(Compilación exclusiva para el blog Las mil caras de mi ciudad)
José
Luis Campal
DE LA ASTURIAS SIMBÓLICA |
Al final del volumen se
reproducen varios juicios críticos positivos sobre Camín, extraídos en su mayoría de la prensa y debidos a Andrés
González Blanco («Verso rotundo, sonoro y
relampagueante»), Dionisio Pérez («En pocos rimadores hemos visto plegarse el soneto a todos los asuntos, a
todas las formas de la inspiración»), Emilio Carrere («La musa de Camín es luminosa, frondosa, magnificamente
teatral»), Fernando Lles («Todo
lo epopéyico, lo primitivo, lo tumultuoso hallan un eco en su lira»)
y Luis G. Urbina («Inspiración desmelenada
e impetuosa, de verbo frenético, de ritmo galopante»). Observaciones
todas ellas, como se aprecia, de rendida e incondicional admiración.
Dedicatoria de la primera edición del libro |
Seleccionamos de esta quinta
entrega poética de Camín (que el gijonés dedicó al
Centro Asturiano de La
Habana y «a mis paisanos
en Cuba») la composición en 8
estrofas de cuatro versos (excepto la última) dodecasílabos titulada “Las cerezas”, donde una lujuriosa sensualidad
de símbolos inequívocos e indisimulado erotismo se cuela por entre esta estampa
de cortejo, la cual admitiría perfectamente una lectura escenificada:
¿Te acuerdas? Yo enfermo de amores un día,
mirando las rosas, cruzaba mi huerta,
y estaban tan juntas tu huerta y la mía
que quise mirarte de cerca, muy cerca.
Un ramo de flores llevé hacia tus manos,
que luego besaron tus labios de fresa;
después, presurosa, también en mis manos
pusiste otro ramo de rojas cerezas.
Creílos tus besos cuajados y rojos
y un ansia infinita sentí de morderlas;
mas, luego creílas un fruto sagrado
y rojo me puse también de vergüenza.
Después nos quedamos los dos pensativos,
las frentes humildes, los ojos en tierra,
igual que en un regio jardín silencioso
dos mudas estatuas de mármol que piensan.
Robando las mieles de todas las flores
zumbaban en torno las rubias abejas
y las mariposas temblando en el aire
besaban las rosas de tu cabellera.
Pintados jilgueros, alegres pinzones
llenaban la fronda de ruidos de perlas;
melódicamente cantaban dos mirlos
como arpas ocultas vibrando en la huerta.
De pronto tus ojos buscaron mis ojos,
de amor encendida mirásteme trémula,
y luego, besando las rosas fragantes
corriste hacia casa como una cordera.
Detrás de ti fueron las mil mariposas,
calló de los aires la lírica orquesta,
y yo entre la calma mortal del paisaje,
sintiendo la sangre quemarme las venas,
igual que si fueran puñados de besos,
¡frenéticamente mordí las cerezas!
Pues es verdad que Camín es teatral. De eso debe de saber algo también Albino Suárez.
ResponderEliminarA mí, francamente, no me conmueve, pero entiendo que tiene su importancia.