¿CÓMO RESUMIR LO QUE HACE UN HOMBRE EN 50 AÑOS?
Le oí decir a mi vecina de barrio Ángeles Pollo: “Gonzalo,
eres una buena persona”. Ángeles es seria y poco dada a los halagos, y como me
decía un amigo común: “Como compañera es
encantadora, pero como rival hay que echarle de comerá aparte”. Me decía
Carmen Veiga: “Gonzalo es amigo de todo el mundo”. Hombre, siempre habrá
alguien a quien no le caiga bien. En un país donde se dice que el pecado
principal es la envidia y anda errante la sombra de Caín, caer bien a todo el
mundo es casi imposible. Ahora es a Pilar Fernández Pardo a quien le
corresponde decir algo de Gonzalo, porque, como ven, para hablar de Gonzalo lo
mismo da sentarse a la izquierda, en rel centro o a la derecha del banco.
Hablar de Gonzalo, en síntesis, es fácil; basta con las dos opiniones
anteriores: es una buena persona y amigo de todos aquellos que le conocen. No
obstante, Fernández Pardo tendrá que extenderse, glosando una vida y obra, y
eso no cabe en toda esta página del periódico.
Yo voy a ocuparme también aquí un poco de Gonzalo. No para
diferenciarlo de las dignísimas personas y entidades que se merecen, como él,
una medalla, sino para unirme al movimiento ciudadano de poner una calle,
teniendo en cuenta que en este Gijón de los prodigios hay callejuelas con
nombres dados y avenidas con nombres regalados. Ya he dicho que yo no voy a
glosar méritos en un espacio donde no caben ni una mínima parte de los del
referido. Pero si alguien queda que no conozca a Gonzalo, y quiera verlo en la
base más base de las preocupaciones del pueblo, ahí pudo haberlo encontrado
como vicepresidente de una asociación vecinal y escribiendo en un periódico
semana tras semana sobre los problemas de los barrios. Si usted quiso buscarlo
en el deporte, pudo haberlo hecho como presidente de la Federación Asturiana de
Natación, e impulsando el ajedrez, el billar y cuanto importa, sin que nada le
sea ajeno. Si usted dice que, mucho deporte y mucha cultura, pero lo principal
es la salud, pues ahí lo tiene, qué más quiere, llevando a los barrios y
centros de tratamiento de drogadicción y alcoholismo a todo tipo de
profesionales: médicos, psicólogos, fisioterapeutas… para ayudar a reconocerse
e informarse, y tal vez a curarse.
Y entonces, usted puede decir que todo lo anterior está bien,
pero que acaba de enterarse de que la recesión se agudiza en Asturias y que lo
que se necesitan son hombres de empresa capaces de sacarnos de estos umbrales
agónicos. Pues, hombre, tengo que decirle que cuando Gonzalo era gerente de una
empresa fue a Detroit a recoger el premio de calidad en la exportación. Cuando
la producción industrial está cayendo en picado y el empleo no despega, dan
ganas de ir a buscar a Gonzalo para pasearlo a hombros por la Plaza Mayor. ¿Y
de la cultura y el arte? ¿Qué me dicen de la cultura y el arte? Cincuenta años
nos contemplan desde que lo conozco (un poco antes a Pili) y no ha parado desde
entonces. ¿Cómo puede resumirse lo que hace un hombre en cincuenta años? Lo
único, quitarse el sombrero como Vladimiro y Estragón en “Esperando a Godot”,
al escuchar las palabras arte y cultura; mientras otros, todavía hoy, les
apetece sacar la pistola. Tardará en nacer, si es que nace, otro como Gonzalo.
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