A principios del siglo XX, en los puertos
asturianos los cantos al progreso y al trabajo de los orfeones se mezclaban con
los sabrosones ritmos caribeños con danzones y guajiras como consecuencia de la
vuelta de los emigrantes de ultramar.
Unos lo hacían como triunfadores con grandes
capitales para invertir en nuevas industrias y con la correspondiente palmera
tropical que plantaban ante su casa colonial. Otros, sin embargo, regresaban
con lo puesto. Pero todos retornaban a sus orígenes y a sus raíces con
angustiosos lamentos en el recuerdo tras haberse arriado la bandera de España
en el Castillo del Morro en La
Habana.
Aquella España que vio nacer el siglo XX no se
había podido recobrar sentimentalmente de la pérdida de las últimas colonias en
tierras del Nuevo Mundo.
De la unión -ahora llamada fusión- de los sones
cubanos con cánticos nostálgicos y las músicas traídas por los polacos que
habían venido a trabajar a las cuencas mineras surgiría, con aquellas bases
armónicas migratorias, el "Asturias patria querida". Antes recurrida
canción en noches sin fronteras de marejada etílica y ahora himno oficial por
obra y gracia del poeta Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos en su etapa de
presidente del Principado de Asturias.
El entorno de la desembocadura del río Nalón fue
uno de los lugares privilegiados escogidos por quienes retornaban con grandes
fortunas y palmeras para plantar en sus espectaculares casonas de indianos, con
miradores desde donde se controlaba todo el entorno, grandes cristaleras y
acogedoras chimeneas para los tiempos de invierno. En sus jardines fueron
plantadas especies exóticas traídas de ultramar siendo la palmera el árbol
emblemático que define toda una época de esplendor.
Así, en el glamouroso Somao se pueden admirar
muchas muestras de aquel poderío arquitectónico: La Torre , el palacete de Solís
y El Noceu, pero de entre todas ellas destaca por su historia Villa Radis –abreviatura
del nombre de Radisgunds, la esposa del indiano Gabino Álvarez- quien la
construyó en 1908 sobre un altozano desde el que se puede gozar de la gran
belleza de la desembocadura del río Nalón.
La escritora Silvia Grijalba recreó todo aquel
ambiente de principios del siglo XX en una deliciosa novela titulada “Contigo
aprendí” en la que recupera los recuerdos de su abuela y de su familia de
indianos, por lo que ganó en el año 2011 el “Premio de Novela Fernando Lara” de
la Editorial
Planeta. Sus páginas comienzan con la historia de un indiano
que llega en su haiga a Malleza con el único afán de casarse con la mujer más
hermosa que hubiera por aquellos lares. La encontró en Somao y con ella se
marchó a vivir a Cuba, aunque con constantes escapadas a Nueva York y París en
las que recupera historias con los más prestigiosos modistos, actores, cantantes
y compositores de aquellas épocas esplendorosas en las que la creatividad y la
imaginación estaban presentes en las privilegiadas vidas de una época que nunca
jamás volverá.
Somao es el lugar ideal para ir tras las huellas de
un tiempo perdido y reflexionar sobre las raíces existenciales, a fin de
encontrar así respuestas que nos alivien de un presente tan mediocre y nos
iluminen el camino hacia un futuro más próspero y esperanzador.
Gracias por este relato tan bien construido y con tan interesante información. Lástima que no todos los emigrados regresasen ricos. Pero la vida es así, y la Fortuna sólo elige a unos pocos. La mayoría no volvieron nunca. La mayoría también, fue viviendo como pudo, tal vez un poco mejor que hubiese vivido aquí, pero trabajando duramente. Un abrazo, amiguiña y otro a I.
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