sábado, 27 de noviembre de 2010

QUE DIOS LIBRE A LA MUJER DEL HOMBRE QUE SE DICE DURO

La violencia que algunos hombres ejercen sobre las mujeres es un tema cada vez más preocupante y que, además de la campaña a nivel nacional que esta semana se está haciendo, bien merece algunas consideraciones que van más allá de la pura legislación penal; muy necesaria, por supuesto. Pero yo creo que esa es la parte más fácil. Crear leyes que castiguen al infractor no recompone tantas vidas como quedan rotas por mor de hombres que van de duros, de prepotentes y que carecen de cualquier sentimiento que tenga relación con el amor. Y, por otra parte, leyes hay para los criminales, para los ladrones, para los traficantes… y sigue habiendo de todo. En mi opinión, que sé carece de importancia y también que algún lector malinterpretará y arremeterá contra mí, sin darse cuenta que lo que aquí vierto no es más que una opinión personal. Opinión que no lleva más conocimiento que el de la experincia que me proporciona la vida, por situaciones vividas o simplemente vistas. Así cuando dije en una entrada anterior, que no me gustaban los hombres que presumían o iban de “duros”, pues uno de ellos –de los que se autodefinen como tal, añadiendo también el componente insensible-, pues me dice… (no lo voy a reproducir aquí, a quien le interese que lo lea en el comentario) y añade que “debo de luchar contra el resentimiento”. No es resentimiento, amiguín, es rabia. Es la rabia que me produce haber conocido algunos hombres que amparándose en su dureza (que como hombres se atribuyen), maltratan física o psicológicamente, que lo mismo me da, a sus parejas, a sus novias e incluso a las amantes que tienen extra matrimoniales y lo hacen porque son -se consideran-hombres “duros”. En el fondo muchos no son más que maltratadores encubiertos. He de decir que si un hombre me dice por delante que es “duro” procuro mantenerme alejada, de nada me vale que en ese momento esté dejando caer una lagrimita. En la entrada anterior contaba la historia de Lidia, una mujer fuerte, nunca dura. Ni ella, ni Avelino lo eran. Porque la dureza en las relaciones personales elimina los sentimientos, insisto, aunque el duro sea capaz, a su manera, de emocionarse. Me vienen a la mente dos vidas de matrimonios de hombres duros. En ambos casos el patrón del hombre “duro” fue el mismo. Maltrato psicológico, en algunas ocasiones físico y luego lloros y perdones que conducían a mis amigas, a Maruchi y a Virginia, a volver a empezar, para que se repitiera la misma historia. La primera falleció y la segunda anda como alma en pena después de haber sufrido un gran calvario, después de acudir mil veces a la policía, de llevar a sus niños al psicólogo, de... A ella le destrozaron la vida, pero él, hombre duro, sigue intacto, porque no siente ni padece. De ahí que cada vez que un hombre me dice que es “duro”, esta mujer que soy yo desee alejarse lo más posible. ¿Es eso resentimiento? No lo creo, en todo caso es –como ya dije- rabia, y la prudencia de ponerme a resguardo. Podría dar muchos más argumentos, pero no me apetece, que cada cual, además de mirar su caso particular, eche un vistazo a su alrededor y analice el significado que tiene ir de hombre duro, de insensible por la vida. Eso de que los hombres no lloran es cosa ya pasada. Dios me de hombres sensibles, capaces de reír o llorar conmigo, capaces de mostrar sus sentimientos. No obstante quiero pensar –de hecho pienso- que quien tan duramente me censuró quiso decir que era un hombre fuerte. No es lo mismo –en lo tocante a los sentimientos- ser duro que fuerte. El duro (sea hombre o mujer), es quien no siente ni padece, es aquél a quien nada le afecta, aunque algunas veces se emocione (hasta llore si la ocasión lo requiere), el fuerte es aquél que arrima el hombro, y siente y padece, pero aguanta. Dos caras muy diferentes de esa moneda que pudiera ser la fuerza. Hay que tener mucho cuidado en los tiempos que corren con el uso del lenguaje. Si cambiamos los conceptos y las actitudes, además de las leyes, probablemente nos vaya mejor a todos. Y repito: esto no es más que una opinión personal y un actitud, también personal. Los juicios de valor no creo que deban verterse en este espacio y menos desde el anonimato. ¿No es eso una cobardía?

1 comentario:

  1. Leo un poco tarde este escrito tuyo. ¿Qué es un hombre duro? Porque el mío era aparentemente tranquilo, amable, suave y hasta simpático.Este es muchas veces, más de las que se piensa, el disfraz de los más peligrosos. Lo sé por experiencia, querida Isabel. Una experiencia DOLOROSA...

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