Repetí, he vuelto a ir a El Molinón. Hace unos meses no se me hubiese pasado ni por la imaginación ir al fútbol. Pero, ya se sabe, nunca se puede decir eso de "de este agua no beberé". Reconozco que, pese al pésimo partido que presencié -frente al Zaragoza-, quedé un poco -sólo un poco- atrapada por esa masa humana unida por algo tan sencillo como 24 muchachos corriendo detrás de un balón. Soy consciente, por supuesto, que se mueve mucho dinero, y que probablemente los intereses que se generan a su alrededor son mucho más importantes que el propio fútbol en sí. Pero hay algo que me ha llamado mucho la atención: 30.000 espectadores totalmente entregados a "su" equipo. Me preguntaba, mirando a las gradas que registraban un lleno hasta la bandera, qué fuerza, o qué sentimiento podría generar un interés tan común a todos. ¡Mira que es difícil que una docena de personas se pongan de acuerdo! Pues bien, todos al unísono lo hacen contra el árbitro, contra un jugador determinado, contra el entrenador... Y con la misma fuerza -verbal fundamentalmente, y en ambos casos- vitorean una buena jugada, ya ni qué decir de un gol. Hay momentos en que el estadio bulle como si de una olla exprés se tratase. Un gol es capaz de poner a 30.000 espectadores en pie a la vez. Da para pensar. Por lo menos a mí no me deja indiferente. Cuando menos, me produce curiosidad. El contraste de una sociedad que está padeciendo la peor crisis de los últimos años, con paro, perdida de derechos, subidas de impuestos..., con todas esas circunstancias que estamos padeciendo, frente a este lleno total en el estadio de fútbol... me choca. Y para analizar un poco más el fenómeno futbolero, pues volví a El Molinón. Con no demasiada fortuna, pues el equipo perdió y así bajó a segunda división. Dos partidos, y otras tantas derrotas presencié. No sé, creo que el fútbol no va a ser lo mío. De algo, no obstante, me dí cuenta, entendí perfectamente por qué durante muchos años en España, en nuestra querida España, se fomentaba el fútbol y creo que también los toros. No diré más, no quiero molestar a nadie. Y menos criticar algo que mi padre seguía por obligación profesional y, no dudo, por forofo de su Sporting de Gijón. Él escribió la primera historia del Sporting, después siguieron muchas más publicaciones que tirando del hilo que él comenzó a deshilvanar. De esa primera "Historia Sucinta del Real Sporting de Gijón", publicada en 1972, que ya es difícil encontrar -sólo se editaron 1.000 ejemplares- y que algunos autores posteriores me pidieron para obtener algunos datos. Hoy recordé, algo que recogió José Luis Campal en el texto que dedicó a mi padre: que el domingo siguiente de su muerte en El Molinón se hizo un minuto de silencio por él. Me emocioné la recordarlo, al mirar hacia ese lugar donde se colocan los periodistas, allí el estuvo muchos domingos.
jajaja, a ver si vas a ser gafe en el molinon :P seguro que no....
ResponderEliminaryo tb estaba alli, ya sabes que soy socio, y tus palabras las hago mias al 100%...con la que nos esta cayendo, y mas en este pais donde cada uno mira para un lado, el fenomeno "futbol" es digno de estudio. Que el martes hubieran 30.000 personas en el Molinon, o aquella jornada hace 4 años del ascenso, con toda la ciudad engalanada con los colores rojiblancos, y echada a la calle para celebrarlo. Y mas alla, los unicos dos momentos en que he visto al pais entero (Pais Vasco y Cataluña incluidos) en la calle, detras de millones de banderas de España, no fue un atentado, o algo malo. La unica vez que esto ha pasado, que hemos estado todos unidos, fue cuando la Seleccion Nacional de Futbol gano la Eurocopa y, sobre todo, la Copa del Mundo...