Hoy cumplí años, o estoy a punto de cumplirlos porque nací a las diez de la noche. Y no, no queda tiempo para felicitarme. Las personas más cercanas se han olvidado de la fecha, y la mayor parte lo desconocía. No pasa nada, estoy acostumbrada a este tipo de olvidos. Y del olvido nace un recuerdo, el de mi abuela. A mi abuela, Sara, jamás se le olvidó felicitarme. Siempre había un regalo muy especial que preparaba cuidadosamente: una tarjeta postal que ella misma confeccionaba con lazos, puntillas, flores… o cuantos artilugios tenía a la mano, hoy diríamos que se trataba de un collage. Entonces casi todo el mundo lo veía como una ridiculez: era más cómodo comprarla. Ella no lo hacía, porque la ya dicha tarjeta siempre hacía referencia a los años cumplidos. De niña, muñequitos, personajes de cuentos… No hace mucho revisando el baúl de los recuerdos, que casi todos conservamos, me encontré con aquella que me regaló al cumplir 15 años. Un huevo con un pollito naciendo y con su letra escrito, ¡Que sale, que sale, la pollita del cascarón! Ni que decir tiene que ese año no me gustó mucho que me llamara pollita –que es lo que era- hoy después de… años, no digo cuantos, pero muchos, me hace mucha gracia la ocurrencia. Lo sé, eran otros tiempos. Pero de mi abuela heredé el valor por las cosas pequeñas, por las que apuntan directamente al corazón, o al alma, que no sé muy bien dónde se alberga el sentimiento de la alegría y la felicidad, me niego a ubicarlo en las neuronas de nuestro cerebro. Aunque así sea. Cuando yo tenía veintitantos años falleció Sara, y ya nadie se acordaba de mi cumpleaños. Me dolía mucho que mi madre no lo recordase, al menos para decirme felicidades. Y probablemente por la influencia de la abuela, un 17 de mayo compré una caja de bombones y le puse una tarjeta que decía Enhorabuena por esa hermosa niña, y se la hice llegar a mi madre. Lo repetí durante muchos años, manera de que no olvidara el día de mi nacimiento. Creo que echaba de menos a mi abuela y esa era mi manera de recordarla. Un poco extraño, lo sé, pero así de tontorrona soy yo. Ahora ya no compro bombones, estoy cansada y no procede a mi edad hacer ese tipo de tonterías. Pero qué queréis que os diga, en el fondo lo echo de menos. Menos mal que una persona querida, probablemente la que menos obligación tenía, me ha regalado unas hermosas flores que me llegaron al alma: gracias. También me han llegado unas margaritas silvestres, pero de quien provienen con la misma facilidad me da una alegría que un disgusto, me ha demostrado con creces que le importo muy poco, o más bien nada, así que no sé muy bien qué pensar. Es una extraña manera de querer que no entiendo. De todas formas, gracias.
Por cierto, me ha felicitado El Corte Inglés, L´Occitane, Cortefiel..., sin comentarios.
Espero que no lo tomes a mal pero muchos de tus amigos en el blog no sabian que era tu onomastica. Ellos con su presencia en este blog ya te desean que seas feliz en todos los dias de tu vida, porque les llevas todos los dias a seguir tus pensamientos y deseos y compartes con ellos tus ilusiones y frutraciones.
ResponderEliminarLa familia es algo que realmente nos viene dado, y que no lo podemos cambiar, pero los amigos y conocidos nos lo hacemos nosotros y esos realmente son los que caminan por la vida con nosotros. Te deseo lo mejor ABUELA, SIN ANIMO DE MOLESTAR.
Pues yo no sabia la fecha, y aunque sea con unos dias de retraso FELIZZZ FELIZZZ EN TU DIAAAA, AMIGUITA QUE DIOS TE BENDIGAAAA !! ves, si es que canto y se pone a llover, jajaja.
ResponderEliminarNo habras recibido en el dia exacto del cumpleaños ningun regalo. Pero el mas importante de la vida llegara en unos meses.
Besitos y abrazos del vecino bloguero !!
J.
Gracias, vecino.eres genial, efectivamente el regalo me llegará en diciembre. Besos
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