Joaquín Pixán presenta hoy en el Ateneo Jovellanos su trabajo de homenaje al prócer, para el que contó con notables colaboraciones literarias y musicales
CUCA ALONSO Si el propio Jovellanos hubiera podido diseñar la oda que en su homenaje se presenta esta tarde en el salón del Ateneo Jovellanos (19.30 horas), sin duda hubiera elegido a los mismos que dos siglos después han tenido la feliz idea de realizarla. Todos asturianos, todos artistas de primer orden en su respectiva especialidad, hoy unidos en una bella causa: la de poner un sello de oro al bicentenario del vecino más ilustre que ha dado la villa. Pero como las iniciativas no surgen de las ramas de los árboles, o de las luces del amanecer, era preciso preguntar sobre la génesis de ésta, retroceder caudal arriba hasta descubrir a la madre del río. Y ahí, entre las brumas del desconocimiento nos topamos con un nombre, Joaquín Pixán. «Yo siempre he sido un artista en la búsqueda de espacios poco frecuentes y el bicentenario de Jovellanos me pareció una buena oportunidad para elaborar un producto de gran calidad, que le rindiera homenaje en clave musical y literaria». Así se inició la historia, aunque el propio Joaquín Pixán reconoce que más le hubiera gustado que el proyecto partiera del Metropolitan Opera House de Nueva York, por ejemplo, o sin ir tan lejos, de los organismos oficiales asturianos. «Pero las instituciones no están para estas cosas». De manera que su propia empresa de gestión se puso en marcha. La idea era conseguir una obra con proyección de futuro, que no fuera flor de un día, construida con los mejores mimbres asturianos. El primer paso fue buscar un escritor para la elaboración del texto. Joaquín Pixán indagó; Pedro de Silva le dio la clave: Antonio Gamoneda. Un poeta grande, un asturiano antiguo, un hombre de fácil acceso. Aceptó. Los versos del inicio son una joya. «Eres un clavo de oro / en la conciencia lívida de España. / Eres la melodía del silencio, / la cercanía de las lontananzas».
Sobre el texto había que escribir la música. Se pensó en Jorge Muñiz, por supuesto otro asturiano, aunque formado y residente en Estados Unidos; en la actualidad es jefe del departamento de música de la Universidad de Indiana. «Ha hecho un trabajo soberbio, con clara vocación universal; la música cuando quiere trascender tiene un lenguaje muy especial. Y lo importante en este caso es que la música está pegada al texto», señala Joaquín Pixán. De otro modo, Jorge Muñiz conoce muy bien la orquesta, nuestra OSPA. Aun así, hizo que le enviaran la plantilla; cuántos violines, cuántos chelos, cuántos oboes... A su vez, el Coro de la Fundación Príncipe de Asturias es otro viejo conocido en la dilección de Jorge Muñiz.
«Oda a Jovellanos» consta de tres movimientos, una duración de treinta minutos y se ha escrito para tenor solista, coro mixto y orquesta. Pero, ¿quién habría de alzar la batuta? Intencionadamente se buscó a un gijonés, Oliver Díaz, un hombre que ofrece un perfil magnífico como director; su gran autoridad musical no calza con su juventud. Frente a él, la orquesta, el coro y la hermosa voz de tenor de Joaquín Pixán, el narrador de toda la obra. Comenzaron a hilvanarse los primeros ensayos y hubo un instante en que los versos de Antonio Gamoneda decían: «Pronto te llevó el destierro / a la cartuja lejana. / Fuiste rehén del silencio, / cautivo de la añoranza». Y fue entonces cuando el espíritu de Jovellanos llenó la escena, sostenido de una sola palabra: añoranza. Desde el Castillo de Bellver, añoranza de Asturias en todas sus dimensiones, aire, verde, bosques, olas... Era preciso hacer un alto en el camino para escuchar los suspiros melancólicos de Jovino, darles respuesta. Así, al final del segundo movimiento, cuando nadie lo espera, surge la tonada. «Que me oscurece, / ay de mí, que me oscurece / a la baxada del monte. / Maruxina de Los Llanos, / dame posada esta noche». Sin duda ha de ser el momento de mayor emoción.
Pixán reconoce que este proyecto de la «Oda a Jovellanos (cantata) y canciones de su tiempo» le sirvió para acercarse a la figura del prócer, conocer la época en que vivió y al mismo tiempo, con relación a su propio arte, recuperar sonoridad y unos niveles vocales que hacía tiempo no frecuentaba; no es lo mismo cantar acompañado de un piano que de una orquesta, ni tampoco hacerlo con una orquesta de cuatro amigos que con la OSPA, valorada ésta como una formación de primer nivel. La grabación de la obra se completa con varias canciones del tiempo de Jovellanos: en la presentación de hoy, Joaquín Pixán interpretará tres, compuestas por Mariano Rodríguez de Ledesma. Por su parte, el Ateneo Jovellanos, como ha manifestado su presidente, José Luis Martínez, se siente orgulloso de ser el anfitrión de este acontecimiento que remata el gran trabajo que la entidad ha dedicado a celebrar el bicentenario de Jovellanos, ofreciendo once conferencias y la realización de una película. (LA NUEVA ESPAÑA, 8/02/2012)
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