DOMINGOS POR EL RASTROA la orilla derecha del Piles (según va el río), casi ya en su desembocadura, acampa cada domingo este Rastro de Gijón con cosas que han ido sobreviviendo, no se sabe cómo, a las guerras y a los años. El Rastro tiene un perfume largo y memorial a bodega vieja, llena de los trastos que va dejando la vida y, cuando llueve, a leña mojada y a árboles sanadores. Hay en él una tertulia ambulante de un silencio de poca voz; tertulia de orden público, de gravedad y humorismo depurado y contenido de padres y maestros del cinismo y de la venta que, entre cada verdad y mentira, comen bocadillos de panceta, con cebolla pochada, del chiringuito del 'Dioni', y beben café caliente, en vasitos blancos de plástico, con cucharilla para revolver, que también lamen. En el Rastro, lento de andar y estraperlista, se ven a veces huchas del Domund. La España, orfeón de campanarios, menestral, rezadora y navajera, hija de tantas guerras, fue, entre otras cosas, una pura hucha del Domund. Huchas que, con sus caras blancas, negras, amarillas, cobrizas y malayas (de brillante cerámica valenciana) alegorizaban todas las razas del mundo que había que salvar para Cristo y su Iglesia. Nosotros ya estábamos salvados con nuestros catecismos, nuestras 'Flores a María', los primeros viernes y los escapularios de tela parda del Carmelo al cuello. Pero había que salvar a los chinitos de Mao, bautizar a los negritos del Congo, que Leopoldo, rey católico de Bélgica, masacraba enviándolos al limbo por millones. Y allí estaba Sagarmina (director nacional de Misiones) poniendo en formación por toda España su ejército bruñido de huchas del Domund, sonantes de calderilla, portadas por niños y niñas que se disfrazaban de indios y japonesas en los locales del Ropero Parroquial de Acción Católica.
Un cuadro más de la historia de aquella España que regresa a esta rinconada del tiempo, a este Rastro con su imaginario piadoso de huchas del Domund, escafandras para pescar en mares de otro tiempo, todas con su ranurita esperando una moneda con que ayudar a llenar la gloria de angelitos negros.
Un cuadro más de la historia de aquella España que regresa a esta rinconada del tiempo, a este Rastro con su imaginario piadoso de huchas del Domund, escafandras para pescar en mares de otro tiempo, todas con su ranurita esperando una moneda con que ayudar a llenar la gloria de angelitos negros.
(Publicado en el diario El Comercio-25/05/2011)
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