sábado, 13 de noviembre de 2010

REALÍZATE, MUJER. Artículo de Francisco Álvarez Velasco


Si algo ha tenido la visita del Papa, amén de satisfacer a sus seguidores, es un alto nivel de controversia; patente en manifetaciones, ríos de tinta, debates televisivos... Creo que se dicho de todo, y por todos. No ha quedado nada en el tintero, así que no opinaré al respecto. No obstante, he decidido traer a este espacio un artículo publicado en El Comercio (ya sé que hay quien opina que lo que ya se publicó no debería de reproducirlo en mi blog, tendrá hasta razón, no lo dudo)del que es autor el escritor y poeta FRANCISCO ÁLVAREZ VELASCO


REALÍZATE, MUJER
No se dice si la realización en el hogar es la del trabajo o la del ocio

Llegó, vio (no mucho), habló o leyó siete discursos y se marchó con más prisas que la borrasca 'Becky'. La cuestión es si venció o no en la cruzada contra el laicismo radical, que Mayor Oreja ve sin parangón en Europa y que viene creciendo tras aquella «extraordinaria placidez» del franquismo que siguió a la borrasca de los años treinta. La respuesta está en los réditos de lo que, según Martínez Camino, iba a resultar «un negocio espiritual y económico para todos». Los económicos -venta de souvenires, viajes, ocupaciones de hoteles.- no parecen haber sido excesivos. Quedan por ver los espirituales, pero éstos solo podrán medirse en el futuro y todo depende de cómo fructifiquen las palabras del Obispo de Roma, del que dicen que es el gran intelectual de Europa.
No olvidemos que en el principio es el verbo y que, al fin y al cabo, el Papa es sembrador de palabras 'urbi et orbi'. Las de más enjundia fueron: «Que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización». Son palabras del «primer Papa teólogo profesional que tiene la Iglesia desde hace siglos y que utiliza el lenguaje de la gente común». En cualquier caso, pueden tener su misterio: hogar, trabajo -en ese preciso orden- y realización. No se dice si la realización en el hogar es la del trabajo o la del ocio, como en el caso del hombre, que puede idealizar ese territorio con el tópico de «hogar, dulce hogar».
En los tiempos de la «extraordinaria placidez» la profesión de la mujer se resumía en las siglas S. L.: Sus Labores. Labores de ama de casa excesivamente arduas cuando todavía no se había inventado ni el frigorífico, ni la fregona, ni la lavadora, ni la ropa sintética. ¿Y sus labores en el templo? Vestir santos, barrer naves y sacristía, sacar brillo al copón, bordar manteles para el altar, almidonar roquetes de monaguillos y albas sacerdotales., pero ningún papel relevante en el escenario del presbiterio, que -lo dice la palabra- es el área reservada a los presbíteros.
¿Y la plena realización? No se entiende muy bien un término que viene aplicándose preferentemente a las féminas, como si los machos humanos por el hecho de serlo estuvieran realizados. «Realizarse no es un juego de palabras», escribió Blas de Otero. No ayuda mucho el Diccionario de la Academia cuando define 'realizarse' como «sentirse satisfecho por haber logrado cumplir aquello a lo que se aspiraba». Tal vez Ratzinger se refiriera al concepto aristotélico de la mujer como «varón mutilado», que Santo Tomás tradujo como 'mas occasionatus'. De ser así, la plena realización significaría un futuro dorado con diaconisas, sacerdotisas, obispas, papisas.
Mejor, mujer, realízate, elévate (rebélate) desde la realidad en que te quieren recluir.

FRANCISCO ÁLVAREZ VELASCO

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