repite vestido en el  elitista Festival Wagner de Bayreuth.  Tal “aberración” parece ser que dividió a la opinión alemana. Para algunos fue una muestra de austeridad y, para otros, una ordinariez. Leo que acudió al evento junto con su marido. Se me ocurre, ¿habrá repetido smoking don Jaochim? De eso no se dice nada.  Lo que puede parecer una discriminación  menor, en mi opinión  no lo es.  La sociedad -la elite fundamentalmente- sigue considerándonos floreros.  Me alegro mucho que la señora Merkel se haya limitado –eso supongo- a abrir el armario y elegir uno de sus vestidos acorde para la ocasión, sin más preocupación que ir tan elegante como el evento requería, pero sin importarle si el modelo lo había lucido con anterioridad.  Amén de la discriminación de género que supone estar pendiente en los actos relevantes más de los modelos que lucen las señoras que de su personalidad, me molesta doblemente que con la que está cayendo –dicho en lenguaje coloquial- con los millones de parados en todos los países –nosotros a la cabeza con cerca de seis millones- se están generando, un medio de comunicación –o varios, que ya es grave- se haga eco de semejante estupidez. No hace falta ir tan lejos, en mi entorno también existe esa tontería. Conozco algunas señoras,  de esas que se presentan como  “señora de…”, o que  simplemente tienen  un carguito público,  que se dedican a comentar si fulanita o menganita repite modelo. Creo  que mientras nuestra preocupación –fundamentalmente la de determinadas señoras, a los caballeros les importa menos en general- digo, que mientras el gremio femenino –que me incluye- no cambie el chic y se de cuenta –nos demos cuenta- que somos precisamente nosotras las que debemos de cambiar algunas actitudes, exactamente aquellas que  nos convierten en floreros, -somos algo más, ¿o no?-  nada que hacer. 
Y finalizo aclarando que lo dicho no significa que no me gusten los trapitos, que no me agrade estar guapa -y mejor, aunque  improbable, guapísima-, que no me mire al espejo cada mañana para “restaurar” mi  imagen -dentro de lo posible, claro-. A todos –hombres y mujeres- nos da seguridad ir bien vestidos. Y si estamos guapos y elegantes, pues mucho mejor, pero de ahí a no repetir modelo…
Señoras/es, que rondamos los seis millones de parados. Si necesitamos lucir marca, o no repetir modelo,   para que la sociedad nos considere, es que somos muy poca cosa. Hacer en estos momentos alarde de ostentación raya la inmoralidad.
Hago constancia, para que lo que escribo no suene a pura demagogia, que de cuando en cuando me dejo arrastrar por  la sociedad de consumo en la que estoy anclada  y me compro alguna cosita un poco más especial. Pero aclaro que no forma parte de mis preferencias, sino que responde a que en un momento puntual me gustó una prenda determinada y me lo pude comprar. No por su marca, sino porque me parezca bonita.

4 comentarios:

  1. Muy interesante, Isabel, y profundo lo que plantea.

    Hay un tipo de machismo muy peligroso: es el que practican las propias mujeres contra sí mismas; es perverso, pues el "normal" es el machismo del macho contra la hembra a la que tanto teme (algunos machos hasta tal punto temen a las hembras que hasta prefieren amar con sus iguales; no con ellas, que son lo otro, lo opuesto). Y el temor es un fenómeno de la mente, psicológico, defensivo, y no de la "natura".

    Pregunto:¿Por qué hay mujeres que, para sentirse "seguras", necesitan colgarse de las llamadas "marcas"(ropas y joyas), nunca deslumbrantes, y sin embargo otras mujeres asombran y embrujan con ropajes y adornos de mercadillo?

    ¿Qué opina doña Isabel? ¿Me podría explicar alguno de los enigmas ahora apuntados? No se me asuste, doña, milady o madama, que usted es bruja.

    Fdo. Angel Aznárez

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    1. ¡Vaya!, esto si que es una sorpresa. Un caballero que capta el sentido exacto de mi comentario. Me pregunta que qué opino. Pues me temo que no voy a poder darle razones que justifiquen la actitud -con "c"- de algunas mujeres, porque quedaríamos en mal lugar y no voy a tirar piedras contra nuestro propio tejado. Puedo apuntarle alguna, como que muchas han sido educadas exclusivamente para ser esposas, y en el fondo al someter al marido están ejerciendo una dura venganza. No se puede imaginar -o probablemente sí lo sepa- la cantidad de hombres subyugados, despersonalizados que existen por mor de sus amantísimas -públicamente, claro- esposas. Los he visto palidecer ante la llegada de la santa, los he visto cambiar planes, los he visto terminar una conversación a toda velocidad...Creo que he visto de todo. Ellas, por su parte,se refugian en las compras, en las marcas, en la apariencia externa. En el fondo, unas y otros, se acomodan a su situación y sufren en silencio -cuan si de hemorroides se tratara- su vacío. Las otras,las que somos más de mercadillo, las que disfrutamos dando una vuelta por una librería, las que no queremos aparentar nada diferente a lo que somos o tenemos, solemos ser objeto del deseo de esos señores que siguen educando a sus hijas en esa dependencia que luego se convertirá en tiranía recíproca. Somos el deseo de maridos dominados, y aquello que ellas más odian. Y , lógicamente, si nos odian, intentan combatirnos como pueden: con sus modelitos de firma, con su olor a Chanel nº 5, colgándose de sus sufridores maridos cuando pasan ante nosotras... Mientras esto no cambie seguirá funcionando ese machismo del que usted habla: mujer contra mujer.

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    2. Estimada doña Isabel:

      Todos, mujeres y hombres, tenemos muchos problemas, de fondo o de raiz; me referiré en parte a lo que bien conozco, pues soy, evidentemente, de los segundos.

      El hombre nace de una hembra, formó parte de ella, importantisimo y en lo que no se repara, lo cual genera unas dependencias enormes, siendo el adulto el que poco a poco se va desprendiendo de ellas (dependencias). Ello es imprescindible para, más adelante, poder con-vivir con una mujer. De ahí que un hombre, que no se haya separado del claustro materno, tenga imposibilidad para mantener una relación satisfactoria con una mujer.

      Este es un problema estrictamente masculino, siendo su base el poder, el gran poder de la madre. Más aún, ese poder quiere que el "machito" enseñe las plumas y gallee de puertas a fuera. De la naturaleza más o menos mandona de la madre dependerá la felicidad del hijo. El papel del padre es muy importante: vigilar a la madre para que los hijos sean libres.

      Lo que le voy a decir ahora es muy importante y delicado: el maltrato físico a las mujeres es la consecuencia de un sentimiento de impotencia por parte de los varones a las mujeres y,también de temor. Si me hablan de un maltratador, veo inmediatamente a un impotente y un cobarde -sólo se reprime a lo que da miedo-.Esto se ve más claro en la represión política.

      Tiene usted razón, pues hay mujeres con gran afán dominador, y no dude en ver un marido "pelele" allí donde vea una esposa autoritaria. Del mismo modo que hay padres que son "gallos cluecos", muy egoistas, hay madres que también son "cluecas", muy egoistas. Unos y otros son la desgracia para sus hijos e hijas.

      Naturalmente que hay mujeres también represoras y sibilinas. Ya lo escribí: lo del hombre es extravagante (que vaga por fuera) y lo de la mujer es intravagante (que vaga por dentro), mas aparentemente suave y fino. El afán de poder y de dineros también se da en las mujeres y de qué manera...

      Para complicar más el tema, hay que contar que, por ahí, circulan mujeres y hombres, madres y padres, completamente desquiciados, desequilibrados o al borde de eso que se llama locura, y que pasan socialmente por estar cuerdas y cuerdos.

      ¡Qué cosas, doña I, milady o madama!
      Un abrazo de Angel Aznárez.

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    3. Más claro no se puede decir. Estoy totalmente de acuerdo en todo. Y me alegra que usted lo escriba, pues es tema que he tratado con algún "hombrecillo" sin que éste lo entendiera. Lo que en algunas ocasiones me hizo dudar si estaba o no acertada. Ahora sé que no ando tan descaminada en mis apreciaciones. En una ocasión me atreví a decir lo que aquí usted escribe: algunos padres son la desgracia para sus hijos e hijas. Pero el padre al que se lo decía no lo pudo asimilar, formaba parte de esas personas que como usted dice viven en un desequilibrio caótico y "pasan socialmente por estar cuerdos y cuerdas."

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