De acuerdo, no demasiadas. Pero
la vejez, salvo que se instale en nuestro cuerpo la enfermedad, no es tan mala.
Hay que prepararse, también es cierto, para ella. Cosa que por desgracia no se
suele hacer. Lo más frecuente es que estemos esperando como agua de mayo por la
jubilación y luego, cuando llega, pocos son los que saben qué hacer con ella.
Yo que la tengo, la jubilación, a la vuelta de la esquina como quien dice, creo que estoy en el momento más equilibrado
de mi vida. He aprendido a controlar las emociones, que debe de ser lo más
difícil de conseguir. Cualquiera que le dé hacia atrás a la moviola de su vida
se dará cuenta de la cantidad de chantajes a las que ha estado sometido, incluso por quienes dicen
quererle mucho. Nos sorprendería la cantidad de cosas de nuestro agrado a las
que hemos renunciado –sin que en absoluto fueran malas- porque un padre, una
madre, un hijo, un novio o un marido –y la lista podría ser más larga- ejercía
sobre nosotros una encubierta presión que iba directamente dirigida a nuestras
emociones: a hacernos sentir culpables
por no corresponder a sus perspectivas, a su cariño, al deber, a mil argumentos
ligeros de importancia pero de mucho
peso para nuestras jóvenes y poco
preparadas emociones. Y, por supuesto, a la inversa: nosotros hemos ejercido
esas mismas presiones sobre ellos. Al final, todos perjudicados. Pues bien, con
el paso de los años vas dándote cuenta que no todo es tan importante y que de
lo que trata es de ser un poco feliz y de dejar que los demás también lo sean.
Esa es la primera ventaja.
Otra, es que ya te importan muy poco los
comentarios de los demás, incluso te hacen gracia. Hace un tiempo, cuando me
divorcié, algunas personas se dedicaron a colgarme como novio o amante a todo
el que se me acercaba. Un café con un amigo, un almuerzo, un paseo…
automáticamente se convertía en un “anda
con…”, y quienes quería ir más lejos “está liada con…”. Podría haber sido
cierto, pero el tiempo fue desmontando los comentarios. Por suerte, como me
pillaron con una edad ya madura, pues siempre me hicieron gracia y no me causaron ninguna preocupación. Si hubiese
sido más joven, probablemente me habrían
hecho mucho daño.
Una más, es aquella que te
permite manifestar tu opinión libremente, sin el temor de hace el ridículo o de
mostrar públicamente tu ignorancia. Que, dicho sea de paso, con el tiempo te
das cuenta que es mucha. Tomas
conciencia de lo poco que sabes de todo, de las grandes lagunas que hay en tus
conocimientos. Pero también aprendes que los demás casi siempre van en tu mismo
carro, aunque intenten parecer lo contrario. Tú ya no necesitas demostrar nada,
eres lo que eres.
El miedo es un tema
ya más complicado. Yo, que nunca
he sido una persona de miedos, ahora me salta con cierta frecuencia el temor al
final. Que no a la muerte, suelo decir
que con ella se acaban los problemas,
con el disentimiento de todos. Pues lo que se suele comentar es que “todo tiene
remedio, menos la muerte”. Por mi parte, la muerte es quien remedia cualquier
problema. Pero bueno, eso no lo voy a discutir. Nunca entendí, por ejemplo,
cómo en un funeral el sacerdote puede contarnos que el finado ya ha pasado a
una vida mejor, que se encuentra con Dios y toda esa vida gloriosa que nos dice,
y, pese a ese convencimiento, nadie se quiere morir. Extraño. Cómo queremos
tardar en llegar a alcanzar ese gozo que nos espera en el más allá… No lo
entiendo bien, pero bueno, mi miedo es el del más acá. No me da ningún miedo
morir –ya lo dije-, por ahí ha pasado –y pasará- todo ser vivo, ¿por qué
revelarme contra esa realidad tan natural
como vivir? Mi miedo es cómo morir, y en manos de quién. Esto último lo que más
me preocupa. Por eso no quisiera vivir muchos años, justo aquellos en los que
mis neuronas sigan funcionando, en los que no dependa físicamente de nadie. No
me importa envejecer, pero hasta ese punto en el que pueda mantener mi
dignidad. Me produce más que miedo, pánico, pensar que alguien tenga que
cambiarme el dodotis, limpiarme los mocos, darme de comer o tirar por mi cuerpo
deteriorado. A eso no quisiera llegar. Así que no me agrada nada la idea de
vivir muchos años. Pero, mientras llega el deterioro físico natural quiero
disfrutar de las ventajas que nos dan
los años, que no son otra cosa que experiencia. Si hubiese una segunda
oportunidad seguro que todo sería distinto.
Hace solo unas semanas vi un comentario sobre el Dr. Azaka Solution Temple, alguien hablando sobre cómo la ha ayudado en su relación también lo contacté porque estaba enfrentando el mismo problema en mi relación, hoy puedo recomendar con valentía la solución del Dr. Azaka Templo para alguien que también enfrenta una ruptura en su relación para contactarlo hoy para obtener ayuda porque me ha ayudado a restablecer mi relación a la normalidad, aquí están sus datos de contacto: Azakaspelltemple4@gmail.com o whatsapp +1(315)316-1521, gracias señor Dios lo bendiga.
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