jueves, 23 de enero de 2014

QUE LOS SEÑORES DIPUTADOS NO SE RASGUEN LAS VESTIDURAS ANTE LA LEY DEL ABORTO

El aborto es un tema delicado, delicadísimo, del que nunca me gusta hablar, y por ende escribir. Pero hoy voy a saltarme esa máxima, aunque no sea más que para manifestar mi indignación por los debates parlamentarios que está suscitando.
Como mujer tengo la sensación de ser una pelota que sus señorías utilizan para lanzarse unos a otros. Utilizan chascarrillos, mofas, recriminaciones que no vienen a cuento en un tema tan serio como es el derecho a abortar, o el derecho a nacer. Posiblemente ambos en el mismo nivel.
No creo que ninguna mujer, si no median causas de fuerza mayor, esté a favor del aborto. Y si alguna lo estuviere per se, posiblemente no tenga plena consciencia del trauma que supone abortar, de las secuelas que suelen padecer quienes lo hacen. No obvio que hay personas –hombres o mujeres- que pasan de todo y que son insensibles también a todo. O casi. Esas/os, revindicarán el aborto como pueden revindicar cualquier otra cosa.
Si no he entendido mal, la ley que está en estudio tiene como finalidad proteger la vida del no nato. Hasta ahí me parece bien: bien está proteger al débil. Salvo en el caso de violación –creo que recoge el proyecto-, en   que sí podría interrumpirse el embarazo. Perpleja me deja la excepción. ¿No se protege a ese naciturus? ¿Cuál es la diferencia entre ése y niño y otro cualquiera? En qué quedamos, lo único que preocupa a sus legisladores es la vida que se está gestando o se cuelan por ahí otros  intereses con olor  a moralina desfasada.
Qué bonito es posicionarse en contra del aborto, principalmente si se es hombre, cuando el tema toca de lejos. Qué bonito es entrometerse en la libertad de la mujer para decidir. Supongo que para opinar con conocimiento de causa habría que ponerse en la piel de la mujer abocada al aborto. Que nadie se engañe, que lo señores diputados del Partido Popular no se rasguen las vestiduras porque un colectivo femenino pida que no se modifique la ley hasta los extremos que se pretende. Puede, y ni  tan siquiera estoy segura de ello, que sean necesarios algunos retoques, pero de ahí a lo que pretenden hay mucho trecho. Que una tiene que tener derecho a decidir si desea parir a un niño con malformaciones, si quiere poner en peligro su vida, que una tiene derecho… a lo que tenga derecho.  Porque esta ley, por muy permisiva que sea, nunca obligará a abortar a quien no lo desee. Y la mayoría de las mujeres no lo desean y quienes quieran hacerlo lo harán, con ley y sin ella. Siempre ha sido así. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario