En las últimas décadas del siglo pasado, penetró y anidó en el mundo editorial una ventisca de esteticismo mareante. La literatura pareció contagiarse de una enfermedad que la condenaba a sestear repantigada en el estéril colchón escapista que le daba la espalda a la realidad social. Sensación tan preocupante nos ha empujado a realizar una encuesta entre 13 escritores en activo, naturales o afincados en Asturias, y a los cuales hemos trasladado dos cuestiones que consideramos básicas:
1) ¿Ha desaparecido el compromiso social en las letras asturianas del siglo XXI?
2) ¿Tiene lectores la crítica del poder y de sus estragos éticos?
El resultado, exceptuando el escepticismo que atenaza a muchos de los juicios emitidos cuando otean el panorama presente y lo encuentran lleno de quincalla y claudicaciones, mantiene un cierto grado de esperanza, ya que se vindica en dichas opiniones un llamamiento para que las obras literarias no pierdan su entidad como sólido artefacto artístico no perecedero. Los autores nos hablan, sin máscaras, del utilitarismo de lo literario, imbricado en la compleja red social de aciertos, renuncias y necesidades. El orden establecido para dar entrada a sus respuestas se rige por una sola prioridad: la del año de nacimiento.
I. Nel Amaro (1946-2011), escritor y creador conceptual, autor de las novelas en bable: “¡Adiós, Dvorak!” (1990), “L’últimu del pelotón” (1994) o “¡¡¡Falanxista!!!” (1995).
1) Sí, ha desaparecido casi completamente. Ahora esas “cosas” no están bien vistas ni por los mismos escritores, ni tampoco por editores y “críticos”. Queda, como mucho, para el pasado, para la gente aquella del Surdimientu [movimiento de dignificación lingüística surgido en los años finales del franquismo y que reivindicó el cultivo del bable o lengua asturiana para la creación literaria], que no sabía hacer otra cosa que politizarlo todo. Actualmente, el mundo funciona “al dereches” y los escritores están para relatarnos bondades, la belleza de este mundo sin conflictos. Además, en Asturias, sin ir más lejos, no hay problemas “de fondo”, así que todos a trabajar “la forma”.
2) Pienso que esos lectores están repantigados delante de la RTPA (Radio Televisión del Principado de Asturias), la misma que tanto criticaron hace bien poco, disfrutando con las migajas que dejan para la cultura autóctona. Si ya nos dejan jugar en la teletini, ¿para qué queremos más? Hoy, el lector asturiano de la literatura asturiana, apuntado seguramente a varias oenegés, desea un producto bajo en calorías (críticas). Lo que hay, para verlo está. Y diría, además, que es una literatura “clónica”.
II. José Ángel Ordiz Llaneza (1955), narrador en castellano, ha publicado las novelas: “Las muertes de un soñador” (1995), “Buenas noches, Laura” (2006) o “Las luces del puerto” (2010).
1) Desaparecido o no en la literatura asturiana, que en nada se diferencia de otras literaturas, el compromiso social acaba, o tiene su propio origen, donde empiezan los intereses particulares.
2) Pocos que no deseen ese poder siempre parecido. Alcanzarlo, sirviéndose de los estragos éticos, o mantenerlo mediante la refutación de esos desmanes.
III. Fernando Fonseca (1956), novelista, ensayista y dramaturgo, es autor de: “La voz geométrica” (1992), “El mirlo y la boa” (1995), “Pabellón de eternos” (2006) y “Amanece en Praga” (2008).
1) Sospecho que, en cualquier caso, habría que redefinir los contenidos de la entelequia “compromiso social”. A mi entender, la estética es, por sí misma, la ética del arte. He ahí el principal compromiso (a secas). Por otro lado, la literatura actual, asturiana o no, todavía pertenece al siglo XX (y gracias).
2) En todo caso, hablaríamos de lectores con una ambición intelectual más bien adocenada y amnésica, salvo románticas excepciones.
IV. Jesús Aller (1956), narrador y poeta, ha publicado varias entregas, entre ellas las tituladas: “Non serviam” (1987), “Teoría del centro” (1990), “Asia, alma y laberinto” (2002) o “Recuerda” (2004).
1) Me temo que la literatura asturiana no se libra del tsunami posmoderno y consumista que asuela todas las manifestaciones artísticas. Con pocas, aunque valiosas, excepciones, lo predominante ahora es la contemplación maravillada del propio ombligo y un desprecio absoluto por la tragedia del mundo, la realidad de guerra y saqueo que el poder impone en él. Esta ignorancia es lo que se prestigia y aplaude. Alguien que simplemente llame las cosas por su nombre corre el riesgo de no existir en la jungla mercantilizada y cobarde en que han convertido la literatura.
2) Sí que los tiene, aunque no los que serían necesarios para que esa crítica sirviera verdaderamente para algo. Es importante pensar que de la belleza y emoción de lo que escribimos depende que esos lectores sean más cada vez. Quiero decir que la literatura es un arma más para crear esa conciencia necesaria contra la mentira y el sufrimiento evitable de millones de seres inocentes.
V. Xulio Arbesú (1957), escritor en bable, es autor de las novelas: “Potestas” (2003) y “El pisu d’enriba” (2007).
1) Me parece que no. La mayor parte de los escritores asturianos somos gente con mucho sentido del compromiso social. Lo que pasa es que todas las épocas tienen sus manías, sus asignaturas pendientes, su visión de los problemas sociales y de lo que está por solucionar. Puede ser que en lo que llevamos de siglo no aparezca tanto en los textos como en épocas pasadas el asunto de la injusticia social entre ricos y pobres o entre amos y trabajadores; pero hay un tema que está de moda, o, dicho más seriamente, está en el candelero porque es la culminación de un proceso: la igualdad de género. Estoy acordándome ahora de las últimas novelas que leí en asturiano. En una el protagonista era un emigrante fastidiado por esa condición. En otra, había una gente empeñada en ponerle obstáculos a la instalación de un centro comercial en el entorno de una aldea. En mi novela “El pisu d’enriba” quien vea frivolidad por su humor no está atendiendo a los problemas sociales que plantea, uno patente (el ruido de los bares) y otro de fondo (las dificultades de las minorías para hacerse oír). Quiero decir que el compromiso social tiene muchas caras, porque lo social es diverso, complejo, muchas veces contradictorio. Y digo más, que el escritor que escriba con sinceridad, con autenticidad desde sí mismo, ya está cumpliendo su principal cometido social.
2) A mí me da risa algunas veces oír lo malos que son los políticos y el montón de culpas que atesoran, cuando son un calco de la media de la población. Los hay buenos y malos, altos y bajos, como la gente de cualquier calle. Los estragos éticos son como árboles que tienen sus raíces, el tronco, las ramas y las hojas. Los políticos son las hojas, nada más. Hay países africanos donde el estado moderno es poco menos que imposible porque están acostumbrados a la organización tribal y cuando llega un presidente nuevo todos los altos cargos pasan a ser de su tribu o etnia. Nosotros estamos un escalón por encima, no dos. Entonces, ¿qué queremos? La crítica del poder tiene más lectores cuando es demagogia que cuando conlleva autocrítica. Por ejemplo, se habla de la burbuja inmobiliaria española buscando un sistema sencillo de culpas que vayan a parar en colectivos concretos, particularmente el de los políticos. A nadie le interesa reconocer que la inversión por antonomasia del español medio es un piso o un segundo piso o un tercer piso. Y la deuda que tanto distorsiona nuestra economía es en gran medida deuda privada. Con esto no quiero decir que no haya que ser muy serios con la corrupción del poder. Todo lo contrario.
VI. Susana Pérez-Alonso (1958), narradora en castellano, ha publicado, entre otros, los libros: “Mandarina” (2000), “Nada te turbe”, (2002), “La vida es corta, pero ancha” (2005) y “Melania Jacoby” (2010).
1) Sí, ha desaparecido totalmente. Los supuestos intelectuales viven a la sombra del poder y da vergüenza, hay muchos ejemplos de ello.
2) Muchos. La gente cada día busca más críticas y lecturas que partan de opiniones independientes, equivocadamente o no.
VII. Nieves Viesca (1959), poetisa y narradora, es autora de varios libros: “La danza del equilibrio” (1996), “Metamorfosis del sentimiento” (2002) o “Diecinueve o veinte líneas” (2009).
1) Con los instrumentos políticos que en la actualidad se están facilitando hay posibilidades de explorar, a través de la cultura, una búsqueda común hacia inquietudes sociales. La obra de autores como Ángel Guinda o actitudes como la de don Enrique Carballeira (organizador de unas Jornadas en lengua y cultura asturiana en la ciudad de Nueva York) confirman la existencia actual de un compromiso irrenunciable.
2) Para el lector de este nuevo siglo, interactuar con la realidad, tomar conciencia de un espacio que reivindique con objetividad problemáticas del presente y no tanto del futuro, es un pensamiento social en formación. Recuperar la riqueza cultural supone cierta oposición crítica que sólo llega con la lengua que nos define.
VIII. Juanjo Barral (1962), poeta y novelista, es autor de obras como: “Londres” (1992), “Parece mentira” (1999), “Poemas de andar por casa” (2001), “Navajo Bridge” (2007) o “1.028 olas” (2007).
1) Es imposible que desaparezca el compromiso social de la literatura. La persona es anterior al escritor y el compromiso tiene que ver con la responsabilidad, individual y colectiva. Así que mientras haya violencia, injusticia, impunidad... nos seguirá afectando. Y se traslucirá en lo que escribimos.
2) Noam Chomski o Eduardo Galeano tienen millones de lectores, interesados en la capacidad reveladora de la literatura y en el desarrollo de una conciencia crítica.
IX. Neto (1962), escritor gráfico, es autor, entre otras publicaciones, de los libros: “Ente llinies” (2002), “Gladius” (2006) o “Cuentos d’outros sieglos” (2007).
1) No sé si desapareció del todo, pero lo que sí hizo es disminuir. Hay que tener en cuenta que la temática con más compromiso social en la literatura asturiana se dio en el Surdimientu, y ello no era ajeno al momento histórico en que tuvo lugar: los años del tardofranquismo y la transición, un momento en que se estrenaban nuevas libertades y se podían contar cosas antes censuradas. Había entonces más sensibilización. Las temáticas hoy están más abiertas, pero algún rastro de compromiso social creo que sí es posible detectar en algún caso.
2) Bueno, si he de referirme al campo donde desarrollo mi actividad habitual, que es el humor gráfico, y considerando éste un género periodístico y, por tanto, un género literario, tengo que decir que sí, que los humoristas tenemos muchos lectores. Hay que tener en cuenta que el humor gráfico, el dibujo satírico, siempre tiene como punto de mira al poder, la crítica política y la crítica social. El humor, por esencia, va siempre contra el poder. Los humoristas gráficos estamos constantemente criticando a los políticos, a los que gobiernan por tener el poder y a los de la oposición por querer tenerlo. Por otro lado, cuando en la literatura se utiliza el recurso del humor, suele ser para poner en solfa el sistema, la sociedad, el poder... La ironía, los dobles sentidos suelen esconder duros ataques que de otra manera parecerían demasiado directos.
X. Xosé Nel Riesgo (1963), narrador y geógrafo, autor de las novelas en bable: “El cai nunca duerme” (1989), “Parque temáticu” (2005) y “Escrito na ceniza” (2006).
1) Hay una literatura que podríamos llamar “oficial”, afectada por un mal que bien pudiéramos denominar como “síndrome de Arcadia”, y que presenta sus síntomas más evidentes a través de una insistente rotación alrededor de una idealizada falsedad, que nada tiene que ver con la fantasía, proyectando unas imágenes “bajadas” (como archivos de la red) de otras realidades literarias, territoriales y sociales. Ello, socialmente hablando, al menos dentro del espacio residual del asturianismo del siglo XX, tiene unos efectos narcotizantes indiscutibles. Sin embargo, para las cohortes más jóvenes que están arribando a la madurez en este nuevo milenio, conserva una preocupante etiqueta de “fuente” documental para interpretar hasta el pasado de Asturias, lo cual actúa como elemento de distorsión a la hora de entender correctamente, dialécticamente, los orígenes de esto, que acaba por convertirse en una ficción en lugar de una verdad histórica. Con frecuencia podemos escuchar o leer a perfectos indocumentados sobre nuestra Historia referirse “ex ignorantia plena” a épocas pretéritas, desde un supuesto conocimiento empírico que les habrían aportado sus propios escritos, lo que llega muchas veces al delirio. Los autores críticos de verdad son tan pocos, y están tan silenciados por el nanosistema mediático, que no configuran ni movimiento ni grupo. Son individualidades que bastante tienen con llevar a cuestas una suerte de exilio intraprovincial.
2) Yo trasladaría esta cuestión a una encuesta entre lectores, en la que, pongamos por caso, se les planteara nombrar a tres autores críticos con el poder en el siglo XXI, o tres obras, me da igual. Si se la plantea usted, tendrá la respuesta en la mano.
XI. Javier Lasheras (1963), poeta y novelista, ha publicado, entre otros, los siguientes libros: “La paz definitiva de la nada de Martín Huarte” (1999), “El amor inútil” (2004) y “Fundición” (2008).
1) Habría que definir muy bien qué es el compromiso social. Por esto, la respuesta ya está lastrada antes de contestar. Sin embargo, y aun a riesgo de caer en la obviedad, hoy por hoy y en términos generales, el hecho de escribir ya contiene una dosis muy alta de compromiso con la sociedad. Porque pensar, sentarse ante la pantalla o el papel, escribir y luego tratar de que tu trabajo llegue a los lectores ya supone –amén de lo que individualmente suponga para cada escritor– una actitud ante la sociedad y una visión del mundo. Tal vez esto no signifique en sí mismo un compromiso social pleno, pero desde luego es bastante más que no hacerlo.
2) Supongo que sí tiene lectores, como los tiene cualquier otro tema. Lo que no creo que exista en esta crítica del poder (¿qué es el poder? Warren Buffett, George Bush, el barril de petróleo, ZP, los alcaldes de Oviedo y Gijón o los jubilados que juegan al golf en Miami mientras intercambian acciones...) es un debate social inmediato cada vez que aparece un libro –narrativa, poesía o ensayo...–. ¿Por qué? Es muy fácil la respuesta: la literatura no siempre llega a tiempo para responder a los interrogantes que la sociedad y el poder plantean y, cuando lo hace, deja bastante que desear. Para eso podía estar el periodismo, pero ya se sabe que éste ha concluido escandalosa y aburridamente en un cuarto poder, mamporrero del político y del económico. Coda de “El Roto”: Yo creí que era importante tener un estilo hasta que descubrí que lo básico era tener un crítico (“El País”, 14-II-2001).
XII. Jaime Priede (1965), poeta y traductor de Anne Michaels o Raymond Carver; entre su producción figuran los libros: “El coleccionista de tarjetas postales” (2000) y “Dejad que baile el forastero” (2004).
1) En mi opinión, sería necesario revisar ambos conceptos y los conceptos son limitaciones que poco o nada dicen de lo que realmente ocurre. En esta nueva época que tan poco tiene que ver ya con la de la segunda mitad del siglo XX, el compromiso social no creo que pueda responder a las mismas premisas que entonces porque el mundo y nuestra forma de habitarlo es diferente, no sé si mejor o peor. Vivimos en un planeta cyborg que puede resultar más cómodo, más simpático pero también más demoledor. La injusticia social, el abuso de poder y la desigualdad de oportunidades entre los seres humanos (es una abrumadora mayoría la que lo pasa realmente mal) se han convertido en una rutina mediática. Creo que ya no sabemos nada del dolor del otro, precisamente porque se dice y se muestra tanto. El dolor ya no tiene esa agudeza desestabilizante capaz de conmover y agitar las conciencias. Las nuevas formas de relacionarnos entre nosotros lo han situado en otro plano. Esto creo que también es válido para la literatura asturiana, entendiendo por tal concepto la literatura que se escriba desde Asturias.
2) La crítica del poder podría resultar ingenua precisamente por la despersonalización y dispersión del mismo. Tú mismo tienes cierto poder en el momento que tienes la capacidad y oportunidad de plantear públicamente este reportaje. Yo también al contestar lo que me parezca. Nada parecido, desde luego, al poder que sustentan los monopolios y los magnates de la economía. Pero el poder económico, el que mueve hoy el mundo, lo está impregnando todo de una pegajosa capa de salitre que nos ensucia moralmente y nos impide ver la realidad de lo que se va quedando detrás por todos los rincones del mundo. El “estrago ético” de todo esto me parece una de las expresiones más acertadas que he oído en los últimos tiempos. Sí, creo que hay lectores y espectadores para esto último.
XIII. Maxi Rodríguez (1965), dramaturgo, ha estrenado y publicado piezas como: “¡Oé, oé, oé!” (1994), “El color del agua” (1995) o “El lóbulo y las orejas” (1999).
1) No tengo ni conocimientos ni perspectiva para valorar la literatura asturiana en general. Solamente me siento algo cualificado –no demasiado– para opinar sobre nuestra literatura dramática y, en concreto, sobre la práctica escénica del Principado, que es a lo que me vengo dedicando (entre otras cosas) desde hace más de veinte años. Y en este sentido, he de reconocer que la tentación de lo “políticamente correcto” sigue gravitando sobre nosotros quizá por la dependencia económica de la Administración regional y quizá, en gran medida, por lo difícil que nos resulta desprendernos (al menos conscientemente) del rodillo implacable del “pensamiento único”. En cualquier caso, siempre habrá gente –la hay– comprometida con su mirada y ofreciendo, a su manera, un espejo crítico de nuestra sociedad.
2) Creo que sí. A los espectadores (sigo hablando de teatro) les interesan las propuestas críticas con el poder. El espectáculo catártico y transgresor tiene muchos seguidores. Tiene, incluso, lista de espera... Suele agradecerse la actitud de los creadores que pretenden actuar sobre la realidad y humilde, y muchas veces cándidamente, tratan de cambiarla.
1) ¿Ha desaparecido el compromiso social en las letras asturianas del siglo XXI?
2) ¿Tiene lectores la crítica del poder y de sus estragos éticos?
El resultado, exceptuando el escepticismo que atenaza a muchos de los juicios emitidos cuando otean el panorama presente y lo encuentran lleno de quincalla y claudicaciones, mantiene un cierto grado de esperanza, ya que se vindica en dichas opiniones un llamamiento para que las obras literarias no pierdan su entidad como sólido artefacto artístico no perecedero. Los autores nos hablan, sin máscaras, del utilitarismo de lo literario, imbricado en la compleja red social de aciertos, renuncias y necesidades. El orden establecido para dar entrada a sus respuestas se rige por una sola prioridad: la del año de nacimiento.
I. Nel Amaro (1946-2011), escritor y creador conceptual, autor de las novelas en bable: “¡Adiós, Dvorak!” (1990), “L’últimu del pelotón” (1994) o “¡¡¡Falanxista!!!” (1995).
1) Sí, ha desaparecido casi completamente. Ahora esas “cosas” no están bien vistas ni por los mismos escritores, ni tampoco por editores y “críticos”. Queda, como mucho, para el pasado, para la gente aquella del Surdimientu [movimiento de dignificación lingüística surgido en los años finales del franquismo y que reivindicó el cultivo del bable o lengua asturiana para la creación literaria], que no sabía hacer otra cosa que politizarlo todo. Actualmente, el mundo funciona “al dereches” y los escritores están para relatarnos bondades, la belleza de este mundo sin conflictos. Además, en Asturias, sin ir más lejos, no hay problemas “de fondo”, así que todos a trabajar “la forma”.
2) Pienso que esos lectores están repantigados delante de la RTPA (Radio Televisión del Principado de Asturias), la misma que tanto criticaron hace bien poco, disfrutando con las migajas que dejan para la cultura autóctona. Si ya nos dejan jugar en la teletini, ¿para qué queremos más? Hoy, el lector asturiano de la literatura asturiana, apuntado seguramente a varias oenegés, desea un producto bajo en calorías (críticas). Lo que hay, para verlo está. Y diría, además, que es una literatura “clónica”.
II. José Ángel Ordiz Llaneza (1955), narrador en castellano, ha publicado las novelas: “Las muertes de un soñador” (1995), “Buenas noches, Laura” (2006) o “Las luces del puerto” (2010).
1) Desaparecido o no en la literatura asturiana, que en nada se diferencia de otras literaturas, el compromiso social acaba, o tiene su propio origen, donde empiezan los intereses particulares.
2) Pocos que no deseen ese poder siempre parecido. Alcanzarlo, sirviéndose de los estragos éticos, o mantenerlo mediante la refutación de esos desmanes.
III. Fernando Fonseca (1956), novelista, ensayista y dramaturgo, es autor de: “La voz geométrica” (1992), “El mirlo y la boa” (1995), “Pabellón de eternos” (2006) y “Amanece en Praga” (2008).
1) Sospecho que, en cualquier caso, habría que redefinir los contenidos de la entelequia “compromiso social”. A mi entender, la estética es, por sí misma, la ética del arte. He ahí el principal compromiso (a secas). Por otro lado, la literatura actual, asturiana o no, todavía pertenece al siglo XX (y gracias).
2) En todo caso, hablaríamos de lectores con una ambición intelectual más bien adocenada y amnésica, salvo románticas excepciones.
IV. Jesús Aller (1956), narrador y poeta, ha publicado varias entregas, entre ellas las tituladas: “Non serviam” (1987), “Teoría del centro” (1990), “Asia, alma y laberinto” (2002) o “Recuerda” (2004).
1) Me temo que la literatura asturiana no se libra del tsunami posmoderno y consumista que asuela todas las manifestaciones artísticas. Con pocas, aunque valiosas, excepciones, lo predominante ahora es la contemplación maravillada del propio ombligo y un desprecio absoluto por la tragedia del mundo, la realidad de guerra y saqueo que el poder impone en él. Esta ignorancia es lo que se prestigia y aplaude. Alguien que simplemente llame las cosas por su nombre corre el riesgo de no existir en la jungla mercantilizada y cobarde en que han convertido la literatura.
2) Sí que los tiene, aunque no los que serían necesarios para que esa crítica sirviera verdaderamente para algo. Es importante pensar que de la belleza y emoción de lo que escribimos depende que esos lectores sean más cada vez. Quiero decir que la literatura es un arma más para crear esa conciencia necesaria contra la mentira y el sufrimiento evitable de millones de seres inocentes.
V. Xulio Arbesú (1957), escritor en bable, es autor de las novelas: “Potestas” (2003) y “El pisu d’enriba” (2007).
1) Me parece que no. La mayor parte de los escritores asturianos somos gente con mucho sentido del compromiso social. Lo que pasa es que todas las épocas tienen sus manías, sus asignaturas pendientes, su visión de los problemas sociales y de lo que está por solucionar. Puede ser que en lo que llevamos de siglo no aparezca tanto en los textos como en épocas pasadas el asunto de la injusticia social entre ricos y pobres o entre amos y trabajadores; pero hay un tema que está de moda, o, dicho más seriamente, está en el candelero porque es la culminación de un proceso: la igualdad de género. Estoy acordándome ahora de las últimas novelas que leí en asturiano. En una el protagonista era un emigrante fastidiado por esa condición. En otra, había una gente empeñada en ponerle obstáculos a la instalación de un centro comercial en el entorno de una aldea. En mi novela “El pisu d’enriba” quien vea frivolidad por su humor no está atendiendo a los problemas sociales que plantea, uno patente (el ruido de los bares) y otro de fondo (las dificultades de las minorías para hacerse oír). Quiero decir que el compromiso social tiene muchas caras, porque lo social es diverso, complejo, muchas veces contradictorio. Y digo más, que el escritor que escriba con sinceridad, con autenticidad desde sí mismo, ya está cumpliendo su principal cometido social.
2) A mí me da risa algunas veces oír lo malos que son los políticos y el montón de culpas que atesoran, cuando son un calco de la media de la población. Los hay buenos y malos, altos y bajos, como la gente de cualquier calle. Los estragos éticos son como árboles que tienen sus raíces, el tronco, las ramas y las hojas. Los políticos son las hojas, nada más. Hay países africanos donde el estado moderno es poco menos que imposible porque están acostumbrados a la organización tribal y cuando llega un presidente nuevo todos los altos cargos pasan a ser de su tribu o etnia. Nosotros estamos un escalón por encima, no dos. Entonces, ¿qué queremos? La crítica del poder tiene más lectores cuando es demagogia que cuando conlleva autocrítica. Por ejemplo, se habla de la burbuja inmobiliaria española buscando un sistema sencillo de culpas que vayan a parar en colectivos concretos, particularmente el de los políticos. A nadie le interesa reconocer que la inversión por antonomasia del español medio es un piso o un segundo piso o un tercer piso. Y la deuda que tanto distorsiona nuestra economía es en gran medida deuda privada. Con esto no quiero decir que no haya que ser muy serios con la corrupción del poder. Todo lo contrario.
VI. Susana Pérez-Alonso (1958), narradora en castellano, ha publicado, entre otros, los libros: “Mandarina” (2000), “Nada te turbe”, (2002), “La vida es corta, pero ancha” (2005) y “Melania Jacoby” (2010).
1) Sí, ha desaparecido totalmente. Los supuestos intelectuales viven a la sombra del poder y da vergüenza, hay muchos ejemplos de ello.
2) Muchos. La gente cada día busca más críticas y lecturas que partan de opiniones independientes, equivocadamente o no.
VII. Nieves Viesca (1959), poetisa y narradora, es autora de varios libros: “La danza del equilibrio” (1996), “Metamorfosis del sentimiento” (2002) o “Diecinueve o veinte líneas” (2009).
1) Con los instrumentos políticos que en la actualidad se están facilitando hay posibilidades de explorar, a través de la cultura, una búsqueda común hacia inquietudes sociales. La obra de autores como Ángel Guinda o actitudes como la de don Enrique Carballeira (organizador de unas Jornadas en lengua y cultura asturiana en la ciudad de Nueva York) confirman la existencia actual de un compromiso irrenunciable.
2) Para el lector de este nuevo siglo, interactuar con la realidad, tomar conciencia de un espacio que reivindique con objetividad problemáticas del presente y no tanto del futuro, es un pensamiento social en formación. Recuperar la riqueza cultural supone cierta oposición crítica que sólo llega con la lengua que nos define.
VIII. Juanjo Barral (1962), poeta y novelista, es autor de obras como: “Londres” (1992), “Parece mentira” (1999), “Poemas de andar por casa” (2001), “Navajo Bridge” (2007) o “1.028 olas” (2007).
1) Es imposible que desaparezca el compromiso social de la literatura. La persona es anterior al escritor y el compromiso tiene que ver con la responsabilidad, individual y colectiva. Así que mientras haya violencia, injusticia, impunidad... nos seguirá afectando. Y se traslucirá en lo que escribimos.
2) Noam Chomski o Eduardo Galeano tienen millones de lectores, interesados en la capacidad reveladora de la literatura y en el desarrollo de una conciencia crítica.
IX. Neto (1962), escritor gráfico, es autor, entre otras publicaciones, de los libros: “Ente llinies” (2002), “Gladius” (2006) o “Cuentos d’outros sieglos” (2007).
1) No sé si desapareció del todo, pero lo que sí hizo es disminuir. Hay que tener en cuenta que la temática con más compromiso social en la literatura asturiana se dio en el Surdimientu, y ello no era ajeno al momento histórico en que tuvo lugar: los años del tardofranquismo y la transición, un momento en que se estrenaban nuevas libertades y se podían contar cosas antes censuradas. Había entonces más sensibilización. Las temáticas hoy están más abiertas, pero algún rastro de compromiso social creo que sí es posible detectar en algún caso.
2) Bueno, si he de referirme al campo donde desarrollo mi actividad habitual, que es el humor gráfico, y considerando éste un género periodístico y, por tanto, un género literario, tengo que decir que sí, que los humoristas tenemos muchos lectores. Hay que tener en cuenta que el humor gráfico, el dibujo satírico, siempre tiene como punto de mira al poder, la crítica política y la crítica social. El humor, por esencia, va siempre contra el poder. Los humoristas gráficos estamos constantemente criticando a los políticos, a los que gobiernan por tener el poder y a los de la oposición por querer tenerlo. Por otro lado, cuando en la literatura se utiliza el recurso del humor, suele ser para poner en solfa el sistema, la sociedad, el poder... La ironía, los dobles sentidos suelen esconder duros ataques que de otra manera parecerían demasiado directos.
X. Xosé Nel Riesgo (1963), narrador y geógrafo, autor de las novelas en bable: “El cai nunca duerme” (1989), “Parque temáticu” (2005) y “Escrito na ceniza” (2006).
1) Hay una literatura que podríamos llamar “oficial”, afectada por un mal que bien pudiéramos denominar como “síndrome de Arcadia”, y que presenta sus síntomas más evidentes a través de una insistente rotación alrededor de una idealizada falsedad, que nada tiene que ver con la fantasía, proyectando unas imágenes “bajadas” (como archivos de la red) de otras realidades literarias, territoriales y sociales. Ello, socialmente hablando, al menos dentro del espacio residual del asturianismo del siglo XX, tiene unos efectos narcotizantes indiscutibles. Sin embargo, para las cohortes más jóvenes que están arribando a la madurez en este nuevo milenio, conserva una preocupante etiqueta de “fuente” documental para interpretar hasta el pasado de Asturias, lo cual actúa como elemento de distorsión a la hora de entender correctamente, dialécticamente, los orígenes de esto, que acaba por convertirse en una ficción en lugar de una verdad histórica. Con frecuencia podemos escuchar o leer a perfectos indocumentados sobre nuestra Historia referirse “ex ignorantia plena” a épocas pretéritas, desde un supuesto conocimiento empírico que les habrían aportado sus propios escritos, lo que llega muchas veces al delirio. Los autores críticos de verdad son tan pocos, y están tan silenciados por el nanosistema mediático, que no configuran ni movimiento ni grupo. Son individualidades que bastante tienen con llevar a cuestas una suerte de exilio intraprovincial.
2) Yo trasladaría esta cuestión a una encuesta entre lectores, en la que, pongamos por caso, se les planteara nombrar a tres autores críticos con el poder en el siglo XXI, o tres obras, me da igual. Si se la plantea usted, tendrá la respuesta en la mano.
XI. Javier Lasheras (1963), poeta y novelista, ha publicado, entre otros, los siguientes libros: “La paz definitiva de la nada de Martín Huarte” (1999), “El amor inútil” (2004) y “Fundición” (2008).
1) Habría que definir muy bien qué es el compromiso social. Por esto, la respuesta ya está lastrada antes de contestar. Sin embargo, y aun a riesgo de caer en la obviedad, hoy por hoy y en términos generales, el hecho de escribir ya contiene una dosis muy alta de compromiso con la sociedad. Porque pensar, sentarse ante la pantalla o el papel, escribir y luego tratar de que tu trabajo llegue a los lectores ya supone –amén de lo que individualmente suponga para cada escritor– una actitud ante la sociedad y una visión del mundo. Tal vez esto no signifique en sí mismo un compromiso social pleno, pero desde luego es bastante más que no hacerlo.
2) Supongo que sí tiene lectores, como los tiene cualquier otro tema. Lo que no creo que exista en esta crítica del poder (¿qué es el poder? Warren Buffett, George Bush, el barril de petróleo, ZP, los alcaldes de Oviedo y Gijón o los jubilados que juegan al golf en Miami mientras intercambian acciones...) es un debate social inmediato cada vez que aparece un libro –narrativa, poesía o ensayo...–. ¿Por qué? Es muy fácil la respuesta: la literatura no siempre llega a tiempo para responder a los interrogantes que la sociedad y el poder plantean y, cuando lo hace, deja bastante que desear. Para eso podía estar el periodismo, pero ya se sabe que éste ha concluido escandalosa y aburridamente en un cuarto poder, mamporrero del político y del económico. Coda de “El Roto”: Yo creí que era importante tener un estilo hasta que descubrí que lo básico era tener un crítico (“El País”, 14-II-2001).
XII. Jaime Priede (1965), poeta y traductor de Anne Michaels o Raymond Carver; entre su producción figuran los libros: “El coleccionista de tarjetas postales” (2000) y “Dejad que baile el forastero” (2004).
1) En mi opinión, sería necesario revisar ambos conceptos y los conceptos son limitaciones que poco o nada dicen de lo que realmente ocurre. En esta nueva época que tan poco tiene que ver ya con la de la segunda mitad del siglo XX, el compromiso social no creo que pueda responder a las mismas premisas que entonces porque el mundo y nuestra forma de habitarlo es diferente, no sé si mejor o peor. Vivimos en un planeta cyborg que puede resultar más cómodo, más simpático pero también más demoledor. La injusticia social, el abuso de poder y la desigualdad de oportunidades entre los seres humanos (es una abrumadora mayoría la que lo pasa realmente mal) se han convertido en una rutina mediática. Creo que ya no sabemos nada del dolor del otro, precisamente porque se dice y se muestra tanto. El dolor ya no tiene esa agudeza desestabilizante capaz de conmover y agitar las conciencias. Las nuevas formas de relacionarnos entre nosotros lo han situado en otro plano. Esto creo que también es válido para la literatura asturiana, entendiendo por tal concepto la literatura que se escriba desde Asturias.
2) La crítica del poder podría resultar ingenua precisamente por la despersonalización y dispersión del mismo. Tú mismo tienes cierto poder en el momento que tienes la capacidad y oportunidad de plantear públicamente este reportaje. Yo también al contestar lo que me parezca. Nada parecido, desde luego, al poder que sustentan los monopolios y los magnates de la economía. Pero el poder económico, el que mueve hoy el mundo, lo está impregnando todo de una pegajosa capa de salitre que nos ensucia moralmente y nos impide ver la realidad de lo que se va quedando detrás por todos los rincones del mundo. El “estrago ético” de todo esto me parece una de las expresiones más acertadas que he oído en los últimos tiempos. Sí, creo que hay lectores y espectadores para esto último.
XIII. Maxi Rodríguez (1965), dramaturgo, ha estrenado y publicado piezas como: “¡Oé, oé, oé!” (1994), “El color del agua” (1995) o “El lóbulo y las orejas” (1999).
1) No tengo ni conocimientos ni perspectiva para valorar la literatura asturiana en general. Solamente me siento algo cualificado –no demasiado– para opinar sobre nuestra literatura dramática y, en concreto, sobre la práctica escénica del Principado, que es a lo que me vengo dedicando (entre otras cosas) desde hace más de veinte años. Y en este sentido, he de reconocer que la tentación de lo “políticamente correcto” sigue gravitando sobre nosotros quizá por la dependencia económica de la Administración regional y quizá, en gran medida, por lo difícil que nos resulta desprendernos (al menos conscientemente) del rodillo implacable del “pensamiento único”. En cualquier caso, siempre habrá gente –la hay– comprometida con su mirada y ofreciendo, a su manera, un espejo crítico de nuestra sociedad.
2) Creo que sí. A los espectadores (sigo hablando de teatro) les interesan las propuestas críticas con el poder. El espectáculo catártico y transgresor tiene muchos seguidores. Tiene, incluso, lista de espera... Suele agradecerse la actitud de los creadores que pretenden actuar sobre la realidad y humilde, y muchas veces cándidamente, tratan de cambiarla.
(Publicado en Papel Literario Digital que se edita en Málaga, 1/07/2011)
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