lunes, 11 de agosto de 2014

"LAS GOLONDRINAS AZULES", artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO ("La Nueva España, 11/8/2014)"


                                    LAS GOLONDRINAS AZULES


                                                                       ¿Quién reina agora en España?
                                                                       -Murió Filipo III –dije yo.
-Fue santo rey, de virtud incomparable –dijo el nigromántico- según leí yo en las estrellas pronosticado.
                                                                       -Reina Filipo IV días ha –dije yo-..
-¿Eso pasa? –dijo-.
                      Sueños y discursos (Quevedo).


                           Primero fue el recorrido por Agreda, la musulmana, subido a un camello –soñando como Aladino- y sentado entre sus dos jorobas, que caminaba no por el “arre, arre camellito” sino por el “krr, krr” de beduino, propulsado de atrás a adelante, que es, según los de Arabia, la manera fetén de leer el Corán. Más tarde tocó la travesía por la judería, colocada una kippa en lo más alto de la cabeza y sujeta a la calva –los calvos- con un imperdible (¡que calvario, señor, el de los calvos!). Después de todo aquello, por fin, fuimos a visitar lo nuestro.

Vista parcial y trasera del "mini-bus" o camioneta del viaje. De espalda: don Ignacio, Norberto, AlejandroSuárez y Rafael Juesas


                           Y ¿qué es lo nuestro?, pues lo de siempre, lo de toda la vida, lo único verdadero: también lo de Dios, pero esta vez en versión cristiana de Uno y Trino. Dejamos arriba e intramuros la Villa agredeña, para entrar en la iglesia y convento de las Reverendas Madres Concepcionistas y de la Inmaculada, descalzas, franciscanas, de clausura severa y más recoletas que las Agustinas. Mi “santa”, Sor María de Jesús, en ese convento de La Inmaculada, escribió cartas a Su Majestad, Filipo IIII (o IV); y en ese convento tuvo los arrebatos místicos en sus días finales con el imperativo “ven, ven y ven”, que repetía a Dios, lo cual, por cierto, siempre me pareció inapropiado, pues a Dios, cercana la muerte, debería haberle dicho “voy, voy, voy”, que es más educado.

El maestro, divino y humano (don Ignacio de la Concha), con parsimonia de dandy -los que siempre tienen prisas son horteras- tiraba de la cadena para sacar el reloj del bolsillo del chaleco de pana. Los discípulos, que llevábamos la pana en los pantalones, impacientes por ver el cuerpo incorrupto de la Venerable Madre, penetramos en el templo por una estrechez, una ranura, que, poco a poco, se iba abriendo hasta quedar de par en par (la puerta del Templo); momento en el que ocurrió un portento.

Locutorio de las monjas de clausura de las Concepcionistas de Agreda


Resulto que aquellas Madres estaban barriendo y encerando la Iglesia; que, por ser de estricta clausura, siempre con el rostro cubierto y detrás de rejas y celosías, nunca tuvieron tan cerca unos “hombrones”, una marabunta de “hijos” de Ignacio, no siendo causa de pecado sino el pecado mismo. Echaron las monjitas a correr hacia la sacristía, ingrávidas, fugitivas, persignándose una y otra vez, al tiempo que se oía el ruido del roce de los rosarios que colgaban y las penitencias o disciplinas que caían.

Las tocas almidonadas parecían planear como cigüeñas; las Madres movían los brazos sin ton ni son, pareciendo volátiles y volanderas, recordando su volar desconcertante al de las golondrinas y, puesto que el hábito monjil era azul celeste, el color inmaculado de La Inmaculada, las golondrinas era azules. “Volverán las oscuras golondrinas en su balcón sus nidos a colgar” cantó el poeta romántico (Becquer). ¡Qué bobada! Fue el mismo que escribió eso tan cursi de: “Poesía eres tú”. Ya se sabe, es que los poetas…

Ese episodio apoteósico de movimiento y colorido, dejó huella: no hay cuadro de golondrinas, incluso de Picasso, que supere la sensación, la emoción y el arte golondrinero de las de Agreda.

¡Jesús, qué belén se organizó! ¡Qué enredos, qué marañas! Don Ignacio tuvo que entrar en el locutorio de monjas, pidiendo disculpas a la Madre-tornera, quedando los discípulos a la espera en un cuarto, de cuyas paredes colgaban cuadros de santos, de un color amarillo rancio, como el tocino rancio. Encima de una mesa camilla, escuálida y sin faldones, había unos “cuadernillos” azules con letras negras: El Pan  de los Pobres. Y como la conversación entre la monja-tornera y el maestro duraba, todo fueron cábalas; que si estarían rezando una Avemaría; que si estarían intercambiando estampitas; que si el nuestro, por ser de mucho galanteo, estuviera galanteando con la tornera (no supimos que se llamase Margarita). Que de burlador, nada de nada.

La "mandadera" de las monjas y una turista

Todo ya resuelto, a trancas y barrancas, Don Ignacio, sulfuroso, hizo sonar el “tararí” con la corneta, y volvimos a entrar en el templo, esta vez como Dios manda. Cerca del altar, a la derecha, rodeamos, maestro y discípulos, el cuerpo incorrupto de Sor María, y allí -ella muy atenta-, me tocó pronunciar la “ponencia histórica”, que versó sobre las Cartas de Sor María dirigidas al Rey, el Felipe IV. Había escogido para el comentario, el siguiente texto de la Carta CDXLI:
“Señor mío, las guerras entre príncipes cristianos son para defender sus estados, ciudades y reinos, quédanse en fines humanos; pero las que son con herejes y enemigos de Dios defienden Su causa y la fe santa, con que por todos los lados, se justifica la guerra” (año 1656).

El lector no esperará que ahora analice las enjundias de ese interesante texto del pensamiento católico del “bellum iustum, ni que enrede con los repetidos consejos de la Madre Venerable a Su Majestad, que antes de Rey, debería ser, según ella, cristiano -principio del máximo sometimiento de lo político a lo religioso, en teoría y en práctica-. Fue muy interesante, para la Historia, lo que escribió la monja en la falda del Moncayo, y a la que el Rey tanto leyó; una monja, no obstante lo de la Monarquía religiosa y Absolutísima, a la que “zurró” la Santa Inquisición y el Santo Oficio (los inquisidores de la Orden de Predicadores se paseaban por el claustro de San Esteban (Salamanca) presumiendo de Vitoria.

Cuadro de La Inmaculada en el Convento de las Concepcionistas
Años después, cuando un adjunto de otro profesor grande, don Luís Díez del Corral, en un examen de Políticas, me preguntó sobre el pensamiento político en el barroco español, se sorprendió que diera pelos y señales de Sor María y también –le añadí- que podía darlos de Sor Petronila Magdalena de Jesús y de María Santísima, contestándome él, atemorizado: “No, por María Santísima, no”. Y ello también se lo debo a mi profesor de Historia del Derecho.

Es muy de advertir que de todas las peripecias, muchas, ocurridas en mis visitas frecuentes a conventos de monjas de clausura –una pasión-, de las más destacadas no ocurrió allí, allá o acullá, sino aquí, en Oviedo, en la calle Muñoz Degraín. El misterio de las Carmelitas Descalzas encerradas con severidad en su convento en aquella calle, me envolvió.

Ocurrió que, por arte de milagro, fuese a vivir al piso 5º del número 20 (hoy 30) de la Calle Sacramento (esa casa hoy está pintada de un rojo pimentón), también con vistas directas a Muñoz Degraín. Resultó que, lo que no podía ver por abajo, lo veía por arriba: el pasillo conventual hacia la huerta, situada al fondo. Por ese pasillo transitaban las monjas legas, que eran tres: una pequeñita, otra muy garbosa y la tercera, mayor, que calzaba madreñas, grandes, muy grandes, como las de Telva y Pinón y el “sobrín” Pinín; también a ese pasillo se asomaba la pollería alborotada del convento, para ver lo mismo que yo, pero desde el otro lado.

Siempre a las monjas de clausura atribuí, por místicas, poderes de elevación y/o levitación, y me pregunté muchas veces recordando a la lega del Carmelo ¿cómo se puede levitar con madreñas, y con madreñas tan grandes? Nunca lo supe y sigo en el dilema: o es que no levitan o es que levitan hasta con madreñas. Y lo del brazo incorrupto de Teresa, Santa Carmelita, que tanto pasearon por la calle Santa Susana de Oviedo, con cirios, faroles y escapularios, lo dejamos para otra crónica.


Vista del Convento (Agreda)

Sólo por esta ocasión: que Dios guarde y resguarde a Filipo o Felipe VI, y que su última morada sea en el Panteón del Monasterio (El Escorial). Que no le ocurra lo que a Filipo V, que está en una Granja.

Ángel Aznárez.  


  
                                                      


viernes, 8 de agosto de 2014

ÁNGEL AZNÁREZ VUELVE A INFORMAR A QUIENES LE SIGUEN POR LA ESCRITURA, QUE NO SON, POR SER MUY LIBRES, SUS SECUACES:


En breves horas, saltará a la pilastra, que es también palestra, una nueva crónica, que es local por ser de Soria, y global por ser mundial.
Como por arte de magia o de chistera, se recuerda a los calvos en su calvario; se recuerda a los que siempre andan con prisas que son unos horteras (no hay foto de protagonistas de la Feria de Muestras de Gijón, con las manos juntas apoyándolas en la bragueta); se recuerda a los pájaros, muy numerosos, aún no enjaulados; y se recuerda a una monja, con extrañas calzas, muy pesadas para elevarse o levitar hacia el Cielo, por mística.   
Con ello, los lectores tendrán una idea aproximada y precisa, a la vez, del contenido de la crónica.
La foto que se adjunta fue realizada en el Monasterio de Santa María de la Huerta (Soria). El monje del Cister, con su ropaje gris, de puntillas como un bailarín y enseñando calcetines, sale fotografiado en plenitud del “ora et labora”, que es lo que   se debe hacer cuando se tiene la Regla.
Y termino: una ilustrada lectora, que vive por San Esteban de las Cruces, me formula la siguiente comprometida pregunta: “¿Cómo es posible, don Ángel, que habiendo tantos capullos y tan variados, haya tan pocas mariposas?”. Y la respondí: “Señora mía, de Zoología apenas entiendo, pues lo mío son las ciencias artificiales, del  hombre o de Dios”.
 


lunes, 4 de agosto de 2014

"LA MONJA POLÍTICA Y LA POETISA SORDA", artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO PUBLICADO EN "la Nueva España" (4/8/2014)


                        LA MONJA POLÍTICA Y LA POETISA SORDA
                                                                                 

¡Señor y Dios nuestro, glorifica en la tierra a la Venerable Madre Sor María de Jesús de Agreda (1602-1665), por cuyo medio descubrimos los insondables tesoros de gracia concedidos a la Inmaculada Madre de tu Hijo!
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)



            El maestro, divino y humano (Ignacio de la Concha), se acaloraba al subir al carretón o mini-bus; no podían sostener tantas cosas, ¡tantas!, que de él colgaban: el aparato de fotos, el libro de don Miguel (Unamuno) “Por tierras de Portugal y de España”, la gorra de mayoral de toritos en capea, la cachava, la Corona que caía del ojal, la pipa, la sortija de aristócrata en el dedo meñique, y los tirantes. Nos despedimos de las monjas de Santa Clara, en su convento soriano de Santo Domingo; unas monjas que, como su Fundadora, doña Clara de Favarone, son de muchas claras y yemas; de muchos huevos, huevazos.
El autor en una universidad de postín, antes de esto, aquello y lo otro
En aquella Iglesia, dos sores clarisas, permanentemente, adoraban al Santísimo Sacramento expuesto. La concentración de ellas era tal que no respondieron a mi endiablada provocación, susurrándoles muy cerca y por detrás, un nervioso “bisbisbis”. Nada, que ni caso me hicieron. Tanta concentración, en rezos, me recordó a las Madres Adoratrices, las de la calle del Sacramento de Oviedo, éstas no de Santa Clara sino de Santa María Micaela, que también, a pares, adoraban continuamente a lo más Santo. Las ovetenses hijas de Santa Micaela tenían una ventaja muy grande: don Gonzalo, cura, con finura de Toro (ahí nacido) y un bastante tarambana, era su capellán y confesor.


Estampa de Sor María de Agreda. Venerable
Desayunamos hojaldres y almendrados en el convento de las descalzas clarisas y franciscanas; desde él miramos al Instituto de Enseñanza Media, próximo, en el que enseñó don Antonio Machado, que ahí estaba esculpido, señoreando una cabeza grande, inmensa (los listos son siempre grandes de cabeza o cabezones y de narices poderosas; los de “cabecitas” y “chatos” son los otros). Después iniciamos la ruta a Almazán, que fue mora y cristiana, atravesando trigales capados (ya sin espigas) y campos de girasoles, que giraban para ver al sol -¡qué giros los de los girasoles, sin despepitarse, qué insolación por contemplativos!-.







Desde el fondo Juan Jesús González, Norberto, la poetisa, Paulino Folgueras y Adolfo A. Busto 
Y llegamos, el maestro y sus alumnos, a Almazán, siendo recibidos con parabienes por el Río, entre choperas, de Castilla (el “Padre Duero”), y por las señoritas, “solterones y repolludas” -tal como escribimos en anterior Crónica-, que nos recibieron en su palacio con cajitas de yemitas. En palacio las saboreamos (las yemitas, naturalmente), y hasta las chupamos -para saborear, de verdad, se recomienda siempre chupar, que es un consejo mío, no de cocinero de moda (afamados chefs) o “papadores” de natas-. Contemplamos con ansia, como ratones dentro del queso, las yemitas, coloradas como soles, en su redondez, sus capitas como estratos, sus cristales de azucares para alegría y pena de las caries dentales y mentales. De allí, tan lejos, como en alfombra voladora de Las mil y una noches, volví al ovetense Paseo de Los Álamos, donde me obligaban a merendar yemas batidas, mientras miraba a Begoñita (Begoña Pérez, ex concejala de Oviedo), que jugaba con su aro (la copita de “vino Sansón” en casa, en la calle Campomanes).    
No se quién, en tal trance de gozo (esta palabra gusta mucho a los obispos castos y no sé por qué), recordó a los “tocinillos” de Grado, muy de aquí, de la abuela; pero no, las diferencias son muchas: la principal es que los de Grado –dije- son paralelepípedos y poligonales, y las de Almazán son redondas y “chonchonas”. Y entretanto, al tiempo de esas elucubraciones, ocurrió un portento: las dos señoritas nos dijeron que tenían una sirvienta que era un monstruo, una monstruosidad, que siendo analfabeta y sorda era una poetisa de primera, pues tenía dotes innatas para hacer versos y recitarlos. Con nuestra mucha expectación, se llamó a la tal sirvienta-poetisa, y allí se presentó, con muchos años por ser de los tiempos de Mari Castaña; toda vestida de negro y con pendientes de rancia castellanía, como los de las Batuecas -pudiera ser la esposa de don Agapito Marazuela, tocador de dulzaina-. De repente empezó, de manera imparable, a recitar versos y coplillas, con rima de tercetos y cuartetas. Aquella mujer era un verdadero vate, una rapsoda y orate, en carne (poca) y hueso (mucho).

Don Ignacio apenas contenía la emoción, hormigueándole la perilla y con el cazo frontal en forma de puchero. A mí, tal portento, me recordó otro: a mi profesor de Griego, en los Maristas (de Santa Susana): don Valentín de la Varga; la punta de sus zapatos punteros iba siempre alzada -tal alzamiento era muy visible encima de una tarima- y comprobé después que los que vistieron sotana, tienen unos andares especiales (la excepción es mi querido “sanjuanín” don Álvaro Iglesias F., que anda como Dios manda, y don Herminio, párroco de Guimarán, también querido, que apenas anda por glotón). Y don Valentín, en griego, hablaba de Homero, que era ciego, poeta y analfabeto; justamente lo mismo que la sirviente aquella de las señoritas de Almazán.   
Dejamos la villa adnamantina –me dicen hoy mis amigos de allí, que es una villa riquísima pues llevan dos años tocándoles la Lotería de Navidad- y fuimos hacia el Moncayo, llegando a otra villa, la villa agredeña (por Agreda), aún en tierras sorianas y de la Diócesis de Burgo de Osma, ya sin las dulzuras anteriores, y con amarguras por sus muchos helechos y cardos. Es en el convento e iglesia de La Concepción (de Agreda), de las sores concepcionistas y de La Inmaculada, descalzas, contemplativas y de clausura perpetua, donde está el cuerpo incorrupto de mi Venerable Sor María de Jesús; para mí, muy importante desde que la encontré por primera vez en aquel “itinerario histórico” ignaciano, quedando en el acto prendado y prendido de ella (El lector se explicará más adelante esta extravagancia).
Antes de entrar en el convento, que está abajo y extramuros como manda la regla de las Concepcionistas, subimos a lo alto para ver la Agreda berebere y musulmana.  Allí está la imponente Puerta del Califa, desde la que se ven, abajo, los muchos huertos de patatales y espárragos, y los cajoncitos de la “abejería” o arte de abejas. Y justo, bajo la Puerta-mora pasaban entonces dos mulas cargadas hasta los topes, y me dio que pensar tal hecho y pensé lo siguiente: en vez de mulas por allí deberían pasar camellos, muchos camellos. Aquello, ver mulas queriendo ver camellos en sitios que fueron de Alá, me fue muy útil, pues junto a las moras La Giralda de Sevilla y a La Mezquita de Córdoba, pedí siempre pasear, no en coche de caballos, que es muy cristiano, sino en coche de camellos, que es muy moro.   
Y ya ante el convento de mi Venerable incorrupta, debo interrumpir mi Crónica, para no ser largo y tendido –insisto: espero que sea sólo en la escritura-. De los portentos que ocurrieron en el interior de la clausura, tratará la siguiente Crónica. Sólo añadiré que, por mi Sor María de Jesús, interpelé al Obispo de Burgo de Osma y escribí al P. Gaspar Calvo Moralejo (Ofm), Vicepostulador de la Causa de Santificación de la monja concepcionista, para quejarme de que Santa Teresa de Jesús sea Santísima teniendo sólo incorrupto el brazo, y mi Sor María, teniéndolo todo incorrupto, sea sólo Venerable. Y lo de las “monja política” ¿por qué? También se explicará en la siguiente Crónica.
"El cabezón de Antonio Machado"

Es muy de advertir al lector lo siguiente: Sor María de Jesús de Agreda es un personaje religioso, político y literario de primer nivel en la España del Siglo XVII, durante el Reinado de Felipe IV, una vez caído en desgracia el Conde-Duque de Olivares (1643), después del desastre de lo de Portugal y Cataluña. A ella estudié con pasión –la llamé “loca” por ser sin mesura-, siendo para mí formación histórico-política y jurídica muy importante, al igual –bueno, casi-, que la también monja Sor Petronila Magdalena de Jesús y de María Santísima. Todo ello, también, se lo debo a don Ignacio de la Concha, mi profesor de Historia del Derecho.    

domingo, 3 de agosto de 2014

ÁNGEL AZNÁREZ INFORMA...

"el autor mismo o de perfil"
... a su distinguida clientela de seguidores y seguidoras, que, en horas breves, se publicará la continuación del relato anterior, que aquí mismo pueden ver y oler, justo debajo de lo de doña Delia.

En verdad, lo del viaje es un texto y sobre todo un pretexto; es como una batalla, campal, muy campal. Y saco a pasear a unos que llamo “papa-dores“ de natas (¿quíenes serán?) y a una monja muy querida por mí, Sor Petronila Magdalena de Jesús y de María Santísima.

Y que les plazca y que Dios quiera.


viernes, 1 de agosto de 2014

DELIA SÁNCHEZ NOS CUENTA SU VIAJE A TRUJILLO, MÉRIDA Y CÁCERES

     

 (3, 4 y 5 de julio de 2014)

  Aún con el tratamiento para la hinchazón de mis piernas, que en todos los viajes me causan problemas (pues hace un mes que  regresé del crucero por Los Países bajo y he llegado con la necesidad de tener un serio tratamiento), ello no fue obstáculo  para poder disfrutar del viaje programado por el Ateneo a tres ciudades de gran importancia histórica: Trujillo, Mérida y Cáceres.
    Día tres: Llegada a Trujillo al mediodía, y almuerzo en el Parador. A continuación, visita guiada por la histórica ciudad de Trujillo, desde la hermosa Plaza Mayor hasta el Castillo (antiguo alcázar árabe) en la cima de la ciudad. Todo el trayecto está jalonado por edificios históricos, muchos de ellos  con sus escudos de armas. Es una ciudad que ha desempeñado un papel importante en la historia de Extremadura, además de ser cuna de Francisco Pizarro, conquistador de Perú, de Francisco de Orellana, descubridor del río Amazonas… En 1892, con motivo del 4º centenario del descubrimiento de América, el gobierno español le concedió el título de “Excelencia” en homenaje a Francisco Pizarro.

 
  Su importancia histórica ha hecho de Trujillo un importante centro turístico de Extremadura.
   Sin olvidarnos de la inseparable botella de agua, seguimos ruta, unos noventa Km hacia Mérida. Alojamiento en el hotel Velada Mérida.
    Día cuatro: Primera visita al Teatro y Anfiteatro Romano, Templo de Diana, Arco de Trajano, Los Foros, Puente Romano… Luego, un merecido descanso en la Plaza Mayor, donde unas personas del grupo decidimos prescindir del almuerzo en el hotel y quedarnos a tapear lo típico de la tierra. En esto hemos tenido  la gran suerte de encontrarnos ante la casa de Nico Jiménez Torrero, “Maestro Cortador de Jamón”, “Premio a la mejor trayectoria profesional Gastronómica”, “Cuchillo de Oro” etc. Nos dejamos aconsejar por el servicio, y lo servido en la mesa (jamón ibérico de bellota, quesos, embutidos…) estaba todo exquisito; para remate, una foto con el Maestro.
    Desde allí, visita al Museo Nacional de Arte Romano, coincidiendo con el homenaje al primer emperador romano Octavio Augusto en el bimilenario de su muerte.  Se trata de una magna exposición sobre su figura con 71 piezas procedentes de museos de toda España y algunas de Portugal.
    Tras unas horas de descanso, nos preparamos para asistir al “Festival Internacional de Teatro de Mérida”: ópera “Salomé” de Richard Strauss. De la representación no puedo opinar porque de ópera lo ignoro todo. Sí puedo decir que el marco es  ¡incomparable! Sentarse en la grada y ver todo el entorno resulta fascinante.
  

  Día cinco: Nos dirigimos a Cáceres, ciudad cargada de historia. Declarada Patrimonio de la Humanidad, es uno de los conjuntos urbanos de la Edad Media y Renacimiento más completos y mejor conservados de Europa, y el primero de España.
   Desde la hermosa Plaza Mayor te adentras por calles, plazas, palacios, iglesias y murallas, y parece que estás en una época diferente, que has viajado al pasado. Es común que Cáceres reciba la denominación figurativa de “la villa de los mil y un escudos”, debido a la considerable cantidad de blasones familiares que adornan sus fachadas. (El número de estos blasones se estima en un centenar).

  Estoy muy agradecida al Ateneo Jovellanos por todo lo programado por tierras extremeñas. Ha sido un gran placer volver a admirar sus hermosas ciudades y revivir su interesante historia.
            Finalmente, almuerzo en El Parador y regreso a Asturias.
                                                                         Delia Sánchez

Oviedo, julio de 2014







lunes, 28 de julio de 2014

"VIAJE CON UN POETA Y UN HISTORIADOR (del DERECHO)" por el magistrado ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO (publicado en el diario "La Nueva España, 28/7/14)



                                   ¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,
                                   espuma de la montaña
                                   ante la azul lejanía,
                                   sol del día, claro día!
                                   ¡Hermosa tierra de España!
                                               A. Machado


Acabo de regresar de Soria y de sus campos, y en cada “estar” allí –frecuente-, sufro de una emoción distinta. La de esta vez fue, habiendo pernoctado en el Parador de Turismo de la capital, cercano al cementerio, el recuerdo a mi compañero en el Notariado (y amigo), allí enterrado, Juan Francisco Delgado de Miguel, que murió, no ha demasiado, mientras rezaba ¡cómo no! en el interior de una catedral alemana.
Ese trajín mío soriano, de ir, estar, venir, volver, una y otra vez, es consecuencia, de lo que “viví” la primera vez que allí estuve –lo que hoy, con palabra bárbara, se llama “impacto”. Aquélla, la primera visita a Soria, junto a una docena de “escogidos” alumnos de Derecho, casi chavales, tuvo dos personajes principales.
Un personaje real (de carnes gordas), pacífico y colérico, aristócrata y villano (natural de Villaviciosa), que, siendo oficialmente profesor de Historia del Derecho, lo que explicaba, en realidad, eran historias pintorescas. Este personaje se llamó Ignacio de la Concha. Y el otro personaje ideal (las carnes se la comieron en la tumba los bichos) y muy contradictorio -siendo andaluz, fue el “Poeta de Los Campos de Castilla”, y siendo primoroso en las letras españolas, enseñó las letras francesas. Este personaje se llamó Antonio Machado.  Ambos personajes fueron raros, rarísimos.
Primera extravagancia del viaje a Soria, pues la panera estaba en Carrión de los Condes (Palencia), en la finca del Marqués de la Valdavia. Los que aparecen en primera línea, de izquierda a derecha son: Adolfo A. Busto, Emilio García Pumarino, Angel Aznárez, Rafael Juesas,  Santos Coronas, Carlos Prieto, Paulino Folgueras (el del sombrero) y Alfredo

Aquel primer viaje fue en un “bus” mini, casi furgoneta o camioneta, cuya única potencia estaba en el tubo de escape, que era como el de una locomotora a vapor, pero no delante y arriba, sino atrás y abajo. El chofer, de Sama de Langreo, hacía caer por la frente una onda pelo al modo de Elvis Presley. Y el objetivo de aquel primer viaje “escolar” era ver, con promiscuidad de vicio, el nacimiento del “Padre Duero”, allá en los altos picos de la Sierra de Urbión. Antes de esa escalada, estacionamos primero en Soria capital y visitamos el cementerio, de mucho cemento, en el que reposan los restos de la “mujer-niña” de don Antonio Machado –se casó ella a los quince años-, y de la que se enamoró como se enamoran los locos, de manera atrabiliaria y extravagante. ¡Pobrecita Leonor!
Los cementerios solían ser visita obligada en los llamados “itinerarios históricos” o viajes organizados por don Ignacio. La visita al nicho, por ejemplo, en el cementerio de Salamanca, de don Miguel Unamuno, era de rigor y obligado en cualquier viaje, viniera o no a cuento. ¡Ay, qué pequeños eran antes los cementerios y que grandes son ahora! Y es que soy incapaz de quitarme de la cabeza lo del nicho de don Miguel: ¿Cómo puede ser que Unamuno, que sabía de todo, incluso que el cristianismo es genial, esté y siga estando en un nicho del montón y de serie, horizontal en un vertical, anodino, ladrillero fúnebre, no en sepulcro, mas o menos blanqueado, o en sepultura con recordatorio como de Primera Comunión? Si algún lector/lectora, que todo lo sabe, me lo explicase, sepa que me habrá quitado un peso de encima.
Después de desayunar panes de hogaza y uvas de tempranillo (finales de septiembre), y visitar a San Saturio en su ermita, el “mini-bus-camioneta” nos subió a Covaleda, donde visitamos la iglesia gótica de los santos Quirico y Julita, que así se llama de verdad y no es broma -a mí lo de Quirico y Julita, nombres él de gallo y ella de modista, me gustó mucho, mucho-. Y en Covaleda compramos panes y chorizo (¡qué chorizo!), que eso fue lo que comimos, más arriba, casi en el cielo, en los campos “machadianos” de los Alvargonzález y al borde de la Laguna Negra.

Tocamos hayas, álamos, encinas y pinos, éstos que por ser muy verdes parecían azules; subimos a vericuetos, veredas y  colinas, unas calvas y otras con cuatro pelos. Vimos nubes rojas que hacían dibujos en el cielo sin compás ni cartulina. Y todo en la tierra sobre la que exclamó el poeta: “¡Oh tierras de Alvargonzález, en el corazón de España, tierras pobres, tierras tristes, tan tristes que tienen alma!”.
D. Ignacio, repartiendo pan y chorizo, custodiado por dos "ángeles custodios"; uno a la derecha ( Fernando Segura M) y otro a la izquierda (Adolo A. Busto).
            Allí, don Ignacio sacó el libro y leyó en alta voz, del poema “Campos de Castilla” de don Antonio, el capítulo de “Tierra de Alvargonzález”. La lectura fue acongojante y acojonante, pues, por la forma y modales, don Ignacio parecía un Don Quijote, en trance de sublime caballería. La chavalería, rodeando al maestro, estaba expectante y temerosa, pues al mínimo ruido de risa, se podía desencadenar la de dios por cachondeo ante tanta gravedad. El contenido del romance no podía ser, en primer lugar, más trágico, como de Freud: un padre que sueña; dos hijos-Caín (unos malvados) que matan al padre; un tercer hijo, pródigo, que llegó para morir; unas esposas (de los malvados) “fuinas” y “malonas”; y una madre santa. Y todo ello, en segundo lugar, por causa de la codicia por repartirse tierras, como si de una herencia se tratase. Esto último, en aquel entonces no lo entendí; ahora, sí y muy bien, después de derrochar fe en herencias y particiones, viendo peleas entre gentes vulgares.
Llegó la hora de comer, de comer el chorizo soriano con mucho pan, ¡Qué color lo del embutido, qué olor, qué sabor, qué picor, qué migas rojas las del pan crujiente! Los alumnos, cual pajes de Su Majestad, pusimos al maestro el mantel (restos de periódico) sobre una piedra a modo de mesa, y comió él rodeado de Fernando Segura Morís y de Adolfo Álvarez Busto (buen Letrado amigo), que ahí aparecen en la foto, a derecha e izquierda, como dos ángeles custodios. Y, mientras comíamos, las codornices, mirando, dejaban de poner huevos y crotoraban como con amor, y las moscas, voraces y pertinaces, nos picaban allí donde podían, rascando la cabeza con sus patas ortopédicas.
El autor (Ángel Aznárez) en aquel tiempo
Ante el misterio de la Laguna Negra, nuestro afán romántico iba a más, pretendiendo encontrar con los ojos, bajo las aguas, los cuerpos del padre y del hermano, Alvargonzález, allí arrojados por los dos malvados. Nadie los vió, ni siquiera Juan Jesús González -que no estudiaba Derecho- y del que se decía que era inteligentísimo, acaso por eso tan negativo.
Aquellos pinares, verdes y azules, olían a fragancias y ambrosías, como olían los pinares entre Salinas y San Juan de Nieva, antes de que el progreso –llamando tal a industrias asquerosas, pestíferas y malolientes- los matase por envenenamiento. Los pinares de Urbión sacaban sus raíces muy cerca del paritorio continuo del Duero, que brotaban del suelo desquiciadas, haciendo figuras de esculturas imposibles, no del arte contemporáneo, sino del arte del más allá.
Don Antonio, después de enterrar a su Leonor, aburrido y triste en Soria como son los domingos de Soria, cogió el tren-correo y escapó a Úbeda; allí se acompañó de su segunda, Guiomar, y cambió los pinos por los olivares, que lucen olivas verdes de pendientes. Y allí fuimos, naturalmente, tras don Antonio Machado en otro viaje, pasando por Córdoba, la del orinal, así llamada (por nosotros) a consecuencia de un episodio dantesco causado por un orinal.
Dicen mi estimados lectores/ lectoras que soy escribiendo (escribiendo se aclara) largo y tendido. Esta vez, por eso, quiero ser corto y distendido. Añadiré únicamente que, después de bajar de la cuna del “Padre Duero”, los viajeros, dirigidos por el buen pastor (don Ignacio), hicimos un zigzag. Primero, por el “zig”, fuimos a una Villa, donde unas señoritas, solteras y repolludas, amigas de De la Concha, nos tenían preparadas unas “yemitas” dulces, las “yemitas” de Almazán. Después, por el “zag”,  fuimos a la falda de Moncayo, para ver, en Agreda, el cuerpo incorrupto (?) de Sor María de Jesús, con hábito azul de La Inmaculada, muy loca, una loca monja, que se carteaba con el Rey Felipe IV, también loco –con locura de un Austria y no con locura de un Borbón.

Lo de las “yemitas y lo de la monja se contara la semana próxima; que hay que escribirlo, con la natural licencia de mis preocupaciones y ocupaciones, bastantes.
P.S: De don Ignacio aprendí mucho, no en aula, sí en viajes; recordarle y recordar también al profesor historiador don Carlos Prieto, excelente, forman parte de mis imperativos categóricos.  




domingo, 27 de julio de 2014

PIXÁN CANTA LA POESÍA DE ROSALÍA DE CASTRO EN VALDEDIÓS ("LA NUEVA ESPAÑA" 27/07/2014)

Valdediós (Villaviciosa), Gonzalo BENGOA
"Me apetecía traer a Asturias este programa", comentó el tenor asturiano Joaquín Pixán en alusión a su participación, ayer, en los "Atardeceres musicales" que organiza la asociación ciudadana Círculo Cultural de Valdediós. Una serie de conciertos que comenzó en el salón de actos del monasterio maliayés. El programa llevó por título "La música en la poesía" y fue protagonizado por Pixán con el vasco Patxi Aizpiri al piano.
Foto  publicada en "La Nueva España" G.B.

El concierto tuvo una primera parte con música italiana de salón del siglo XIX de Francesco Paolo Tosti y versos de Gabriele d'Annunzio. "No es fácil de oír, porque no es la música de la memoria colectiva de la gente", explicó Pixán antes de ofrecer el concierto. El tenor asturiano también destacó la importancia de cantar en un marco incomparable como el monasterio de Valdediós. "No es una música conocida ni habitual en este tipo de programas, y por lo tanto supone una novedad en Asturias. Por eso tiene mucho interés para mí, y espero que para el público", añadió el artista de Cangas del Narcea.
Las butacas se completaron al poco tiempo de abrir el salón. Hubo quien, antes de comenzar el concierto, definió a Joaquín Pixán como "el mejor tenor que ha dado Asturias, con diferencia". No defraudó al público congregado en el primer concierto de verano de la asociación Círculo Cultural de Valdediós. El timbre del cantante es de los que no se olvidan y de los que permanecen en el recuerdo auditivo desde la primera vez que se escuchan. De eso dan fe los presentes en el programa de ayer.
En la segunda parte, Pixán interpretó los versos de "Cantares gallegos", el poemario que Rosalía de Castro publicó hace 150 años y que el tenor ha editado en un disco. Pixán se ha valido de la música que la poetisa y novelista compostelana ha inspirado en compositores de diversas épocas, caso de Antón García Abril, Jesús García Leoz, Jesús Legido Juan Durán y Joaquín Rodrigo, entre otros. De este último interpretó "Cantarte hei, Galicia", Joaquín Pixán conoce bien la poesía gallega, ya que ha dedicado también un disco a Ramón Cabanillas.
En palabras del musicólogo y crítico Arturo Reverter, los medios de Pixán son "idóneos para interpretar las piezas de este programa". "Requieren de esos grados de finura, de exquisitez y, en su caso, de valentía que han de dar forma a estas canciones que, en su mayoría, no son otra cosa que pequeños dramas que tienen un desarrollo que es preciso iluminar", añade el crítico en una valoración recogida en el programa editado por la asociación. Reverter añade: "las especiales hechuras de la voz del cantante, ese atractivo color de su timbre, se adaptan magníficamente al texto y a las notas".
El ciclo de conciertos de Valdediós continuará el próximo sábado, 2 de agosto, con "Los ángeles de la poesía y de la música", a cargo de la pianista María Teresa Hernández. El 9 de agosto será el turno de "Trío Concordiae", integrado por Asya Nebolsina (piano), Savva Fatkulin (violín) y Tobia Revolti (violonchelo). El título del recital será "El drama poético". El día 16 la propuesta será "La poesía de los instrumentos", con la actuación de la flautista Raquel F. Verdión, el guitarrista Rubén Abel Pazos y Juan Martínez-Cué, al violonchelo.

martes, 1 de julio de 2014

DELIA SÁNCHEZ VIAJA A LOS PAÍSES BAJOS Y NOS FACILITA SUS IMPRESIONES Y UNA EXTENSA GALERÍA DE FOTOS

CRUCERO POR LOS PAÍSES BAJOS Y BÉLGICA
                                                              (del 25 de mayo al 1 de junio de 2014)



       De nuevo viajando con el Ateneo: En las cuatro ciudades de Bélgica he estado hace años. Tenía gran interés en conocer los Países Bajos. ¿El motivo principal? por ser distintos, únicos. Un tercio de su territorio ha sido ganado al mar; la cuarta parte está bajo el nivel del mar. El recorrido fue largo; trataré de sintetizar lo más posible mis impresiones.
     Llegada a Ámsterdam a primeras horas de la tarde del domingo día 25. Subida a bordo en el Swiss Crystal y, sin descansar, varias del grupo, unidas a Inés y a Jacobo, dimos un paseo por la ciudad pasando por la Plaza Dam y regresando por la impresionante Estación Central. Por la noche, Copa de Bienvenida.
    Lunes 26. Ruta a pie (con el guía Sergio) por Ámsterdam, la capital oficial de los Países Bajos. Conocida como la Venecia del Norte, está asentada sobre decenas de islas, unidas por 1280 puentes y 163 canales. Los cuatro canales más importantes rodean la Plaza Dam. Todos ellos son una forma de controlar el agua dividiendo el cauce del río Amstel en numerosas vías navegables, y a su vez constituyen una excelente red de transporte y comunicación. Cada tres días, el agua de Ámsterdam es filtrada.
     Disfrutamos de casi tres horas de recorrido por esta hermosa ciudad, admirando el entorno, los puentes, los canales, también los canales subterráneos, bajo nuestros pies, y los característicos barcos viviendas (2500) que se encuentran anclados en sus orillas y constituyen un atractivo más.
       Visitamos luego el Barrio Judío, Casa de Ana Frank, Plaza Dam, Beatorios, el mercado flotante de las flores, y… bicicletas, bicicletas y más bicicletas. Esto no tenía que sorprenderme pues lo he visto por todo el norte de Europa, pero en Ámsterdam es alucinante. Se dice que hay tantas como habitantes tiene la ciudad. Hemos visto un aparcamiento con capacidad para cinco mil bicis. No existen autobuses para llevar a los niños al cole, éstos desde muy chiquititos ya la usan. Por un lado es fantástico, pero para el peatón es una incomodidad: tienes que ir con cien ojos porque los ciclistas son los que mandan.
     Por la tarde, excursión “Tour de Holanda del Norte”, la Holanda más tradicional, la de la larga lucha contra el mar: canales, diques, pólderes, sus fábricas de quesos, sus molinos. El final de la excursión era en Volendam, situada a la orillas del lago artificial Marken. Este último de gran interés, pero un gran aguacero nos impidió disfrutar de él. De reojo pude ver una enorme extensión de agua, parte de su extensión de 700 km.
   Cena Holandesa.
     Por la noche, paseo en barco por “Canales y Barrio Rojo”. Hicimos una parada para dar un paseo por el pintoresco Barrio Rojo, conocido mundialmente por sus estrechísimas callejuelas y los escaparates donde las prostitutas realizan sus actividades. Pero la lluvia nos la “jugó” y nos impidió ver el resto del Barrio. De nuevo seguimos navegando por sus canales.
    Martes 27: Mañana libre. Un paseo por la ciudad con Pilar. Por la tarde tenía prevista una excursión a la Haya y Delf, pero  seguía el mal tiempo, por lo que decidí no ir. Pero pude disfrutar de la navegación hacia Róterdam; desde cubierta, la panorámica de llegada a Róterdam es un placer. Fotografiar y contemplar sus rascacielos, edificios de arquitectura vanguardista, el edificio “De Róterdam/Oma”, La Casa Blanca, el puente Erasmo, el puente de Guillermo… Esto lo repetimos por la noche, iluminado, en un paseo a pie por la ciudad. Quedé sorprendida ante las famosas y originales Casas Cúbicas; muy bien explicadas por el guía Jordi, e incluso indagando en google, aún no llego a comprender cómo se puede vivir en ellas. Originales, sí, pero quizá muy incómodas. Algunas apreciaciones:
  El puerto de Róterdam es el más importante de Europa.
  Róterdam está a siete metros bajo al nivel del mar.
  Sus canales son subterráneos.
     Róterdam es el Centro Financiero de Holanda. Repito lo dicho por el guía Jordi: “En Róterdam se hace el dinero, en La Haya lo administran y en Ámsterdam se lo gastan”. Me hizo gracia al recordar lo que se dice en Galicia: “Mientras Vigo trabaja, Pontevedra duerme, Santiago reza, y La Coruña se divierte”.
     Regreso al barco Swiss Crystal. Me voy a permitir un poco de romanticismo. Nunca pensé que dormir debajo de un puente fuese tan bonito. He dormido a bordo del Swiss Crystal donde estuvo anclado por la noche, en el río Rin, debajo del puente Guillermo.
    Miércoles 28. Mañana de navegación hacia Gante. Dediqué tiempo a ver cómo funcionan las exclusas: es un proceso lento, lioso, pero creo que la lección me lo aclaró un poquito.
    Por la tarde salimos en autobús hasta la maravillosa ciudad de Gante, capital de Flandes oriental. Fue un recorrido muy interesante debido a la cantidad de edificios históricos que visitamos. En la Catedral de San Bavón hemos disfrutado ante el famoso retablo “La Adoración del Cordero Místico” de Jan van Eyck, la bellísima fachada del Ayuntamiento, el Castillo de los Condes de Flandes…
    Jordi nos habló de las mejores cervezas y, sentadita en una terraza con amigo/as, me dije: Delia, estás en el mejor país cervecero ¿por qué no te decides?  y con una Golden Drag me estrené, pues es la primera que bebo en mi vida, ¡qué buena, qué gustazo!
   Regreso al barco Swiss Crystal. Cena y disfraces de piratas.
   Jueves 29: Por la mañana, salida en autocar para visitar la ciudad de Brujas, Patrimonio de la Humanidad. Es una de las ciudades medievales mejor conservadas de Europa.
   Brujas tiene magia; un paseo por Brujas es un viaje al pasado, un cuento de hadas hecho realidad. Al igual que Ámsterdam y Estocolmo, entre otras, es conocida como la Venecia del Norte. Navegamos por sus canales medievales con la cámara en la mano constantemente para poder captar algo de tanta belleza. Luego, regreso en autocar hacia Amberes, donde nos esperaba el barco Swiss Crystal. Cena del Chef.
       Viernes 30: Por la mañana, con el guía Jordi, hicimos un recorrido a pie por el Centro Histórico de Amberes, y luego, una primera visita al castillo de Steen. Seguidamente, las Casas Gremiales de los Carniceros, la iglesia de San Borromeo, la Plaza Mayor, donde destaca el edificio del Ayuntamiento, lleno de banderas de muchísimos países; en la fachada principal he contado 67 banderas. Luego visitamos la Catedral de Nuestra Señora, la más grande y más importante iglesia gótica de toda Europa.
    Tarde libre. Con el plano de la ciudad en la mano, salimos Pilar, Tino, Manolo, su amigo y yo a callejear por la ciudad de la moda, de los diamantes y de Rubens, y llegamos  hasta la impresionante y majestuosa Estación Central. Descansamos después en una de sus bellas terrazas, y saboreamos, en el país de la cerveza, una De Konick (la propia de la ciudad), recomendada por el guía Jordi.
   Cena belga y Show de la tripulación.
   Sábado 31: A medianoche, el Swiss Crystal  zarpa hacia Bruselas.
    Después del desayuno, hicimos una visita panorámica general  por la capital belga, con parada obligada ante el Atomium,  monumento único y testimonio emblemático de la Exposición Universal de 1958.
   Desde la Plaza España, dimos un paseo hasta la bellísima Grand Place, una de las Plazas más notables de Europa, y mundialmente conocida por su riqueza ornamental. Hace años que estuve allí; aun así, es tan majestuosa que te sientes fascinada. Luego, la visita obligada al símbolo de la ciudad, el Manneken Pis, como también, ante él, la obligada foto.
    Almuerzo en el barco y, a continuación, excursión a Malinas y Lovaina. En Malinas, visita a los jardines del Palacio de Margarita de Austria (hermana de Felipe el Hermoso).Vivió allí cuando fue regente de los Países Bajos. Hoy es la sede de un juzgado. Seguimos luego a Lovaina. Lovaina es la ciudad universitaria de Flandes por excelencia. En su Universidad impartió clases Erasmo de Róterdam. Lovaina es conocida también por su  Plaza Mayor. El imponente edificio del Ayuntamiento, de estilo gótico, atrae las miradas ante su fachada, que contiene 236 esculturas de reyes, científicos, artistas, santos patronos. Todos aquellos que han desempeñado un papel fundamental en la historia de esta ciudad están aquí representativos.
    Otra Plaza de gran belleza es la Plaza del Mercado. A ambos lados de la plaza hay terrazas de bares y cervecerías con un gran ambiente.
   Regreso al barco.
    Cóctel de despedida en el salón. El Capitán y el Segundo de a bordo dirigen unas palabras a los viajeros. El equipo de Politours, los guías Sergio, Jordi y Laura, y el animador Sergio, en contacto diario con nosotros, alargaron la despedida.
Cena de Gala.
Concurso de fotografía y despedida del  último día de crucero.
    A las nueve de la  mañana  del domingo día 1de junio, desembarcamos  del Swiss Crystal para dirigirnos al aeropuerto, y en el vuelo de las once y media salimos hacia Bilbao, y en autobús desde Bilbao hacia nuestra Asturias.
     Fue un viaje bien organizado, gracias al que hemos podido ver lugares  muy  interesantes, por la historia de las ciudades visitadas, en las que los guías nos hacían recordar parte de nuestro pasado, la historia de España por Flandes. Por un lado fue un viaje agotador, pero puedo decir que quedé muy satisfecha por todo lo vivido; cansada, pero este cansancio me permitió poder decir con orgullo que, a mi edad, he logrado poner un “Pica en Flandes”.

                                                                                                     Delia Sánchez

Oviedo- junio de 2014

Paseando por Amsterdam

Grupo de viajeros


Dos viajeros con el edifico de Roterdam Oma al fondo 


Canales de Amsterdam

Delia y Pilar

Canales de Brujas



Atomium den Bruselas

En el ayuntamiento de Amberes

Mercado Viejo de Lovaina


Ayuntamiento de Lovaina

Delia y Puri en el puente de S. Miguel en Gante

Ayuntamiento y Palacio de Justicia en Brujas

Parque del Amor en Brujas

Dos viajeros en el puente de San Miguel en Gantes


  

lunes, 30 de junio de 2014

EL HOTEL DE LA AUTOPISTA


En el hotel de la autopista al que me refiero no hay plazas vacantes. No es posible, por suerte, reservar una noche. No tiene estrellas, aunque posiblemente desde el mismo se puedan contemplar. Por sábanas cuatro cartones y por colchas unas mantas viejas y raídas. Por supuesto no tiene cuarto de baño, ni comodidad alguna, y está ubicado en unas escaleras de un viejo edificio. Quienes viajen con cierta frecuencia a Oviedo ya saben de qué estoy hablando. Cuatro indigentes pernoctan cada noche en él. No diré sus nombres, aunque los conozco. Sí añadiré que las drogas y el alcohol han sido el salvoconducto para llegar a esa situación que, más que de pobreza extrema –que también- es signo de desarraigo social, de exclusión y abandono. Pero que nadie piense  que puede ser un fallo de los servicios sociales. Tal vez lo fue antes de que llegara esta situación extrema, ahora ya no es de su incumbencia. Aunque pensemos que sí.  Y digo esto porque quienes allí están no quieren reinsertarse en la sociedad -huyen de cualquier norma- y ésta no puede obligarlos a ir a un albergue o a un centro -caso de que los hubiera especializados para tales circunstancias-, porque la libertad de elegir está por encima de cualquier consideración. Parece extraño, pero no se les puede obligar a abandonar la calle. Sí se les puede echar de donde están, pero buscarían otro lugar. No esperan nada de la sociedad, como mucho unas monedas para subsistir. Prefieren ser libres, pese a que  el precio sea el que es. He conocido algunos casos, y de eso saben mucho los servicios sociales, de indigentes (¡qué palabra, Dios mío!) que se han escapado una y otra vez de lugares de acogida. La calle estigmatiza hasta límites  que es difícil imaginar – y más aún aceptar- en una sociedad como la nuestra. Pero es lo que hay.