viernes, 28 de diciembre de 2012

"REUNIONES FAMILIARES NAVIDEÑAS", artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ-BUYLLA, publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"


En estas dos semanas celebramos más reuniones familiares que en el resto del año. Nos reunimos con los amigos para brindar más que en todo el año. Intentamos llevarnos mejor y estar de buen rollo mucho más que el resto del año.

Unos dirán que es el efecto de la Navidad con su mensaje de paz y amor para todos nosotros. Otros dirán enfurecidos que la Navidad no tiene nada que ver y entramos en la lucha del laico o no laico.

Yo no entro en el tema, entre otras cosas me aburre muchísimo. Pero para mí estas dos semanas son muy importantes, mi padre era un fervoroso defensor de la Navidad y de las reuniones familiares y me inculcó ese amor y esa defensa a ultranza de la familia. Mi madre no tenía esa afición, no había conocido una Navidad hasta que tenía más de 15 años, al morir sus padres cuando ella tenía menos de 1 año y estar interna en un colegio de monjas durante todos esos años, y no había vivido esa tradición, pero secundó a mi padre y le apoyó en todas las celebraciones.

Yo ocupo el lugar de la matriarca de la familia y nos reunimos en nuestra casa todas mis hermanas, sus hijos, nuestros hijos y sus familias, somos muchos, pero es entrañable. Hasta que yo me muera esto será así.

No hace falta gastar toneladas de dinero para comer bien, los besugos, las angulas y las langostas no son necesarios, lo que hay que hacer es cocinar cosas ricas y asequibles que gusten a todos. La comida ocupa una parte importante, pues como decía Brillat-Savarin: «El placer de la mesa es para todas las edades, condiciones, países y para todos los días; puede asociarse a los demás placeres y se queda el último para consolarnos de la pérdida de los otros». Este año sólo ha habido un cambio, comimos pitu de caleya calcinado; últimamente tiendo a calcinar todo lo que cocino, me distraigo con la manía de hacer varias cosas a la vez y ya no soy lo que era. Pero parece ser que calcinado o no estaba bastante bueno, así que quizás he inventado una receta nueva, y ríete tú de la deconstrucción del pitu y el nitrógeno y demás.

Por lo demás, nos pusimos moraditos como siempre, al final hubo que repartir Almax y Omeprazol.

Este año la lucha fue conseguir no hablar de política, crisis, desencantos, ladrones y falsarios. La verdad, costó un potosí, pues cada poco alguien soltaba el tema. Estamos todos tan hartos de la situación que estamos obsesionados y nos sale el tema sin querer. Entre nosotros los hay de diferentes ideas, de diferentes partidos, pero en este momento el comportamiento de nuestros políticos y la crisis han conseguido ponernos a todos de acuerdo. Intentamos no perder el amor y la fe en nuestro país y, afortunadamente, si conseguimos seguir amando nuestra familia y nuestro hogar, lo conseguiremos. Como decía Samuel Taylor Coleridge: «Sólo quien ama su hogar ama también su patria».

Este año estamos siendo afortunados con el tiempo, un día de Navidad con sol maravilloso, las Navidades blancas deben de ser bonitas pero incómodas, en cambio, el buen tiempo permite a los niños correr y jugar y a los papás y los abuelos relajarse.

Nosotros hacemos las fotos familiares, esas en las que siempre falta algún despistado, en las que hay que hacer juegos malabares para entrar todos, en las que hay que agarrar a los niños para que no se vayan, pero que luego quedan como recuerdos imborrables.

Me gustaría en este momento ser esa hada madrina con su preciosa varita mágica y cambiar cosas y cosas. Primero, que no haya ningún niño sufriendo en el mundo, ningún niño que pase hambre; que no haya ninguna mujer maltratada ni ningún hombre maltratado psicológicamente; que los hombres se convenzan de que las guerras no solucionan nada; que se descubran cada vez más vacunas y soluciones para las enfermedades; que la solidaridad prime ante todo; que nadie esté solo a no ser que quiera estarlo; que, que, que... Bueno, ya sé que es imposible, pero me gusta soñar por un día, mañana abriré los ojos, pero hoy no. Hoy sólo sueño.

Quiero terminar con algo positivo y es la idea expresada por Thornton Wilder, ese maravilloso dramaturgo americano, en «The skin of our teeth». Su tesis es que el hombre se ha sido salvando siempre por un estrecho margen de la destrucción total, con lo cual pretende consolarnos deduciendo, quizá con demasiado optimismo, que así ocurrirá en el futuro. Yo voto por la tesis de Wilder y os pido que hagamos el esfuerzo necesario para que eso suceda.

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