Diez cintas salidas del horno
durante el último año, distribuidas en cinco sesiones dobles, dieron cuerpo a Muestra de cine contemporáneo, ciclo que acaba de concluir en el teatro Filarmónica con
rotunda respuesta de un público que incluso aplaudió (tímidamente) algunas
proyecciones como si estuviera en una festivalera sección a concurso
(¿soterrada competencia al FICX que ya ha arrancado en Gijón?).
BESTIAS DEL SUR SALVAJE |
En un escalafón menor se situaron
tres propuestas: 1) Amor y letras, comedia sentimental de tonos almibarados, toques irónicos
y diálogos esmerados que posee el irreductible encanto de lo sencillo y en la
que J. Radnor narra sin aspavientos la crisis de un barbilampiño
enseñante universitario; 2) Bestias del
Sur salvaje, de B. Zeitlin, rezuma verdad
y pureza en su arriesgada puesta en escena (dúctil plasticidad) de las
vicisitudes de una comunidad de desheredados de la fortuna en el depauperado
marco de La Bañera ,
en el delta del Misisipí, que llevan con orgullosa y febril altanería su
miseria y luchan a brazo partido contra la adversidad sin lloriqueos; y 3) Tabú, apetecible y
aplicada reconstrucción, en un improductivo prólogo y dos partes bien
diferenciadas y consecutivas, de un adulterio con fatal desenlace acaecido en
las antiguas colonias portuguesas de África, y rodada en falso mudo (durante un
largo falsh-back no se escuchan los diálogos pero sí los sonidos ambientales
más ínfimos) y estilizada planificación por M.
Gomes en explícito homenaje al clásico de
Murnau y Flaherty que ondea sin ambages en el título.
AQUÍ Y ALLÁ |
Sin embargo, me resultaron
indigeribles filmes como Holy Motors, El muerto y ser
feliz o la soporífera y rudimentaria
aproximación al fenómeno migratorio mexicano Aquí y allá. El
antaño «enfant terrible» galo L. Carax pretende estérilmente reflejar en Holy Motors, con
poca gracia, atmósferas siniestras y trasnochado experimentalismo de «qualité»,
la degradación moral del hombre contemporáneo a través de la jornada laboral de
un extraño actuador. No vuela mejor J.
Rebollo con el patetismo seudolírico de El muerto y ser feliz,
que abusa decididamente de una voz en off sin mayor objeto que la de mazcarle
al espectador la historia de una fuga de carretera de un enfermo terminal que
huye sin rumbo fijo del dolor de sus tumores y de los convencionalismos.
ANIMALS |
El cine español de buenas hechuras
estuvo representado por Animals, ópera prima de M. Forés, sugerente, aunque desigual, indagación de vena
psicologista en las dudas e incertidumbres de unos estudiantes de colegio de
pago bilingüe atraídos por el lado oscuro de la realidad; y la descomunal
epopeya de aliento antropológico que es Chaika, dirigida con mano maestra y excelente ritmo por M. Á. Jiménez acerca de
unos personajes instalados en un escenario apabullante y gélido que configura
sus caracteres de expulsados de la vida.
Al comienzo de una de las sesiones,
una señora de mi fila de butacas, ante el aforo completo de la sala, comentaba
con medida sorpresa e indisimulada euforia que vaya hambre de cultura que tenía
el personal. Me pareció el más acertado diagnóstico que justifica por qué son
necesarios ciclos como el que acabamos de disfrutar en la levítica ciudad.
Fotograma de AMOR Y LETRAS |
HOLY MOTORS |
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