martes, 21 de febrero de 2012

"A BAYONETA CALADA", artículo de JOSÉ MARCELINO GARCÍA

O sea, que aquí podemos volver a los tranvías de mula. Los ladrones de tres manos, o de tres brazos, que decían los clásicos, han ido dejando pequeño el saqueo de Roma por las tropas imperiales de Carlos V el teutón.
Todo esto, que empeora a pasos agigantados, está provocando falta de respeto a los políticos. Ya silban a la Casa del Rey y embisten al arco parlamentario cuando lo ven ir y venir en coche de cuatro circunferencias. Los banqueros ya no son aclamados como los delanteros centros, son odiados por sus blindajes y seguros de 100 millones. Y es que la banca, igual que en los casinos, ha vuelto a ganar a pesar de haber llevado a la ruina, primero a la gente y después al Estado. Estos financieros han transgredido casi todas las reglas, y aunque los gobernantes fingen criticarlos, en realidad se abrazan unos a otros, como los borrachos, para no caerse. Porque, señoras y señores, españoles todos, esto amenaza derribo, y como diría el gran Jaime Salinas: «Es una hora esta que va hundirse en el gran diluvio».
En estos instantes de bancarrota, viviendo en medio de una modernidad desalmada que ha tecnificado hasta el follar, hay que tener la mente muy despierta para que no te engañen los que mandan. Porque los políticos van a usar hipérboles demoníacas, a llenar el aire de mentiras, y como ahora los proletas no tiran gobiernos porque viven a sus faldas (Toxo y Méndez reciben subvenciones millonarias), pues que la Santa Alianza (que ya no son el Papa, el Zar y Mettternich, sino el Banco de España, el Banco Mundial y el Banco Central Europeo, banqueros que descienden casi todos de filibusteros y negreros), crujirán a golpes a este pueblo de moros y cristianos hasta hacer blasfemar a los mudos. Ahora (y 'endahora') ser clase media, es decir, gobernado, pueblo chillador, chusma infame, será más que nunca ser vigilado, medido, pesado y robado a bayoneta calada por los impuestos. Los ricos impúdicos seguirán hablando de escopetas, de cuadros adquiridos en subastas, de su colesterol, sus viajes y sus vinos. El presidente tiene ya esa tristeza rara de pecador y cara de estantigua gallega en procesión. ¡Átense los cinturones! El séptimo sello se abre, y empieza a asomar el baile de los esqueletos.
(Publicado en el diario EL COMERCIO, 25-01-2012)

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