domingo, 9 de diciembre de 2012

NO TODAS LAS CRISIS SON IGUALES


No quiero mover conciencias, no  es eso lo que me propongo  al publicar  esta espeluznante foto. En el fondo pienso que ya nada nos conmueve, pasamos por encima de cientos de imágenes servidas a diario por los medios de comunicación a cual más terrible. Cadáveres en las calles de países en guerra, niños, viejos, mujeres, soldados… ¡Qué más da! La vida ya no vale nada para algunas personas. Otra cosa muy diferente es que suceda cerca, a nuestros vecinos, a un familiar, y ya no digo nada a nosotros mismos.
Volviendo a la foto, y a la intención que me mueve a publicarla, sin permiso, sin el permiso de la persona que me la facilitó que, dicho sea de paso, la hizo hace quince días, en el terreno, a pie de obra que diríamos. Un niño, de cinco años, del que no sé ni el nombre, trata de sobrevivir en un hospital en Mauritania. Podríamos decir tranquilamente que está en crisis, como nos sucede a nosotros; aunque me temo que estemos hablando de una crisis diferente. A él -ni a su familia- no le echaran de casa por no poder pagar la hipoteca: no tiene casa. Sus padres no se ven agobiados por la llegada de las facturas: no tienen luz, ni agua, ni móvil, ni letra del coche… No tienen nada. En todo caso, hambre.
Y yo me pregunto, por preguntar nada más, pura curiosidad, ¿qué ha hecho ese pequeño para nacer tan pobre? No tengo respuesta, la verdad. Me siento avergonzada por algo de lo que yo no tengo la culpa, y es tan poco -casi que nada-  lo que puedo hacer para  solidarizarme con su miseria que... En realidad creo que lo único que quiero es compartir la vergüenza que siento con quien tenga la fortaleza –que la hay que tener- para mirar al niño del que ni tan siquiera sabré nunca su nombre. Y me temo que compartiendo estas miserias no voy a hacer muchos amigos.

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