Es un artículo extremado, de extrema actualidad y de extrema
sensibilidad.
El autor no puede decir que le
resultó complicado redactarlo, no, de ninguna manera. Fue de alumbramiento natural,
sin forzamiento y sin estrés. No tuvieron que acudir lo que en España se
llamaron comadronas y que en Francia se siguen llamando “las mujeres sabias” (les femmes sages).
Lo más difícil, para el autor,
resultó prescindir de sí mismo, gran obstáculo, para así no interferir en el
libre albedrío de los lectores ante las cuestiones planteadas.
Y esto se destaca ante la peste de escritores y articulistas que
confunden, estrepitosamente, los medios de comunicación con púlpitos de
predicadores. Me resultan insoportables, por vulgares y faltos de recursos,
quienes se dedican a decir a sus lectores lo que éstos han de pensar. A esa recua, la denomino “articulistas
normativos”.
En “Dudas sobre la vida…” se concluye ante tanta duda, incluso de
naturaleza política, con una llamada a la inteligencia
política, tan escasa como necesaria –se escribe-.
Si la lectura en soledad y en
silencio es la recomendable, pudiera ser interesante un acompañamiento musical,
pero muy limitado: un “Stabat Mater
Dolorosa”, que puede ser obra del compositor italiano Pergolesi, del checo Antonin
Dvorak o del francés Francis Poulenc.
También en esto el lector tiene
la última palabra: de gustibus non dispuntandum.
Y una de las pocas certezas de un
austríaco dudoso (Thomas Bernhard): “El
arte consiste en tocar cada vez mejor el instrumento que se ha elegido”. ¡Adelante
y a ello!
FOTOS CEDIDAS POR ÁNGEL AZNÁREZ
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