jueves, 31 de enero de 2013

"LA LLOCA DEL RINCONÍN", artículo de JOSÉ MARCELINO GARCÍA publicado en "EL COMERCIO"


Todos los días (casi todos), hoy con lluvia, como un ave mojada, vengo, al anochecer, desde mi barrio jardinero, a este redondel, ensenada pura extramuros de la ciudad, a guarecerme bajo las plantas excesivas de este árbol enlutado de invierno, bajo esta mujer tan delgada, sola en la noche, o en el azul último que la mar acarrea, con ojos perennes que sufren mirando el mapa del aire, la flor de las tormentas, lo que agoniza en el horizonte. Pedestal de sí misma, desnuda de su vida, rasa de pechos, es mi vieja amante. Otra vez lluvia, pero hoy estoy aquí con Carmen Gómez Ojea, mujer libre y de oro, de adolescente risa y alegría numerosa, la mejor escritora de España, con sus sortijas de mora, pendientes de girándole del siglo XVII, antigua joyería de Dama de Elche y el cobre bruñido de su pelo. Carmen, como yo, empieza enseguida a ver ángeles de agua volar con palmas de martirio y pobreza sobre la “Lloca”, mira sus ojos picasianos, su cabeza incendiada, bella como otra ola, sus brazos y manos con dedos minuciosos que tienen un algo de plata, y los pies marineros, descalzos, como barcos desguazados de tristeza. Entonces, Carmen, llena de ternura, de piedad y devoción se signa y se antigua y comienza a hablar con la “Lloca” como se habla al silencio, como se habla a la Madre del Redentor, como se habla al fuego, como se habla a un alma lejana. Y le reza un místico trisagio lleno de rimas lauretanas, una cántiga de comulgante. Luego, al final, yo, como si fuera un Pedro Lavirgen o viejo admirador enamorado, entono el “Stábat Mater Dolorosa” o la “Salve Marinera” de Candás. Los tres, desde este redondel lleno de ráfagas y salpicaduras, mirarnos titilar las luces de los palacios negros que flotan en la mar, los guiños de Torres, los perros felices que a veces ladran por las inmediaciones. Por sobre los reflejos de colores de la bahía, Carmen y yo, volvemos a la ciudad. La “Lloca” queda prisionera entre el fuego de las aguas con espuma, sola de pie y descalza con el gesto largo y roto de su vida, toda bronce y viento, entre lo oscuro de la noche.

1 comentario:

  1. Para completar tan bello texto, esta letra a la que Dani García de la Cuesta ha puesto música de habanera y que Carlos José Martínez está haciendo arreglos para coro. La letra es mía.

    SEÑORA DE LAS MAREAS

    Sobre un pedestal
    al pie del cantil
    la abrazan los vientos
    que llegan del mar.
    Oscuras galernas
    quebraron su paz,
    sus hijos se fueron
    en busca de pan.

    -Sobre la popa
    de un viejo vapor
    los hijos se marchan
    diciéndole adiós
    Guardó en sus ojos
    y en su corazón
    la estela del barco
    que nunca volvió.

    Quedó para siempre
    su vientre vacío,
    quebrados sus dedos,
    su pelo de bronce
    y de sal.
    Un grito en la boca
    y el alma rendida
    a la soledad.

    -Sobre la popa
    de un viejo vapor
    ……………..

    ¡La han esculpido
    con tanto dolor!
    No gasta la lluvia
    el duro metal.
    Se hieren sus ojos
    de luz cenital
    y el tiempo del bronce
    no tiene final.

    -Sobre la popa
    de un viejo vapor
    …………….

    Y lanza a los vientos
    un grito sin eco,
    el largo silencio
    de la inmensidad,
    por ver si las olas
    los traen de nuevo
    con esas mareas
    que vienen y van.

    -Sobre la popa
    de un viejo vapor
    sus hijos se marchan
    diciéndole adiós
    guardó en sus ojos
    y en su corazón
    la estela del barco
    que nunca volvió.-

    Ya os avisaremos cuando se estrene.

    ResponderEliminar