domingo, 24 de noviembre de 2013

"TENGO UN AMIGO EN GIJÓN", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ ("LA NUEVA ESPAÑA, 24/11/13)


Fantasma, pajarito y flor
Mi amigo es un prócer, casi como el Prócer genuino (Jovellanos), éste nacido viudo, siempre triste y rodeado en Gijón de fantasmas y vampiros ¡Qué bien hicieron los de la Casa Natal en comprar el “cajón de los vampiros”, aunque para encerrar a tantos fantasmas maulas, se necesitarán baúles! Mi amigo, el prócer no el Prócer, es escritor de libros y libretas, y presenta a otros con bombo y platillos y panderetas y carracas. La última presentación fue la de otro prócer, mi Pepín, que no bastándole ser una Braña y presidir no una Peña sino muchas, las célebres “federadas” del Sporting, quiere -ambicioso él- ser el psiquiatra de Dios ¡Dios me perdone! Las depresiones de Dios es el título de su último parto u oscuro alumbramiento. Es que Pepín, una de dos: o está loco - es un tarumba-, o es un poeta.

Mi amigo –que no es boticario- reúne en la trastienda de su tienda, entre tarros y tarrinas, mejunjes y potingues, a la “crema de la crema” de la sociedad gijonesa, que, por tanta crema, llamo la de los petisús o piononos. El liderazgo es de antiguos alumnos de jesuitas, que, por eso mismo, casi todos tienen discernimiento. Entre tanta aristocracia, reconozco mi plebeyez al haber sido maleducado en Oviedo por frailes menores y de babero, que me enseñaron el Catecismo a bastos. En todo el cotarro, soy un tercero, como Lucio Apuleyo, el del Asno de Oro. -¡Jolines! es que ni puedo ser de los Antiguos Alumnos del “Inmaculada”, como don Ceferino Menéndez que es autoridad ahí, también amigo, y de veraneos majoreros en Fuerteventura, que es detalle de dandí, dandí o dandi.

Mi amigo, el primero y no dandi, recientemente, en uno de sus escritos o billete de periódico, me citó con una frase mía: “que los gijoneses tienen una pulsión “freudiana” (esta palabra la escribiría el doctor Braña, el de las Peñas), que consiste en acabar con todo lo guapo que la naturaleza dio, que fue mucho”. Y lo guapo –añado- puede ser lo mismo de cosas o que de personas. Así, hasta que El Rinconín no se convirtió en una Rinconera, no pararon; la bella Escalerona ahí la tienen, un adefesio, convertida en retrete para hacer pipí. Y un aviso: que la Estación de ALSA, por bellezón, cualquier día van a acabar con ella y a lo bestia, que es hacer pisos.

Con las personas pasa lo mismo: ¡las guapas, “a por ellas”! Que la Alcaldesa Moriyón no lo dude: si un día le quitan el sillón, no será por pérdida de sus instintos e inteligencias, sino por guapa, guapa. A mi compañera escribana, Dora –prefiero llamarla Menodora, que es nombre como de emperatriz bizantina- no dieron puntapiés y punterazos a su escribanía, la municipal, por faltas de fedataria de mala fe, sino por guapa, sólo por guapa.
Comadre, no comadrona

A Begoña Piñero, jefa de comadres, que vive, como buena comadre, rodeada de genitales (tiene una tienda de flores, flores que son los genitales de las plantas), ya la estoy oyendo protestar porque discrimino y no escribo de guapos gijoneses. A propósito, Begoña, también como buena comadre, es de armas tomar, pues acaba de tener un ri-fi-ra-fe u órdago con el Obispo, lo cual me sugirió un dialogo, Dialogo entre el Obispo y la comadre, que podría ser de comedia, no de capa y espada, sino de capa (por el Obispo) y de bolillos encajados (por la comadre).

Y oyendo a Begoña, la Piñero, veo a Begoña Hüergo, que fue concejala de los policías, que parecía dura como un policía, y era –es- delicada como una begonia flor y roja como una buganvilla. Y estoy “viendo” a otra Begoña, a otra concejala, Begoña Fernández, que, por su semblante de mística, parece estar siempre como de Primera Comunión, y a la que regalaría rosas amarillas y un lirio. Y para delicias, además de las Begoñas, los cachopos gigantes, a compartir por longitud y volumen, de La Begoñina, taberna o barín, en Cimadevilla de Gijón.

 Es que Gijón, respetado público, es la ciudad de las “Begoñas” y de la Virgen de Begoña; que, por eso, sólo por eso, es como la ciudad de Bilbao, aunque mucho menos bruta por no ser vasca, y no ser los gijoneses tan brutos como los vascos de Bilbao, ahora Bilbo para evitar lo de Bilbado, que es de pijería analfabeta.

Y vayamos ahora con los guapos. Hay uno, muy convencido de serlo y estarlo, que porta un prendedor-sujetador no abajo sino arriba, a la altura del nudo de la corbata; eso que es de efecto estético, también puede ser de prudencia, pues si hay un brusco desplazamiento de abajo arriba, arriba, los de abajo, ya tienen donde agarrarse. En cualquier caso, el del prendedor y nudo gordo de corbata, que ande con cuidado, pues por exceso de estética, cualquier día, los gijoneses se “los” amputan. Otro caso es el de ese, no sé si también Conde o marqués, al que recientemente las autoridades locales mandaron a hacer gárgaras con polvorones; y que sepa, que su generosa oferta de papeles historiados para el Municipio, fue rechazada por ser el oferente, conde o marqués, un apolíneo o simétrico, de arriba a bajo, de la copa a la raíz. No es frecuente que un latifundista, conde o marqués, sea simétrico, pues los de tal clase, por imperativos de cromosomas y mecánicos –que eso son las herencias- a menudo, son bizcos o tienen una oreja mayor que otra.

Mobiliario urbano todo-junto y estético
Y mi amigo, el del principio y prócer ¿Dónde está? ¿Dónde estás, amigo mío? ¿Acaso en Casa de Ataulfo que cocina comestibles y no restaura incomestibles, y que es visigodo de nombre, por eso su buena cocina es gótica, como una catedral gótica? No, no, seguramente estará en la droguería, sita en la cristiana calle del moro Munuza, vendiendo jabón Chimbo o Lagarto, piedra pómez, venenos contra la tiña, artículos de barbería para fregar barbas o lociones capilares para copas o cabezas resecas como las de los árboles desplumados.  

Para cazar brujas o hechiceras brujas







Mi amigo gusta que se le llame droguero; y a eso, yo me niego. Para mí, el amigo, es mucho más; es todo un alquimista como los genuinos, los de la Edad Oscura. Y repare el lector que la decoración de los escaparates de su droguería es a base de escobas patas arriba, inversas o al revés, como son las de las brujas, sean brujas con pirulí o sin él.

Convencido estoy de que en noches, de mucha luz o lúgubres, mi amigo cumple como Dios manda, y eso aunque es de los inmaculados y de la Asociación de los antiguos. Y convencido estoy que convierte, por arte de alquimia, sus muchos polvos, sean de lo que sean, de talcos blancos o de yesos amarillos, en oros, en oros; unas veces a lo bruto y otras a lo pulido y suave: pepitas pulidas, de oro, de oros.

Mi amigo prócer ni compra ni vende oro, lo hace por arte de alquimia
Mi amigo, prócer, polígrafo, presentador, sanitario, alquimista, distribuidor de Titanlux, y con número de matrícula en la Cámara de Navegación por empresario, se llama Alfonso Peláez, y yo le llamo mi querido Alfonsín.

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