sábado, 15 de octubre de 2011

ESPERO QUE NADIE SE IDENTIFIQUE CON LA IMAGEN


Eso, espero que quienes os asomáis al blog no os idenfiquéis con la imagen, porque se las trae. Pero es que no hay día que no recojan los medios de comunicación algún caso de maltrato entre parejas. Hace años, cuando nos amordazaban con preceptos religiosos, cuando los curas en el confesionario recomendaban a las feligresas que aguantaran por los hijos, por la familia, por no vivir en pecado, por... la biblia en verso, no había más remedio que tragar carros y carretas. Afortunadamente las cosas han cambiado, aunque no lo suficiente, y ya no hay razón para aguantar, ni por los hijos, ni por el sacramente del matrimonio, ni por nada. Simplemente hay que liberarse por nuestra propia dignidad. He sido testigo de algunos casos en los que el maltrato -psicológico fundamentalmente-causó verdaderos estragos no sólo en la mujer o en el hombre, también en los hijos. Curiosamente la persona que maltrata -sea hombre o mujer- sabe latín. Utiliza con gran maestría el chataje psicológico, sabe perfectamente cómo fomentar el sentido de culpabilidad en la pareja, arrima contínuamente el ascua a su sardina y si, finalmente, se ve perdido/a acude a un "te quiero", yo te quiero mucho. Y así el/la maltratado sucumbe una y otra vez. Luego pasa lo que pasa. En el mejor de los casos, por lo menos en el más civilizado, te encuentras con personas destrozadas involucradas en una guerra que va desde el chantaje por medio de los hijos, hasta el económico, pasando por todas las perrerías imaginables. En el peor, ni lo comento, los medios de comunicación dan buena cuenta. Volviendo a "te quiero", que es la gran trampa, yo diría que es una palabra vacía si no se acompaña con hechos y no nos equivoquemos con ella: nadie hace daño -de ningún tipo-, ni entristece la vida de la persona a la que ama.

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