viernes, 3 de febrero de 2012

"VIVIR EN GIJÓN", artículo de JOSÉ MARCELINO GARCÍA

Como tantos, uno (que no lo nacieron aquí) vive desde hace muchos años en esta ciudad rojiblanca, vieja, novísima y cortés, templada de clima (con algo también de zarza ardiendo en sus hornos de arrabio, donde hierve el hierro), perros felices, caras de gente por siempre repetidas o de razas nuevas, pantalana de velas y trinquetes de antiguos señoritos de la cosa y del ladrillo: un Gijón jovellanizado, a veces, y todavía un punto carantoñero, con su grisalla de trabajo y paro, pero siempre con los manteles puestos para los visitantes. Capitana de las noches clamorosas en sus bares, chigres y mancebías para el pecado nocturno, es Muro por donde camina, a veces doblado el nordeste y La Escalerona que lo baja a su Ganges salado donde se lustra y deposita sus cenizas. La gente que llega (lo decía la escritora Sara Suárez Solís) encuentra aquí más libertad, más alternancias y menos fingimientos. Y va sabiendo que la flor de la libertad mejor soñada brota, sale, aparece cada mañana por la raya del horizonte. Le nace la mar a Gijón como una marea que va creciendo (de ola en ola) hasta llegar a convertirse en su respiración misma, en símbolo de su coraje y su amor. Amarrada a esta mar, prendido a ella, Gijón atraviesa cada día sus honduras, recorre y pisa descalzo el cuerpo liso de su playa canela y mira desde ella al mundo de muchas maneras. Habla de sí mismo a través de hermosos bables, del castellano de sus escritores y poetas, del hierro y la piedra de sus trabajadores y artistas, del arte de sus pintores: verdes evaristos, ocres maroleros, árboles, paisajes y flores de Piñole, marinas de espuma y agua de los abades. Con todas esas hablas, con todas esas voces, con todas esas manos, expresa esta ciudad su dolor, la risa, el amor, sus bellezas, las luchas y esperanzas. Cosido a sus vecinas tierras con raíces de castaño y de pomar, tiene Gijón un propio humor quevediano de ciudadela antigua (proletaria y marinera). Humor 'playu', cáustico e ingenioso, erótico y mordaz de 'Nordestín' y 'Dascoite': Puro humor gijonero, vacilón y villano de Arturín, el nuestro. Y con el oro y el hierro de lo viejo y lo nuevo, de lo de aquí y de allá, Gijón confecciona este decano EL COMERCIO que pone cada mañana en nuestras manos cuando el cielo regresa transportando el alba. Un periódico forjado en las fraguas de su vida. Un viejo amigo que debes leer con devoción y doblar siempre con mano suave y cariñosa.
(Publicado en EL COMERCIO, 01/02/2012)

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