jueves, 12 de julio de 2012

EL ÚLTIMO VERANO


Tengo la costumbre de decir que éste es el último verano. Y siempre cunde el pánico entre quienes me rodean. Surge la pregunta, ¿Estás enferma, tienes algo? No necesariamente, aunque posible. Pero, ¿por qué no vivir este verano como si fuese el último? Es último para muchas cosas que no se repetirán el que viene. Siempre sucede algo, bueno o malo, que no nos volverá a pasar. Personalmente quisiera olvidar, lo dicho, este verano. Que no es más que la cola de un invierno malo, de esos que uno hubiese querido que no pasasen nunca. Unas personas se han ido para siempre y me han dejado una enorme tristeza, otras sembraron a mi alrededor  traición, maldad, mentiras…, me han inundado de una rabia que difícilmente  logro contener. Y lo curioso del caso es que no encuentro razones que justifiquen esos deleznables y maquiavélicos comportamientos. Eso sí, siempre lo arreglan todo con rezos, con infinidad de misas, comunión  diaria… Tal vez por eso  pongo en cuarentena –seguro que injustamente, no todo el mundo ha de ser  igual- a quien no ajusta su comportamiento a lo que quiere aparentar con sus creencias y pregona con la boca muy grande, como si su moral estuviese por encima del bien y del mal.  Por fortuna, tengo cerca de mí  a otras personas que están en el lado opuesto: son buena gente. Pues a esas les digo que vivan el verano como si fuese el último, que apuren los buenos momentos, que valoren que  ahora estamos todos. El futuro es hoy. Es lo único que de real tiene la vida. Mañana…,¡a saber!

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