domingo, 30 de junio de 2013

GONZALO MIERES Y MI CIUDAD DE MIL CARAS

Ayer le entregaron a Gonzalo Mieres la Medalla de Plata de la Villa en el Teatro Jovellanos, en un acto institucional en el que hubo más galardones, también muy merecidos, que otorgaron a  instituciones y personalidades que no mencionaré, porque hoy dan cumplida cuenta de ello los medios de comunicación locales y yo de quien quiero hablar es de Gonzalo. Por Gonzalo acudí a Jovellanos, por la invitación que me envió el día que le pregunté si yo podría asistir. Como hago habitualmente, cuando todo son caras conocidas a las que todo el mundo quiere saludar, porque hacerse el visto es importante, yo hice lo contrario, me camuflé en una esquinita del teatro que escogí estratégicamente para no perderme nada. Y nada más terminar me esfumé discretamente. Lo importante ya lo había vivido, había sido testigo del reconocimiento que a un amigo, de los de verdad, le hacía todo Gijón. Los méritos de Gonzalo son de sobra conocidos, pero el que tiene para mí es muy especial, es de una autenticidad sin parangón. Voy a tratar de explicarlo. A Gonzalo yo no le he hecho nunca ningún favor, nada está en mi mano que  él pueda necesitar. Ningún compromiso hacia mi persona. Entre los dos no hay más – ni menos- que ese cariño de amigo que nunca muere, y que siempre me sorprende. Y ayer, en el Teatro Jovellanos, hizo que me saltaran las lágrimas. Estaban rindiéndole un homenaje, todos los agasajos eran para él, no tendría por qué acordarse de alguien que falleció hace 35 años: de mi padre. Tuvo un reconocimiento público en su tiempo de gloria para un amigo que hace mucho que ya no está y del que ya casi nadie se acuerda porque el tiempo lo borra  todo, y porque la mayor parte de su generación ya falleció. Cómo es posible pensaba yo, que Gonzalo tuviese tan vivo el recuerdo de mi padre. Es cierto que los dos hicieron siempre lo mismo, a los dos les importaron los barrios, el folklore, las costumbres, el arte,  los más desfavorecidos… ¡Pero han pasado tantos años!  Tengo muchos recuerdos de su solidaridad, pero como  siempre nos decía que lo que hace la mano derecha no lo sepa  la izquierda, difícilmente podrían haber trascendido sus acciones solidarias, que es lo que eran. De muchas me enteré después de su fallecimiento, cuando alguien por la calle me paraba para agradecer lo había hecho por ellos. Cuando me decían: Gracias a tu padre… Total, que Gonzalo aprovechó un tiempo que era únicamente suyo para anunciar un homenaje que ha organizado en el Jovellanos para el día 6 de octubre. Para ser sincera lo que dijo exactamente no lo sé, porque cuando escuché nombrar a José Avelino Moro –cosa que no esperaba- el corazón me dio un vuelco y se me hizo un nudo en la garganta. Miré a mi derecha y a mi izquierda, donde estaban personas que no conocía y en un tris estuve de decirles que Gonzalo estaba hablando de mi padre. Lo que son las emociones… Gracias, Gonzalo, gracias.

1 comentario:

  1. Emocionante Hermanina escribes poco... bien facil a la vez pero con gran contenido es decir haces lo dificil fácil pero en eso y en mil cosas mas te digo que eres igual a tu padre hasta sus manos finas y largas ahhh y por tu discrección siempre pero que sepan que JOSE AVELINO MORO era tu padre.

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