¿Y ahora, un día después, qué?
¿Se crearán más puestos de trabajo, menos despidos? ¿Se arreglará la sanidad, los
desahucios, la enseñanza? ¿No cerrarán Suzuki,
ni Crady? ¿No habrá regulación de empleo en Iberia? ¿Recuperarán los
funcionarios su paga extraordinaria? No
sigo, se pueden llenar páginas y páginas con tantos problemas como tiene este
país. Problemas que parecen no tener solución, ni con huelga, ni sin ella, por
más que nos duela. Y la situación sí que duele, inquieta y da miedo.
Decir –o más bien escribir- lo
anterior, además de obvio es inútil. Dos consideraciones que pueden
complementarse con mi absoluta ignorancia de casi todo. Pero estoy abierta a
todo, ahora elimino el “casi”. Leo artículos, escucho tertulias, comentarios…,
de quienes sí parecen tenerlo muy claro. Escritos bien estructurados, con un
lenguaje muy diferente a éste que yo utilizo, que es el de los ciudadanos de a
pie, el de quienes vamos todas las mañanas a trabajar y nos conformamos con un
pequeño sueldo que nos permite ir tirando; esa mayoría de ciudadanos que
vivimos a expensas de un reducido grupo de ídem, que a base de
preposterar la realidad nos empobrecen cada día un poco más, pero que
viven muy bien. Hablo, efectivamente, de políticos, sindicalistas…, y demás
personajillos que simulan trabajar por nuestro bienestar.
Todo escrito –no le doy categoría
de artículo-, según me enseñaron en la Facultad , debe de llegar a alguna parte, tener
una finalidad. Éste no la tiene, como
creo tampoco la tuvo la huelga. Cien euros menos en la nómina del mes de algunas personas, por lo demás todo seguirá
igual. Para nuestra desgracia. ¡ Ojalá me equivoque!
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