lunes, 14 de febrero de 2011


Por extraño que parezca, esta mañana he recibido varias felicitaciones. Y qué curioso algunas de personas que hace mucho no frecuento, otras no tanto. Lo más sorprendente es que, pese a no ser yo nada dada a esas fechas marcadas fundamentalmente por intereses comerciales, me ha parecido estupendo. Me estoy haciendo mayor a gran velocidad, mi parte sentimental aflora como la de esa viejecita que tanto agradece una muestra de cariño. Gracias, a quienes tuvisteis la gentileza de acordaros de mi persona hoy, precisamente hoy, día de de San Valentín: día de los enamorados. Quiero pensar que como no fui muy afortunada en el amor, al menos en ese de “hasta que la muerte nos separe” que es el que yo hubiese deseado –aunque aclaro, que no de cualquier manera, porque mantenerse unidos es fácil, y sobretodo cómodo, lo de feliz es otro asunto-, pues ahora me apunto a ese amor a lo que yo llamo “mi gente” que no es otra que mis amigo/as -véalos o no mucho-, a otros que me necesitan más y me permiten hacer voluntariado, lo más gratificante que a uno le puede suceder; a mis chicos, que de cuando en cuando se olvidan de su madre para hacer su vida –que es lo que más me gusta: que hagan su vida, quiero decir-; y a tantas y tantas personas como pasan en algún momento por mi vida y la enriquecen. Aprovecho para enviarles este corazoncito que he encontrado en la Red y que, aunque no es mío, dice todo lo que yo hubiese querido decir. FELICIDADES, AMIGOS/AS. Así, bien alto, para que se entere todo el mundo.

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