DE LOS REYES PARA MIS AMIGOS

Han pasado los Reyes por mi barrio. Les había escrito una carta, probablemente demasido larga, en la que pedía algo para todos mis amigos. No han cumplido exactamente el encargo, alegando la crisis, pero han querido subsanar que no todo fuesen paquetitos con lazo y han dejado este lote de afectos que me encargan reparta. Yo creo que lo mejor es que cada uno coja los que necesite.

Para el señor de la FÉ...¿?

Siempre pensé que lo suyo era la pastelería, pero... sus Majestades le envían el coche de los bomberos. No entiendo por qué... ¿Habrá que apagar algún fuego?

Para Luis, para Luis Fernández Roces, a quien siempre tengo presente y cuyos libros leo con sumo agrado.

Una caja bonita, alegre, que invita a vivir con ilusión. Es para Jorge, mi compañero de trabajo durante un tiempo. Con muchos problemas fuimos felices, y lo fuimos por su juventud, por nuestra complicidad. Estoy segura que sus Majestades han metido en ella el trabajo que tanto anhela y que merece. Por mi parte -y en una esquinita- he colado el deseo de encontrar el amor, que también desea.



Para mi hermana Belén -que no lo es ni de padre ni de madre, pero como si lo fuera- no he sabido pedir nada concreto, porque lo mejor es que nos tenemos la una a la otra, que nos queremos. Y eso no hay regalo que lo supere.



Para mis amigos, Aurora y José Luis Campal, sólo pido salud. Lo demás ya lo tienen, no hay más que ver cómo se han colocado los paquetes: nunca el uno sin el otro

Para Virginia Álvarez Buylla - o la chica Buylla como le gusta llamarla al notario Ángel Aznárez- bombones. No te enfades amiga -ya sé que engordan- , pero es que creo que tienes de todo: familia, amigos, honradez, tesón... aunque algunas veces se cruce en tu camino gente que no te merece. Para endulzarte esos momentos ácidos, nada mejor que BOMBONES.


Para mi amigo José Manuel. Nosotros siempre fuimos modestos, nunca necesitamos grandes parafernalias para entendernos; por eso, siguiendo en nuestra línea, probablemente éste sea -en apariencia- el regalo más humilde, de cuantos aquí hay. Pero es eso, sólo apariencia. Los dos sabemos que nuestra amistad está por encima de todo y que siempre podremos contar incondicionalmente el uno con el otro para lo que sea.

Para José Marcelino, que esconde su corazoncito para que nadie se lo robe- aunque de vez en cuando se le escapen chispitas- eso: corazón . Para que siga siendo como es, para que no cambie nunca, que sus Majestades saben muy bien las cosas buenas que hace sin pregonarlas.



Para mi amigo Antonio Merayo una caja grande y hermosa. En ella, algunas

conversaciones inolvidables, muchas más pendientes, y un apapacho para cada despertar.

Para mi amiga Delia... viajes, muchos viajes. Y salud para los suyos. Ella tiene lo demás: ámigos, ilusión, gente que la quiere...

Para mi querido Joaquín... ¡otro Obladi para compartir paseos!

Para Rafael, en amarillo y rojo, los colores de su patria, de su bandera, por quien daría la vida. Y dentro el amor de su mujer, sus hijos, sus nietos, todo aquello que le hace feliz.

Para Pablo, Elena, Yuste, Antonia, Marigel; Pedro, Paulino, Sara, Lucía, Mimo, Pablín, Víctor, Ana Treyes, Germán, Marisa Castrillón, Manolo, Pilar y Pelayo Cimadevilla, Cristina, Gonzalo Mieres, Luisina Peláez... : SALUD, TRABAJO, ALEGRÍA, OPTIMISMO, FELICIDAD...

Y para todos aquellos que no entendieron nada de lo anterior, también han dejado algo. Lamento que sea lo de menos valor, pero así los han querido sus Majestades: DINERO, DINERO, DINERO...